Se acababa el verano y las tardes poco a poco se hacían más pesadas. Tras meses de vacaciones en los que no había absolutamente nada que hacer más que jugar alegremente a la consola o, como mucho, salir a sacar al perro, la solución más sencilla al aburrimiento era sentarse en un sillón a esperar que hubiera algo más interesante que hacer que ver Mujeres y Hombre y Vicerversa o Fast and Furious. Y desde luego era difícil encontrar obras de arte tan perfectas como esas, o al menos, así pensaba Jonny.

Jonny se encontraba sentado como cualquier tarde de la semana, del mes y del año, jugando al Imagina ser narcotraficante en su Nintendo DS roja con llamas doradas, dejando que de fondo se escuchasen los entresijos amorosos de un tronista y sus pretendientes; y aunque realmente no es que pudiera hacer dos cosas a la vez, de vez en cuanto pausaba el juego, o simplemente, obviaba al televisor.

Y así pasaba la tarde de sábado, cuando una carta se introdujo por la gatera de la puerta, haciendo un ruido terrible al chocar contra uno de los jarrones chinos del recibidor. Siempre había odiado esos jarrones y ciertamente ni siquiera recordaba tenerlos, es más, Jonny recordó en ese instante que no tenía gato, y no creía tampoco tener gatera. Fue entonces cuando recordó que estaba en casa del Richard, quién tras un par de Red Bulls, había necesitado ir al aseo con una urgencia terrible.

Pensó esperarle para abrir aquella carta tan curiosa, pero el hecho de que tuviera un chicle rojo pegado para cerrarla, pudo con él, y ansioso, abrió la carta sin esperarle y la leyó por encima con algo de dificultad.

Al principio creyó que le hecho de no entender absolutamente nada de lo que ponía en ella era por la estilizada letra en un precioso verde hierba. Habría sido una opción viable, de hecho, pero después recordó que había repetido tres veces tercero de primaria y que era bastante posible que la dificultad estuviera en que no recordaba la mitad de las letras del alfabeto.

"COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA

Director: Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore."

Jonny tuvo que hacer una pausa para releer el nombre complete, aún no muy seguro de tener claro lo que decía la frase tras la palabras "director", ya que muy a su pesar, el inglés no es que fuera su fuerte.

Aún así, decidió continuar, bajándo al mínimo el sonido del televisor para concentrarse mejor.

"Querido señor: Jonathan Potas.

Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios. Las clases comienzan el 1 de septiembre. Esperamos su lechuza de confirmación.

Muy cordialmente, Minerva McGonagall Subdirectora…"

—Hostia—dijo Jonny superado por la emoción.—Como David Copperfield. Esto se lo cuento a la Vane y se le meten los leggins para dentro. Ya verás. Qué porracos me voy a liar en herbología.

Sin poder esperar a que Richard saliera del excusado, corrió cual galgo enardecido y abrió la puerta del aseo blandiendo la carta en alto como si de una espada vikinga se tratase.

—¡Richard, nano! —Bramó algo alterado. —Que me ha llegado una carta del Howar ese.

El aludido, sintiendo que su intimidad había sido perturbada, levantó la vista de la PSP y lo miró enarcando el piercing de su ceja.

—Pero vamos a ver, primo, que estoy aquí en medio de una faena tope de gorda. No puedes abrir la puerta así qué tal, ¿sabes?

Jonny alzó las cejas y le quitó importancia al asunto, sonriendo.

—Vamos que no. —dijo ufano. —Y eso que aún no tengo una varita, que si no, te ibas a cagar.

Richard bufó dejando la PSP sobre el lavabo y señalando su posición en el trono de porcelana del señor Roca.

—Eso intento, Jonny, colega. Pero es que no me estás dejando.

En ese momento, algo hizo conexión entre la neurona y media de Jonny, haciendo que su rostro se iluminara haciendo fulgurar sus numerosos piercings y la ingente cantidad de gomina que mantenía su peinado.

—Tío, Richard, que me voy a hacer mago. Que me han enviado la carta.

—Pero vamos a ver. —farfulló Richard subiendo sus pantalones y empujando a Jonny fuera del aseo. —¿Una carta? ¿Pero no era más fácil dejarte un mensaje en el Facebook? Tío, que lo de las cartas es más viejo que Fotolog, compare'. Que eso es de coña, que no puede ser. ¿Qué va a ser lo próximo? ¿eh? ¿Que alguien te recoja en un barco?

—Tío, Richar', loco. Que los barcos aún existen.

Por un instante sus miradas hicieron conexión, haciendo que sus gestos expresaran un amplio espectro de emociones. Desde "que ise loko" a "tu tas rayao" en menos de un segundo.

Richard no pudo más que reír y negar con la cabeza.

