-Fred?
El chico no despertaba, había acabado la guerra, Valdemoro había muerto… todo por nada, para George, la vida sin su gemelo no era nada. ¿De que le servían las bromas si no se reía con su hermano? ¿De qué le ayudaba empezar una broma si no tenia quien la terminara? ¿De que servían los cumpleaños, sin nadie que lo celebrara junto a el?
Tan solo se limito a mirar el rostro decramado de su hermano, le dedico una última mirada y salió de aquel lugar, quería alejarse de todo, de Hogwarts, de su familia, de San Potter… Si, ahora lo odiaba, no sabía porque, pero él pensaba que todo era culpa de Harry… ¡NO! La culpa es de Ron, si, por haberse atrevido a ser su amigo y meterlos a todos en el mismo costal. ¡Alto! La culpa era de sus padres, por haberlo tenido…
¿Qué estaba pensando? Harry, por muy testarudo, poco brillante, despistado y impulsivo que fuera, era su el mejor amigo de su hermano menor, y por ende, parte de los Weasleys. Pero allí estaba, mirando a su muerto hermano gemelo, aquel reflejo de carne y hueso y porque no, a veces cerebro.
Pero algo dentro del le decía que no debía decaer, debía vivir como lo hubiera hecho su hermano, no quería que desde el mas allá, su hermano sintiera lastima por él, nunca le gusto ser su sombra… Y nunca lo fue. Fred lo trataba como si fuera parte de él, como unidos por un lazo invisible atado a sus corazones, nunca dio la impresión de ser su jefe.
Porque tenía miedo, George tenía miedo. Miedo de que su familia lo viera y en vez de George, el chico de brillantes ojos azules, vieran al fantasma de su hermano. De que su madre rompiera en lágrimas cada vez que lo mire, que sus hermanos le miraran como de algo de lo que hay que compadecerse.
Sintió su mundo decaer, no habrían mas gemelos Weasleys, no más comentarios que aligeraran el ambiente, no mas palabras acidas y no mas azules miradas cómplices.
Bajo la mirada una última vez, esperando ver a su hermano como siempre pero, ya nada sería lo mismo, y para convencerse a si mismo dijo con voz apagada y sombría:
-No más gemelos Weasleys.- mientras se iba de allí.
De pronto, una voz divertida y claramente agotada, como cuando terminaba junto a Fred un partido de Quidditch, le gritó:
-¿Quién dice que no, George?
Se escuchó un resoplido de sorpresa común y George, con paso lento, se vio vuelta sobre sus pies:
Fred Weasley le devolvía la mirada y al ver la mirada atónita de su hermano musitó:
-Solo fue un golpe en la cabeza, ya estoy bien Fred.
-¿Fred? ¿Eres mi hermano Fred o la guerra me afectó la cabezota? —Preguntó con una sonrisa.
-Eh! Que fui yo quien me golpee la cabeza… Soy yo, el mismo Fred.
