Capítulo 1: Doll

"I wish I've never had taken this dare,

I wasn't quite prepared,

Doll me up in my bad luck…

I'll meet you there."

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Lentamente sintió cómo un airecillo frío le acariciaba los hombros. Abrió pesadamente sus parpados, acostumbrándose a la tenue luz que iluminaba pobremente la habitación. El invierno ya había llegado.

Se incorporó con desgano, aliviándose al notar que estaba sola en la recámara. Realmente, despertar sola después de una noche sexo no era nada romántico, pero las cosas últimamente estaban tan tensas que, ni una de esas noches, parecía solucionar las cosas; por lo que no podía evitar sentirse afortunada por no tener que enfrentar cierta mirada fría.

Le dio una ojeada al reflejo de la habitación que había en el espejo del tocador, mientras se cepillaba el cabello. Las sábanas todas desordenadas, las cortinas cerradas especialmente, para que le luz del día no interrumpiese sus sueños por la mañana; su ropa esparcida por varios rincones del piso.

Y esta vez, en lugar de aquella sonrisa oreja a oreja que solía aparecer justo en ese instante en su rostro; sus ojos comenzaron a soltar el dolor que venía soportando desde ya hacía un par de meses atrás. Eran lágrimas silenciosas, sigilosas, de esas que tratan inútilmente de deshacer aunque sea un poco el nudo en el corazón. Sakura las dejó salir, mientras bajaba su cabeza para no mirar su reflejo en el espejo.

"Débil". Esa era primera palabra que venía a su mente cada vez que dejaba que el llanto la inundara, porque le recordaba cada vez que en su pubertad fue llamada así, por el más frío de sus compañeros de equipo. E irónicamente, ese reproche mental sólo la hacía llorar más. Ahogarse más. Se dejó caer lentamente al piso y hundió la cabeza entre sus dos rodillas.

Después de unos diez minutos, que parecieron una eternidad, se limpió con la punta de los dedos los restos de lágrimas. Se levantó, decidida a intentar aplicar un enorme y ciego optimismo, nuevamente ese día. Corrió las cortinas, hizo la cama y recogió la ropa tirada en el piso. Se duchó y se encamino a la cocina, en donde se encontró con el habitual café amargo de la mañana. Suspiró. Los viejos hábitos nunca morían, y no podía evitar pensar en cómo hasta algo tan insignificante, era también una extensión de su esposo: amargo.

Tiró el café sobrante por el desagüe, y se hizo unas tostadas. Aquel era su día libre, pero en realidad no lo disfrutaba, le urgía ir al trabajo, donde al menos un montón de casos la hacían olvidar, momentáneamente, el desastre y desilusión que era su vida. Ya no era nada fácil lidiar con la realidad, porque las largas jornadas en el hospital, eran seguidas por el terrible vacío que llenaba esa vieja y grande casa, la casa principal de los Uchiha.

Miró el anillo de oro que se encontraba en su dedo anular. Si, ella era Sakura Uchiha. Esposa del último sobreviviente del respetado clan, del ex novato número uno, del vengador, del traicionero; de Sasuke Uchiha. Lo era después de escasos cinco meses de relación, y ahora iba a cumplir su primer año de matrimonio.

Se maldijo mentalmente. Maldijo el momento en que ella había invitado a Sasuke al almuerzo que solía compartir con Naruto en su receso del hospital, maldijo el sonrojo en su rostro después de observar como él la seguía, indicándole que aceptaba la invitación; maldijo la ilusión que se creó en su corazón desde aquel instante. Maldijo el anillo que, hasta hacia algún tiempo, llevaba felizmente puesto todos los días. Ahora lo detestaba, y detestaba todo lo que tenía que ver con él: esa casa, la cama en la que dormía, su ropa que ahora llevaba el símbolo del infeliz clan, las fotos de la pared, una mostrando a los padres de su marido y otra de Sasuke y ella en su boda; todo.

Se sentía una tonta por haber creído que él la amaba. Se sentía una idiota, la más grande de todas, por haberse casado con él. Y sobre todo, se sentía olímpicamente estúpida, por amar a Sasuke con todo su corazón.