—¿Y por qué no he montado yo en ninguno, eh? Que eso es ficción, que es una serie del Mario Casas, loco. Que fui a Madrid el verano pasado y no había barcos. Eso es que tú te has montado una película to' rara en tu mente. Ya si eso luego lo hablamos con unos cubatas. Que nos vamos a reír.

Y acto seguido cerró la puerta del aseo con fuerza y estuvo casi a punto de golpear la nariz de Jonny, que rodó los ojos con exasperación y le plantó cara a la puerta intentando que Richard lo escuchara.

—Que voy a ser un mago to' bueno, primo. Ya verás, ahora vas y te miras la carta. —casi gritó justo antes de echar a caminar por el pasillo de nuevo hacia el salón.

Se sentó en el sillón y releyó la carta una vez más, y aunque ello le llevó unos 20 minutos y un par de búsquedas en google para concretar el significado de las palabra "lechuza" y "necesario", consiguió terminarla entera.

El gato pardo de Richard se acercó a él mientras intentaba leer de nuevo la carta, ahora que sentía que podría comprenderla en su totalidad. Pero, ávido de compañía y comprensión, el gato intentaba llamar su atención por encima del papel, haciendo que Jonny prácticamente perdiera el hilo cada tres segundos.

—Que pesado el put* gato, cojones. Vete payá' un rato, que no soy tu amo. —dijo molesto, pero recapacitó al instante. —Bueno, a ver, soy el puto amo, pero no soy tu amo, a ver si lo pillas ya… además, ¿Tu no eras un siamés? Estás to' marrón, colega. Qué asco, loco. ¡Richard! ¡Tu gato está hecho una mierda!

Pero a pesar del bramido que había proferido intentando que su amigo se encargara de su mascota, el silencio fue su única respuesta.

El animal, ajeno a su molestia, continuó intentando llamar su atención, evidentemente consiguiendo que Jonny se sintiera aún más molesto.

—Y dale con el gato de mierd*, que soy un mago, que te hago un abra cadabra pata de cabra y…—amenazó, puño en alto mordiéndose el labio con un gesto agresivo.

Pero antes de poder terminar la frase, un rayo de luz verde atravesó la habitación, dejando al gato en el suelo tras un largo y agónico maullido.

Jonny no podía contener el terror del momento. Porro, puesto que ese era el nombre del gato, se encontraba en el suelo con media lengua fuera. Yacía inerte, patas arriba y más tenso que la coleta de la Vane.

—Ay, la hostia, que me lo he cargao'. Que no iba enserio, que a mí me gustan los animales, que una vez fui al zoo. —murmuró agobiado al ver el pobre animal en el suelo. —El Richard me mata, si es que soy tonto, hostia, aquí haciendo magia sin que me autorice Sandro Rey o algo. Ay, la virgen. Resucita, resucita…

Pero el gato, ajeno a sus deseos continuó inerte en el suelo. Jonny, presa del pánico, decidió reproducir uno de los ejercicios de primeros auxilios que había visto en Los vigilantes de la playa, tapando la nariz al gato y procediendo a hacerle un masaje cardio-respiratorio de reanimación.

En ese instante, Richard entró al salón, encontrándose con Porro y Jonny en una actitud, que desde su prisma, parecía algo cariñosa.

—Pero se te va la olla, primo, ¿o qué? ¿Qué haces tú besando a mi tía?

Jonny abrió los ojos, algo desconcertado, y se encontró besando los agrietados labios de una mujer de rostro tenso y moño apretado.

—¿Qué ha pasado con Porro?

Richard negó con la cabeza.

—Me lo he fumado en el baño sin ti.

—¡Me refiero a Porro, tu gato! —dijo Jonny casi indignado viéndose en el suelo arrodillado besando a una mujer de unos sesenta años que vestía de una manera realmente extraña.

Richard no pudo evitar esbozar un gesto aliviado.

—¡Ah, el gato! No sé, estará en el patio. Esa es mi tía abuela Minerva, que es bruja y se convierte en gato. Joder, Porro es un siamés, ¿por qué cojones crees que le llamé Porro? Cuerpo blanco, cabeza negra. Era de cajón.

Jonny se separó de la tía de Richard aún más fuera de lugar que la vez que decidió entrar en Pachá Ibiza sin rosario y camiseta de escote.

—Hostias, tío, que he besado a tu tía. Pensaba que era Porro que estaba sucio o algo, joder. —dijo algo aturdido apartándose de la mujer.

—Tú necesitas gafas o algo, nano. En serio, estás muy mal de la mente, te lo digo yo. Que no es mucho mejor besar a mi gato sucio que a mi tía, que en cualquier caso estás to' mal del melón.

