Aviso de nuevo...¡DEALTHY HOLLOWS SPOILERS! Y ahora que ya lo he hecho, empiezo la presentación Bueno se me ocurrió crear un fanfiction sobre los hijos de Harry y Ginny (y los de Ron y Hermione) en Hogwats después de leer elpílogo del séptimo libro. Espero que os guste y lo disfrutéis. Si lo leéis, por favor, dejar reviews para saber vuestra opinión! Muchos besitos!

Disclaimer: Nooo...nada es mío...Bueno tal vez algunos hijos de los demás Weasley y algunos másrecién inventados, pero el resto pertenece a la imaginación de J.K Rowling!

La Selección de la Casa

Al miró una vez más por la ventanilla, antes de bajar la vista y soltar un suspiro. La campiña inglesa pasaba a toda velocidad delante de sus ojos. Alejándole de su familia, acercándole a Hogwarts. Si le hubieran preguntado como se sentía ante aquello, no habría podido responder. Estaba emocionado y ansioso por llegar, pero a la vez asustado y nervioso. James le había contado demasiadas cosas sobre el colegio que no le gustaban. Algunas podrían no ser verdad pero… ¿y las otras? Nunca podía estar seguro de cuando su hermano estaba diciendo la verdad y cuando no.

– Rose…

Su prima levantó los ojos del libro que sostenía en su regazo para mirarle.

– ¿Qué?

– ¿Es verdad que en el bosque de Hogwarts hay arañas gigantes?

Rose se apartó un mechón pelirrojo de la cara y frunció el ceño.

– No lo sé – contestó, encogiéndose de hombros – Mi padre no suele hablar de arañas. No le gustan. En mi casa es él el que chilla cuando ve una mientras mi madre se encarga de quitarla de en medio.

Al rió. Sí, eso encajaba. Recordaba una Navidad en la que James le había regalado a su tío una enorme araña de plástico, bastante realista. Ron se había puesto pálido al desenvolverla, pegó un grito y la lanzó a través de la ventana, temblando. Los tres cuartos de horas siguientes se la pasaron haciendo bromas a su tío al respecto, mientras éste farfullaba enfurruñado que no tenía ninguna gracia.

– Es que James…me ha dicho que sí, pero…no sé si creerle ¿sabes?

– Lo más seguro es que no – le tranquilizó la niña, queriendo seguir con lo que leía – James siempre está bromeando.

– Ya lo sé. Sólo era por si acaso – gruñó Albus. Le molestaba que le repitieran una y otra vez que no tenía que creerse siempre lo que dijese James. ¿Se creían que acaso no llevaba experimentándolo once años? Estaba cansado de que todos pensasen que era un ingenuo.

– Rose.

– ¿Quée? – demandó esta, impaciente. Ya había vuelto a la lectura de su libro y no parecía demasiado contenta de que la interrumpieran de nuevo.

– ¿Crees que se meterán conmigo…por mi nombre?

– No si simplemente dices que te llamas Al. – y terminó la conversación.

– Rose…

Rose dejó escapar un bufido y cerró su libro de golpe.

– ¡Dios Santo¡¿Quée?!

– Gracias.

– De nada…– respondió ella, poniendo los ojos en blanco.

El compartimento volvió a inundarse de silencio, sólo roto por el suave ruido del traqueteo del tren. Albus apoyó la mejilla contra el cristal y cerró los ojos, rezando porque lo de las arañas sólo fuera otra broma más.

HpHpHpHpHp

– ¡Ron¡¿Quieres hacer el favor de ayudarme?! – bramó Hermione, una vez más, desde el jardín.

– ¡Pero si Ginny ya está ahí! – protestó su marido.

– ¡¡RONALD!!

