Por donde lo viera no le parecía una buena idea. Cerró los grandes ojos lunas provocando que unas arruguitas aparecieran en su entrecejo y frente, apretó las delicadas manos en el regazo para ocultar su indecisión y nervios.

-Hina, por favor, no puedes echarte ahora para atrás—Le rogó una castaña frente a ella con el semblante compungido.

La nombrada abrió sus orbes casi lilas con aprensión y miró nuevamente la foto sobre el escritorio. Un currículo descansaba en un folder beige, en ella podía verse el rostro de un joven apuesto, con facciones sumamente varoniles, «testosterona andante pero con un toque angelical», no pudo evitar concluir, el muchacho de la fotografía poseía una cabellera tan negra como la noche y unos enormes ojos negros que a pesar de estar inmortalizados en papel lucían peligrosos. Con manos temblorosas levantó la foto y otra se desprendió cayendo sobre el escritorio, en ella se mostraba al mismo chico pero de cuerpo completo.

Hinata volvió a cerrar los ojos con consternación.

-Esto es una locura Ten-Ten, no va a funcionar, no hay certeza de nada...—Alcanzó a decir con voz baja.

-¡Pero Hina, te juro que todo funcionara! ¡Yo ya me he encargado de todo!—La castaña no tardó en debatir.

-¿Qué te hace pensar qué funcionara? ¿Te has dado cuenta que es una locura por donde lo veamos?

-¡No, no lo es! Eso es lo que va a traer tranquilidad a nuestra familia—Hinata soltó un suspiro cansino y miró los ojos chocolates desesperados frente a ella.

Volvió a suspirar con cansancio y echó un vistazo a la fotografía.

-Es demasiado joven—Se quejó ahogando el otro pensamiento que le vino a la mente.

-No esperas a un hombre de treinta y cinco años ¿o sí?

-Pero dice que tiene veinte—Señaló con el dedo un apartado del currículo impreso, la castaña rodó los ojos con exasperación.

«Veinte años», se repitió mentalmente la peliazul, eso era demasiado, ella en once meses cumpliría treinta, sí treinta años, ¿cómo su cuñada pensaba que sería capaz de meterse con un chico de esa edad? Para Hinata, aún era un adolescente. Exhaló ruidosamente y flexionó su cuello para mirar el blanco techo de su oficina. Era una mujer hecha y derecha, ¿cómo se había dejado envolver por su carismática cuñada?

-¡Pues claro! No pensaras que un hombre de tu edad aceptaría un trato como este.

La ojiluna esta vez la miró con acusación.

-Pues no soy yo la que le urge convertirse en madre—Soltó sin poder evitarlo, arrepintiéndose enseguida al notar el impacto que esas palabras causaban en la poseedora de ojos cafés.

-Lo sé Hina, lo sé—Expuso con la voz apagada y la peliazul se sintió culpable—Pero es la manera de salvar esta familia. Neji es estéril—La voz demostró el dolor que causaba esa verdad—Tu padre quiere un heredero. Si tú se lo das, tendremos un tiempo para buscar una solución, por favor Hina, yo no puedo hacerlo para satisfacer a mi suegro porque estaría lastimando a Neji, sabes bien cómo le afectó enterarse que él era el del problema.

Hinata miró hacia la ventana entre las persianas distrayéndose con el azul del cielo. Ese punto era cierto, Neji su hermano mayor era estéril, llevaba más de seis años casado con Ten-Ten, un matrimonio feliz y joven, ambos ansiaban comerse al mundo por eso no tuvieron prisas en brindarle un heredero a la familia Hyuga, los constantes viajes en los que se vieron envueltos fuera por cuenta propia o las vacaciones que llegaron a permitirse, los proyectos profesionales individuales; ellos siempre tenían una buena excusa que darle a Hiashi para no convertirlo en abuelo.

