Esta historia esta inspirada en la fabulosa canción de Estelares "Ella dijo", sin embargo, solo esta inspirada y pese a que tiene fragmentos de la canción solo fue una base para crear esta historia. espero que la disfruten y sea de su agrado.
Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen, sino al señor Kishimoto.
SHE
Capitulo uno
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"Él sexo es el único consuelo para las personas que no tienen amor"
Gabriel García Márquez
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Encuentra la cajetilla de cigarros en la mesa del comedor, toma uno de ellos y lo lleva a su boca para prenderlo con el encendedor plateado que le regaló Konan el día de su cumpleaños, hace ya dos meses. Sonríe para sus adentros y omite el recuerdo que le viene del momento, guarda el encendedor y se recarga en la mesa de frente al ventanal que deja ver el amanecer, puede decir sin duda alguna que es su momento favorito del día, no solo por la tranquilidad, sino porque tiene buenos recuerdos de aquella parte del día. El amanecer fue tan hermoso como fugaz y pronto se vio contemplando el humo del cigarrillo que tiene en la boca, esconde sus manos en los bolsillos de su pantalón y deja que la ceniza se acumule. No se inmuta cuando un par de brazos se deslizan entre su cintura hasta su pecho apretándolo en un abrazo y las largas piernas se enredan en su cintura provocando que la ceniza caiga hasta posarse en la alfombra debajo de sus pies descalzos. Los labios rojizos de Konan le susurran al oído y sonríe, sabe que para ella él solo es un momento de placer, y aunque pide muchas cosas más, se conformaba con ese poco tiempo.
Desliza sus brazos hasta lograr arrebatarle el cigarrillo de su boca y sentarse en la mesa al lado de él. Se da la vuelta y la encuentra sonriéndole descaradamente mientras que su blusa abierta le hace una invitación a tocar la piel blanquecina que sobresale de su pecho, sonríe para sus adentros, si algo puede presumir es su autocontrol. Se acerca hasta ella y le abrocha la blusa mientras ella lo observa con el cigallo en la mano derecha y la otra apoyada en la mesa para no perder el equilibrio. Al apartarse se da cuenta que todo en ella le atrae y tiene que contenerse para no tocar sus largas piernas que entrelazadas le hacen una oferta muy tentadora.
— ¿Qué haces aquí? —Pregunta ella en un tono demasiado provocador para su gusto.
—Pensando — le da la espalda y se aleja de ella, quien detrás de él muestra una mueca contrariada.
—Creo que de ti ya nada me sorprende —sonríe, apaga el cigarrillo y se acerca hasta él abrazándolo por la espalda.
Casi por un instinto se voltea y la sujeta de la cintura dándole un tierno beso en los labios, ella lo abraza por el cuello e intenta profundizar el beso, pero se aparta enseguida como si no quisiera probar el fuego de ella, y aunque es todo lo contrario prefiere dejarla marchar; como siempre.
— ¿Tienes que irte, no?
Ella lo mira contrariada, desde hace un par de semanas lo nota extraño y sabe la razón, por eso no se cansa de repetir lo mismo una y otra vez. Se acerca y esta vez lo encara de frente, enreda sus blanquecinos brazos en el cuello de él y le susurra al oído:
—Sabes que me encanta ir a la cama contigo.
Sonríe socarronamente, sabe que ha conseguido su objetivo, pues nota el cuerpo de él tensarse, deposita un suave beso en sus labios y se aparta. Se acerca tranquilamente hasta el refrigerador y se sirve zumo de naranja. Mientras completa todas estas acciones ve, por el rabillo del ojo, lo que ha provocado en él y sonríe, no disfruta haciéndole daño, pero él debe entender que nunca serán nada más.
—Tengo una entrevista con Hiashi Hyuga, mi jefe quiere que le venda su terreno en la afueras de Tokio, pero al parecer el viejo se niega, en fin —se encoje de hombros y después de un sorbo al zumo continua—, ¿Te veo esta noche?
—No —responde él más repuesto—, Hay una fiesta en la noche, Sasuke va a celebrar su compromiso y mi padre me quiere ahí.
—Así que el pequeño Sasuke se va a casar —sonríe sarcásticamente— ¿Cómo puede ser posible que sea el hermano menor quien siente cabeza primero?
Itachi no dice nada, solo se inclina de hombros y la mira un tanto irritado, ella es la que tiene esa solución en sus manos, pero no dice nada.
