Cupido y Rin.

Summary: Ella la más hermosa de las mortales; él aquel que hiere con el arma más peligrosa de todas.

Disclaimer: Inuyasha no me pertenece, es de Rumiko Takahashi y yo solamente lo utilizo para escribir.

Hace algún tiempo leí el mito griego de Cupido y Psique y me pareció que con algunas adaptaciones podría ser perfecto para una historia de amor entre Sesshomaru y Rin. El nombre de la historia original es Cupido y Psique.


En una no tan pequeña villa en el Japón feudal habitaba un próspero terrateniente con su esposa y sus tres hermosas hijas, las dos mayores poseían extraordinaria belleza y gran fijación al dinero. Habían conseguido prontamente maridos también terratenientes de quienes obtenían todos sus caprichos, pero la más joven de todas y más consentida especialmente por su padre no daba visos de que podría conseguir ni siquiera una conversación con un muchacho, mucho menos casarse; y es que era tal era la inocencia casi infantil que transmitía su rostro, el misterio y la suavidad de sus ojos almendrados junto con los rasgos hermosamente clásicos que poseía más su bondad característica que a los ojos de quien la viera se volvía inalcanzable.

De los cuatro puntos cardinales acudían partidas de admiradores quienes al escuchar todas sus virtudes albergaban la leve esperanza de casarse con ella, pero al mirarla frente a frente y comprobar que todo cuanto se decía de la pequeña Rin era aún más magnífico en persona se rendían al punto y partían conformes con haberla conocido.

A pesar de todas las atenciones la joven prefería permanecer en el bello jardín en su palacio, lo cuidaba con mucho esmero pues le apasionaban las flores en particular y toda la naturaleza en general. Cuando no estaba conociendo a algún nuevo pretendiente ni leyendo junto a su padre indefectiblemente se la podía encontrar en el jardín tarareando alguna melodía de su invención.


Mientras todos en el pueblo y aún más allá continuaban alimentando la leyenda de su belleza desde las alturas la Inu youkai Irasue la miraba con desdén desde su amplio asiento color rojo sangre.

— ¿Cómo es posible que me hayan abandonado por aquella chiquilla? —se decía—. No hay manera de que iguale mi belleza ni la gracia que poseo y aun así han descuidado mis templos para rendirle culto a una simple y despreciable humana. Pero no he de permitirlo, ella ha de pagar esta deshonra.

Acto seguido mando llamar a su hijo; temido por youkais, hanyous y humanos por igual, él poseía el arma más peligrosa de todas, aquella para la que no se conocía ni habría jamás de conocerse una manera de protegerse o de evitarla. El amor.

Su nombre era Sesshomaru, poseía ojos color de ámbar que hipnotizaban al mirar, un porte imperial y actitud de supremacía absoluta. Su hermoso cabello era como una cascada bañada por un rayo de luna y las marcas laterales de su rostro así como la luna en su frente le daban un aspecto viril. Sus armas consistían en un arco y flechas que disparaba con puntería perfecta y con las que cualquier criatura al ser tocada por ellas se enamoraba perdidamente de quien su dueño dispusiera. Lejos de hacer el bien con aquella arma poderosísima Sesshomaru la utilizaba para liberarse de sus enemigos y así construir el imperio que anhelaba.


Su madre normalmente no lo molestaba demasiado, ambos eran muy parecidos por lo que se trataban con parquedad así que se sorprendió genuinamente cuando fue llamado por ella de manera urgente.

—Necesito que me hagas un favor con una de aquellas flechas tuyas.

Irasue no esperó una respuesta que sabía que no iba a obtener así que prosiguió:

—Quiero que te dirijas a la villa que voy a mostrarte y a la hija menor del terrateniente que allí habita quiero que la vuelvas loca de amor por el más despreciable de los hombres que encuentres, quiero que su castigo sea el pasar toda una vida amando a quien no la valore.

Sesshomaru asintió y partió hacia la dirección dada por su madre.


Rin se encontraba bebiendo té de un pocillo negro mientras escuchaba con deleite el dulce trinar de los pájaros en su jardín cuando sus padres se sentaron frente a ella intentando sin éxito disimular sus enrojecidos ojos y toda su congoja en general.

—Rin, querida —comenzó su madre —. Fuimos tu padre y yo a un templo donde habíamos concertado una cita con uno de los monjes clarividentes que allí habitan para que nos iluminara con tu futuro, como bien sabes ninguno de los muchos hombres que te han pretendido sean de cualquier clase social ha pedido tu mano en casamiento por lo que queríamos saber quién sería quien finalmente iba a desposarte.

