Disclaimer: Los personajes de Rurouni Kenshin les pertenecen a sus respectivos autores, editoriales y productoras. Es una historia destinada sólo al entretenimiento y sin fines de lucro.

Traducción del fic "Rengoku" de deeplydemented.

Canción: I'm in here, de Sia Furler. (Las canciones fueron elegidas por el/la autor/a original).


Capítulo Uno: 0.1 %

I'm in here,

Estoy aquí,

A prisoner of history

Un prisionero de la historia

Can't you hear my call?

¿No puedes oír mi llamado?

Are you coming to get me now?

¿Vienes por mí ahora?

I've been waiting for you to come rescue me

He estado esperando a que me rescataras

I need you to hold

Te necesito para soportar

All of the sadness I can not

Toda la tristeza que yo no puedo

Living inside of me

Y que vive dentro de mí


Era el primer día de trabajo de Kaoru en el Centro Médico Hikaru.

Desde afuera, no parecía un centro médico. Parecía algo sacado de un libro. Los girasoles se alineaban a lo lejos, y el camino serpenteaba hacia la entrada del edificio principal. Tres edificios de colores claros surgían detrás del principal. El complejo triangular se encontraba escondido detrás de altos y dominantes pinos. En letras grandes y oscuras, el nombre del lugar estaba grabado en medio del edificio principal.

Con un leve salto en sus pasos y arrastrando su equipaje, se acercó a la entrada. Un guardia de seguridad de aspecto severo inspeccionó su bolso y su equipaje. Le preguntó secamente el motivo de su visita. Cuando ella le contestó que era la nueva enfermera contratada, sacudió su cabeza y se disculpó, regañándose a sí mismo por no haber leído el registro. Le entregó un carnet de identidad amarillo y le sonrió, tomando su equipaje y diciéndole que podía llevar sus cosas después. Ella agradeció y le devolvió la sonrisa.

Como le indicaron, fue al tercer piso en busca de la Dra. Megumi Takani, la psiquiatra que la entrevistó para el puesto de enfermera residente. Kaoru y otros tres compañeros de clases cumplieron con los requisitos del trabajo pero sólo ella lo obtuvo. Cuando se enteró de que fue aceptada, se inclinó ante Megumi y casi besó sus zapatos de la alegría. Con un graznido suave, Megumi le pidió que se levantara y Kaoru obedeció avergonzada. Su primer día oficial era el Lunes, 7 de Noviembre a las 8:00 am.

Aparte de la reubicación, la oferta de trabajo era demasiado irresistible. El contrato de un año era automáticamente renovado a los ocho meses, si el desempeño era bueno. El salario era competitivo a los estándares de Tokio. Y no tendría que gastar mucho, ya que le daban comida gratis y un subsidio en ropas. Por supuesto, como era un hospital, le fueron dados seguros médico y de vida. Era el paquete perfecto. Demasiado perfecto para ser real.

Era el trabajo de sus sueños. Desde que podía recordar, Kaoru había querido trabajar para Hikaru. Por alguna razón, se sentía atraída por la apariencia del hospital. El centro raras veces ofrecía puestos, así que cuando la vacante fue anunciada, tomó la oportunidad a pesar de las protestas de sus amigos. Le decían que era un refugio para asesinos en serie. Eso podría ser verdad ya que nadie sabía quién estaba admitido en el hospital…era un recinto muy especial.

El Centro Médico Hikaru era una instalación de clase alta, propiedad privada del veterano de guerra, Saitou Hajime. Fue fundado hace 15 años, en medio de la Guerra de Boshin. En ese tiempo, el centro servía como refugio para los heridos. Ahora, el hospital atendía a pacientes con problemas especiales. Problemas mentales.

El Centro Médico Hikaru era un manicomio para ricos.

Kaoru siempre había estado fascinada por el funcionamiento interno de la mente. Cómo los pensamientos formaban palabras. Cómo las palabras afectaban a los pensamientos. Y cómo los pensamientos enfermaban a la gente. Sus amigos le decían que ella había elegido ser enfermera psiquiátrica para curarse a sí misma de su locura. Ella reía con ellos. La verdadera razón era algo que ella no podía revelar.