—Bueno, dale un saludo de mi parte, quizá después le mande un regalo.
La ve como se pone el saco, acomoda su cabello y toma sus cosas para salir sin siquiera despedirse o decir algo más, él tampoco dice nada sabe que así es con ella, quizá no la vuelva a ver en semanas o quizá para la noche siguiente este nuevamente en su cama.
Se ve en medio de la cocina, completamente solo e intenta hacer algo que cambie su estado de ánimo, pero así es, siempre que ella se va deja un profundo sentimiento de soledad en él y la odia porque nunca puede quedarse con él más de tres días, la odia porque solo lo utiliza para saciar los placeres de su cuerpo. Se odia a si mismo porque lo permite, porque a pesar de todo la ama y eso nunca va a cambiar, desde hace más de tres años que están así. Se odia también porque cuando ella no esta le es imposible concentrarse, pero él no tiene permitido buscarla, ella siempre es la que lo pone fecha y hora, sin importar si él está disponible o no. Y las únicas dos personas que saben de eso son Sasuke y Shisui, los dos opinan lo mismo, pero a él le importa poco, pues esos momentos son los únicos que de verdad valora en toda su podrida vida.
Decide que no es bueno quedarse solo en su departamento a menos que sea una buena idea saltar por la ventana, así que se apresura a vestirse con la ropa más cómoda que encuentra y sale a toda prisa. En el elevador encuentra a la señora Collins, una americana loca que lleva tres años viviendo en el departamento contiguo al suyo y que esta obsesionada por los perros, él realmente odia a su "bebes" pero a veces es mejor guardarse los comentarios para sí mismo. La señora Collins le cuenta en los siete pisos restantes sobre como obtuvo a su bebé más nuevo, realmente no le interesa pero es mejor no sumirse en su oscuros pensamientos. Cuando llega al primer piso es todo un experto en el cuidado canino y la señora Collins está más que maravillada con él citándolo en otra ocasión para darle más consejos. Se despide lo más cortés que puede y sale del edificio con dirección al parque.
El día es extremadamente soleado a pesar de no pasar de las diez de la mañana. No tarda ni quince minutos en llegar al hermoso parquecito donde no hay mucha gente, sonríe porque es una buena oportunidad para pasar el rato. Vuelve a sacar un cigarrillo, pero ya no lleva el encendedor gris, ahora lleva uno negro (obsequio de su padre) y después de encender el cigarro, se sienta en la banca más cercana que encuentra. Lejos de sumirse en sus depresivos pensamientos se ve a sí mismo meditando los problemas que tendría el viejo Hiashi en vender las propiedades en las afueras de Tokio, después de algún tiempo meditando los pros y contras se da cuenta que es un error haberlo pensado, pues le recuerda a Konan más de lo que quisiera admitir. No tiene tiempo de recriminarse, pues una chica igual o más depresiva que él se sienta a su lado. Esta seguro que la conoce, ¿Pues cuantas personas en el mundo tienen el cabello rosa?, pero no logra recordar de donde, solo se concentra en ver cómo ella alimenta las palomas que vagan libres por el parque. Le resulta extraño que sea tan relajante verlas comer del pan que les suministra la chica, pues cuando su teléfono vibra en su saco ya pasa del medio día. En la pantalla verifica el nombre de Shisui y le marca de vuelta, no le sorprende escuchar un gran ajetreo cuando Shisui descuelga su teléfono.
— ¿Se puede saber dónde estás? —La voz de Shisui suena frustrada encolerizada y a la vez aliviada—, pasan de las diez y tu brillando por tu ausencia, tu padre está furioso y Sasuke, ni se diga, hace media hora que el sastre llegó y solo faltas tú, ven acá pronto o el sastre se ira sin hacerle arreglos a tu traje, además aún faltan cosas por resolver y le prometiste a Sasuke ayudarle, el pobre se muere de nervios aunque no lo quiera admitir.
—Eso no es verdad —al escuchar la voz de su hermano sonríe y la amargura de la mañana pasa a segundo plano, no puede deprimirse, su hermano le necesita— ¿Con quién me difamas, Shisui, es Itachi? Dile que, no… espera pásamelo, yo mismo…
Escucha un forcejeo y después se corta la llamada, sonríe y se levanta. La mirada de la chica está enfocada en su aparato, instintivamente baja la mirada y al querer dar su excusa, el nombre de Sasuke viene a su mente y recuerda de donde conoce a la chica.