—El monje nos dijo algo horrible hija, tú marido será cruel y sanguinario —continuó su padre. — Y eso no es lo peor de todo, él vendrá por ti mañana, deberás esperarlo el filo de un acantilado a varios kilómetros de este lugar. Te perderemos. ¡Perderemos a la luz de nuestras vidas a manos de un monstruo!

Su padre a partir de ese momento no pudo contenerse y rompió en llanto mientras sostenía apretadamente contra su pecho a su hija y a su esposa quienes también lloraban. Aquella noche durmieron los tres abrazados muy juntos en el futón matrimonial como cuando Rin era una niña pequeña y sufría una pesadilla.

No hubo manera de postergar la partida, Rin más hermosa que nunca iba ataviada enteramente de blanco utilizando el traje típico de bodas japonés, la comitiva que se suponía sólo sería su familia más cercana terminó siendo más de un centenar de personas quienes acudieron a despedirla y a llorar por ella.

Era la hora de dejarla allí pues esas eran las instrucciones dadas por el monje así que con un apretado abrazo y profundos sollozos sus padres partieron.


No tuvo que esperar demasiado tiempo cuando del cielo bajó un dragón de dos cabezas y sobre él una especie de pequeño hombrecillo que portaba un báculo de dos cabezas que le doblaba la altura. Rin dio un profundo suspiro, su marido había llegado, había soñado tanto con aquel momento y ahora por fin estaba ocurriendo; pues bien, sea lo esperado o no se había casado con él y debía mínimamente presentarse.

—Buenas tardes, esposo mío. Mi nombre es Rin.

— ¡Vaya que eres torpe, mocosa! Bien decía yo, que mi amo no debía de salvarte pero él nunca me escucha. Mi nombre es Jaken, fiel sirviente y mano derecha del amo Sesshomaru.

—Pues disculpe señor Jaken pero yo pensé que mi esposo vendría a recogerme. Sesshomaru, ¿Ese es acaso el nombre de mi marido?

—No hagas tantas preguntas, tengo prisa. Parece como si no hubieras notado que pronto va a anochecer. Ven súbete en Ah- Un y no tengas miedo, no va a hacerte daño.

—Está bien, usted me agrada señor Jaken.

—Pues tu no a mí, mocosa.

Rin rio por lo bajo, Jaken dio un pequeño bufido y Ah-Un emprendió la marcha hasta el fondo del acantilado.

Al llegar Rin se encontró con una especie de cueva que tenía bloqueada la entrada con una enorme piedra que parecía imposible que se pudiera mover pero a una orden de Jaken ésta se abrió mágicamente, dentro era increíblemente espacioso, Rin se adentró en una sala enorme en la que no penetraba la oscuridad de la noche pues varios candelabros de oro estratégicamente ubicados alumbraban con la luz a varias velas, una especie de recibidor contenía varios almohadones y una mesa baja dispuesta con té para las visitas que ella estaba segura no tendría, tomando en cuenta el lugar dónde se encontraba.

—El amo ordenó este lugar para ti, pero no contó con demasiado tiempo. Ven debes estar cansada de haber estado parada en ese acantilado. Te llevaré a tu habitación.

Si la primera parte de su nueva casa la había impresionado, su habitación la dejó pasmada por un momento. Era todo lo que una mujer podría desear, contenía un futón aún más grande y cómodo que el de sus padres, un biombo con delicadas flores pintadas para cuando necesitara privacidad, en un extremo en un baúl grande encontró los más primorosos kimonos para cada estación, se podía notar en ellos un gusto exquisito y una gran apreciación por los detalles, en otro lugar de su habitación encontró un espejo y en otro baúl pero más pequeño que el anterior encontró delicadas joyas y bellas peinetas con las que decoraría su cabello color azabache más tarde, por ahora debía quitarse el incómodo traje y tomar un baño.

Cuando hubo terminado Jaken la llamó a la mesa, Rin tenía la esperanza de ver a su marido y compartir su cena con él pero nunca apareció. Su curiosidad y su decepción fueron aumentando conforme pasaban la horas y justo cuando estaba a punto de llorar llegó Jaken con un papel en sus manos, no dijo nada y se lo entregó mirándola con una mezcla de lo que a ella le pareció era compasión y algo de ternura.

Era una nota, escrita con rasgos finos y elegantes en la que no sobraba ni una sola palabra, simplemente decía:

Vendré por las noches.

Sesshomaru.


Nota de la autora: Hola otra vez, espero que les haya gustado la primera parte de esta historia, será un Two!Shot . ¿Qué les pareció la adaptación? ¿Habían leído este mito antes?

Si les gustó tanto como si no, agradecería mucho que me dejaran un review que me ayuda a conocer su opinión sobre lo que escribo.

Deja de ser sólo un número, exprésate, da tu opinión.

April.