Y ahora estaba allí, 7 de Noviembre a las 7:00 am.

- Buenos días, Dra. Megumi. - Dijo Kaoru mientras se acercaba a Megumi en la enfermería. Estaba ocupada mirando los registros de las enfermeras cuando Kaoru la saludó.

La Dra. Takani era la psiquiatra en jefe de ese lado de la ciudad. Había estado en el negocio por 20 años. Asistió a los heridos durante la Guerra y junto con Saitou, ayudó a fundar el programa de salud mental para el Hikaru. Observando a Megumi, Kaoru pensó que no había envejecido ni un día. Un flequillo recto enmarcaba el rostro de la Dra. Takani. Su largo cabello negro estaba atado cuidadosamente con una cinta púrpura. Usaba una bata blanca pero debajo se visualizaba un vestido negro que podía confundirse con una ropa de fiesta.

- Bueno días, Kaoru. Sólo llámame Megumi. - Megumi dejó los registros.

La enfermería estaba vacía. Kaoru supuso que era por ser las 7 de la mañana.

- Puede llamarme Tanuki. Mis amigos me llaman así. - Dijo Kaoru.

- ¿Tanuki? ¿Algo así como un mapache-perro? - Megumi lucía confundida.

- Sí. Dicen que es porque tengo ojeras que parecen los ojos de un mapache, - Kaoru apuntó a sus ojeras, - y porque soy amigable como un perro. - Le dirigió una gran sonrisa.

- Oh, bien espero que no nos vayas a lamer. Las ojeras…no parece que hayas dormido mucho si estás tan temprano. Son sólo las 7:00 am. - Dijo Megumi, mirando su reloj.

Kaoru inclinó su cabeza. - Lo siento, Megumi-san. No pude evitar llegar temprano. Estaba tan emocionada. Estaba despierta incluso antes de que sonara la alarma.

Megumi agitó la mano para rechazar sus disculpas. - Entiendo. Así era yo hace quince añ…digo, cuando asistí a mi primer día.

Al darse cuenta de que podría haber revelado su edad a la nueva chica, Megumi se contuvo y se dirigió a la despensa de la enfermería. - A pesar de que me gustaría, no puedo guiarte y mostrarte el centro. Tengo que hacer algunas rondas. Komagata Yumi aquí, lo hará. Es una de las enfermeras titulares.

- Encantada de conocerla, Yumi-san. - Kaoru inclinó la cabeza para saludar a la atractiva enfermera. ¿Enfermera? Debió haber sido una geisha en su vida pasada, pensó Kaoru.

Yumi tenía un lunar bajo los labios, del lado izquierdo. Sus labios pintados de rojo brillante, resaltaban en su piel pálida. Usaba su cabellera castaña oscura atada a un rodete similar al de las geishas. Pese a su imagen delgada, era muy voluptuosa. Su uniforme de enfermera parecía diseñado para remarcar los lugares correctos.

¡Hentai! Kaoru se regañó a sí misma.

Eso hizo que Kaoru se preguntara si el centro requería que las enfermeras estuvieran así de... maquilladas. Si eso es un requisito renunciaré inmediatamente. Ni siquiera sé lo que es una máscara de pestañas, resopló Kaoru.

Sacando a Kaoru de sus ensoñaciones, Yumi dejó su café en la blanca mesa brillante. También inclinó la cabeza. - Igualmente. Bienvenida al Centro Médico Hikaru, - dijo con una sonrisa.

Megumi se volvió a Yumi y le dio instrucciones. - Yumi, por favor, procede a guiarla por el recinto. Conoces el recorrido.

Miró a Kaoru y le sonrió, - Estamos encantados de tenerte aquí, Kaoru. Bienvenida a la familia.

Girando sobre sus talones, Megumi las dejó. Sus pasos hacían eco por los pasillos.

- Por favor, ven conmigo. - Yumi se planchó la falda de su uniforme y movió su cabeza para indicarle el paso a Kaoru.

