1
Edward Cullen.
Cabello cobrizo, ojos leonados. Piel marmolada, aroma empalagoso.
Seth gira sobre su cama, le duele hasta el alma. Luego de meses fuera de su casa en la Push, esperó caer como tronco apenas llegara; pero no puede dormir.
Sólo puede pensar. Pensar en Edward.
Y eso está mal.
Han pasado tantas cosas desde que lo vio por primera vez, y en realidad, nunca han hablado gran cosa, excepto cuando Bella casi lo mata y eso.
Edward se disculpaba, como si la culpa hubiese sido de él.
Seth recuerda que se sintió bien oírlo dirigiéndose sólo a él, para variar; mas era obvio que lo estaba haciendo por ella.
Siempre se han amado, Seth llegó y encontró así las cosas, así que, si ahora le duele pensarlo, no tiene idea de por qué.
Pero así es.
Desde los trece años, ha sabido que las leyendas no lo eran tanto, y que el odio a los vampiros no era una cosa infundada, pues los vampiros no eran ficticios.
Todo era por algo; sin embargo, aún dos años después, nunca ha podido sentir ese odio.
Luego Jacob le vino con que Cullen era su héroe o algo así, y Seth se dio cuenta de que, patéticamente, no era broma. Desde el primer instante, quiso que Edward fuera su amigo, aunque no es algo que pueda darse o que los demás vayan a permitir tan fácilmente.
Y como Seth no es normal, aunque deteste no poder serlo, le está doliendo lo que le diferencia, le está doliendo ser diferente.
Le duele no poder estar cerca de Edward, le duele desde que la pesadilla terminó; le duele aunque sabe que él tiene a Bella y a Nessie – qué mote más pegajoso- y le duele a pesar de que Edward probablemente ni se acuerda de él.
2
Seth se arrastra hasta el comedor. Su madre, cuya cabeza le llega hasta el hombro, le exige que se abrigue un poco, a pesar de que podría freír los huevos del desayuno sobre su piel.
Seth obedece de mala gana, pero sin intenciones de discutir. Para eso está Leah, que últimamente se enoja por todo y con todos. Él está demasiado cansado para cualquier tipo de riña.
Se sienta sobre la cama deshecha para ponerse unos calcetines; luego, su vista se desvía hacia el marco de madera con la foto de los cuatro: él, Leah, su madre y su padre. Harry Clearwater.
Nunca le ha dicho a nadie que el día en que murió, Harry y él habían tenido una gran pelea por algo que ni siquiera recuerda. Era la primera que tenían, que Seth recuerde, y obviamente, la última.
Cuando tiene ganas de llorar, le basta pensar en eso para lograr su objetivo y sacar el dolor de adentro, aunque sabe que nunca podrá sacar el recuerdo de donde está, haciéndole daño.
Cuando entra en fase, se cuida de no pensar en sus momentos tristes, aunque entre Leah y Jacob, los demás tienen suficiente distracción diaria.
Vuelve al comedor, ahora con un sweater y los calcetines. Sue le sirve muchos huevos con jamón, fruta picada y una taza de leche; le gusta que coma mucho porque sabe que suele arriesgar su vida con frecuencia y que debe estar fuerte para momentos como aquellos.
Leah llega, con su piyama demasiado grande y su cabello largo y desordenado. Se ve linda por las mañanas, parece rendida de aquella eterna batalla con el mundo que sólo emprende luego de levantarse. Claro, Seth nunca se lo dirá.
Luego de comer, asearse y vestirse, Seth se despide de su madre y sale de su casa, por primera vez, sin nada específico por hacer.
3
No tiene idea de cómo llegó en su forma humana, porque su sentido de orientación disminuye bastante si no está en fase. Tampoco tiene idea de qué suicida impulso lo llevó frente a la casa de los Cullen; puede percibir la fragancia vampírica desde donde está.
Los minutos pasan, hacía tiempo que no sentía frío, pero ahí está; se mete las manos en los bolsillos para mantenerlas tibias e intenta ignorar los escalofríos de su espalda.
- ¿Seth?
Horrible sobresalto. Sus reflejos están debilitados por el nerviosismo, ni siquiera pensó ponerse en guardia para un ataque por la espalda. Se gira para ver quién es, pero sabe que reconoció la voz, aunque intenta negarse a sí mismo que últimamente piensa en esa voz más de lo… licántropamente saludable.
Edward Cullen.