¿Por qué demonios su más grande sueño más grande se había convertido en su peor pesadilla? Últimamente se sentía una estupenda actriz, porque cuando preguntaban cómo iba su matrimonio ella lograba esbozar una enorme sonrisa, porque convencía a Naruto de que ella era más que feliz, en su nueva vida como esposa; porque inclusive engañaba tan bien a sus padres, que estos halagaban constantemente al Uchiha; porque, hasta su maestra le daba más días libres, para que disfrutase de cuando su esposo estaba en casa, y no en ninguna misión. Y es que, efectivamente, Sasuke estaba constantemente en alguna misión. Sabía que eso era parte del castigo que le había asignado el consejo y la Hokage como condición para que pudiese volver a la aldea, pero ese castigo ya se había vencido hacia unos cinco meses.

Pero no era eso lo que formaba el vacío que sentía. No, ella ya era mayor y era una kunoichi, sabía que los días libres no eran demasiado abundantes, sobre todo en la vida de un ANBU. Era otra cosa.

Había tomado bastante tiempo descubrir que era esa "cosa". Sakura, comprensiblemente, fue la más feliz en la aldea, cuando su relación con Sasuke se había hecho oficial. Después de aquel almuerzo, el Uchiha comenzó a aceptarle más invitaciones, hasta que, una noche después de haber ido a cenar, él la besó, después de unos momentos se separó de ella, y sin decir ni una sola palabra, la llevó a casa. Y eso siguió repitiéndose algunos días más, hasta que el beso se tornó más caliente y demandante, y él terminó llevándola a su cama. Posteriormente a esa noche, por la mañana, Sasuke solo dijo "te vienes a vivir conmigo desde hoy" y la chica, comprensiblemente, no pudo negarse a tal orden. Ella estaba tan dichosa, que simplemente no cuestionaba nada. Y daba por oficial su relación, porque se sabía la única en la vida del chico, aunque en realidad él nunca pareció mostrar alguna atención para alguna de sus admiradoras. Sabía que era la única a la que besaba, la única que estaba en esa casa, y saber que estaba allí especialmente para recibirlo cada día, la hacía sentir que finalmente había complacido a sus —nunca más — tontos delirios adolescentes.

Y eso estuvo bien, durante algún tiempo. Sasuke no era más expresivo, pero las caricias y besos desenfrenados de cada noche, plantaron en su corazón la pequeña esperanza de que, con el tiempo, él lograría abrirse más a ella; y esta esperanza creció más cuando él le habló sobre matrimonio. No había sido una propuesta llena de palabras dulces o promesas, simplemente él le dijo que tenía intenciones más serias con ella, y que deseaba el matrimonio; por lo que la felicidad inundó cada rincón del cuerpo de Sakura, dando a gritos una afirmativa, pese a que en realidad ni siquiera había una pregunta de por medio.

Había disfrutado como una niña pequeña de la planeación, y el día de su boda. Parecía que todo lo que había soñado desde que era una pequeña niña de la Academia, por fin se hacía realidad.

Pero, como todo, poco a poco se fue desvaneciendo.

El tiempo pasó, y la realidad le cayó encima como un balde de agua helada. La dulce idea la vida de matrimonio que tenía, era exactamente todo lo contrario a lo que en realidad vivía. Sasuke la ignoraba casi todo el tiempo, cuando no estaba de misión; era grosero, y aunque no podía quejarse del sexo, era simplemente eso, sexo. Los días de antaño en el equipo siete, aquellos en que era llamada "molestia" y era tachada de estorbo, parecían repetirse ahora, sólo que por lo menos, unas diez veces peor. Y Sakura ya no era esa niña tonta, sabía y podía defenderse.

Las discusiones eran algo tan usual, que incluso le resultaban aburridas. Sabía exactamente que comenzarían con algún lagrimeo de ella, seguido por un reproche; sería ignorada por Sasuke o con suerte conseguiría un "eres tan molesta", ella soltaría una vasta selección de improperios y él le ordenaría callarse, ella seguiría gritando y él la callaría con un brusco beso. Y ella forcejaría, le tiraría golpes al azar, hasta que él le mostrara, furioso, su sharingan. Y finalmente, se vería obligada a dejarse llevar, o en su defecto, como era últimamente, reprimiría las lágrimas y se dejaría sumisa ante lo que su marido quisiera. Y eso la hacía sentir sumamente asqueada consigo misma.

