Kimi to Boku y sus personajes no me pertenecen.

Inspirado en el capítulo 6 del manga, simplemente porque Shun y Yūta son demasiado tiernos para su propio bien.


El susurro de los tanzaku


—No pienso gastar dinero en unos estúpidos manga.

Kaname se muestra con rostro desafiante, de brazos cruzados, esperando que alguien se oponga a su decisión.

Desde pequeños, los cuatro suelen juntarse para festejar Tanabata. Kaname siempre se quejó de lo estúpido que resulta escribir deseos en trozos de papel para colgarlos de hojas de bambú, por lo que propuso intercambiar sus tanzaku y, en vez de colgarlos y esperar a que los deseos se cumplan, hacerlos realidad ellos mismos.

—¡Pero, Kaname-kun! —Refunfuña el Matsuoka, con un adorable sonrojo tiñendo sus mejillas— El deseo de Yūki-kun es tener más manga, y como te dio su tanzaku a ti, tú eres quien debe cumplirlo.

Todos los años tienen el mismo ritual: se juntan, al atardecer, el día de la celebración, escriben sus deseos en sus respectivos tanzaku y se los dan a quienes consideran que podrán cumplir su deseo.

—¡Lo hace a propósito! —Exclama el morocho, apuntando un dedo acusador en dirección al menor de los gemelos— ¡Se aprovecha de mi generosidad!

—En tu caso, más que generosidad debería llamarse tacañería —murmura Yūki con rostro indiferente, a lo que su hermano asiente con un sonido casi inaudible. Ambos reciben una mirada que promete venganza por parte del Tsukahara.

Al final, el chico de los anteojos se rinde. No puede contra Shun y sus ganas de mantener la tradición que comenzaron cuando niños.

El muchacho de pelo largo, sonriendo alegremente, le entrega su tanzaku a Yūta, y éste, sin cambiar la expresión aburrida de su rostro, lo toma. Se lo queda mirando por unos segundos antes de levantarse de su asiento y rodear la mesa hasta quedar detrás de Shun, quien espera ansioso y con la cara levemente sonrosada. El Asaba mayor rodea los hombros de Shun con sus brazos, inclinándose ligeramente hacia delante para poder besar la mejilla del otro.

Si hasta ese momento estaba sonrojado, ahora el Matsuoka luce como un tomate. Sin embargo, incluso así de avergonzado por su deseo, deja que su cuerpo se acomode contra el torso de Yūta, quien esboza una pequeña sonrisa que rápidamente esconde en el cabello de Shun.

El Tsukahara observa, curioso, como todas las veces que eso sucede. Está acostumbrado a las cursilerías por parte de Shun, pero nunca logrará entender por qué Yūta acepta sin chistar cosas como esas.

A su lado, Yūki, con la última edición de Animajor delante de su rostro inexpresivo, dice:

—Este año quiero que me compres los cinco tomos de este manga, así podré leerlo de un tirón —y señala algo en la revista. A Kaname le late una vena en la frente en un intento contener las ganas de matarle.