— ¿Eres Sakura? —La chica le mira por primera vez al rostro, y al ver sus ojos color jade no le quedan dudas— Sí, eres Sakura Haruno, la amiga de mi hermano, Sasuke.
Al escuchar el nombre ella se tensa un poco pero después sonríe al reconocer al hombre frente a ella.
—Soy…
—Itachi-san —le interrumpe— ya decía que me resultaba conocido.
— ¡Vamos, Sakura! ¿Desde cuándo me tratas de usted?, no soy tan viejo.
—Sí, lo siento, pero es que muchas cosas han cambiado desde que me fui de Japón.
—Es verdad, Sasuke dijo que estabas estudiando en América, con una beca ¿Acaso ya terminaste tu carrera?
—No, es decir, me falta poco tiempo, pero mi madre enfermó y bueno, no podía dejarla sola.
—Entiendo… —antes de que pueda decir otra cosa, las campanas del reloj que indica las once de la mañana suenan provocando que Itachi se fije en el reloj de pulsera en su muñeca— Bueno, fue un placer saludarte, Sakura… Supongo que nos veremos al rato, ¿No?
—Sí —sonríe, toma la mano que Itachi le ofrece— ahí nos veremos.
Sale del parque muy animado, fue una buena idea después de todo, piensa y se dirige a la avenida más cercana donde toma un taxi, le indica la dirección y se concentra en revisar su agenda impresa en el teléfono, agradece mentalmente a su secretaria, y se da cuenta que la prueba del traje había sido hace una hora, lo que le provoca un gran retraso para todo lo demás que son actividades referentes a la fiesta de Sasuke. Siente un leve escalofrió, su padre lo va a matar. No pasa mucho tiempo hasta que el taxi llega a casa de sus padres, tras pagar baja y se detiene frente a la puerta, suspira un poco antes de llamar a la puerta. No pasa mucho tiempo hasta que un sirviente le abre la puerta y lo hace entrar.
Lo primero que ve es todo el desorden, las flores, los arreglos, personas por doquier y a su histérico padre llamando por teléfono, pasa a su lado y hace un pequeña reverencia, su padre le saluda con un gesto de cabeza y a señas le indica que van a hablar después de que termine su llamada, en el salón contiguo al recibidor están Sasuke y Shisui quienes aprovechan que el sastre aún está ahí y hacen las últimas pruebas a sus respectivos trajes.
— ¡Menuda pinta traes! —Exclama Shisui cuando lo ve entrar.
—Lo siento —se disculpa mirando a ambos hombres.
Sasuke lo fulmina con la mirada y le señala su traje que aún está envuelto.
—Pruébatelo, aunque el tuyo es perfecto no creo que necesite arreglos.
Hasta ese momento Itachi se da cuenta de la tensión de su hermano menor y trata de tranquilizarlo argumentando que todo va a salir bien y que no tiene de que preocuparse.
—No pierdas el tiempo, Itachi —suspira Shisui— llevo toda la mañana intentando tranquilizarlo pero es un manojo de nervios.
Sonríe abiertamente y Sasuke relaja su expresión, ambos sabían que algún día estarían así, aunque Sasuke pensó que lo mejor hubiera sido que Itachi fuera primero, pero entendía su situación y por más que no lo apoyaba, es su hermano y no puede dejarlo solo.
Después de un par de minutos Itachi sale con el traje puesto, se acerca hasta el espejo y se da cuenta que Shisui y Sasuke ya están sentados descansando, el sastre se acerca a él y empieza ver cuál de todos los lados del traje está mal para arreglarlo. Después de un par de minutos se da cuenta que es exactamente como dijo Sasuke, su traje no necesita más que un pequeño ajuste en la manga derecha, al final se posiciona frente a su primo y hermano ya sin el estorboso traje.
—Perdonare tu retraso, si logras calmar a mamá —Sasuke vuelve a hablar— La verdad es que ella es la que me pone más nervioso.
Y como si fuera invocada la matriarca Uchiha llega con un encantador Kimono en brazos, y una sonrisa radiante, sabe que podía ser molesta, pero verla así no puede hacer enfadar a nadie.
—Llegó, ya no se preocupen.