Las primeras veces, aunque no tan malas, le habían dolido mucho. Y al pedir consejo, a las únicas mujeres que podrían ayudarle en esa clase de asuntos —es decir, su madre y su maestra—, simplemente, había recibido un "el matrimonio no es sencillo, las peleas son normales. No te preocupes demasiado por eso." de parte de ambas. Aquello la había confundido y decepcionado más, sobretodo porque esperaba que, con el temperamento de ambas, la apoyasen y hasta juraran patearle el trasero a su marido. No podía pedirle consejo a sus amigas, porque como ellas aún disfrutaban de su vida de solteras, probablemente no sabrían como ayudarla correctamente; ni a Naruto o Kakashi, porque ellos no sabían casi nada de esos temas y simplemente irían a darle una merecida golpiza a Sasuke. Y aunque eso resultara una agradable venganza, no solucionaba sus problemas, ni sanaba las heridas de su corazón.

Se sentía como una muñeca, porque Sasuke la usaba cómo quería y para lo que él deseara. No importaba lo que ella pensara, o sus sentimientos. Y eso le llenaba de vacío, de tristeza, impotencia, enojo y dolor.

Así que ahí estaba, infeliz y sola, maldiciendo su suerte una y otra vez. Alzó su vista para mirar el reloj, y se dio cuenta que sus divagaciones la habían distraído tanto, que el tiempo había volado, y ya daban casi las cuatro. No tenía apetito y la casa estaba relativamente limpia, así que pensó que lo mejor sería estudiar alguno de los libros de medicina un rato, así lograría distraerse de sus pensamientos.

—Tadaima. —Escuchó cómo se corría la puerta y su esposo entraba lentamente. Se levantó y camino hasta la entrada de la cocina, viéndolo dirigirse hasta ahí.

—Bienvenido —Le susurró, entre expectante, temerosa e indiferente. Sasuke la pasó de largo y se sirvió algo de agua en un gran vaso.

Suspiró. No esperaba menos, así que se volvió a la mesa para seguir leyendo su libro; sin embargo, pronto sintió la imponente presencia del Uchiha delante suyo.

—Sakura. —Pronunció firme, separando ligeramente cada sílaba— Salgamos. —Ordenó, tan amable como siempre. La joven obedeció, porque no le apetecía una discusión. Le siguió y salieron juntos de la casa, comenzando a caminar por los alrededores de lo que alguna vez había sido el barrio Uchiha.

Un silencio profundo los inundó, mientras él miraba profundamente todas aquellas casas viejas, rememorando el pasado. Se detuvo en una en particular, era una pequeña vivienda pintada toda de blanco y con el símbolo del clan. Sakura la observó extrañada, y pronto recordó haber escuchado que aquella era una clínica local, de una anciana doctora Uchiha.

—Sasuke-kun… ¿pasa algo malo? —Preguntó, cuando habían pasado más de veinte minutos y él seguía absorto en aquello que parecía más bien, un montón de ruinas.

—Quiero que tengas un hijo mío —Soltó, volviéndose a mirarla a los ojos.

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Notas: Okay. No sé qué decir. Para empezar, esta historia va a ser un gran drama. No sé cuantos capítulos va a durar, así que no sé por cuánto tiempo deban aguantar mis rareces jajajá.

Este primer capítulo se llama Doll, por una canción de Foo fighters. La historia completa va a tener su soundtrack, cada capítulo llevará el nombre de una canción y al final les pondré la banda, por si gustan escucharla y ver cómo queda el conjunto al final.

Tal vez este capítulo no diga mucho, pero quería darle un poco de misterio al asunto; con el tiempo ya daré más piezas y dirá más. Lo quería más melancólico, pero no me llegaba y me ha quedado muy shitty. Disculpen eso. ¿Les gustaría que la siga? ¿Es muy mala? ¿Debería retirarme? (léase todo con voz de anuncio). Por favor, denme su apreciada opinión en un review. Gracias por leer.

Pudin.