Disclaimer: Ni Haruka Tenou, ni Michiru Kaioh me pertenecen (aunque lo quiera). Todos los demás personajes son ficción. Al menos en este capítulo.
Capítulo 1: Orígenes
La lluvia cae mientras escribo esta historia, mi historia. Pasan los autos bajo mi ventana de este departamento en el centro de la ciudad, miles de personas caminan por las calles sin conocer los verdaderos secretos que se esconden en los rincones, sin ver que el señor amable que permite que pasen esas escolares lo hace solo para deleitarse al imaginar las atrocidades que les haría. Que ese hombre simpático que es tan agradable de tratar en realidad golpea a su esposa hasta dejarla inconsciente. O que esta delicada señorita que muestro ser, con cara de ángel y de que no mataría una mosca no duda ni le tiembla la mano al momento de deshacerse de uno de esos parásitos. Soy Michiru Kaioh, y soy una vigilante.
Por cierto que conoces el término, ¿no? No en vano tienes una adicción al género criminal, muertes, psicópatas, asesinos seriales. En cierta medida me veo como una generosa benefactora de la policía y tribunales: les ahorro trabajo, evito el desperdicio de recursos necesarios en otras áreas. Incluso a veces ellos mismos me proveen el nombre de alguien que solo ocupa espacio. No me malentiendas, no soy tan torpe como para hacerle saber a un detective quien soy en realidad, tampoco me deshago de ellos inmediatamente, de ser así hace mucho que estaría en la mira, aunque me atrevo a pensar que con cierta indulgencia de parte de ellos.
Mi trabajo es simple: saco del camino de la gente buena y decente a aquellos que solo les hacen daño. ¿Por qué? No puedo explicarlo, simplemente no puedo tolerar la injusticia de ver cómo incluso en los tribunales esas bestias salen bien paradas, nunca hay pruebas concretas suficientes, solo conjeturas que son más que obvias. Al menos para mí, porque puedo entender la mente criminal, la mente de esos seres que son lo más bajo de esta sociedad. Eso me deja en el mismo nivel, no? Tal vez no soy mejor que ellos, pero al menos ningún inocente sufre en mis manos.
¿Cómo empecé en la vida del crimen, quieres saber? Por proteger a mis seres queridos, como muchos de los que seguimos este camino. Aunque la verdad va mucho más lejos, ya te contaré esa historia. Ya debes haber concluido que mi infancia y mi familia distan mucho de lo que se llama la familia ideal, eso no es novedoso. Mis padres jamás debieron haber estado juntos, eso es un hecho. No puedes mezclar a una mujer buena con un maldito bastardo, no se debe, solo trae dolor a ella y sus hijos. Golpes, mentiras, manipulación, humillaciones. Lo suficiente para convertirme en esto.
Aún recuerdo el golpe de ver a mi madre convertida en un guiñapo, solo despojos luego de la bestial paliza que mi padre le propinó. Estaba irreconocible, su rostro deformado por la inflamación y los moretones. Contusiones por doquier, fracturas; no recuerdo muy bien el parte médico, solo que todos los doctores la miraban y decían que era un milagro que hubiera sobrevivido. Yo lo sé, se dio cuenta de que muriendo él iba a ganar. Y ella finalmente decidió luchar, no dejarse vencer por quien no la merecía. Y yo no la iba a dejar sola, al menos no con ese monstruo rondando cerca.
En realidad no tuve que planificar cada detalle, podríamos decir que tengo talento natural para esto, al igual que para el violín o la pintura. ¿No te lo había mencionado, lector? Pues sí, soy un prodigio en las artes y en el engaño. Como si toda mi vida hubiera caminado en esta dirección, en hacerme pasar por alguien que dista mucho de mi verdadero yo.