Exclama la mujer y Shisui ríe por lo bajo, mientras Sasuke pone los ojos en blanco. Itachi entiende que su madre estaba poniendo la casa de cabeza por un simple Kimono.
— ¡Oh! —Exclama cuando ve a su hijo mayor frente a ella— Cielo, me tenías preocupada, pensé que te había pasado algo.
«No más que tu preciado Kimono, madre» piensa Itachi, aunque no con rencor, le hace gracia toda aquella situación. Además agradece poder tener sus pensamientos ocupados en algo más.
La mujer deja el kimono a un lado y arregla la camina se Itachi un poco desordenada por el cambio de ropa, él no se inmuta y deja que su madre arregle en el todos los defectos que pueda encontrarle.
— ¿Has comido algo? —le recrimina su madre y se da cuenta que no ha ingerido nada más que un par de cigarros y niega con la cabeza— Me lo suponía, ven, te serviré algo.
Le gusta ir a la casa de su padres, le gusta comer la comida de Mikoto y aunque a veces le exaspera Fugaku en la oficina le gusta verlo tan tranquilo en casa. Mikoto toma su Kimono y camina a través de la casa, Itachi la sigue ante la mirada de su hermano y primo, quienes desaprueban su falta de interés por su salud. Sasuke le grita de último minuto que tiene que acompañarlo a ver algunos detalles del salón, el siente y sale completamente de la habitación.
A mitad del camino Mikoto entrega su preciado Kimono a una empleada y le ordena que lo lleve a su habitación. En cuanto llegan a la cocina empieza a preparar fruta y jugo para su hijo mayor, Itachi sabe que aun teniendo a un buen número de empleados ella prefiere cocinar, es el pasatiempo favorito de su madre. Le ayuda en las pocas cosas que ella le permite y en menos de diez minutos está sentado degustando la rica comida de su madre.
—Más despacio, le recrimina la mujer— o puede hacerte daño.
Itachi sabe que ella se muere por preguntar acerca de su vida amorosa y no le va a dar el gusto, es el único asunto donde no deja que Mikoto se interponga, no solo por lo complicado de su situación, sino porque ella intenta, sin éxito, emparejarlo con cuanta señorita de sociedad cree conveniente para él. Y eso es lo que más le gusta de Konan, pues pese a que es educada, no es una señorita, ella es toda una mujer y lo demuestra en sus furtivos encuentros.
— ¿Estas nerviosa? —Le pregunta para desviar los pensamientos de su madre que empezaban a formarse con palabras en su boca.
—Un poco, pero estoy feliz, Sasuke encontró a una buena mujer y bueno, que más puedo decir si ella es encantadora, puedo dejar a Sasuke en sus manos, solo falta que tú…
—Pensé que ella te había pedido que le ayudaras —interrumpe antes de cualquier frase incomoda.
—No —se rinde al fin Mikoto—, su madre es quien debe ayudarla, ahora Sasuke me necesita aqui, y a tu padre, pero él no puede dejar la oficina. No me sorprendería que ahora mismo entrara para pedirte que hicieras algo por él.
Itachi sonríe ante la idea que le plantea su padre, aunque sabe que él prometió un día libre de trabajo, pero las tenciones con la competencia tampoco lo han dejado dormir a él.
— ¿Lo has visto? —Levanta una ceja confundido—, a tu padre me refiero.
—Estaba hablando por teléfono cuando llegue, no he tenido oportunidad de hablar con él.
—Pues busca un espacio, estaba furioso porque no llegaste a tiempo. ¿Puedo saber porque?
—Me quede dormido —miente— lo siento.
Los demás minutos pasan tranquilos hasta que su padre entra con el ceño fruncido, sabe que su tiempo de calidad con su madre ha terminado.
—Sasuke te está buscando, dice que tienes que acompañarlo a no sé dónde —Espeta molesto el hombre, pero se nota que no es eso de lo que quiere hablar— ¿Se puede saber por qué llegas tarde?
—Lo siento, me quede dormido —vuelve a mentir y aunque sabe que es una excusa pobre para Fugaku lo deja así— ¿Con quién hablabas?
—Parece ser que alguien más quiere comprar los terrenos de Hiashi Hyuga…
— ¿Los que tiene en las afueras de Tokio? —Fugaku asiente— ¿Y para que los querrían.