Al grito a regañadientes de "¡Está bien¡Ya voy!", Ron se levantó de su asiento parra salir fuera y ayudar a Hermione con lo que fuera que tuviese entre manos. Harry lo vio marchar y se preguntó si no debería él ir también a ayudar. Bueno, decidió una vocecilla interior tras un segundo, si no le necesitaban…para qué molestarse. Además, alguien tenía que quedase al cuidado de que Lily no le prendiera fuego a algo sin querer. Su permanente y silencioso enfado por no poder ir a Hogwarts todavía estaba dando como resultados pequeños brotes de magia espontánea bastante inquietante. Su hija estaba sentada en la alfombra, a varios metros de él, jugando con Hugo a los naipes explosivos. De momento, iba ganando su sobrino, por muchas trampas que Lily intentase hacer. Parecía ser una situación desesperada, porque el pequeño Weasley ya llevaba ganada siete partidas de ocho, y perder abatía mucho a la chica pelirroja. Esperando que nadie se diese cuenta, Harry sacó la varita y susurró un hechizo en dirección a la baraja de cartas. Aquel encantamiento aseguraría que a Lily le tocasen las mejores cartas mientras Hugo se llevaba las peores. Luego le haría algún favor a su sobrino y la balanza de la justicia volvería a equilibrarse.

En ese momento Teddy entró en la habitación, con una botella de cerveza de mantequilla en la mano, y se acercó a saludar a Harry. Esta vez el pelo de Ted estaba cuidadosamente despeinado y lucía un color verde lima. Por mucho que le gustase cambiar de apariencia cada dos por tres como a su madre, cada vez que Harry lo miraba veía en sus ojos la mirada noble de Lupin y algunas veces no podía evitar recordárselo y que el joven Lupin pusiese el mismo gesto impaciente, pero en el fondo complacido, que solía utilizar Harry muchos años atrás cuando la gente le decían por la cienmillonésima vez que tenía los ojos de su madre.

– ¿Puedo quedarme a cenar? – preguntó despreocupadamente, sentándose en el sofá. Hacía aquella pregunta por pura costumbre, pues sabía que siempre era bienvenido.

– Cla…

– ¡¡TEDDY!! – nada más había visto a Ted, Lily había dejado los naipes y se había abalanzado sobre el ahijado de su padre, haciéndole soltar un leve resoplido ante el brusco peso extra que se había depositado sobre su estómago – ¡¿Cómo estás¡¿Cómo estás, Teddy?!

– Bi…bien, Lily – consiguió contestar éste con la respiración ligeramente entrecortada por el golpe. – Ya me viste ayer… ¿tienes que ser tan impetuosa? – gimió.

–¡James nos dijo que te estuviste dando el lote con nuestra prima! – Harry le hizo un gesto de advertencia, pero Lily lo ignoró – ¿Te vas a casar con ella?

Ted abrió los ojos en gesto de sorpresa. Primero miró a Harry, y luego a Lily. Luego otra vez a Harry. Lily. Harry. Lily. Harry. Su cara iba enrojeciendo cada vez más a medida que lo hacía.

– Yo…no he…quiero decir…¡Por las barbas de Merlín, sólo tengo diecinueve años! Eh…Qué conste, Harry, que respeto a tu sobrina y la quiero con todo mi cor…

– No es a mí a quién tienes que soltarle ese discurso – le cortó Harry entonces, con aire divertido – Guárdatelo para Ginny y Ron.

Ted parpadeó varias veces.

– Eh…uh…vale, – carraspeó – cambiemos de tema. ¿Este es el primer año de Al en Hogwarts, no?

– Sí…espero que le vaya bien. Creo que se siente tan perdido como cuando yo a primer año, y eso que él se ha criado entre magos…

HpHpHpHpHp

El techo del Gran Comedor se asemejaba a un asombroso atardecer de tintes escarlatas y rosados, dónde ni una sola nube estropeaba la gama de cálidos colores crepusculares. Al lo miró extasiado, dejando escapar una muda exclamación de asombro. Pocas veces había visto una puesta de sol tan hermosa, aunque fuera obra de la magia. Mirándola casi se alejaba de la voz que pasaba lista para el sombrero seleccionador.

– ¡¡Lewis, Nathan!! (Ravenclaw)

Al se preguntó si cuando anocheciera aquel techo tendría luna, o unas estrellas tan brillantes y luminosas como las que adornaban el cielo veraniego desde la casa de su abuela.

– ¡¡Malb, Anne Marie!! (Slytherin)

No estaría mal, después de todos, el firmamento nocturno de la Madriguera era una de las miles de cosas por las que a Albus le encantaba pasar allí el tiempo.