Sin que se dieran cuenta el tiempo voló y las precauciones que tomó la castaña ya no eran necesarias, Neji quería finalmente complacer a su padre, y se vieron enrolados en el último año y medio en una montaña rusa descendente. Concebir no parecía sencillo, en un inicio lo achacaron al tiempo prolongado de uso de métodos anticonceptivos por parte de la castaña, pensaron que era cuestión de desintoxicarse y un poco de tino, así corrieron los primeros seis meses en busca de ese primogénito y cuando no obtuvo una respuesta natural, Ten-Ten recurrió al mejor ginecólogo del país, recibió los mejores consejos, incluso un calendario que debía favorecer para lograr la fecundación... pero nada funcionó, finalmente y después de otros tres meses con tratamientos de fertilidad, el especialista comenzó a desconfiar, la poseedora de ojos chocolates se vio envuelta en estudios mientras el tiempo seguía transcurriendo.

"Debe ser estrés" fue la respuesta del especialista... siguió el nuevo consejo: unas vacaciones y dejar de pensar en concebir pero tras otros tres meses tampoco hubo respuesta, ¿qué sucedía entonces? Si medicamente no había ningún problema en ella...

Los últimos seis meses del matrimonio Hyuga se vieron afectados, la respuesta empezó a ser obvia, sí Ten-Ten no era la del problema entonces era Neji. En un inicio disimuladamente la castaña intentó remedios caseros para ambos, aunque su esposo fuera un hombre de mundo, no dejaba de ser lo que era, un hombre orgulloso y en algunos aspectos machista, decir abiertamente que él era la causa del problema fue la causa de la primera discusión seria del matrimonio ¿cómo él, Hyuga Neji, el genio, el semental en la cama podría tener algún problema para concebir?

Fue cuestión de un par de semanas para que él decidiera revisarse medicamente, y entre su trabajo y viajes, lo tardado de los estudios, la cuestión se vio un tanto relegada hasta que no pudo ser más ignorada. Nunca Ten-Ten lo había visto tan afectado, incluso había tomado... esa noche no obtuvo una respuesta pero al día siguiente el médico le aclaró el panorama, ¿cómo podía reponerse al mal trago? Jamás iba a convertirse en madre y él tampoco en padre... y sobre su dolor y confusión tuvo que ser fuerte, tenía que hacer algo para librarlo de la autoculpa que se había infringido su amado esposo.

Pero no fue tan sencillo como creyó, los últimos meses de su matrimonio habían sido extenuantes y tristes, él, Neji, parecía no querer escuchar razones, se alejó en un primer momento, después hizo mil y una cosa para separarse de ella y cuando logró darse cuenta que ella no se movería, la indiferencia fue su táctica, todo en silencio, solo Hinata fue testigo del infierno amoroso en el cual se encontraba su amiga intentado salvar su matrimonio.

El heredero de la familia Hyuga nunca llegaría... O no por parte de Neji, claro su padre no estaba enterado de nada, Hyuga Hiashi seguía siendo un hombre muy conservador y aunque su primogénito fuera un hombre en todo el sentido de la palabra, la paternidad seguía viéndose como un símbolo de hombría. Neji ya bastante sufría con la mala noticia como para tener que darle la cara a su padre por algo de lo cual no tenía control y por lo cual sería juzgado duramente.

Si tan solo Hanabi viviera, Hinata no tendría que verse en ese apuro, porque quizás entonces tendrían aún una oportunidad.

-¿Qué piensan hacer? –Preguntó queriendo alejar sus cavilaciones.

-Neji aun se encuentra ofuscado. Sabes que no quiere tocar el tema. Apenas y vuelve a dejar que me acerque... pero si tú le das un respiro... con un embarazo, seguramente podrá pensar y tomaremos una opción para que podamos complacer a tu padre.

-¿Te das cuenta Ten-Ten? Ni siquiera me veo como madre, no fue nunca una de mis prioridades.

La peliazul decía la verdad, jamás la maternidad fue un objetivo en su vida. Hinata siempre fue relegada por su progenitor, un hombre duro y hasta insensible, por eso lo único que estuvo en su mente fue convertirse en una mujer exitosa, una de la cual su padre estuviera orgulloso y una mujer que rindiera tributo a su difunta madre.

Había tenido un camino largo, por eso nunca se comprometió con algún hombre, estaba muy ocupada en su desarrollo profesional dentro de las empresas Hyugas que nunca le dio entrada al amor, y cuando ocasionalmente lo hizo, su estatus intimidaba a cualquier hombre haciéndolos correr a los pocos meses de su lado. Un día finalmente creyó encontrar al amor de su vida pero la suerte se burló en su cara. Ahora a sus casi treinta años, por ilógico que sonara, se sentía realizada y seguía queriendo más, y un hijo no era algo que deseara definitivamente.

