ATRACCIÓN

1. Sólo una noche

Sólo iba a ser una noche. Nada más. Me hacía falta el dinero. Sólo una noche. Katrina iba a estar conmigo. Las dos. No iba a pasar nada. Ya lo habíamos hecho otras veces. No era la primera vez. Pero sí la definitiva. Sabían que tenía novio. No me iban a hacer nada. También iría el novio de Katrina. Le conocería aquella noche. Después de estar hablando de él un año, por fin le conocería. Un parada más. Tenía ganas de salir del metro y de dar media vuelta. Pero algo me impedía moverme del asiento. Los botones rojos se encendían. Sólo tres paradas. Aquella noche. No más. Me hacía falta el dinero. Sólo una noche. Salí del metro. Llegué. Entré por la parte de atrás. Fui al vestuario, allí estaba Katrina. Las dos nos miramos, nos dirigimos nerviosas sonrisas. Vi mi uniforme, me lo puse. Tenía la impresión de estar desnuda aunque llevara ropa. No podía hacerlo. Tenía que hacerlo. Había firmado el contrato. Me vestí y me miré al espejo. Una chica de 17 años me devolvió la mirada, pelo castaño oscuro y liso, con mechas rojas y blancas. Algunas pecas en la cara, labios finos y ojos verdes. Llevaba un sujetador rosa y unos pantalones muy pequeños, se me veía parte del culo. Llevaba medias de rejilla también rosas y botas con plataforma rosas. No me gustaba ese color. Si habría sido bruja lo habría cambiado de color. Pero no lo era. Volví a la realidad. Gogo por una noche. Me encantaba bailar, ganaría dinero, no era nada malo. Katrina y yo subimos a un podium. Había tres metros entre cada una. Estábamos en jaulas, era horrible. La música empezó a sonar. Y las dos empezamos a bailar. Había críos de trece o catorce años en la sala. Estaba a un metro y medio del suelo, quizá más, no lo sé. Cerré los ojos. Seguí bailando, sentí que algo me agarraba el tobillo. Abrí los ojos. Una mano.

-¡Guapa! ¿Cobras para la noche?

-¡Gilipollas! No soy ninguna puta.

-¡Pues tienes pinta!

Me soltó el tobillo y se fue. Entonces oí hablar al DJ:

-Bueno, y como sabéis esta noche es la final del concurso de baile de gogos. ¿Quién ganará? Eso lo veremos luego, ahora os dejo con una leyenda. Fue ganadora de Eurovisión y ahora sigue arrasando, aunque aquí os la ponemos en bumping. ¡FLY ON THE WINGS OF LOVE!

Me encantaba esa canción. El principio era lento y luego empezaba, moví las caderas y me agarré a una de las barras que había a mi alrededor, levanté las manos y empecé a hacer que giraran, cómo que una perseguía a la otra. La canción duró cinco minutos.

-¡Tía buena! ¡Dime tu número!

Era un hombre de unos 30 años que me estaba hablando. ¡Qué asco! Preferí no comentar nada respecto a su aspecto. Me giré. Los vi. Intenté volver a buscarlos entre la multitud. No estaban. Aquellos ojos grises habían desaparecido. Seguí bailando. Cada hora 60 minutos. 60 minutos 60 segundos, cada uno de ellos se me hacía eterno. Después de algunas canciones los volví a ver, pertenecían a un chico rubio. Pelo revuelto. Labios finos. Me sonreía. Mis tripas se sacudieron. Mi corazón dejó de latir. Dejé de oír la música. Las luces se apagaron, sólo él deslumbraba. En la oscuridad él.

-¡Lindsay! ¡LINDSAY!

Me giré. Volví a oír la música. La luz volvió. Respiré. Katrina me estaba haciendo gestos para que siguiera bailando. Me había quedado quieta.

-¡La de rosa! ¡Mueve el culo hermosa!- una panda de críos de quince años me había gritado eso. Preferí no mirarles.

Después de haber estado bailando unas tres horas bajamos de aquellas jaulas. Katrina sonreía. Sus ojos brillaban.

-¡250 euros por bailar para un concurso en unas de las mejores discotecas de por aquí! ¡Qué lujo!

Su pelo brillaba. Tenía mechas rubias en su pelo castaño oscuro y ondulado. (Aunque casi siempre se lo planchaba, odiaba su pelo. Le gustaba el mío.) Las mechas nos las hicimos a la vez. Fue una tarde aburrida en la que decidimos hacerlo. Me agarró por el brazo.

-Ven te presento a mi novio. Antes le he visto mientras bailábamos.

-¡Jo! Siempre con chicos. Yo nunca te veo. Sólo en vacaciones, y te hecho de menos. Si pasamos todo nuestro tiempo con chicos. ya, nunca estoy contigo.-Le dije apenada.

Unas manos me agarraron por la cintura y bajaron hasta mis caderas muy suavemente.

-Me encanta cómo bailas.

Le di un beso. Era mi novio. Michael, hacía medio año que salíamos juntos. Nos conocíamos desde los 8 años. Pero nunca habíamos sentido eso que hace falta, bueno eso que sientes para salir con alguien. Tenía los ojos verdes y era de piel morena. Pelo negro. Era realmente muy guapo. Siempre olía muy, muy bien. Encima tenía un cuerpazo. hacía skate. Tenía todos los pectorales marcados.

-¡Hola Katrina!

-¡Hola!

-Joder ahora no le veo. Igual tienes que esperar a que le busque.- Me dijo Katrina refiriéndose a su novio.

-Bueno yo voy a por bebidas.-Me dijo Michael.

-¿Me dejáis aquí sola?

-No sola no, mi corazón siempre está contigo.- Me dijo Michael mientras se iba a por las bebidas, Katrina me dio un beso en la mejilla y me sonrió aunque también se fue.

-¡Qué gentuza!- dije.

Miraba como la gente bailaba. Yo ya no podía bailar. Seguía con el "uniforme" de trabajo. Aquellas botas me estaban matando. Estaba muerta de cansancio. Y todavía tenía que bailar dos horas más. Tenía una hora de pausa.

-Hola.

Me giré. Me encontraba a escasos centímetros de la boca de un chico de ojos grises.