Cuando mi primo decidió enseñarme tiro al blanco vi de inmediato que podía algún día serme útil. Pero que eso solo podía ser si nadie se lo esperaba. Fingí rara vez acertar en el centro, casi por coincidencia, lo que provocaba la risa casi incontenible de mi primo, aunque en realidad acertaba cada vez al punto que estaba mirando. Practicaba sola, cuando nadie andaba cerca. Y la verdad debo decir que tengo talento para esto. También aprendí a lanzar cuchillos gracias esta vez a mi hermano, que al parecer se aburría demasiado durante unas vacaciones, esto me resultó más difícil, pero mi persistencia me hizo mejorar notablemente, aunque siempre quedé como muy torpe ante todos los conocidos. Y eso constituye una gran ventaja, nadie se imaginaría que yo, una mujer no muy fuerte puede deshacerse tan fácilmente de un hombre mucho más voluminoso.
Fue fácil enviar un mensaje ofreciendo la mejor cocaína desde un teléfono desechable, citándolo a un risco frente a Cayo Tiburón. Supongo que sobra la explicación del nombre. Fácil esperar escondida en las sombras de las rocas. Fácil apuntar con una de las tantas armas que él coleccionaba. Y fácil disparar directamente entre las cejas. Simple, rápido, efectivo. Saqué el celular de su bolsillo, lo puse dentro de su auto, arrastré el cuerpo hacia la orilla y dejé que mis amigos carnívoros se encargaran del resto. Borré mis huellas y me alejé hasta dónde había dejado mi cuadrimoto. Luego de unos días, la visita de la policía para avisar que habían encontrado el auto abandonado, el mensaje del ofrecimiento de la droga y la conclusión a la que habían llegado: muerte accidental bajo la influencia de estupefacientes. Nunca imaginé que el rostro de tantos expresara semejante alivio al escuchar de una muerte.
Algo cambió ese día. No es que dejara de sentir, sino que en el momento que estoy en una misión es como si me sacara los sentimientos y emociones, los dejara colgando en un ropero y cuando todo hubiera terminado pudiera volver a ponérmelos como si se tratara de un traje. Después de todo, hago esto por empatía, no con el agresor sino con las víctimas de la agresión. No puedo soportar que alguien sufra y yo no hacer nada, menos si ahora tengo la capacidad de hacerlo.
Flashback
Jardín de infantes
-Señorita Akiko, ¿puedo ir al baño?
- Solo no te demores, Michiru. Ya comienza la hora de dibujar.
-!Sí, Señorita!
La pequeña de ojos azules se dirigió al baño, pero en el camino un llanto la desvía hacia unas salas vacías de los cursos superiores. Al asomarse vio al conserje con una niña rubia de ojos negros que reconoció como Midori, la hermana mayor de su amiguita Mika.
-No, por favor, no.
-Vas a hacer todo lo que te diga, y si hablas, va a ser peor para ti. Ahora separa las piernas antes de que te vuelva a golpear. Si ayudas, va a terminar antes.-dijo el conserje entre jadeos
-!DÉJALA! !LE HACES DAÑO!- explotó la pequeña aguamarina
-Oh, ¿que tenemos aquí? Una pequeña valiente-dijo el hombre levantándose y atrapando a la pequeña que trató de huir. –Ahora, obedece, si no quieres que esta pequeña sea la que me satisfaga, no es de mi tipo, aún, pero si no hay nada mejor... Además, ya me has probado en otras ocasiones, ¿no Midori?
-Michi, no mires, no digas nada, corre y nunca le cuentes a nadie lo que viste- suplicó Midori-!Vete!
Al volver a la sala de clases, Michiru entró y cayó desvanecida.
Fin flashback
Y aquí estoy, tratando de proteger a quien le tocó vivir junto a un monstruo.
Ok, después de leer Ciudad del Vicio, de tutivale, en que Haruka es una asesina a sueldo y analizar muchos comentarios de Michiru en el anime, llegué a la conclusión de que es una asesina serial en potencia. Después de todo es ella la que no duda en sacrificar a alguien por el bien común (recordemos que Haruka siente culpa por manchar sus manos con sangre inocente, no Michiru).
Así que decidí explotar ese lado más violento y no relegarla al papel de protegida o pasiva. En esta historia, ella es la protagonista.
Espero rewiews, opiniones, comentarios varios. No sé para donde va esta historia, como tantas, se está escribiendo sola.