-Hina, podrás ponerle una niñera, es más puedo ayudarte en la crianza. Tu padre no verá mal eso, porque has logrado que te reconozca, es más lo verá como un plus, después de todo parece que lo único importante para mi suegro son sus empresas y claro la descendencia.

-Exactamente, todo suena tan frío. Un niño necesita de padres amorosos. Mírame, mira a mi hermano, solo de imaginar traer a un niño para que tenga que lidiar con lo mismo que nosotros me hace sentir mala persona.

-Tu padre quiere un nieto, por favor dale un respiro a Neji, te juro que haré todo lo posible para facilitarte esa carga.

Hinata soltó un gritito exasperado «¿carga?» ¿Por qué Ten-Ten no podía entenderla a ella?

-Voy a cumplir treinta—Comenzó nuevamente.

-¡Por eso mismo, estás a nada de que tu reloj biológico ya no te permita ser madre!

La peliazul rodó los ojos y soltó otra exhalación cansina.

-Busca otro chico, alguien mayor—Se decidió.

-Hinata, este tipo ha sido el que limpia la piscina de la casa y está dispuesto.

-¡Es un crío! No me da confianza, ¿cómo sabes que no se echara para atrás o que nos chantajeara en un futuro?

-Primero porque soy abogada y me encargare del contrato, segundo porque escuche algo que lo traba.

-¿Qué?—Hinata le cuestionó cansada.

-Es un chico de bajos recursos, no por nada limpiaba la alberca—Confesó entre risitas—Tenía planeado trabajar un par de años para lograr solventar algunos gastos universitarios, así que está dispuesto a regalarnos su esperma por una buena suma monetaria.

Hinata negó con la cabeza, contrariada.

-Tranquila Hina, me encargare de todo. Antes de dar un solo paso lo reflexioné cuidadosamente, como puedes ver el chico realmente es brillante—Le dijo al mostrarle varias copias de boletas de calificaciones—Es inteligente pero el destino no le obsequió el dinero para que fuera un profesionista exitoso, es ahí donde entramos nosotras, todos aquí ganaremos. La semana pasada que aceptaste, yo hablé con él y le propuse el trato, gracias a su edad y a su situación no tiene ningún inconveniente en hacerlo contigo y dejarte embarazada, y claro cumplir con todas las normas para que ni mi suegro, ni nadie sospeche que será una farsa la supuesta relación. Una vez que el embarazo se confirme fingiremos su muerte para que él pueda salir de tu vida sin reclamar ningún derecho de paternidad, ya estoy moviendo unos contactos para brindarle una identidad falsa que podamos eliminar y él pueda seguir con su vida, incluso aceptó seguir sus estudios en el extranjero una vez que tenga fingirse muerto, y nosotros seguiremos pagando su matrícula escolar y sus gastos hasta el día que él reciba su título. Lo único que busca el muchacho es su educación y la ayuda económica... tampoco desea tener hijos entonces no tenemos que preocuparnos, además el contrato especifica varias cláusulas para asegurarme de que no se le ocurra nada en nuestra contra, si lo intenta créeme que él será quien perderá.

Ten-Ten habló orgullosa, pero Hinata más bien la miraba asqueada, todo lo que decía se le hacía un completo absurdo y la enfermaba, también la atemorizaba.

-Es muy joven—Expuso con la voz baja—Apenas tendrá un par de años que terminó el instituto—Expresó imaginándose a un adolescente otra vez.

Miró de nueva cuenta la fotografía, se veía bastante atlético y gracias al cielo no parecía un chico lánguido que representara del todo su edad pero ella sabía que era demasiado joven y era algo difícil de olvidar, ella sabía perfectamente por experiencia que los hombres no maduraban nunca.

-Hinata, míralo por el lado bueno, ese es un plus—Dijo de manera traviesa la castaña—Tendrás sexo con un jovencito.

