— EGOISMO —
Odian cuando la gente habla por hablar... Cuando la otra gente lo hace, claro, no cuando lo hacen ellos (¿o deberían decir "él mismo"? Realmente no era importante). Cuando hablan del paleto de pueblo, pero buena persona, que cambió radicalmente para mal tras hacerse rico. Se equivocan totalmente. Nunca existió un "yo bueno" y un "yo malvado". Ambos eran terriblemente egoístas. Lo sabían y aun así se amaban. Porque solo se tenían a si mismos, durante toda la vida no habían recibido de los otros más que palos y burlas, incluso los de su sangre. Solo él se escuchaba, solo él se entendía, solo él se amaba y al final, él mismo y nadie más es lo único que le importa a su corazón de hielo. Un dato triste, que se convirtió en una gran oportunidad cuando se dio aquel pliege en el tiempo, cuando la personalidad "malvada pero inocente" de Once Ler se topó de bruces con el monstruo maduro del egocentrismo y la destrucción que era Greed Ler, su futuro "yo".
"Alejaos lo más posible el uno del otro, no podéis mantener contacto físico —les había advertido Lorax—, si dos versiones con distinto nivel de madurez de una misma persona llegan a tocarse... Cosas malas, muy malas, pasaran para el bosque, para todo el mundo"
Pero, ¿cuándo se paraban a tomar realmente en serio al bigotudo? Él era uno de los otros. Él no les entendía, no les apreciaba, solo les daba regañinas y juzgaba como mal todo paso que daban, como madre. Así que no se sentirian mal si tenian que pasarle por encima a él y a su bosque para conseguir lo que querian.
La ley de la jungla, o pisas o te pisan, y nadie más que tú mismo importas. Como siempre, si deseaban algo, lo tomaban y punto, si al hacerlo alguien más salía fuertemente dañado, no les podía importar menos. Que tomen su buena dosis de karma por haberle dejado apartado a un lado toda su vida.
Ambos se atraen, son los dos polos opuestos del mismo imán. También se aman, solo ellos lo hacen, lo que vuelve su historia juntos aun más especial. Un adolescente lleno de hormonas dividido en dos, ambas partes deseosas de demostrar lo que sienten, de tocarse, ser uno de nuevo. No de conocerse, porque en esa parte no pueden ser mejores.
Ambos son egoístas, cuando quieren algo lo toman. Y punto. Cuando finalmente ya no pueden más, sus labios se juntan, sus cuerpos chocan, las manos no tan ajenas despeinan el cabello de su contraparte y ambos cerebros idénticos se apagan, siendo únicamente dos masas iguales con mismas emociones. Si en ese momento el mundo explotó o se armó el armaguedon por su causa, ni lo notaron, ni les importaba.
Que tomen su buena dosis de karma.