Todo el tercer piso estaba pintado de blanco inmaculado. Los azulejos cuadrados eran grises y de mármol. Aparte de eso, la misión y los programas del Centro Médico Hikaru, nada más podía verse en las paredes.

Kaoru siguió a Yumi a una oficina cerca de la central. Yumi entró a esa oficina carente de personal. Observó inicialmente una pila de pequeñas valijas al estilo Samsonite que tenían el logo de Hikaru pintado en el frente. Inspeccionó cada una y al encontrar la que estaba buscando, la sacó cuidadosamente de la pila. Le lanzó el equipaje a Kaoru.

- Éste es tu equipo. Contiene tu ID (carnet de identificación), uniforme, horario de trabajo y la biblia del centro médico. No es una Biblia literal, pero cumplimos con lo dicho allí. Rompe las reglas y lo pagarás caro. - Dijo amargamente.

Kaoru tomó su equipo y asintió con nerviosismo. - Entiendo, Yumi-san.

- Sólo te estoy tomando el pelo. ¿Podemos empezar el tour? Oh y puedes llevarte el equipo después. Es muy pesado.

¿Una valija de Samsonite conteniendo mi equipo? ¡Qué lujo! Pensó Kaoru. Dejando su equipo a un lado de la habitación, Kaoru la siguió.

Yumi guió incansablemente a Kaoru por la instalación. Aunque era una estructura de cinco pisos, el edificio principal recordaba a una gran casa. A diferencia del tercer piso, el resto era menos vacío. Cuadros de pintura abstracta y de motivos naturales llenaban las paredes color tierra. Kaoru forzó sus ojos para leer el nombre de los artistas y reconoció a algún famoso mangaka. Cada piso tenía una sensación artística única.

- Saitou-sama parece un fumador empedernido, - Kaoru ahogó un grito ante la descripción de Yumi, - …no le digas a nadie que dije eso…pero su esposa ha suavizado su comportamiento. Él personalmente compró esas pinturas y pidió a artistas locales que enviaran su trabajo.

Kaoru no podía digerir lo que había escuchado. - ¿Saitou-sama tiene una esposa? - murmuró.

- Puedes creerlo. Sigamos.

Yumi le explicó sobre la arquitectura del complejo. El edificio principal estaba en la parte central. Allí era donde estaban las habitaciones de los pacientes, así como también el laboratorio y los consultorios. En los tres edificios color pastel rodeando al principal estaba la actividad central, cuartos de las enfermeras, y un salón de actos. Reuniones importantes y fiestas se daban allí. El centro de actividades era el área común, que incluía un complejo deportivo donde se podía jugar—de manera supervisada—billar, ping-pong, tenis, badminton, o ajedrez; un gimnasio que contenía sólo una piscina interior y un sauna; y un patio abierto para leer libros o sólo mirar a la nada, como lo hacían los pacientes.

El complejo triangular encerraba un patio abierto en el centro limpiamente cortado. Varias sendas adoquinadas se intersectaban en el centro donde una fuente de agua bañaba una escultura abstracta. Parecía la silueta de un hombre y una mujer gritando pero mirándola de lado se podía interpretar que se estaban besando; y por detrás, el ángulo los mostraba tomándose de las manos. La razón por la que ésa fuera la pieza central del lugar desconcertó a Kaoru. Diferentes tipos de árboles se alternaban de manera aleatoria por todo el terreno. Había también cabañas esparcidas por el campo, rodeadas por un lecho de rosas blancas y camelias amarillas. En general, pasear por el jardín central era como pasear en el parque público.

Ser enfermo mental es como ir de vacaciones a alguna villa italiana cuando eres rico, pensó Kaoru.

- El programa de salud mental que ofrecemos, aunque estandarizado y abalado por la Organización Mundial de la Salud, está también personalizado para cada paciente. También participamos en ensayos clínicos para asegurarnos de suscribirnos a los últimos avances médicos. - En su camino hacia el salón de actos, Yumi fue interrumpida por un viejo que pasaba por allí, haciendo origami.

