01» Sombras
Fecha y Hora Desconocidas
Lugar Desconocido.
Oscuridad.
Sólo oscuridad, sombras, voces, risas, gritos y golpes...sin mencionar las torturas físicas posibles y sin dejar cicatrices para "hacerme cantar".
Torturas físicas, torturas psicológicas...en un par de ocasiones usaron torturas medievales. ¿Por qué motivo?
El 14 de Agosto del 2015 hubo un asesinato. Una agente de la Interpol, Alice Brust, había sido asesinada por un conocido asesino a sueldo: Shelly DeKiller.
Las acciones de DeKiller corrompieron a todo mundo, fijando sus ojos en mí por defender a quien era acusado falsamente como el asesino.
En el juicio se logró revelar que quien había sido "asesinado": se encontraba preso en el sótano del teatro de una universidad. Se trataba de mi compañero: Jake Morgan.
-¡Habla ya, zángano! -gritó un hombre a mi derecha, mientras me daba un puñetazo a mi cara, haciendo que perdiera el conocimiento una vez más, como era usual.
Me golpeaban, me electrocutaban, me estiraban...me desvestían para meterme en un contenedor con agua helada hasta llegar al punto de casi ahogarme, y reanimarme solo para amenazarme con volver a hacerlo. Éstos tipos estaban locos...furiosos. No sabía el peso de la muerte de la agente Brust. Y todos seguían creyendo que yo tenía algo que ver con DeKiller, debido a unos turbios recuerdos del pasado. Cosas que deseaba eliminar de mis memorias...
¿Cuántos días habían pasado ya? Ni lo sabía. Mi cuerpo estaba débil: Comía algo similar a un engrudo y tomaba agua, lo cuál poco tiempo después de ingerirlo hacía que empezara una pelea callejera dentro de mi estómago entre el impulso de vomitarlo y el dolor de mi estómago tratando de procesar la lodosa sustancia.
-Vaya... -habló una voz muy conocida. -Tenemos a alguien muy resistente. O muy necio...
Por primera vez en mucho tiempo, la puerta de mi celda se abría por completo y no solo por la rendija para deslizar la bandeja de comida rancia. Se trataba de Aiyana Reeves, la joven agente de Interpol de cabello rosa y ojos verdes que me había topado en ambas ocasiones...
-Sin dudas eres un héroe para la porquería de gente que hay aquí. Nadie ha durado tanto sin confesar. -dijo con una sonrisa, mientras que arrastraba una silla y se sentaba en ésta, con una pierna cruzada por encima de la otra. -Pero éso se acabó. Mañana mismo, irás a juicio. Un tribunal en ésta misma base, en el cuál tendrás la última oportunidad de hablar, o de ser condenado. Tú eliges.
Con una ligera sonrisa y una mirada asesina, ella se levantó del lugar, arrastró la silla una vez más, y se retiró de la celda donde me tenían confinado.
¿Un juicio? ¿Tribunal? Honestamente, no tenía sentido para mí cualquier cosa. Ni que me preguntase a mí mismo. Todo terminaba siendo igual: sinsentidos que no acababan en algo lógico. Probablemente estaba tan mal nutrido y desorientado que hasta divagaba sin saberlo.
Pero tenía que pensar claramente solamente una pregunta: ¿Tenía la fuerza para revelar los asesinatos dentro de la Facultad Universal Drahamon? Era más que obvio que habían sido revelados a la luz, y éso había tomado mucha de mi fuerza de voluntad. Más por el hecho de que aparte de unas cuantas personas más, yo lo viví. Jake, por otro lado, por la posición en la que estaba, sirvió de "asistencia"...pero más allá de éso, mi estado emocional y mi estado mental se habían hecho trizas con lo que viví dentro. Recordar ésos hechos me traían un horrible dolor, además de un rencor contra quien había sido la mente maestra tras ése caos: el rector de la Universidad Drahamon. Kevin Cadem.
Las horas pasaron, y yo terminé dormido. En mi sueño, logré ver no solo a Aiyana, pero también veía a Jake, a Dean Eastfield, a Melissa Balek...a mi hermano...
Todos estaban de espaldas, murmurando cosas el uno al otro. Cosas como "No puedo creer que esté implicado con DeKiller...", "Mi propio hermano, cómplice de un asesino...", "Una vil escoria capaz de cooperar con ése asesino a sueldo...".
-¡De pie, cucaracha sarnosa! -gritó un guardia, despertándome de mi corto sueño. ¿Ya era el día siguiente? ¿Pronto comenzaría mi juicio?
Un ligero dolor me vino a mi brazo derecho. En mi antebrazo, podía ver cómo tenía un parche justo en el área de la intravenosa. ¿Cuándo había pasado éso?
-¡He dicho que te levantes! -amenazó el guardia, además de dar un fuerte puntapié a mi estómago. El dolor me hizo escupir toda la masa lodosa que se había acumulado en mi estómago. Una sensación asquerosa, mientras que el guardia solo se reía junto a otro compañero suyo. Con enfado, asqueado y adolorido, miré hacia ambos guardias mientras seguía regresando aquella pastosa mezcla.
-Oye, parece que tardarán en llegar. -dijo un guardia con una sonrisa maliciosa, mientras me veía a los ojos.
-Sí, éso creo yo. -respondió él, ignorando mis ojos llorosos y confundidos. ¿Por qué diablos tenía que ser tratado así?