La nombrada rodó los ojos en desacuerdo, y mordió su labio inferior, sin duda alguna ahora la inseminación artificial le parecía mejor idea, sin embargo de hacerlo así, su padre no la perdonaría, no aceptaría tener como un nieto a un niño de algún desconocido, lo llamaría hijo de probeta y simplemente no lo aceptaría o trataría como su nieto, así no tendría éxito el plan, en cambio si le mostraba a un hombre del cual se fingiera locamente enamorada, probablemente en un primer momento su padre rechazaría la situación pero con el tiempo la aceptaría, además el susodicho iba a morir trágicamente, dejando al yerno como un santo. Ten-Ten era astuta cuando se lo proponía.

-Eso solo lo convierte en algo vergonzoso—Debatió—Pero supongo que ya no hay nada más que hacer—Respondió tomando una actitud profesional, haciendo gala de esa frialdad que con los años logró conseguir y que ahora usaba en contra de su cuñada gracias al tema tratado.

-Te has puesto seria, ¿eh?—Respondió Ten-Ten satisfecha porque su cuñada acabara de tomar la actitud profesional, lo que únicamente quería decir que llevaría a cabo ese nuevo reto.

-¿Cuándo?—La sonrisa de la castaña se ensanchó al escucharla.

—Si estás de acuerdo esta misma noche.

Hinata se sintió tambaleante, sin embargo gracias a los años de experiencia logró mantenerse seria e inmutable.

-Hora—Urgió.

-20:30 cuñada, lo llevaré a tu casa.

Hinata miró el reloj en su muñeca, un costoso brazalete de la marca prestigiada Cartier de oro blanco. Faltaban cinco minutos para su cita, se sentó en uno de los mullidos sillones beiges de su amplia y elegante sala, que consistía en un espacio cuadrangular al lado del estudio de su pequeña mansión adquirida hace ya seis años. Una amplia sala de tres piezas en tonos beige y café, con una exagerada cantidad de cojines a juego, al centro una impresionante mesita de vidrio transparente, algunos cuadros minimalistas en las paredes y un enorme ventanal que dejaba apreciar el jardín delantero de la propiedad, pero ella no admiraba su hogar, tenía los enormes ojos lunas de nueva cuenta en el folder entre sus manos, ese que contenía los datos de aquel joven.

«Uchiha Sasuke, veinte años»... Comenzó a leer y aventó el folder al sillón, a su lado, con indignación. Se sentía en clara desventaja al tener que hacer ese trato con un niño, si fuera un asunto totalmente de negocios se sentiría en confianza, pero no era así, al muchacho le entregaría no solo su dinero, conscientemente, sino también su cuerpo buscando una concepción. Exhaló mientras los ojos se le humedecían. Sabía que no tenía que importarle la edad, solo era un acuerdo comercial pero después de lo vivido con su ex, Uzumaki Naruto, definitivamente no podía confiar en ningún hombre, menos en un chico interesado y superficial.

Además el chico, era demasiado guapo, seguro tendría alguien por ahí... pero esta vez ya no se dejaría, ¡no volvería a ser la tonta Hinata Hyuga! de la cual se aprovechaban, sí Ten-Ten había sido honesta, ese chico sabía todo lo que se esperaba de él y tendría que acatar las normas, mismas que ella pondría, solo ella.

-Uchiha Sasuke, serás completamente mío hasta que se logré el objetivo—Decretó sería, con las manos hechas puños.

Tenía miedo a ese trato, tenía miedo de estar nuevamente con un hombre, después de Naruto quedó devastada y aunque sabía que solo era un plan, tenía miedo de terminar lastimada, que ese chiquillo hiriera nuevamente su fracturada autoestima.

Sus pensamientos fueron cortados cuando escuchó el inconfundible sonido de los tacones de su cuñada golpeando el piso de madera de la entrada acercándose. Aspiró decidida a guardar sus inseguridades, si quería salir triunfadora no podía mostrarse vulnerable, así que tomó una actitud fría y profesional, aquella que la llevó a subir el concepto que su progenitor tenía sobre ella.

Cuando Ten-Ten entró con un vestido beige de inmediato enfocó la alta y atlética figura detrás de ella, la boca se le seco admirando al chico, realmente no lucía tan joven como lo decía su edad, ¿pero por cuántos años podría pasar? ¿Quizás veintitrés? Al verlo resultaba hasta intimidante por su complexión, era fuerte y decidido, aunque también dejaba salir su aire juvenil y rebelde con esos gastados jeans y esa playera negra promocionando a Blink 182, el cabello negro se encontraba revuelto y la piel blanca un tanto descuidada y quemada por el sol.

