Disclaimer: Hey Arnold! No me pertenece.

Una semana después, todo había regresado a la normalidad. Quien podría imaginar que hace tan solo una semana, el barrio había querido ser derribado por Industrias Futuro. Sin embargo, todo parecía marchar como siempre. Las calles volvieron a inundarse de la alegría característica de sus pobladores, y los juegos y risas de niños no se hicieron esperar. Arnold y sus amigos se habían convertido en todas unas celebridades debido a como lograron salvar el vecindario. Pero seguían siendo niños, por lo que volvieron a sus andanzas.

Gerald, como de costumbre, se dispuso a salir de su casa en dirección a la de su inseparable amigo. Por su parte, Arnold, mientras se vestía, sonreía tras recordar lo que había sucedido hace una semana con la muchachita que decía odiarlo. Y si, pese a que el mismo había dicho que era mejor olvidar el asunto, y hacer como si nada hubiese sucedido, no se podía negar lo que si había ocurrido: con la emoción del momento, la pequeña, movida por sus intensos deseos y sentimientos, había besado a su eterno amado cabeza de balón, y no había sido un simple beso, no, sino un apasionado beso, que hizo paralizar a Arnold, quien tardó algunos minutos en reaccionar. Sin embargo, Arnold se preguntaba por qué seguía pensando en el asunto. No debería haberlo olvidado ya? Cuando se hacia esa pregunta, su amigo toco la puerta de su dormitorio.

- Hey, viejo! Los muchachos esperan por ti, los equipos están impares y tenemos que ir a enseñarles cómo se juega, jaja.

Tras su característico saludo, ambos se dispusieron a bajar las escaleras, hacia la puerta de salida.

- Gerald... Hay algo en lo que no puedo dejar de pensar...

- Viejo, dime que no estas dándole vueltas nuevamente al asunto de Helga G Pataki eh? Hmmm mmm mmm, te comportas como si te hubiese gustado, hombre. Pero es Helga, Helga G Pataki, la pseudo niña que hace imposible tus días.

- Lo se Gerald, pero no puedo olvidar la situacion, no la entiendo, siempre pense que me odiaba, pero hasta nos ayudo a salvar el vecindario, y luego... Hasta me declaro su amor!

- Porque esta loca, viejo, deja de darle vueltas al asunto. Mejor piensa en que, tras todo esto, eres famoso, y puede que Lila comience a verte como un hombre ah? Jajaja

- Hmmm puede que tengas razon amigo.

Tras su conversacion, llegaron al ex terreno valdio, y se dispusieron a tomar sus posiciones para jugar un partido de beisball.

- Gerald! Con todo el apuro, olvide traer mi bate. Regreso enseguida - dijo Arnold

- Viejo, deja de pensar tonterias y concentrate en el juego! Jajaja, apresurate.

Unas cuadras mas alla, una pequeña de una ceja bajaba de un automovil.

- Olga! Baja las maletas ahora! Y ten cuidado con mi cinturon de la suerte!

- Soy Helga papa!

Con una ruma de maletas en sus brazos, la muchachita hizo el esfuerzo de subir las escaleras hacia la puerta principal de su casa.

- Hey Big Bob, podrias haber detenido la puerta por mi al menos! - Grito indignada Helga, mientras aun tenia las maletas en sus brazos, haciendo malabares para sostenerlas y no caerse.

- Dile a tu madre que te ayude, quiero ver mi nuevo comercial. Miriam! - grito - ayuda a la niña.

- Miriam ya duerme! - grito Helga enojada

Vaya famila la mia - dijo para si misma

Dejo las maletas en la entrada, y subio apresuradamente a su cuarto, el cual cerro con recelo.

Como de costumbre, entro rapidamente a su armario, y tomo uno de sus diarios.

- Oh Arnold! Mi amado! Esta semana lejos de ti me ha parecido una eternidad! Sin poder ver tu calido rostro, y tu dorado cabello angelical! Oh mi amado, no hay dia en que no piense en ti, en tus labios, esos labios que bese. Oh cruel destino que nos alejo, pero la vida me ha sonreido, y he regresado a ti, mi razon de vivir... Aawww!

Escribio algunos versos en su diario, y luego beso la fotogafia de su amado en su relicario. Danzaba con esta por su habitacion, cuando paso frente a su espejo. Lo habia olvidado. Su hermana le habia tomado el cabello de manera distinta antes de marcharse de su casa, olvidando los dos cachitos caracteristicos de su gruñona hermanita, y optando por una sencilla cola de caballo. Le habia regalado aretes de perla rosados, que por obligacion se coloco, y vestia ropa distinta, no su tradicional vestido rosa, sino una sencilla polera rosada con unos leggings azules. Se veia distinta, hasta algo dulce e inocente, y lo odiaba. Pero su felicidad por regresar a casa la embargaba, y era mayor a cualquier otro sentimiento, por lo que, en vez de cambiarse, decidio continuar su danza por la habitacion.