Kaoru boqueó al darse cuenta de quién era ese hombre. Era el ex Primer Ministro Okubo Toshimichi. Después de su escandalosa destitución, Okubo dejó Japón para retirarse a Europa. O por lo menos eso era lo que todo el mundo pensaba. Hubieron rumores de que tenía demencia pero Kaoru nunca imaginó que estaría en el Hikaru.

Viendo la reacción de Kaoru, Yumi enfatizó sus próximas palabras. - Como puedes ver, algunos pacientes son figuras políticas por lo que es imperativo que lo mantengamos en confidencia. Saitou-sama tiene amigos en las altas esferas que no son tan normales como los muestra la prensa. Tenemos que mantener la boca cerrada sobre estos temas. Eso fue lo que firmaste en ese contrato de no divulgación.

Yumi agitó su mano, indicándole a Kaoru que la siguiera.

- En tu equipo encontrarás también un mapa de esta enorme instalación. Te tomará un tiempo memorizar este lugar tortuoso pero no te frustres… todos lo estamos. Lo que no te tomará tanto será memorizar el nombre del personal. - Yumi la llevó al sector de enfermería en el cuarto piso donde estaban todas las enfermeras.

En efecto, no fue difícil memorizar diez nombres. Akane, Miyaka, Hatome, Kara, Zukita, Nekko, Uno e Irma. Eso asombró a Kaoru, que para tan enorme lugar, sólo hubieran 10 enfermeras (incluyendo a ella y a Yumi)…y todas mujeres. Yumi dijo que no había necesidad de enfermeros. Aunque se los podía encontrar en el centro de actividades, entrenando o supervisando a los pacientes en su recreo. También había visto a algunos en el laboratorio. Y por supuesto, a varios guardias uniformados en cada esquina del hospital.

- Pensé que seríamos muchos. - comentó.

- Oh, no querida. Rara vez abrimos vacantes ya que no hay necesidad. La proporción personal/paciente es óptima. Y además, nadie ha renunciado. - Yumi la tranquilizó.

- Pero el anuncio decía que estaban llenando vacantes. Habían por lo menos cinco puestos. - Dijo Kaoru con convicción, ya que se había memorizado ese anuncio.

- ¿En serio? No sé por qué el anuncio decía eso. Debió haber sido un error de Recursos Humanos. Nuestra oficial Kira no es conocida por ser prudente. - Desestimó Yumi.

Kaoru no pudo evitar una sensación de agitación en el estómago. Aunque sabía que la instalación era famosa por sus métodos poco ortodoxos y tecnología avanzada, se inquietó con lo que se había enterado. Una doctora, diez enfermeras. ¿En este gigantesco instituto mental? Literalmente es una locura, observó Kaoru.

Por curiosidad, volvió a preguntar. - ¿Megumi-san es la única doctora aquí?

Yumi asintió. - Ha estado aquí desde que el centro se transformó en hospital mental.

- ¿Quiere decir que ella hace turnos de 24 horas?

Esta vez, Yumi negó con la cabeza. - Hacemos turnos de 11 horas todos los días.

- Eso significa que estamos seriamente faltos de personal.

Yumi gruñó, cada vez más molesta con el interrogatorio de Kaoru. - No. Lo estamos haciendo bien. Gracias por tu preocupación, Kaoru. - Con los brazos cruzados, continuó, - Hay sólo 30 pacientes en este hospital. Un paciente puede quedarse con nosotros un máximo de cinco años. Curamos al paciente de su enfermedad en media década, ésa es nuestra garantía. Sino…

- ¿Sino? - Kaoru se inclinó hacia adelante, sintiendo que descubriría algo terrible.

Yumi la miró sin comprender y continuó, - Sino, pagamos por el tratamiento del paciente por los próximos cinco años en otro lugar. Por eso es que este lugar es costoso. Nuestra eficacia es del 99.9%. - Algo irritada ante las millones de preguntas de Kaoru, Yumi le dio la espalda y se encaminó hacia una pequeña puerta al final del pasillo.