Sasuke se sorprendió al enfocar a la pequeña pero bien formada figura femenina, se encontraba elegantemente sentada con las piernas cruzadas y se podía vislumbrar que todo se encontraba en su lugar. La mujer era malditamente hermosa, tenía que admitirlo, su rostro era aniñado y fino, su cabello azul hasta los hombros y lacio, en el rostro tenía una mueca de superioridad y desdén que enseguida lo hizo esbozar una sonrisa ladina, esa chica a simple vista era arrogante y podría chocar perfectamente con su personalidad.

Hace un mes no se hubiera imaginado tener que conocerla, seguramente hace un mes sus caminos ni siquiera se hubieran cruzado. Nunca tuvo la mejor vida, su familia era de clase baja, su padre un obrero con tendencia al alcoholismo por eso mismo la quincena nunca le alcanzaba a su madre, misma que había encontrado la manera de traer unos centavos más al hogar vendiendo productos por catálogo, y su hermano, él era un maldito genio sin embargo para sorpresa de todos los integrantes de la familia Uchiha, Itachi había decidido ir a la universidad para estudiar Trabajo Social, si Trabajo Social con el maldito cerebro que se cargaba, pudiendo conseguir una profesión sumamente remunerada había conseguido esa, tratando de ayudar a los demás. El primogénito de esa familia era estúpidamente bondadoso. Al ser casi cinco años mayor que él, tenía ese tiempo que se había graduado y un año trabajando.

Itachi fue quién lo motivó a seguir sus sueños, siempre le brindó su ayuda, su hermano se convirtió en el pilar del hogar cuando su padre murió de una congestión alcohólica; y hace tres meses se había convertido en padre y Sasuke en tío.

Izumi, su cuñada no había tardado en mudarse apenas nació la pequeña y ahora vivía en su pequeña casa. Por vergonzoso que fuera Sasuke compartía habitación con su madre, para que ellos: su hermano y cuñada durmieran en la misma; no se quejaba aunque no le agradó la idea, sabía que Itachi era el sustento, o eso fue hasta hace seis meses, cuando una terrible enfermedad empezó a afectarlo, su hermano había sido diagnosticado con esclerosis múltiple y ahora casi todo el ingreso que obtenía se iba en su tratamiento y en esa pequeña niña de nombre Sarada.

Hace más de un año Sasuke decidió que estudiaría odontología, la carrera era una de las consideradas más caras por la cantidad de instrumentos y material que necesitaría, sin embargo Itachi lo instó para que lo hiciera "después vendrán las recompensas, tendremos que ahorrar cada centavo y no hacer gastos innecesarios, pero podemos lograrlo, sólo enfócate en sacar buenas notas, yo me encargaré de lo demás", esas fueron sus palabras, y en ese tiempo no sabía que su hermano tenía novia y menos que caería enfermo, dejándolo varado.

Pensó que perdería la oportunidad de seguir con sus estudios, Sasuke ahora tenía que arreglárselas para ayudar a su hermano con el costo de su tratamiento médico e hija y así mismo con los gastos de la casa. Itachi se negó a su contribución en cuánto pudo y consiguió de alguna manera un poco de ayuda para el tratamiento médico y al trabajar para gobierno consiguió sus nóminas y trabajar un poco menos, aún así, era evidente que el dinero no alcanzaba, no cuando él tenía que gastar un par miles como mínimo cada quincena, así que consiguió algunos trabajos de medio tiempo o cualquiera que se ajustara a sus estudios, así conoció a Hyuga Ten-Ten, una mujer hermosa con un marido bastante serio y malhumorado, que jamás se dignó a mirarlo.

¿Quién diría que semanas después esa mujer castaña le daría la solución a sus problemas económicos? Las condiciones eran estrictas y absurdas, pero si ella le daría el dinero que necesitaba para mantener a su familia, él estaba dispuesto a hacer lo que le pidieran.

