FIESTA DE MASCARAS.

esta historia no es apta para territiananas ni personas sencibles

mis agradecimientos a mi hermana Blackangel VH, HERMANA DE MI CORAZON ESPERO QUE PRONTO ESTES EN CASA OJALA TE PORTES BIEN PARA ESTAR PRONTO JUNTAS RECUERDA QUE ME LO PROMETISTE ESTA HISTORIA ESTA ESCRITA POR AMBAS.

WILLIAM ALBERT ANDREW.

Un noble guerrero de nombre William Albert Andrew fue convocado por los religiosos para unirse en la guerra santa, dejando a su esposa Esmeralda para cumplir con el mandato impuesto, ella después de varios días de sentirse mal había ido a visitar al médico del pueblo, mejor dicho al curandero, pues los malestares que presentaba la hacían creer que estaba en cinta, ella quería darle la sorpresa a su esposo, cuando por desgracia él fue llamado por la contraloría para presentarse en el frente en Jerusalén, por desgracia ella no pudo darle la gran notica por que cuando ella llego el ya se había marchado dejando solo una nota:

Querida Esmeralda:

Recuerda que te amo, eres la persona más importante en mi vida, pero tengo que partir por un mandato a la guerra santa, lo hago para cumplir con mi deber y mi honor recuerda que cuando regrese podremos ser felices y formar la familia que tanto soñamos te amo.

Siempre tuyo William Albert Andrew

Sir Andrew era de nacionalidad escocesa pero radicaba en Rumania, era un hombre alto, rubio, atlético y de unos ojos azules como el cielo todo un guerrero, aunque muchos pensarían en la imagen de él como un Dios griego por sus facciones y personalidad, después de la muerte de su hermana, se había hundido en una depresión y tristeza ya que era la única familia que tenia, pero la vida lo recompensaba poniendo en su camino a una gran mujer de nombre Esmeralda Kuznetsova, de la cual se enamoro perdidamente y ella con su amor, ternura y bondad lo lleno de vida para que el saliera adelante y soñaran con formar una familia y una vida nueva.

Esmeralda era la hija de un príncipe y sobrina de un duque francés, era una chica llena de virtudes y con un gran corazón, físicamente no era muy alta delgada pero con curvas, de hermosos risos rubios y de un color de ojos que hacían honor a su nombre dos grandes esmeraldas.

El tiempo iba transcurriendo y las batallas cada vez eran más pesadas, sanguinarias y desoladoras, sin embargo con el recuerdo de su bella esposa la guerra era más llevadera, con ella esperándolo podía soportar tempestades, por las noches se cuestionaba si era correcto, matar y luchar contra los hombres, para salvar la vida de otros hombres era contradictorio, pero tenía que hacerlo, como capitán sabia su trabajo y logro salvar la vida de los hombres que estaban bajo su mandato y claro también la propia, pero en la lucha en ocasiones se preguntaba, ¿Había ido a proteger las tierras de Dios o los intereses monetarios de la iglesia?

¿Mataba hombres en el nombre de Dios o mataba hombres en nombre de gente ambiciosa y sin escrúpulos.

Cuando termino la guerra cruel guerra, todos los que estaban bajo su manto de protección volvieron a su casa.

Y el… pensaba que cualquier persona que había ido a luchar a la guerra santa y regresaba de dicha hazaña vivo era un milagro.

Ahora en estos momentos iba rumbo a su hogar.

Al llegar al castillo Andrew, se quedo petrificado. Se adentro en la casa mirando a todos lados su hogar estaba repleto de cadáveres, no sabía por qué razón su casa estaba así, solo una imagen pasaba por su mente, mientras su corazón empezó a latir más rápido y desesperadamente empezó la búsqueda de su amada Esmeralda buscaba por todas partes y no la encontraba, sus gritos desgarradores hacían eco por toda la mansión pero no obtenía respuesta alguna, busco desesperadamente, tratando de encontrar algún sobreviviente, alguien que le dijera algo sobre el paradero de su amada pero nada, todo lo que encontró fue una masacre, eso fue lo que encontró, cadáveres degollados, mutilados, empalados, desmembrados con un dejo de putrefacción una imagen desgarradora, se dirigió al que un día fue su despacho y un último atisbo de esperanza regreso a su cuerpo cuando al mirar el escritorio vio dos notas.

