Ok después de esas peticiones para hacer un fic largo de esta pareja, decidi complacerlos y complacerme, aunque una historia larga como tal no lo será pero si dejaré de lado mis clásicos one-shoots bizarros y espontaneos jaja. Sin más aqui les dej este fic, dedicado en especial a Zafiro, Clio, Tuski, Kitsu bah a todos.
*Prince of tennis no me pertenece*
"Texto entre comillas es el pensamiento del personaje"
Atobe don´t cry
Sleepless Pair
El frio de aquella noche de invierno se colaba por la fina tela de su pantalón, provocándole un escalofrío inhumano a su estilizada anatomía. Llevaba las manos metidas en sus bolsillos, intentando protegerlas de las inclemencias del fatídico clima, podía sentir el roce del viento estrellarse contra la suavidad de su rostro y sus cabellos ser despeinados sin piedad alguna. Sin embargo nada de eso le producía malestar alguno, pues en aquellos momentos lo único que ocupaba su mente era el rostro decepcionado del que hasta hace unas horas había sido su pareja.
"Jiroh" murmuró aquel nombre mirando hacía el cielo, permitiendo que algunas gotas de lluvia aterrizaran en la punta de su nariz, no supo con exactitud por que pronuncio con tanto anhelo el nombre de su ex pareja, quizás por el hecho de saber que le había destrozado el corazón y de paso el de él mismo. Comenzaba a pensar que quizás estuvo a pocos pasos de enamorarse del joven Akutagawa, pero la verdad es que estaba más que enamorado, sólo le faltaba descubrirlo.
Su distraída mente divagaba constantemente pero siempre teniendo como tema principal al dormilón de su colegio. Detuvo su andar al percatarse que al fin había llegado a su modesto hogar, estaba por tocar el timbre de la enorme mansión cuando de inmediato la servidumbre corrió a su encuentro, las rejas de acceso se abrieron y de inmediato pudo sentir que su cuerpo era cubierto por unas mantas y una sombrilla que lo protegía de la incesante lluvia.
-Joven Keigo ¿dónde se había metido?- la voz preocupada de su nana lo sacó por unos instantes de su ensimismamiento.
-Estaré en mi cuarto, que nadie me moleste… pero ante de eso quiero un poco de té- sin más emprendió el camino al interior de su hogar, subiendo con decisión cada escalón de la inmensa escalera de mármol. Recorrió el alfombrado pasillo que lo conduciría a su habitación en donde podría descansar y meditar lo sucedido hace unas pocas horas. Ya en la comodidad de su recamara suspiro aliviado ante la tranquilidad que esta le brindaba, se dejó caer sobre su cama, disfrutando del estado de confort que le trasmitía el aroma de sus almohadas y cojines.
"Manzanilla…" en efecto, ese aroma lo tranquilizaba y le relajaba lo suficiente como para caer dormido y no pensar en nada más, aunque en esos momento se sentía intranquilo, pues ese aroma impregnado sobre su cama le recordaba el olor de los cabellos de Jiroh. Frunció el ceño con molestia, enfadado consigo mismo de no poder sacarse a ese joven de la mente, de golpe se levantó de la cama y se metió al baño, no sin antes dar un portazo en señal de fastidio. Después de algunos minutos salió del cuarto de baño con una bata de sedosa tela en color vino, secando su cabello con una pequeña toalla.
El dulce aroma a manzanilla inundo su sentido del olfato una vez más, pero esta vez no provenía de sus almohadas o cojines, el aroma venía de una tetera, entonces recordó que pidió un poco de té para poder relajarse.
"Habiendo tanta variedad de sabores me traen de manzanilla" pensó con sarcasmo ante su mala fortuna. Sirvió un poco del liquido en la diminuta taza de porcelana, tomó asiento en la elegante silla que estaba cerca de su cama para después cruzar su pierna derecha por encima de la otra, recargando su tobillo en la rodilla izquierda, echó para atrás su cabeza dejando escapar lo que bien podía describirse como un leve quejido. Sujetó la taza caliente entre sus manos, absorbiendo la agradable temperatura que tenía aquella pieza, después de satisfacer aquel deseo abrió levemente sus labios para poder beber el suave liquido, tomó con delicadeza el ojillo de la taza.
El contacto contra sus labios fue un poco molesto, estaba más caliente de lo que imaginaba.
"Estúpido té" maldijo el joven heredero, decidido a que no se quemaría una vez más, movió en repetidas ocasiones la taza, creando leves ondas en el agua con sabor a manzanilla, miraba este sencillo fenómeno como si fueses lo más interesante del mundo, veía como la sustancia se estrellaba contra las paredes de la porcelana.
"Interesante…" se relajó aún más, acomodándose de la mejor manera posible en la silla, como si se estuviera preparando para quedarse dormido por un largo periodo, más no deseaba dormir, quería pensar, sólo pensar y nada más…aunque lo que su mente se empeñaba en recordarle, era lo que había sucedido aquella tarde en la piscina de su casa.
¿En verdad ese era el limite de Atobe Keigo?...