Cabello cobrizo, ojos leonados. Piel marmolada, aroma empalagoso.
Como cuchillas, los ojos del aparecido lo escrutan sin reparos; Seth nunca había sentido tal timidez, y ahora cree que el karma por tantos años de desenvoltura le está pasando la cuenta: se siente aterradoramente cohibido.
- ¿Qué haces aquí? ¿Está todo bien?
Estúpido, ya no vive con los demás fríos. Ahora vive con su esposa e hija.
Ignorando el hecho de que las recién mencionadas son frías también, intenta sonreír, cosa que se le hace más fácil en cuanto Edward, ya sea porque comprendió que no está allí a causa de algún problema, ya sea porque leyó sus absurdos pensamientos, ladea una sonrisa.
- Supongo que has venido solo.
Eso es evidente: Seth es el único lobo masoquista que va por la vida visitando vampiros.
4
- Y… ¿cómo va esa vida?
Finge jocosidad, frescura; antes era tan fácil y natural y ahora le duele la mandíbula de tanto sonreír despreocupado.
Edward camina junto a él a través del bosque. Todo marcha bien, Bella está feliz, Nessie es una pequeña geniecillo.
- ¿Qué hay de ustedes? ¿Cómo están tu hermana y tu madre?
- Todo bien.
Al cabo de un pequeño silencio, mientras se agacha para no golpearse con una rama, Seth espera que Edward deje de ser tan educado y le pregunte de una vez qué madres quiere de él, por qué le hace perder el tiempo. Entonces, Seth podrá decirle que lo disculpe y se irá y…
- No creas que esto me parece una pérdida de tiempo. Me alegra que vinieras a verme.
¿Los vampiros pueden alegrarse?
- Algo parecido. De todas formas, estar contigo no me ha parecido nunca una pérdida tiempo.
Es incómodo que pueda conocer todas sus dudas, aunque en parte también puede ser útil. El suelo lodoso lo engaña y Seth termina en el suelo; Edward se ríe y a él le parece que nunca ha escuchado una risa más agradable.
- Anda, levántate.
De todos modos, siempre cordial, Edward se inclina para ayudarle.
Y entonces, olvida el olor y lo frío de su tacto. Olvida que la dentadura ajena ha estado bañada en sangre y que Edward lucía igualito el día en que él – Seth- nació; sólo puede concentrarse en la mano en su espalda y la otra en su brazo izquierdo, y en el aliento gélido que golpea su cuello.
Siente frío y calor y, estúpidamente, se pregunta si no tendrá fiebre o algo parecido.
- Voy a mostrarte un lugar especial.
5
Ya no es marmolada, se ha convertido en un montón de diamantes unidos en facciones perfectas.
Contempla el rostro bañado por el sol, brillante como un jodido juego de joyería o quién sabe qué; ni siquiera se detiene a pensar cuando se convence de que en su vida ha visto algo más hermoso.
Pero sí se detiene a pensar luego de pensar lo anterior. Se siento enrojecer, y agradece no tener el color de piel tan claro como para que se note.
- ¿Qué te parece? Me gusta venir aquí, es muy tranquilo. Creo que aparte de Bella y de ti, yo soy el único que lo conoce.
Bella, claro, claro. Vuelve a sentir el dolor de antes, pero ahora es peor porque está frente al seudo-causante y Seth no entiende.
No entiende por qué le sucede esto, aquí y ahora, ni tiene la menor idea de lo que significa.
- ¿Seth?
- ¿Edward?
Pronuncia su nombre, no escuchó lo que decía. Edward camina hacia él y aunque sólo quiere bromear y molestarlo como suele hacer con Jake y el resto, no es lo mismo.
Claro que no es lo mismo.
- ¿Estás seguro de que estás bien?
- No. Sí. Me tengo que ir.
- ¿Quieres que te lleve?
Desilusión. ¿Es posible que sea lo que lee en los ojos pardos, o es la suya que se refleja en la mirada del otro? No lo sabe, no lo sabrá nunca. Se da media vuelta y empieza a correr.
- ¡Saludos a Bella! – grita, por despedirse de algún modo.
Es un estúpido.
Mi primer EdwardSeth en camino :D Son sólo cuatro capítulos (creo), y es algo alternativo, pero es ¡mío! Por fin.
Espero que haya sido de su agrado, la verdad es que me alegra ver que se van acumulando fics de esta pareja, porque está bien fundamentada y es so cute *-*
Muchas gracias por leer. Nos vemos pronto.