¡Dios! deseaba que no hubiera estado en el castillo, lo deseaba con todo su corazón y así fue al mirar la primera nota que decía:

Sra. Andrew:

Lamentamos informarle de la muerte de su esposo el Sr. William Albert Andrew por desgracia en la batalla se pierden muchas vidas, nuestras más sentidas condolencias y oramos por su resignación.

Se despide de usted

El vaticano.

La orden sagrada de los templarios.

Pero el balde de agua fría que recibió al leer la segunda nota que era de su amada.

Dios yo lo amaba más que mi vida y no puedo resignarme a vivir sin él, perdóname pero yo no puedo seguir viviendo, te pido me recojas en tu seno al igual que a mi hijo y me permitas reunirme con él.

P.D. Si alguna alma caritativa me hiciera el favor de recoger mis restos del acantilado de Saint. Anne y darles cristiana sepultura, se que Dios los premiara ya que gracias a eso podre reunirme con mi amado de antemano gracias.

Esmeralda Kuznetsova de Andrew

¡No! No podía ser, se había lanzado del acantilado. Como pudo bajo al acantilado para recoger el cuerpo de su amada, donde lloro amargamente, hasta que el día se hizo noche y la noche se hizo día, sobre el cadáver de su esposa juro vengarse de todo aquellos que les hicieron daño, todos pagaría con su muerte.

Subió con ella en brazos el acantilado decidido a incinerar a su esposa. El no la sepultaría ya que el ya no creía en Dios, miro al regazo de su amada ella sujetaba una carta y de sus frías manos la arranco y la guardo en su bolso.

Albert no grito rugió con ira y dolor.

-¡Dios!, yo que luche contra feroces guerreros en tu nombre y tu no fuiste capaz de evitar esto, Tu me arrancaste todo y ahora tu me arrancas el amor de mis manos, de mis brazos, su dulce calor, me arrancas al amor de mi vida.

No es justo tu…

Tú, que decías tener piedad de quien sirviera en tu nombre, te odio lo oyes, te odio…. Y te maldigo Dios.

Así salió rumbo a la capilla, la cual quemo y volvió a maldecir en voz alta. Después salió y se dirigió hacia la iglesia donde los sacerdotes se encontraban en un retiro espiritual, en donde corto el cuello de cada sacerdote por venganza.

Porque por culpa de ellos se suicido su amada.

Depuse de la masacre en el monasterio Neamt y con sus víctimas tiradas, bebió toda la sangre que pudo beber.

Desde ese momento se aisló ya no salía de la biblioteca y recordó la nota que tenia en sus manos su querida Esmeralda en ella decía:

Adiós maldita vida, desde este acantilado que es lo más alto que encontré me despido de ti, que me has quitado todo, el amor, la fuerza y la esperanza ya que mi hijo y yo solo con la muerte nos podremos reunir con mi amado ya que en esta vida nos negaste esa dicha.

Adiós.

Arrugo la nota, con toda la fuerza que le fue posible.

Y juro ante Dios y Lucifer que renegaría de Dios y de la iglesia que acabo con su amada Esmeralda y con el fruto de su amor.

Se sumió en la oscuridad, perdiendo su alma, destrozando a todo ser viviente que osara, invadir sus terrenos, no le importaba quien fuera, quien pretendía acercarse o desafiarlo, acabaría muerto, de la peor forma ya que los degollaba, desangraba y los empalaba, solo por el placer de verlos así .

Tras la muerte de su adorada esmeralda William Albert Andrew, se convirtió en un demonio, con sus actos se maldijo a el mismo y solo deseaba saciar su sed de venganza, buscando saciar también su sed de sangre, ya nada era suficiente, todas las noches mataba a diestra y siniestra tomando la vida niños, hombres mujeres y ancianos, ya no solo eran animales los que mataba, como era en un principio, para él la vida humana había perdido valor, solo era una aberración en contra a lo que el ahora era, un demonio sin corazón.

Los años pasaron y se convirtieron en siglos, con cada vida que había tomado se aseguraba de dejar su huella y declaraba un desafiando para quien quisiera tomarlo, muchas personas trataron de asesinarlo, pero al final ellos terminaban asesinados y mataba a la familia de los aldeanos que osaran enfrentarlo, cubierto por el manto de oscuridad degolló, desangro y los mutilaba sin piedad, solamente en la terrible oscuridad se escuchaba su tétrica risa declarando la venganza que acababa de realizar, al asomar el alba desaparecía antes de que salieran los primeros rallos del sol.