Disclaimer: El universo de Haikyuu le pertenece a Furudate Haruichi.
De: My Babe 3
«Si llegas primero usa la llave que está arriba del marco de la puerta. No agarres nada de la nevera ni toques nada. Voy en camino.»
El mensaje le había llegado hace veinte minutos y lo vio recién al revisar el croquis improvisado que tenía doblado en el bolsillo para asegurarse de que estaba en el lugar correcto, y la placa con el nombre "TSUKISHIMA" lo confirmó.
— Poco más y me dice que lo espere sentado en la acera. —Kuroo rió dejando la llave de vuelta donde la había tomado y entró pidiendo permiso aunque no era necesario, pero no se puede engañar a la costumbre.
Silbó dejando sus zapatos en la entrada y se puso a mirar todo realmente interesado. Era la primera vez que visitaba a Kei en su casa después de todo, y mejor aún... solo. Estaba de más aclarar que su objetivo sería conseguir algún álbum familiar, juguetes cochinos ocultos en el cuarto de Kei o ropa interior vergonzosa.
Una sonrisa de malicia pura se extendió por toda su cara y casi se frotó las manos.
Pero primero fue a la cocina por un vaso de agua (y quizás una manzana, o un plato de arroz, Kei no lo notaría) mientras se le pasaba el entumecimiento de trasero por las horas en tren.
— Bien entonces. Su cuarto debe ser arriba.
Con las tripas contentas se dispuso a subir las escaleras notando la escases de fotografías. Todos eran cuadros decorativos, lo cual encendía su motivación de conseguir fotos de las nalguitas pálidas de Kei bebé, de cuando recién empezó a usar los culo-botella de nerd para dejar de ser prácticamente ciego, y por dios, ¡alguna evidencia de que su novio podía sonreír lindamente! Definitivamente escanearía esa foto y tapizaría todo el techo de su cuarto en Tokio con ella.
Infló el pecho de pura satisfacción anticipada y al pisar el limpio suelo de la segunda planta fue capaz de escuchar el débil ruido de la regadera, casi amortiguado por la radio encendida.
¿El baño? Pensaba que estaría a solas con Kei hasta la hora de cenar, cuando volvieran los padres del rubio. ¿Quizás había llegado primero y se preparaba para recibirlo? Ju, como fuese, la idea de pillarlo vulnerable y desprotegido en la ducha no podía ser más tentadora. Se guió con el ruido hasta la puerta entreabierta del baño y escuchar el chillido de la llave de la ducha siendo cerrada casi lo hizo reír; no podía ser el momento más perfecto.
Terminó de abrir la puerta cautelosamente y fue recibido en el cielo con unas bonitas y blancas mejillas traseras mientras su rubio dueño se pasaba la toalla por las piernas. ¿Kei tenía un lunar tan notorio en la nalga derecha? Le pareció extraño no haberse percatado de algo así antes pero su mano fue más rápida que su cerebro cuando la dejó bien marcada en la piel ajena, y esa silueta roja de cinco dedos no se iría pronto.
— Hey, bombón. Espero que no recibas a todos tus invitados así.
Pero algo estaba mal. Cuando esa persona se irguió de un solo tirón en toda su altura todavía así no era tan largo como Kei, el cabello claro aún húmedo y despeinado por la fricción de la toalla era casi del mismo tono al igual que el color miel-dorado de sus ojos asombrados. Pero…
— Espera. Tú no eres Kei.
Lo último que vio fueron unos duros nudillos acercarse a su cara a toda velocidad.
Notas: Una tontera que escribí hace mucho tiempo, fue el primer encuentro Kuroo-Akiteru (como cuñados) que me imaginé lol