Horas antes…
El color nacarado del cielo anunciaba la próxima llegada de la que seguramente sería una pacifica noche en vela para Atobe y Jiroh. El joven de tez bronceada permanecía sentado al borde de la piscina chapoteando sus pies en la superficie del agua, observaba divertido como sus pies salpicaban una y otra vez gotas de agua por doquier, era algo simpe, casi igual de simple sencillo como Akutagawa, pero no por ello dejaba de ser disfrutable.
Por su parte, Keigo nadaba de un lado a otro, echando un vistazo de vez en vez al aniñado joven con quien desde hace más de un año y medio compartía más que una cariñosa amistad. Le divertía verlo jugueteando como infante, pues a pesar de ya contar con diecisiete años, se seguía comportando como el mismo niño que conoció en el auditorio de Hyotei. Era esa esencia del castaño lo que tanto le gustaba.
Se detuvo a mitad de piscina, viendo con una disimulada sonrisa al de ojos marrón, era gracioso ver como este luchaba para no ser picado por los mosquitos, manoteando en todas direcciones, alejando a los molestos animalitos lejos de su cuerpo. De nueva cuenta se puso en movimiento y nadó hacía la orilla sujetándose de ella para abandonar la tibieza del agua, se sentó junto al chico favorito de Morfeo y le presto exclusiva atención a cada ademan y gesto del castaño.
-¿Qué pasa, Keigo?- preguntó con curiosidad y sin esa "canción" que delataba flojera en la voz de Jiroh.
-No pasa nada, sólo te veo- no sonrió ni mucho menos, habló con voz pausada y relajada, carente de ternura alguna, pero Akutagawa no se dejaba amedrentar por esa pose tan fría de su chico, de una u otra forma siempre terminaba consiguiendo robar una sonrisa de labios de Atobe.
-¿Y soy lindo?- guiño un ojo en un gesto de coquetería, gesto que hasta el mismo Keigo adoraba por sobre todas las cosas.
-Si, eso creo, eres muy lindo- ¡Eureka! Una vez más había arrancado ese gesto tan sexy que adornaba el rostro alegre y seductor del joven capitán de Hyotei. No es que Atobe fuera un amargado, le gustaba consentir a Jiroh, cuidarlo, pero sin ser en demasía obvio, temía que si el castaño descubría cuanto poder tenía sobre él, pudiese abusar de alguna manera. Por eso prefería sonreír como bobo cuando se sabía solo o a sabiendas de que el niño dormía, ahí no tenía nada que ocultar, sólo así se podía mostrar sincero en verdad.
-Atobe… ¿no me escuchas?- arqueo una ceja y su rostro se convirtió en un puchero infantil, tan espontaneo y natural que reflejaba por completa la pureza del joven Akutagawa.
-No seas niño, claro que te escucho- su acompañante no le creyó del todo y giró su rostro a otro lado fingiendo indignación, Keigo rió en silencio, adorando ese comportamiento de infante que seguía caracterizando al dormilón a pesar de ya contar con 17 años. Sintiéndose atraído por la piel canela, acercó sus labios hasta el hombro húmedo de Jiroh, besando con tranquilidad la bronceada tez del joven, abrió un poco más sus labios para abarcara más espacio, siendo ahora su boca la que humedecía con suaves besos aquel hombro, creado casi imperceptibles sonidos que alertaban que los labios de Atobe succionaban con vehemencia ese pedazo corteza.
-Haces cosquillas- se quejó el muchacho, sintiendo erizar hasta el ultimo de sus ondulados cabellos, le gustaba cada que Keigo le daba esos "besitos" tan suaves, era un contacto dulce pero a la vez con esa chispa de sensualidad que imprimía su capitán a la relación.
-No te quejes, las cosquillas te gustan- murmuró Atobe sin despegarse de su entretenida labor.
-Espera… desde ayer quiero preguntarte algo- el buchou de Hyotei no detuvo su labor, estaba demasiado extasiado saboreando el hombro y cuello del castaño joven, pero cuando sintió a Jiroh despegarse se detuvo. No se molestó, pues cada que el niño no deseaba algo, el jamás le obligaba, de alguna manera le agradaba saber que el cariño que le tenía a ese descarado holgazán, le permitía procurarle y cuidarle todo lo necesario. Estaba con Akutagawa para cerciorarse de que nadie le haría daño, que nadie más ería dueño de sus pensamientos, que nadie más en el mundo sería tan importante para Jiroh, como Ore-sama lo era desde que se conocieron.
Después de todo, no había nadie mejor para Jiroh que el gran Ore-sama.
-Dime- respondió el dueño de aquella residencia, mirando el movimiento del agua y los destellos que esta regalaba, sintiendo asus espaldas el calor del sol que estaba por ocultarse.
-Ya llevamos mas de medio año saliendo, pero nadie lo sabe… ¿no crees que ya deberíamos decirles?- un leve tono carmesí cubrió sus pómulos brillantes, se imagino el grito escandaloso que daría Gakuto, la vergüenza ajena de Otori, las condolencias por parte de Shishido y el silencio de Oshitari, sería gracioso ver sus rostros a comprobarles las sospechas que tenía el equipo de Hyotei.