- Olga! - grito Bob - traele a tu padre una Yahoo bien helada!

- Soy Helga, papa, Helga! Y no hay nada para beber, acaso no recuerdas que recien llegamos? Por Dios! - gruño la niña.

- Aaarrrggg! Lo olvidaba. Emmm es inutil molestar a tu madre. Ve tu a comprar eh? - pidio el padre.

- Claro, Bob! - Dijo Helga con voz y sonrisa sarcastica.

- Demonios, recien llegamos y vuelvo a ser la esclava! - exclamo Helga.

Salio de su casa, dando un fuerte portazo al irse, sin embargo a su padre no parecio importarle, y su madre desperto agitada, pero siguio durmiendo como de costumbre en el sillon.

- Helga, ve a hacer esto, Helga, ve a comprar aquello! Aaarrrggg ni un minuto de paz en esta casa, maldicion! Sin embargo... - y procedio a esconderse en uno de los callejones - mi felicidad es mayor ya que pronto volvere a ver a mi amado, aawwww. Todo vale la pena por ti, amor mio - decia la pequeña mientras miraba y besaba su relicario.

- Ok, de regreso al camino Helga, por las malditas Yahoo!

Mientras caminaba y contaba el dinero que llevaba, se acerco a una esquina. Por la otra, un pequeño cabeza de balon, corria rapidamente, para poder llegar a tiempo a su evento deportivo. Al llegar ambos a la esquina, chocaron estrepitosamente y calleron al suelo. Como de costumbre, la primera reaccion de Helga fue grata y de sorpresa.

- Arnold! - Grito emocionada y dulce, para luego menear su cabeza y corregirse a si misma.

- Digo, fijate por donde caminas, cabeza de balon! A caso no tienes ojos, camaron con patas? Que clase de idiota eres ah? - decia mientras por dentro se derretia por lanzarse a los brazos del pequeño y volverlo a besar.

Sin embargo, Arnold parecia mas aturdido y confundido que de costumbre tras el golpe, y al mirar a Helga, observo que la muchacha lucia diferente, y que a esa muchacha la conocia de algun lugar.

- Hilda? - pregunto desconcertado el muchacho – Eres tu?

Helga lo miro extrañado, mientras se levantaba del suelo y limpiaba su ropa.

Hilda? Estas demente? Soy Helga sopenco, HELGA – grito indignada. No era suficiente con que tuviese que negar su amor hacia su amado, sino que este mas aun la confundia con alguien mas.

- Que desdichado es mi destino – penso tristemente para si misma.

- Lo lamento Helga, es que te ves distinta, y me recordaste a alguien mas… lo lamento. Estas bien? – Pregunto Arnold

- Estare bien cuando desaparezcas de mi vista, Arnoldo! – grito indignada.

- Como tu digas Helga – dijo Arnold – de todos modos... – dudo el muchachito – nada.

Y prosiguió su carrera hacia el campo Gerald.

Helga lo siguió con la mirada, con el ceño fruncido, y con los puños cerrados, como si quisiera golpear algo.

Quien era Hilda, se preguntaba. No solo tenia que competir con la ideal Lila, sino que ahora se sumaba otra muchachita que ocupaba la mente de su amado, Hilda.

La duda la carcomía por dentro, por lo que decidió seguir a Arnold hacia el campo de juego.

Antes de llegar, fue sorprendida por alguien, quien la toco por la espalda.

Helga! – gritaron.

Phoebe! – grito sorprendida la rubia, mientras colocaba su mano derecha en el pecho.

Casi me matas de un susto! Pero qué alegría volver a verte mi querida amiga. Como has estado? – Pregunto.

- Muy bien Helga, te he echado de menos. Que haces por estos lados? Sabia que regresarías hoy, y había pensado en visitarte, pero no pensé que tendrías animos de salir, después de tu largo viaje.

- Honestamente, no tenía muchos ánimos de salir, pero mi querido padre – dijo sarcásticamente – me envio a comprar sus bebidas, y tuve que salir.

- Pero Helga, el almacén está en la dirección contraria… Que haces aquí? – Pregunto su amiga, mientras le daba una mirada de sospecha.

- No será que esperabas ver a cierto compañero nuestro? – Dijo Phoebe, mientras observaba el campo de juego, donde un rubio cabeza de balón esperaba su turno para jugar.