– ¡¡Malfoy, Scorpius!! (oyó algunas murmullos de sorpresa cuando el chico rubio platino fue seleccionado para Ravenclaw)

Al cada vez se estaba poniendo más nervioso, viendo como faltaba poco para su turno. ¿Y si aunque le suplicara al sombrero que no le pusiese en Slytherin éste le ignoraba y lo hacía?

– ¡McGregor, Esther! (Hufflepuff)

Y al fin, tas tres chicos más que fueron seleccionados para Hufflepuff, Slytherin y otro Ravenclaw, le llegó el turno a Al.caminó hacia el taburete con paso vacilante y se sentó. El sombrero le hizo cosquillas en la nuca cuando cayó sobre su cabeza hasta ocultarle los ojos.

– Vaya, vaya…otro Potter ¿eh? – murmuró éste, para él solo – ¿Sabes? Con tu hermano fue muchísimo más fácil, él está lleno de ese espíritu Weasley…no tenía ninguna duda de en que casa ponerle. ¡Pero tú eres tan como tu padre! Valiente, sí, también bastante inteligente…pero, oh, vaya… te veo muy inseguro, chico, muy inseguro…esto es nuevo… ¿Es que dudas de mi criterio?

"No" contesto mentalmente Albus "Lo único que quiero es no estar en Slytherin. Por favor"

– ¿Por qué desdeñas así una casa tan grandiosa? No todo Slytherin son malas hierbas ¿sabes?

"Me da igual. Allí no. Por favor, por favor"

– ¡El vivo retrato de tu padre¡Si no supiera que esto es el presente, diría que estaría otra vez en el pasado, sobre su cabeza, el primer día de su primer año! Muy bien, muy bien entonces…haré contigo lo mismo que con él. ¡GRYFFINDOR!

Al no pudo menos que sonreír y quitarse el sombrero mientras el alivio le recorría de punta a punta del cuerpo. Corrió hacia la mesa de su nueva casa para reunirse con su hermano y todos sus primos de la parte Weasley, que no eran pocos.

– Al final te has salido con la tuya – le dijo James, dándole una palmadita en la espalda.

– Bienvenido a Gryffindor, Al – Victoire le sonrió y le desordenó un poco el pelo. La chica, que estaba en el último curso de Hogwarts, tenía un largo y brillante pelo platino y un encanto sobrenatural, heredado de las antepasadas de su madre.

También le dieron su enhorabuena Fred (hijo de su tío George. Estaba en quinto y su abuela siempre decía que era una copia de su padre cuando joven), y Penélope y Lance, que eran los hijos de Percy ( Sexto y quinto año. Por cierto que mientras que Penélope era seria y formal como su padre, Lance era el compañero de gamberradas por excelencia de Fred). Charlie también tenía tres hijos, Arthur, Gale y Morgana, pero estudiaba en Rumania, donde su padre se había quedado a vivir.

– ¡Eh, ahora le toca a Rosie! – dijo Fred, señalando al taburete donde Rose tomaba asiento con paso decidido. – Acepto apuestas ¿Gryffindor o Ravenclaw?

– Está claro que Ravenclaw – respondió Lance con una sonrisa suficiente – Es una tragalibros.

– ¡¡GRYFFINDOR!!

– Me debes cinco sickles.

– ¡Venga, no era una apuesta en serio!

– ¿Cómo que no?

– ¡Te lo pagaré cuando Hufflepuff gane la Copa de Quidditch!

– ¡Me pueden dar años!

– ¡Callaos ya! – ordenó Victoire con mandón aire francés, a la vez que recibía a Rose con los brazos literalmente abiertos – ¡Oh, Rosie, qué orgullosa estoy! – dijo, abrazándola. Ambas primas tenían un vínculo especial, como si Victoire fuera la hermana mayor de la pequeña Weasley.

Rose saludó a todos y luego tomó asiento junto a Al.

– Los dos en Gryffindor. – dijo con aire solemne – Ya no hay nada más por lo que preocuparse.

Albus le respondió con una sonrisa insegura, teniendo el presentimiento de que no todo sería como Rose decía.