Ambos comenzaron a desabrochar sus cintos, retirándolos de sus pantalones, y uniéndolos por ambos extremos. Uno de ellos se quedó en la entrada de mi celda, la cuál no me había dado cuenta que estaba abierta, con su mano izquierda cerca de su cintura y su pulgar en la cintura del pantalón; con su mano derecha, sujetando el cinturón.
-Anda. Te doy la iniciativa. -dijo éste guardia, mientras que su compañero, con una sonrisa maliciosa, sujetó su cinto a semejanza a un látigo, listo para lanzar el primer golpe. Con su mano derecha, tomaba fuerza su golpe. Con la izquierda, iba directamente al cierre de su pantalón.
-¡¿Qu-qué diablos...?! -apenas pude pronunciar con una voz ronca, mientras que seguía escupiendo la sustancia lodosa.
-Aprende. Así se castiga aquí, niño. -dijo éste, mientras se preparó para tomar impulso, y soltar el latigazo.
Para mi sorpresa, oí un látigo. No tuve idea si había mojado el pantalón de susto o no, pero si tenía en mi mente que yo estaba acabado.
-¿Que sucede aquí? -preguntó una voz femenina muy clara y fría.
Al lanzar una mirada hacia la puerta, noté que había alguien ahí. Se trataba de una mujer. Una mujer que parecía traer puesto algo que me recordaba a los trajes de los jinetes de equitación. Botas negras, pantalón blanco, una camisa blanca que iba por debajo de un chaleco negro con broches turquesas y dorados, y por encima de ésta una chaqueta abierta color negra, la cuál le llegaba a las rodillas; sin mencionar el adorno de cuello que traía, junto con un broche color turquesa. En sus manos, las cuales estaban cubiertas por guantes oscuros, llevaba un fuete color café. Su cabellera celeste y grisácea estaba recogido de cierta manera que sobresalía un poco por encima de su cabeza, mientras que un par de mechones provenientes de los lados de la cabeza caían a ambos lados hasta la altura de sus hombros. Pero lo que más me atemorizó fue la mirada gélida que dirigía a los guardias: mirada generada por un par de ojos celestes. A pesar de que el lunar debajo de su ojo derecho le daba cierto tipo de atractivo, mirarla así hizo que mi piel se erizara.
-¡Lárgate de aquí! -gritó el guardia más cercano a mí. Sin haberlo notado antes, el guardia que estaba más cerca de la puerta había sido abatido por ésta mujer. Su compañero, el cuál salió al ataque a defender a su amigo, fue atacado por ésta misteriosa mujer. Dos latigazos, tres, cuatro...cuatro latigazos más después, el guardia cayó al suelo, mientras que entraban un par de hombres vestidos con pantalones grises y chaquetas largas, afelpadas y de color negro.
-¿Señorita Von Karma? ¿Que sucedió? -dijo uno de los guardaespaldas.
-Éste par de guardias...son un torpe par de tontos que tontamente trataron de atontar a éste...tonto. -dijo ella, mientras se cruzaba de brazos y seguía lanzando una mirada oscura y asesina.
-¿Quiere que nos hagamos cargo de ellos como es debido, señorita? -dijo el otro guardia.
-Por favor. Y paguen con la misma moneda, si no es mucha molestia. Un par de guardias así en éste lugar pueden llegar a traer problemas a otros guardias. ¿Me hago entender?
Con una simple orden, los caballeros tomaron a los dos corruptos guardias y los sacaron de la celda. Por mi parte, me levantaba de mi lugar con mi propia fuerza, mientras que ella se cruzaba de brazos.
-Si no tienes la fuerza suficiente para levantarte, mejor quédate ahí como un tonto gusano torpe que se revuelca torpemente en su charco de tonterías.
Sorprendido, la miré con algo de enojo. Mi cuerpo tembló, y sentí un ardor en mi interior. ¿Me quedaría así, siendo insultado? No...no era así como me lo había preguntado en ése entonces. ¿De verdad me quedaría en el suelo, recibiendo ayuda? ¿No tenía la fuerza para levantarme por mi propia voluntad y salir adelante, justo ahora que no tenía a alguien para ayudarme?
Temblando y adolorido, logré ponerme de pie. Mi barba estaba ensuciada con la masa lodosa y gris que había salido de mi interior, pero me dirigí al lavabo que tenía a un lado mío, y logré quitarme la suciedad de mi rostro y de mi boca. Después de regresar una última vez lo restante de ésa comida, me incorporé correctamente y miré a aquella mujer con determinación. Mi rostro desafiante fue respondido con una sonrisa ligera, para luego hacerse a un lado y cerrar sus ojos.
-Iremos al tribunal. Antes de llegar, serás "acicalado" y bien alimentado. No nos agradaría el testimonio de alguien a quien tuviese que ser despertado cada cinco o diez minutos por tontamente caer dormido como un tonto, debido a que tontamente no recibió su tonta alimentación correctamente.
Mi mirada cambió por un momento al escuchar ésa palabra. "Testimonio". La pregunta era: ¿Quien era ésta mujer? Mientras salía de mi celda, le seguía viendo con confusión.
-Disculpe la intromisión pero...
-Tonto. -dijo ella sin tener que guardárselo. -Solo un tonto hace tontamente preguntas tontas. Y creo saber cuál será su torpe pregunta: "¿Quién es usted?".
Era algo predecible, y no me sorprendía. ¿Me diría quien era ella?
-Soy Franziska Von Karma. Y soy la fiscal en ésta oportuna ocasión.