-Hola Hina—Ten-Ten rompió las cavilaciones del Uchiha cuando saludó a la peliazul con un beso en la mejilla—Tengo que irme porque debo ir a una cita con Neji y ya voy tarde, tenemos una cena—Confesó emocionada, la ojiluna le hubiera regresado la sonrisa amistosa a sabiendas que la castaña se encontraba ilusionada soñando un reencuentro sentimental después de que su hermano estuviese deprimido, pero no podía, se encontraba demasiado tensa para hacerlo—Él es Sasuke. Mañana tengo todos los documentos y ya después de esta reunión me pasas los otros puntos que desees que considere para tener el contrato final—Dijo antes de salir corriendo evidentemente soñadora y entusiasmada.

Una vez que se quedaron a solas Hinata inspeccionó a Sasuke con una mirada arrogante, haciéndolo sentir incómodo y sin saber cómo abordar la situación. Aquella pequeña mujer lo desconcertó, ¿por qué quería que fingiera una relación amorosa y aparte de eso que la embarazara cuando era más que obvio que podía obtenerlo de cualquier hombre? Era malditamente hermosa lo conseguiría sin hacer tanto trato.

Pero si era lo que la peliazul quería, lo haría, eso sería más sencillo de lo que pensó en un inicio; había llegado a creer que la mujer que tenía que llevarse a la cama sería gorda y fea, pero era todo lo contrario, en vez de un trabajo parecía un premio.

-Sígueme—Hinata habló, levantándose elegantemente, guiándolo al comedor.

El azabache la siguió poniendo las manos en los bolsillos de sus gastados jeans azules, admirando el redondo trasero que se movía frente a él atrapado en una ajustada falda negra de tubo hasta la rodilla, sonrió ladinamente malicioso al pensar que él se encargaría de romper ese culo forrado de ropa cara.

Aun en esos enormes tacones estaba seguro que la mujer no le llegaría más allá del hombro, ella poseía una espalda pequeña, delicada y aunque la blusa lila traslucida la cubría estaba seguro que debajo había más de esa blanquecina y limpia piel que podía apreciar. La dama en cuestión tenía una cintura pequeña, caderas amplias, dejándole apreciar el perfecto cuerpo de reloj de arena que poseía.

Una chica apareció apenas hubieron tomado asiento en un enorme comedor rectangular.

-Matsuri, ¿nos puedes traer la cena?

-Claro señorita—Respondió la chica castaña antes de irse.

-Por favor toma asiento.

«Definitivamente tiene voz de ángel» pensó con cinismo, esa mujer era realmente hecha por los dioses, todo en ella era cautivador, según el Uchiha. No debería estar duro pero era así, la mujer frente a él era sumamente sexy y la maldita arrogancia que desprendía lo calentaba, Hinata a simple vista estaba hecha para complacer sexualmente al hombre.

Pasaron un par de minutos antes de que la castaña apareciera con un carrito que contenía unos platos con un generoso corte de res y una ensalada, cubiertos, copas y una botella de vino, sirvió un par de copas y les acomodó los platos antes de retirarse en silencio.

Sasuke miró los cubiertos, agradeció por primera vez que su madre lo hubiera obligado para que aprendiera a usarlos de pequeño, sino ahora mismo no tendría idea qué hacer con ellos, la mujer frente a él se movía con tanta majestuosidad que lo intimidaba y esa comida cara más bien lo asqueaba, definitivamente no podría consumir un solo bocado. Así que harto de ese silencio sepulcral y el protocolo innecesario aventó los cubiertos en el plato rompiendo el silencio estrepitosamente.

-Pues dime lo que quieras de una vez—Hinata posó los ojos lunas en el chico exasperado.

-Supongo que Ten-Ten ya te ha dicho los por menores del asunto—Habló con tanta elegancia y pacientemente que lo hizo sentir la desaprobación hacia su impulsiva conducta sin necesidad de remarcarlo verbalmente.

-Si, pero supongo que algo quieres decir tú—Reto decidido a no dejarse intimidar.

-Solo cerciorarme que entiendes cada punto—Contestó a punto de tartamudear, endureciendo la mirada en respuesta, ¿por qué ese chico la intimidaba? ¿Quizás porque era hermoso y un tanto salvaje?

-Quieres que me haga pasar por tu novio y que te embarace—La sinceridad del joven la hizo asquearse de sí misma, juraba que en cuanto su hermano volviera a ser el mismo con su cuñada, la mataría.

-Un novio profundamente enamorado—Agregó la ojiluna. Sasuke rio mordaz.

