MALDITAS FORMALIDADES

MALDITAS FORMALIDADES

House se removió incómodo en su asiento. Hacía por lo menos... ¿veinte años? que no se sentía así. Por fin se decidió por una posición y ahí se quedó, con las manos firmemente empotradas en el apoyabrazos de la silla de su oficina, los codos pegados al cuerpo, bien derecho y con los hombros levemente encogidos. Y mirando fijamente al hombre sentado frente a él con la expresión más natural que pudo componer.

El tipo parecía estar estudiándolo. A pesar de tener unos seis a siete años más que el nefrólogo, estaba muchísimo más calvo, y el poco pelo que le quedaba en la cabeza era completamente blanco. Vestía pantalón de traje y camisa de polo blanca con cuello azul. Y tenía por lo menos veinte kilos de sobrepeso, si no más.

Ambos estaban serios. No serios de funeral, más bien serios de concentración. Uno concentrado en examinar. El otro, en pasar el examen.

- Así que... usted es House...

No pudo identificar la inflexión de ese tono. Así como tampoco pudo evitar que su propia voz saliera con un dejo de sarcasmo.

- Puede tutearme. Soy más joven que usted.

El tipo frunció ligeramente el ceño, y el gesto le pareció a House demasiado familiar.

- Apenas tendrás cincuenta. No esperarás tratarme de viejo, ¿verdad?

- Tengo cuarenta y nueve. Y por tener más años que yo puedo decirle viejo.

Ahora sonrió. Ligero alivio para el nefrólogo, que dejó escapar disimuladamente parte del aire que venía reteniendo. Mantuvieron las miradas por otro silencioso y eterno minuto.

- Médico con doble especialidad, ¿verdad?

- Y jefe del Departamento de Diagnósticos, como verá. - Levantó una mano para señalar la puerta de la oficina, pero ninguno apartó la mirada.

- Yo soy piloto de aviones comerciales. Lo poco que sé de medicina es lo que debo aplicar en una maniobra de emergencia, - comentó. Parecía que intentaba aligerar el ambiente, pero el tono seco no ayudó en mucho.

Un nuevo silencio, más largo esta vez. O quizá eso le pareció a House. ¿Por qué diablos no llegaba...?

Sus pasos en el corredor. Lo hubiera apostado, eran sus pasos. Y cuando la vio cruzar la puerta de la sala de Diagnósticos sintió cómo su cuerpo se tensaba aún más. Había llegado el momento.

La vio dejar su bata en el perchero. Estirar los brazos a los lados y pasarse una mano por el pelo fue lo siguiente. Y luego, mirarlo a él. Y reparar en el hombre frente a él con el ceño fruncido. He ahí el gesto familiar.

Se detuvo en la puerta de intercomunicación con los brazos en jarra y pasando la mirada de uno a otro. Por fin dejó su cabeza quieta enfocando de lleno al hombre canoso y pelado, que sonreía muy ampliamente, su atención desviada ya de House.

- Papá, ¿serías capaz de explicarme qué haces aquí?

...

Espero comments para seguir. Prometo intentar ser regular con los trozos.