Eso significaría que hay al menos un paciente que no ha sido curado. ¿Por qué entonces la instalación mantiene a esos pacientes? Antes de que le pudiera preguntar a Yumi, vio que había cruzado la puerta del final del pasillo.

Toda sensación de extrañeza se esfumó en Kaoru apenas vio el jardín de sakuras. Cerca de una docena de árboles de sakura rodeaban un pequeño banquito en el que cabía una pareja. Había pequeñas cabañas salpicadas por todo el jardín, parecía un lugar para hacer picnic. Sin embargo, ese banquito era el que le daba la vista completa del paisaje.

Yumi se sentó en el banquito e indicó a Kaoru que hiciera lo mismo. - Hermoso, ¿no? A diferencia de los árboles de sakura normales, éstos parecen no marchitarse. Saitou-sama debió haberlos empalmado o algo así. Cuando la carga de trabajo no es tan estresante, a las enfermeras les encanta venir aquí, contemplar los árboles y meditar.

Kaoru levantó la vista y se deleitó con lo que veía. Un suave viento agitaba los cerezos en flor. Uno de los pétalos cayó sobre la palma de su mano.

Por un momento, ambas guardaron silencio.

Yumi sabía que algo estaba perturbando a Kaoru. - Entiendo cómo te sientes. Aunque aprenderás a amarlo. Literalmente hay días locos pero luego está este jardín que te recuerda las cosas más simples y sanas de la vida. - Yumi inhaló profundamente, cerrando los ojos.

Kaoru asintió. Contempló el pétalo en su mano. - Realmente espero poder amar esto. - Dijo en voz alta sin querer.

Yumi la miró y frunció los labios.


Por favor, no llores. Todo está bien ahora. Está bien…

Estaba sucediendo otra vez. Las voces en su cabeza se volvían más ruidosas, retumbando cada vez más fuerte. Cada vez que pasaba, él se encogía en una esquina de su habitación y cerraba los ojos fuertemente hasta que se iban. Presionó sus manos sobre los oídos y se meció una y otra vez.

Por favor, vete. Por favor. Para. Se decía a sí mismo, aunque no sirviera de nada.

Las pesadillas lo perseguían. Cada centímetro de ella le recordaba a ese Día.

Su aroma. Su sonrisa. Su sangre.

Sus ojos se fijaron en una esquina. Vio una figura oscura, la silueta de su tormento. Una mujer de larga cabellera negra. Ojos tan negros como sus cabellos. Labios pálidos como la leche. Llevaba un ramo de flores de ciruelo blanco. Le ofreció una a él.

Él extendió un brazo, estiró su mano, arrastrándose hacia ella. Cada vez que se deslizaba más cerca, el aroma se hacía más fuerte. Cada vez que se deslizaba más cerca, ella se dejaba ver.

- Por favor, déjame ver esa sonrisa otra vez. - murmuró.

De a poco, estaba alcanzando la flor. Su pálida mano permaneció quieta, esperando por él.

Se sentó; al fin tomó la flor de ciruelo blanco e aspiró el aroma. Era tal y como la fragancia que él recordaba.

De repente sintió algo húmedo en sus labios y su nariz. Tocó la sustancia y se dio cuenta de que la flor se había licuado en un charco de sangre.

Miró hacia abajo, el líquido inundó el suelo y manchó sus pantalones. Levantó la mirada y vio que la habitación empezaba a sangrar. Lentamente volvió su mirada hacia ella.

Mientras él miraba sus ojos en blanco, ella gritó.

Y él también gritó.


- ¿Qué fue eso? - Kaoru se sobresaltó, con ese grito perforando su concentración. Cualquier pensamiento feliz que tuvo en ese momento sobre trabajar en ese lugar pareció desvanecerse con ese grito. Sonaba agonizante. Crudo. Doloroso.

- Obviamente eso fue un grito, Kaoru. Tienes que ser más perceptiva si vas a trabajar aquí. - Yumi chasqueó la lengua.