Jonny parecía tan confuso que cualquier gamer habría esperado que se hiriese a sí mismo como un Pokemon, y lo haría, desde luego, pero antes debía intentar solucionar la situación del beso a la tía de Richard, sobretodo porque estaba seguro de que un tuit desinteresado por parte de alguno de los tres –incluido él si se terminaba el cubata de las cuatro– haría llegar esa pequeña muestra de afecto gatuno a su querida Vane. Y eso podría ser muy peligroso, mucho más de lo que podría ser cualquier magia negra.

—Que te juro que lo había matado, que he dicho unas palabras mágicas y el gato estaba muerto, te lo juro por la virgen del Rocío, nano. Sólo quería resucitarlo, que yo quiero a la Vane.—dijo Jonny nervioso y casi a punto del tartamudeo.

Ante tanto desconcierto, la tía Minerva decidió hablar.

—La maldición que has pronunciado sólo puede ser evitada con un poder mucho más fuerte que el odio. Y eso es lo que me ha salvado.—dijo solemne mientras ambos jóvenes la miraban algo aturdidos.

—¿Y ese cual es? Porque yo me estoy quedando to' loco…—confesó Jonny.

—El amor. —contestó Minerva con sus ojos entrecerrados mientras parecía sospechar de los dos jóvenes.

Tras unos segundos de duda y silencio incómodo, Jonny comenzó a toser y a limpiarse la lengua con las mangas de su sudadera de Nike con gesto de completo disgusto y asco. Bebió un trago de su cubata de las cuatro de la tarde para desinfectar un poco, pero nada parecía suficiente.

Diez minutos esperaron Minerva y Richard a que Jonny terminara de poner caras de asco y limpiarse la boca y la lengua. Hizo gárgaras con el cubata, lo escupió en una planta, volvió a hacer gárgaras, se atragantó y acabó tosiendo. Y después de todo el espectáculo que hizo a tía y sobrino cruzarse de brazos, se aclaró la garganta y decidió hablar.

—Creo que voy a quedarme en el módulo de fontanería. Paso de ser mago, es mu' chungo. —dijo completamente hundido.

La tía de Richard se puso en pie.

—Ni lo sueñes, Jonny Raspa. Mi sobrino y tú os venís conmigo a Hogwarts. Necesitáis lo que pone en la lista de la carta, en dos días sale el tren hacia la escuela, y los dos vais a montar en él.

—¡COÑO! Ya sabía yo que me sonaba lo del tren. Esa es la escuela de Harry Potter, ¿Eh o no? —preguntó ilusionado Jonny con una sonrisa.

—Sí, señor Raspa, desde luego que es esa escuela. —dijo la mujer algo hastiada y con gesto de mal humor ante tal espectáculo. —Ustedes dos han perdido ya varios años de enseñanza, pero viendo lo fácil que ha sido para usted realizar una imperdonable sin varita, supongo que podemos convalidarle los tres primeros años.

Richard los miró confuso y negó con la cabeza.

—Eh, eh, eh, eh, eh, eh, eh, eh, no, no, no, no, no, no, no, no, no, espera. No me jodas, nano. —dijo Richard preocupado. — Yo no me voy a ningún sitio, que la mama ya me dijo que en la escuela esa no dejan llevarte ni el móvil ni ná. ¿A quién le voy a enviar yo whatsapps? Además, a mi no me han enviado nada.

Minerva se puso en pié y fue hacia el armario del recibidor, donde guardaban los abrigos, seguida de Jonny y Richard. Este último tardó menos de tres segundos en entender qué era lo que hacían allí, así que se llevó una mano a la frente con gesto de cansancio.

En un rápido movimiento, la mujer abrió la puerta del ropero haciendo que miles de cartas cayeran esparcidas por el suelo del recibidor, algunas de ellas parecían distintas, se elevaban en el aire y gritaban cosas como:

"¡RICHARD PATACABRA HAS SIDO SELECCIONADO PARA ENTRAR EN LA ESCUELA HOGWARTS!"

"SEÑOR PATACABRA, EL DIRECTOR DE LA ESCUELA HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA SE COMPLACE EN INFORMARLE…"

"SEÑOR PATACABRA, SU SUSCRIPCIÓN A LA PLAYWITCH ESTÁ A PUNTO DE CADUCAR"

Richard cogió la última carta en el aire, algo avergonzado, y la quiso romper mientras esta gritaba y se resistía.

"MUCHA POLICIA POCA DIVERSIÓN. LIBERTAD DE EXPRESIÓN."

La carta bramó un par más de eslóganes y siguió resistiéndose. Bajo la atenta mirada de Jonny y Minerva, Richard consiguió hacer callar al vociferador con sus propias manos, haciendo que su tía necesitara enjugarse las lágrimas de la emoción.