-Créeme preciosa que con el cheque que me darán cada quincena puedo hasta besar el piso que pisas—La mirada austera de la peliazul, lo hizo replantear sus palabras mentalmente.

-¿Sabes que esto puede durar varios meses? ... incluso años—Titubeó la Hyuga insegura.

-¿Años?—Debatió el moreno sorprendido, la castaña no mencionó exactamente cuánto duraría su "trabajo" a excepción de que en cuanto la mujer quedara embarazada él se haría pasar por muerto y desaparecería de Japón, cuestión que lo hizo dudar momentáneamente pero no sonaba del todo mal, solo era cuestión de convencer a toda su familia de mudarse con él.

-Sí. Tengo ovarios poliquísticos, los cuales dificultan la concepción—Explicó cortando otro trozo de carne, le apenaba confesarlo.

Con el tiempo agradeció su condición, de otra forma no sabía que hubiera pasado si hubiera terminado embarazada de Naruto.

-¿Eso qué quiere decir?—Sondeó rompiendo las dudas de la ojiluna.

Hinata era bella pero si lo planteaba de esa forma era un tanto asustador. Evidentemente no había aceptado ser una clase de gigolo por gusto, la oferta que le hizo la castaña se la pensó mucho antes de aceptarla, era denigrante y vergonzosa pero también lo único que le daría un respiro a Itachi y le ayudaría a seguir con sus estudios de odontología. Claro a su hermano no le aclaró de qué iba el fabuloso trabajo, solo le explicó escuetamente que no iba a intervenir con sus estudios y que la paga no era nada mala.

-Que puedo tardar en concebir, aunque te propongo algo, si después de dos años no logramos concebir de manera natural, lo intentaremos de manera artificial ¿Te parece?— "Dos años", si, sonaba bastante, pero después de todo en su último año de noviazgo, Naruto dejó de cuidarse para que ella se embarazara pero no ocurrió, así que eso podría llevar más de lo que se esperaba en un caso normal y una simple relación sexual.

-Puedo dejarte embarazada esta misma noche—Soltó con mofa el Uchiha, regodeándose de su virilidad, la mirada dura de la peliazul no logró borrar su sonrisa ladina y mucho menos borrar el rastro de lujuria en las pupilas negras.

-No vayas tan rápido—Habló con frialdad y repulsión— no vas a ponerme un solo dedo encima hasta que me demuestres que no tienes ninguna enfermedad de transmisión sexual, para eso irás a hacerte unos laboratorios a una clínica que ya he elegido. Mañana mismo, ya tengo la cita para ti.

-¿Qué?—Soltó indignado el moreno.

-Como te darás cuenta me interesa un hijo y evidentemente deseó que sea de un hombre bien parecido y también sano, si no pasas ese filtro, no me interesas—La sinceridad y lo directo de la peliazul lo desconcertó, aunque sabía que estaba libre de cualquier riesgo, la actitud femenina lo trastornaba, él siempre estuvo acostumbrado a dominar, a elegir a quién llevarse a la cama y de esa manera a desecharlas cuando ya no le eran de utilidad, ahora era él quien se ponía en ese papel y no, no le agradaba—Si estas sano, comenzaremos con esto, te mudaras a vivir aquí y diremos que nos conocemos hace tres meses, que hemos dado el paso de vivir juntos porque nos encontramos locamente enamorados tanto que dejaste Corea para venir a vivir a mi lado, quizás yo me veo contagiada de tu juventud y he caído en locura... lo que diremos, eso es lo de menos—Explicó entrelazando los dedos por encima de la mesa.

-¿Cuántos años tienes?—Sasuke cuestionó intrigado puesto que la ojiluna había usado un tono extraño al mencionar la palabra "juventud"

-Veintinueve—Respondió a sabiendas que nada ganaría con ocultarlo.

-Ya enserio, déjate de bromas—Soltó con una risita el muchacho.

-Veintinueve—La voz seria de la ojiluna lo hizo recuperar la compostura.

-No es cierto, te ves a lo mucho de veinticinco—Soltó sin pensar.

-Tengo veintinueve pero no estamos aquí para discutir mi edad—Cortó la peliazul, que pensó que las palabras del Uchiha eran falsas.