¿Por qué ni siquiera se molestó? Tonta de mí, ella ha estado aquí durante tanto tiempo que ya se acostumbró a eso. Le dio escalofríos de sólo pensar que también tendría que acostumbrarse a esos sonidos.

- Lo sé, ¿pero quién era? - preguntó Kaoru tímidamente.

Ignorando la incomodidad de Kaoru, Yumi sonrió y luego suspiró. - Lo sabrás muy pronto. Pero eso puede esperar. ¿Tienes hambre? Vayamos a comer.

Yumi regresó con Kaoru junto con las enfermeras. Comieron sus bentos y compartieron historias mientras tomaban sopa de miso. Dónde estudió (Escuela Médica Tanaka). Cómo lo hacía hasta ahora (Bien). Si tenía novio (No). Si alguna vez tuvo novio (No).

A pesar de las bromas y charla amistosas, a Kaoru se le puso la piel de gallina al recordar ese grito. ¿Quién es ese paciente? Se preguntaba Kaoru mientras tragaba un pedazo de sushi.


- ¿Estás seguro de esto? - Megumi le lanzó una mirada de desaprobación al hombre alto. Se sentó en una silla de caoba, de brazos cruzados sobre el pecho.

Saitou permaneció calmo, sentado frente a Megumi.

El hombre detrás del viejo escritorio de roble juntó las manos. - No hay otra manera, Megumi. - Dijo tranquilamente, notando la mirada de Megumi.

- ¡Estás arrastrando a esa pobre chica dentro de tu desastre! - Megumi se incorporó y golpeó el escritorio con sus manos.

- ¡Saitou-sama, di algo, por favor! - miró a Saitou, quien permanecía en calma.

- No hay otra manera, Megumi-san. Lo sabes. - El hombre seguía sentado y respondía fríamente.

- Pero…es muy peligroso. - Dándose cuenta de que había exagerado con su reacción, Megumi volvió a sentarse.

El hombre no dijo nada. En vez de eso, se incorporó y se quedó mirando el jardín de sakuras desde su ventana.

Megumi suspiró. - Siempre has sido testarudo.

- Y tú siempre has sido pesimista, Megumi-san. - Sonrió él.

- Sólo espero que tengas razón.

- Yo también. - Observó las flores caer sobre el banco del centro.


El trabajo se reanudó después de 30 minutos. Yumi llevó a Kaoru al ala de los pacientes.

- Kaoru, como te habrás dado cuenta, no hay tantos pacientes en este hospital debido al precio alto que hay que pagar. Aun así, puede ser demandante a veces, especialmente si un paciente está 'más necesitado' que otro. De todos modos, tenemos una política de que las nuevas enfermeras sólo pueden atender a un paciente por los primeros seis meses. Considéralo como una 'prueba' de tus habilidades como enfermera.

Kaoru se preparó para lo que oiría a continuación. Estaba emocionada y ansiosa. Finalmente, llevaría a cabo deberes reales de enfermera de la salud mental. Finalmente, se encontraría con pacientes que gritaban como ese hombre en el almuerzo. Aún tenía que decidir cómo equilibrar esas dos emociones.

- Así que por los próximos seis meses, atenderás únicamente a un afortunado paciente. - Yumi sonrió ampliamente, como si le estuviera diciendo a Kaoru que se había ganado la lotería.

Kaoru trató de corresponderle el entusiasmo. - Ya veo. ¿Y quién es el paciente?

- Tienes que ser 'paciente' Kaoru. Ahora estamos yendo a su habitación. Y sí, él era el que gritó hace un rato. - Yumi le guiñó un ojo.

A Kaoru se le hundió el corazón. El hombre que parecía poseído por mil demonios. Su paciente. - Oh, parece problemático. ¿No hay una política con respecto a que los nuevos empleados manejen... eh...casos más 'sanos'?

- Kaoru, por favor, todos son iguales. No hay un paciente más sano que el otro. Un paciente puede tener un buen día hoy y luego los hombres en modo frenético hasta se olvidan que tiene un pene debido a su locura. Algunas mujeres lo creen así. Así que ya sabes, la misma banana. Es una broma. - Dijo Yumi con naturalidad.