Nerviosa, Helga contesto: Emmm no, no es eso Phoebe, como crees – dijo, mientras con un dedo alejaba el cuello de la polera de su piel.

Phoebe le dio una mirada inquisitoria, y luego sonrio, mientras abrazaba a su amiga.

- Vamos Helga, que te parece si nos sentamos unos instantes a observar el juego ah? Sé que te gustara la idea – dijo juguetonamente Phoebe.

- Ay Phoebe – dijo Helga, mientras la seguía hacia la improvisada gradería del campo de juego.

Ya en el campo de juego, Arnold se preparaba para jugar, sin embargo fue distraído por la presencia de una bella muchachita, con cola de caballo y aretes color rosa. La observo detenidamente, mientras trataba de no sonrojarse al recordar el extraño sueño que había tenido tiempo atrás, en donde una rubia llamada Hilda, le rompía el corazón mientras decía estar enamorada de su primo. Esa muchachita aparecía ante sus ojos, una de carne y huesos, y eso lo estremecía.

- Arnold! – Grito Harold - es tu turno para batear. A ver si puedes hacerlo esta vez, señorita! – se burló el corpulento chico.

Arnold se incorporó al campo de juego, mientras sus amigos gritaban y cantaban canticos en su apoyo. Arnold tomo su posición, mientras Helga y su amiga se sentaban frente a él, al otro lado del campo. Esto lo distrajo.

- Strike one! – gritaron.

Harold rio a carcajadas, burlándose de Arnold. La bola había pasado junto a él, y este, en su distracción, no reacciono y no alcanzo a batear la bola.

Nuevamente, tomo su posición, sin poder dejar de pensar en la rubia que lo miraba desde el otro lado.

- Que te sucede, cabeza de balón – decía preocupada, para sus adentros Helga, mientras observaba el juego.

- Strike two! – gritaron nuevamente.

Arnold se sonrojo, ya que solo alcanzo a abanicar el bate de beisball, sin poder golpear efectivamente la bola.

Entre abucheos y gritos a su favor y en contra, se preparó nuevamente para batear por ultima vez. Respiro profundo, y se coloco en posición, con su bate a la altura de su hombro derecho, mirando intensamente a su oponente, quien se disponía a lanzar la bola. Dio un hondo suspiro, y bateo exitosamente la bola, a lo que todo el público grito emocionadamente.

- Corre Arnold! – lo animaban sus amigos – Corre!

- Corre amor mio, corre con todas tus fuerzas – decía Helga en su mente, mientras trataba de mantener la compostura, para que no se dieran cuenta que apoyaba al cabeza de balón.

Arnold corrió hacia la primera base, corrió a la segunda base… siguió corriendo, pero el equipo oponente tomo la bola y el jugador enemigo la lanzo con todas sus fuerzas para impedir que el bateador tuviese éxito. Sin embargo, la bola no logro ser alcanzada por el jugador, sino que desgraciadamente, golpeo fuertemente la cabeza de Arnold, quien ante tamaño golpe, se desplomo al suelo. Todos corrieron hacia él, y lo rodearon. Gerald trato de hacerlo reaccionar de todos modos, sin embargo no parecía tener éxito. Después de algunos intentos, Arnold parecio despertar, y balbuceaba palabras.

- Que dices viejo? – Pregunto preocupado Gerald

- Hil – da, Hil- da… - decía el rubio, quien mantenia los ojos cerrados aun.

- Hilda? – Dijo extrañado Gerald – Quien diablos es Hilda?

Helga, quien también se había acercado a donde se encontraba Arnold, se sorprendio al escuchar nuevamente este nombre, y se enfureció.

- Vamonos, Phoebe, no hay nada más que ver. El maldito sopenco ya esta despertando, parece estar bien – grito enojada Helga a su amiga.

- Pero Helga… - dudo Phoebe – no nos quedaremos a ayud…

Y fue interrumpida por su amiga

- Si quieres quédate tu Phoebe, yo me largo! – grito indignada la rubia, mientras se alejaba del grupo, rumbo hacia su casa.

- Aaarrrggg! Quien diablos es esa tal Hilda! Maldito sopenco, cabeza de balón perdedor! – decía angustiada la muchacha mientras caminaba. Paso al almacen, compro las bebidas, regreso a casa y se encerro en su dormitorio, frustrada por todo lo que había sucedido, tratando de contener las lagrimas de rabia, que empezaban a correr por sus mejillas. Se acurruco en su cama, y no quiso saber mas del mundo.

*** Hola a todos. Les agradezco las visitas a este fanfic que escribi hace un tiempo. Para mi desgracia, no tengo internet en casa. Ahora estoy de visita en un departamento con Internet, asi es que tratare de subir mas capitulos de la historia. Saludos! ***