-No- cortante y directo, así fue la reacción de Keigo.
-¿No? no ¿por qué?- al menos tenía la esperanza de dialogar al respecto, no esperaba una respuesta tan fría y determinante.
-Por que Ore-sama no cree que sea correcto-
-¡Pero Atobe! …- estaba por quejarse cuando vio a su pareja ponerse de pie.
-Entiende, ¡no!- no le gritó pero el volumen había sido algo elevado al común, entonces Jiroh sintió una opresión en el corazón, vio a Keigo de pie, imponente e inalcanzable siendo favorecido por el astro solar a sus espaldas, ni el mismo sol podía opacar a ese hombre, el mismo astro rey cuidaba las espaldas de Atobe. Entonces recordó cuando le conoció, desde ese momento le supo inalcanzable y esa realidad lo había vuelto a golpear en aquellos instantes.
-¿Por qué?-
-Ore-sama no puede andar en boca de todos, no debe dar de que hablar con temas tan banales como este-
-¿Nuestra relación es banal?- el castaño era tranquilidad pura, pero en ese momento sintió hervir su sangre.
-No- por un momento se tranquilizó, pero lo que vendría después, seria verdaderamente lo más cruel del mundo –es que no puedo… no….no creerán que termine estando con alguien tan…ordinario, Jiroh y me cuesta…-
¿Coraje? No, aquello era algo pero que un ataque de ira, SU capitán lo estaba lastimando como nunca creyó, deseaba llorar como muchas otras veces, gritar y manotear de manera incontrolable, por primera vez tuvo sensaciones de querer golpear a alguien y medio matarlo, sus ojos ardían y se ahogaban en lagrimas saladas, los nudillos de sus manos estaban más que marcados, amenazando con soltar un puñetazo en cualquier momento. ¿Ordinario? ¿Tan poco lo valoraba Atobe? ¡Que importaba! Después de eso ya no había mucho que hacer ahí, sabia que su buchou había tenido problemas para aceptar su homosexualidad, que incluso entre ellos nunca hubo una declaración por medio de palabras, sólo fueron necesarias algunas acciones que evidenciaron lo que sentían el uno por el otro, momentos inolvidables para el corazón de ambos, pero lo que acababa de decir Keigo… deseaba poder olvidarlo a toda costa.
-¿Ordinario?-
-No espera, no quise decir eso…- quiso sujetarlo por los brazos pero un movimiento escurridizo, Akutagawa se alejó de él. Algo era cierto, el no quiso decir lo que su mente ordenó articular, esa no era la palabra que el deseaba expresar.
-Lo se- bajo la cabeza y emprendió el camino para el interior de la casa, Keigo quiso seguirlo, pero se mantuvo quieto y con ese ardor en los ojos que en pocas ocasiones sentía. Sabia que esa sensación presagiaba lágrimas rodando por sus afiladas mejillas, y eso simplemente no iba con Ore-sama, aunque por dentro sintiera que estallaba en llanto eso era algo que nunca mostraría físicamente. Respiró con fuerza intentando calmar el estado de ansiedad por el que estaba pasando… ¡demonios que no quiso decir eso! ¿Cuándo fue que se volvió un estúpido que no pensaba lo que decía? ¿Cuándo dejo de pensar para sólo hablar a lo idiota?
Lo único que quiso decir de manera diplomática, es que aún era un cobarde que le daba miedo aceptar su situación sexual, si, tenía miedo, miedo a ser señalado, peor aún, miedo a que alguien se atreviese a burlarse del niño que con tanta dedicación cuidada y amaba, a eso es a lo que más miedo le tenía… ¿ordinario? ¡Jiroh era todo menos eso!
En un arranque de furia con el mismo se metió de golpe en la piscina, lo único que intentó decir es que la vida simple y despreocupada del castaño lo había enamorado…
"¿Enamorado?... "se sumergió en el agua intentando no pensar en su recién descubrimiento, tenía mucho por pensar.
Eso había pasado tan sólo unas horas atrás, después de eso salió a caminar, se mojo con la fuerte lluvia, pensó en todo y nada a la vez… después regreso a la calidez de su hogar y se adentró a su recamara, ahora estaba ahí, sentado en su cómoda silla bebiendo té de manzanilla.
¿Realmente ese era el límite de Ore-sama? ¿Tan poco era lo que podía ofrecerla a Jiroh?
Bebía de su té por simple gula, no deseaba ese liquido caliente, no deseaba nada que tuviera en su mansión, el deseaba algo imposible por el momento, deseaba poder darle algo más que un romance secreto a Jiroh, deseaba a Jiroh en ese momento, deseaba tenerlo ahí y no sentir ese nudo en la garganta que lo hacía sentirse débil… también deseaba llorar pero….
Los chicos no lloran Atobe…
Me dolió, sufri al hacer este capítulo, no estoy nada acostumbrada a ver fics donde algunos de los dos sufra -hablando de fics de la Sleepless Pair- asi que para irme acostumbrando... no me odien, mejor adorenme jaja. Nos vemos en Dream Pair...