Kaoru no podía encontrar consuelo en lo que Yumi le estaba diciendo. Tampoco entendía por qué estaba nerviosa. Generalmente, este tipo de casos eran un desafío para ella. Incluso había buscado pacientes difíciles cuando era voluntaria en los hospitales. Tal vez sea por ese grito. Nunca antes había escuchado a alguien gritar así.

Trató de alejar sus dudas y preguntó para distraerse, - ¿Cuál es su historia?

Yumi suspiró. - Puedes leer sus archivos. Pero de todos modos, te doy una visión general: se volvió loco hace alrededor de 10 años. No querrías saber la razón. Es demasiado terrible. Tiene una cicatriz en forma de cruz en su mejilla que no ha desaparecido desde que fue admitido aquí. No estoy segura de si fue auto infligida. Siempre me olvidó de la historia.

"Se le ha diagnosticado como maníaco depresivo, esquizofrénico límite. Así que felicitaciones, tienes el paquete completo. La medicación regular no funciona con él. Fue sometido a varios ensayos clínicos para drogas nuevas que tratan enfermedades mentales múltiples. Además, está el tratamiento no farmacológico- terapia conductual cognitiva, hipnotismo, los trabajos – pero todo en vano. Parece estar condenado a ser loco toda la vida. O que se niega a ser tratado.

A Kaoru no le gustaba lo que estaba escuchando. Era la primera vez que manejaba un caso con enfermedades múltiples. Recordando algo, preguntó, - ¿No era que se derivaban pacientes a otras instalaciones si no se recuperaban en cinco años?

Yumi asintió. - Antes de que su 'contrato' con el centro expirara, Megumi lo sometió a otro ensayo clínico. Un último esfuerzo para curarlo. Él es su primer paciente, por eso es que está tan preocupada, creo.

Kaoru sintió que se acercaban a la habitación del paciente ya que los pasos de Yumi aminoraban. - Esa es una descripción suave para ti. Espero que estés preparada para él.

Se detuvieron frente a la última habitación de la planta. La puerta era de un blanco indescriptible. Era el único con ese color.

Yumi giró la manija de la puerta. Kaoru juraba que el tiempo se hacía más lento. Yumi abrió la puerta e hizo entrar a Kaoru. - Aquí estamos. Habitación 417.

La oscuridad recibió a Kaoru. Vio una mata de pelo color rojo sangre en la esquina más alejada de la habitación. El cabello se movía y se detenía de manera gradual. Unos ojos color ámbar se clavaron en Kaoru. Volvió a sentir escalofríos.

Al fin, Yumi pudo abrir las persianas. - Lo siento Kaoru, pero no le gusta la luz. Tenemos que conformarnos con algo de iluminación solar. - dijo.

Kaoru asintió débilmente. No podía sacarle la mirada de encima al paciente.

Largos mechones color carmesí cubrían el escuálido cuerpo del hombre. Estaba encorvado; sus piernas cruzadas estaban acurrucadas contra su pecho. Camisa y pantalón negro resaltaban su melena pelirroja. Su cabellera parecía sangre escurriéndose por todo su cuerpo. Una cicatriz profundamente grabada estropeaba el lado izquierdo de su rostro de alabastro. Él aún la miraba.

- Kaoru, éste es tu paciente, Himura Kenshin. Kenshin, ésta es tu nueva enfermera, Kamiya Kaoru.

Ninguno hizo caso a a la presentación de Yumi.

Kaoru trató de desviar la mirada pero estaba atrapada por las brasas de sus ojos. Kenshin no podía creer que fuera ella. Después de 10 largos años, ella había vuelto. El aroma a ciruelo blanco asaltó sus sentidos. Las llamas de esos ojos color ámbar le abrieron un agujero en su pecho.

Yumi observó en silencio.


I'm in here

Estoy aquí

Can anybody see me?

¿Alguien puede verme?

Can anybody help?

¿Alguien puede ayudarme?