En una noche lluviosa ,un hombre inexistente, en un motel típico, al norte de Nueva York. Ese era yo , un hombre olvidado, sin valor alguno, mirando por la ventana del motel de aún menos valor. Solo tenía dinero para una semana, luego no tendría a donde ir….
Por la ventana soy capaz de ver, las pocas personas que pasan por esa zona. Lo único que me queda son mis recuerdos, y una foto. Estaba encima de aquella maltrecha cama de color granate, en esa habitación humedades un verde oscuro horroroso.
Me acerqué a la cama y miré la fotografía; en ella, una bella mujer, rubia como el sol, de ojos azules, abrazando a un niño de 8 años, moreno y de ojos azules; a su vez, la mujer era abrazada por u hombre no mayor que ella, moreno de ojos negros; el hombre que una vez fui.
Saqué de mi gabardina desgastada, lo que parecía ser una placa, pero tan destrozada que apenas se distinguía de un trozo de metal, recordándome que el hombre de la foto, fue un policía, un gran policía, con una vida, una familia, un hogar. Fuí hasta el cuarto de baño, atacado por el moho y el paso de los años, me mire en el espejo; la gabardina negra, mis ojos azabache y mi moreno pelo; una barba de unos días, y la cicatriz que me marcaba, desde la parte superior izquierda hasta la mejilla.
El hombre en ese espejo, fue en algún momento el hombre de la foto, en algún momento fui yo. Un policía, un buen policía, era el mejor en ello, con la mujer que una vez amé, y el hijo que una vez soñé. Todo perfecto; pero nada dura para siempre. Salí del cuarto de baño, y cogí un periódico de varios días atrás, que no era capaz de tirar. En la portada se veía mi casa, una foto de lo que fui, y una foto de la familia que tuve.-
Policía acusado de asesinar a su mujer e hijo.
Mentira, era mentira, pero qué podía hacer él; lucho por resolver aquel caso, descubrió quien era el culpable, pero antes de poder darse cuenta, su familia asesinada, y él, inculpado. Intento defender su nombre, pero a pesar de todo lo que hizo por aquella gente que ni conocía cuando fue policía le ayudo.
No le importaba, lo había perdido todo ,y todo el mundo le traicionaba. Pero no se dejaría atrapar hasta cobrar venganza. Durante días buscó a esa persona, estaba decidido a volverse el verdugo de aquel que le quito todo.
Fui de nuevo al baño, y saqué del cajón un cuchillo de caza, como nuevo. El hombre de la foto consiguió su deseo, pero ya no tenía nada, ni a nadie. El hombre de la foto murió el mismo día que el culpable, ahora solo quedaba él, el hombre de la gabardina.
Se oyeron sirenas de policía, y una voz por un megáfono dirigido a mí, pero no lo escuché. Ya no tenía nada, dejaría que aquellos que una vez fueron compañeros me llevaran. Me tumbé en la cama, y espere, a que llegara lo inevitable.
Aquel día el hombre de la gabardina murió ,dejando sus recuerdos olvidados, con el último deseo de que las personas que traicionaron al hombre de la foto, vivieran arrepentidos.
Pero esta historia no es única, ya que siempre, siempre, se repite, sin detenerse.
FIN
