Fairy Oak

Derechos de Elisabetha Gnone

El hada del nombre impronunciable.

Querido Diario, aquí Tebe, por primera y última vez quizás; empiezo a relatar todo lo que recuerdo desde que llegué a este encantador pueblo, no sé cuanto tiempo me quede, pero prometo que hasta el último minuto, seguiré escribiendo, esperando que alguien encuentre esta historia y no se pierda en el olvido, todos los maravillosos momentos y hazañas que pase con mi querida brujita, a la cual cuide hasta el último segundo de mi corta vida, mi querida Shirley.

Escucho ruidos, ¡se aproxima!, Shirley esta atónita, esta demasiado asustada, mi pequeña y joven brujita especial. No entiendo porque alguien se va a ensañar con una niña tan pequeña, mi pequeña solo tiene cuatro años, hace muy pocos años perdió a su madre y aun no se recupera completamente de ello, sigue creyendo que su madre la abandonó. Me gustaría haberle podido contar toda la verdad antes, pero ya es muy tarde, el ya esta muy cerca, si solo mi hermana estuviera aquí.

¡BANG!

No sé que fue ese ruido y no deseo saberlo, me escondí dentro de la ropa de Shirley, ella se abrazó de Mr. Berry y de Barolo, me hubiera gustado ser de más ayuda, pero si algo me caracterizaba de entre todas las hadas, es que siempre había sido la más miedica de todas. Ojala hubiera sido más como mi hermana Feli, ella no hubiera dudado en defender a su bruja, aunque hubiera tenido que combatir mano a mano con el enemigo mismo. Pero yo no soy así, soyunahadamiedica, soyunahadamiedica.

¡BANG!

¡Otra vez!, cerré mis ojos con fuerza y me abracé de la ropa de Shirley, juraría que ella apretó aun más fuerte a Barolo, ya que el perro se quejó del abrazó, pero no se aparto de ella ni un segundo. El siempre ha sido así, un noble y fiel compañero, amigo incondicional y hasta compinche de las travesuras de mi pequeña Shirley. Pero últimamente la edad esta haciendo achaques en el pobre Barolo, quien aunque no es tan viejo, ya no le puede seguir el ritmo a mi pequeña brujita, vamos, ni yo puedo hacerlo y no llego ni a los mil años.

¡BANG!

Otro ruido y me vuelvo a esconder, siento que mi pequeña Shirley quiere llorar. Hay un límite para lo que un hada, aun un hada miedica como yo puede soportar y ver a mi niña llorar, ¡A MI PRECIADA NIÑA LLORAR!, es una de las que no puedo soportar. Armada de valor y para proteger a mi pequeña, yo creo que más por lo segundo, me liberé del ropaje de Shirley y a toda velocidad salí volando. Shirley no dejaba de llamarme mientras lloraba, pero no podía evitarlo, era para protegerla.

¡PARA PROTEGERLA DEBO ABANDONARLA! Por fin lo entendí, llore a mares cuando me separe de mi pequeña brujita, ¡adiós Shirley!, dije entre lágrimas, mientras escribía las últimas palabras en este libro, el cual soltaré entre el pequeño cofre detrás de la ventana, junto a las pinturas del pueblo y debajo de las lámparas de forma graciosa, espero que siga ahí y que alguien pueda encontrarlo entre tanto trasto viejo. ¡Es que en esa casa jamás botan nada! Curioso, rumbo a la batalla más grande de mi vida y aun río, supongo que siempre es bueno afrontar todo con alegría, así que en lugar de relatarles mi terrible batalla, mejor me despido con un pensamiento:

"Adiós mi querida Shirley, mi pequeña brujita especial, si encuentras este diario algún día, recuerda, ¡Te dije que limpiaras tu habitación!, por favor, sigue practicando tus bellas operas que te salen tan bien, cuídate y no me fui porque quisiera. Lo hice, porque no tenía otra salida, te amo mucho mi pequeña brujita especial, adiós. Tebe"

Firmo mi diario, lo selló con un beso mágico y procedo a esconderlo, al que lo encuentre, por favor, contad la historia que leyeron aquí. Mi pequeña Shirley no merece ser olvidada jamás, si la encontráis aun con vida, cuidad de ella como a vuestra hija, adios, Sitristetúestáisdecírmeloquerríasentoncesyotebesaríaparadartepartedemialegría o solo Tebe.