—Quien hacer un parque de atracciones temático, un gran negocio, pero Hiashi se niega y bueno sabes que hemos estado detrás de esos terrenos desde hace meses.
Itachi sonríe, la información ya la tenía y sabía que iba a ser problemático para ellos, pero ver a Fugaku tan afligido le causa un poco de remordimientos al no haber indagado más con Konan, sabe que quizá ella logre comprarlos, es muy buena en su trabajo.
—Necesitamos una mejor estrategia…
— ¡Fugaku! —La mirada de Mikoto es suficiente para que Fugaku guarde silencio— Ya tendrán tiempo de tratar esos asuntos, prometiste un día sin trabajo.
Fugaku quiere hablar más, discutir los pormenores de la venta, las ventajas que tendrían al comprarlas, las desventajas que tendrían, pero aun no es momento para discutirlo, ya lo harán con tiempo en la oficina, aunque para entonces Konan ya les llevara una día de ventaja, suficiente para que tenga un mejor juego a pesar de los meses que su padre lleva insistiendo.
Al final termina su comida y se levanta, da las gracias y se aleja ante la mirada de su padre, sabe que no lo dejará en paz hasta que no hablen sobre el asunto, por ahora agradece a que tenga que ocuparse de Sasuke. En el recibidor ya lo espera Sasuke, sabe que Shisui estará ya arreglando el asunto de la bebida, pues él se comprometió con eso. Mientras van hacia la chochera el teléfono suena y le pide un minuto, entre el teléfono escucha la voz de la novia y sabe que está más histérica que de costumbre y no quiere imaginar cómo será el día de la boda, al final decide que no es tiempo de preocupares, ya lo será dentro de un año, por ahora se debe concentrar en el compromiso.
La imagen depresiva de Sakura Haruno viene a su memoria y se recuerda que en algún tiempo es achica pelirrosa estaba enamorada de su hermano, y aunque su cuñada no le desagrada, si le hubiese gustado que Sakura fuera la que estuviera al teléfono ahora y no cuidando de su madre enferma.
La llamada telefónica termina y ambos suben al auto, Sasuke al volante e Itachi a su lado. No pasa mucho tiempo hasta que están en el tráfico, Sasuke mueve sus pies nerviosamente, símbolo de su nerviosismo. Decide poner la radio y aunque no la escucha, por lo menos hay algo de ruido diferente del tráfico. Termina sacando otro cigarro mientras esperan, le ofrece uno a su hermano, pero lo rechaza.
—Naruto está esperándonos —Comenta el menor más para él que para su hermano— espero que no se desespere y se vaya.
—Relájate, seguramente también está atascado en el tránsito.
El menor suspira y se recarga en el asiento tratando de relajarse.
—Por cierto, me encontré con Sakura.
— ¿Sakura? —Se reincorpora en su asiento y avanza un par de metros hasta quedarse nuevamente atorado tras un Mustang rojo— ¿Qué te dijo?
—En realidad no hablamos mucho, casi no la reconocí, ha cambiado mucho, aunque creo que su cabello es inconfundible. ¿La invitaste, verdad?
—Claro, es mi mejor amiga, pero no sé si vaya, es decir, está en américa.
— ¿Pusiste atención a lo que dije?
—Sí.
—Evidentemente, no —suspira— la entonces esta mañana, en el parque que está a unas calles de mi departamento, ¿Ni siquiera sabias que estaba aqui?
— ¿Cuando llego? —Se dio cuenta de su error y trato de disimularlo— Naruto no me dijo nada, es el quien más hablas con ella, la verdad es que últimamente no he tenido tiempo de nada.
—Me doy cuenta. No importa, la veras esta noche. Pero cuando la veas pregúntale por su madre, está enferma, ¿Sabes?
Sasuke lo mira extrañado, pero sabe que su hermano tiene razón, es su amiga después de todo, piensa que también deberá golpear a Naruto por no haberle dicho que ella estaba en Japón y que además su madre está enferma. Itachi sonríe, sabe que ha hecho lo correcto pues no quiere que su pequeño hermano deje de frecuentar a sus amigos, amigos que siempre lo apoyaron y acompañaron, espera que Sasuke no deje ir a Sakura, ahora como amiga, por que valiosa.
Todo depende de su aceptación, por ahora planeo subir capitulo cada semana, en miércoles. si todo va bien, el miércoles próximo subo el segundo capitulo.
Gracias por leer.