-Ten-Ten ya debió decírtelo pero si resulto embarazada, vas a renunciar a cualquier derecho de la paternidad del niño.

-Por mi quédatelo, es más de una vez te diré que en nada me haría responsable, yo no quiero tener nada que ver con un crío, no deseo ninguna atadura. De una vez te lo advierto solo quiero el dinero —Hinata dibujó una sonrisa de lado denotando arrogancia y menosprecio ante las palabras dichas por el azabache.

-Me parece perfecto. Conforme vivas en mi casa tendrás que ser monógamo y olvidarte de cualquier tipo de relación amorosa, no podrás tener sexo con nadie a excepción de mí, obviamente. Tendrás que aparentar y tener una actitud de hombre enamorado, por tanto no tienes derecho a tener sentimientos propios, vas a pertenecerme completamente—Sasuke entrecerró sus ojos negros al darse cuenta que las mejillas de la pequeña mujer querían sonrojarse, sin embargo Hinata hablaba con frialdad.

-No hay problema, ya has dicho que piensas atarme a más tardar por dos años, puedo con eso—Regresó con desinterés, la ojiluna no tenía por qué saber que él se consideraba un ser sin sentimientos.

-Perfecto, ¿tienes alguna duda?

Tenía muchas pero entendía que no le incumbían, era una hermosa mujer que quería que la embarazara y la dejara con el problema y a cambio iba a pagarle, no tenía ningún problema, él podía con sus dudas.

-¿Qué clínica es?

-Te daré la tarjeta con los datos en un rato más—Explicó señalándole la cena, Sasuke asintió—Por cierto, ¿siempre vistes así?

-Si—Respondió huraño al sentir el menosprecio por sus prendas.

-Entonces tendré que llevarte de compras y renovar tu guardarropa de acuerdo a mis necesidades, si serás mi supuesta pareja debes estar a mi altura—Sasuke quiso decirle un par de verdades a la arrogante mujer, luego recordó que ella le estaba pagando por aparentar algo y chasqueó la lengua, decidido a meterse en el juego, él sería quien quisiera mientras le proporcionara el dinero que necesitaba, era el trabajo más sencillo si se tragaba sus desacuerdos y se limitaba a obedecer, Ten-Ten prometió que le pagaría la universidad misma que empezaba el siguiente mes nuevamente, aparte de darle una jugosa suma quincenal, y todo para que fingiera ser el noviecito de esa pedante mujer y embarazarla—Quizás alguna que otra norma de etiqueta.

-No soy un salvaje—Debatió sin poder quedarse callado.

-¿No?—Respondió con sarcasmo la peliazul.

-Mierda—Masculló.

-Deberás lavarte la boca con jabón y aprender dónde usar esas palabrotas y por lo pronto es más que obvio que a mi lado no—Definitivamente esa mujer comenzaba a irritarlo.

-¿Tienes algo más que decir? Porque de no ser así prefiero cenar una buena hamburguesa a esta comida desabrida—Hinata entreabrió sus finos labios y la mirada austera no le sirvió para amedrentar a ese alto hombre furioso.

-No—Respondió poniéndose de pie y caminando hacia la sala, escuchando las enérgicas pisadas detrás de ella.

Al poco le acercó una pequeña tarjeta blanca y él la tomó enseguida.

-Una vez que tengas los resultados, dile a Ten-Ten que te haga una cita—El moreno rodó los ojos e hizo una salida violenta.

La Hyuga había logrado llevarlo a su límite en menos de media hora, y por lo general lograba lidiar con situaciones adversas, sin embargo esa pequeña peliazul era tan hermosa como frívola.

Hinata por su parte, suspiró dejando que sus ojos se humedecieran, su cuerpo tembló demostrando finalmente lo asustada que se encontraba, ¿sería capaz de dominar a ése hombre? Era tremendamente apuesto y sexy, su juventud la llamaba como una luz a un mosquito. Para serse sincera se veía siendo tomada salvajemente por él pero su lado racional le decía que tuviera cuidado, el chico en ningún sentido era de fiar, si ella se sentía malvada al concebir de esa manera, el azabache era peor, ni siquiera le interesaba en manos de quien quedara su hijo, negó con la cabeza, no podía pensar en eso, ella debía solo tomar en cuenta el propósito por el cual ese plan inició.