¿Yo, padrino? Bien, creo que deberían admitirlo a viva voz, la paternidad los ha vuelto locos. Vamos, en mis mejores épocas, Sirius Black era el mejor padrino que tu hijo o el de tu vecino podría llegar a tener. Buena apariencia, a la última moda, elegancia nata, el mejor conquistador y creador de bromas, mi ingenio era incalculable, ¡pero vamos! El chico se ganaba la lotería, tanto que me hubiese adoptado de padre en lugar de a Cornamenta. ¿Pero ahora? Digamos que estoy atravesando una tremenda mala racha y no tengo donde caerme muerto. Estoy en la Orden Ad-honorem (Dumbledore es codo), y la herencia del tío Alphonse, bueno, ya no está tan abultada como antes… bueno… a decir verdad, le pido prestado a James de vez en cuando… estoy un poco endeudado. Mi madre se niega a darme una libra o un Knut partido al medio y me niego a humillarme ante ella y mi padre. No, no y mil veces no. ¿Qué clase de desquiciado me querría para cuidar de su primogénito? James se ríe otra vez y mi rostro es un poema al terror. Creo que es idiota, definitivamente la paternidad lo ha embrutecido.
- No puedo.
- ¿Por qué? Canuto, eres mi hermano… ¿Quién mejor para enseñar a un Merodeador en potencia? - la pelirroja frunce el ceño ante el comentario- Además eres la mejor persona para cuidar a Harry si un día Lily y yo ya no estuviésemos más.
Buena esa James, un terrible golpe bajo. Me muevo incómodo, como si el sofá tuviese espinas y finalmente digo, intentando parecer despreocupado.
- ¿… y eso qué?... no puedo. Estoy muy ocupado, ni siquiera recuerdo el nombre de la criatura- miento y me acomodo la barba mientras miro al jardín donde Harry juega con un carrito de juguete. - Elijan a Peter o a Lunático, él es más responsable…
- Ya se lo pedimos- se apresuró en decir Lily y eso si me molestó un poco… bastante, no lo puedo negar. ¿Yo, "el gran Sirius Black", la última opción?
- Yo no tuve nada que ver- dijo James lavándose las manos. - Lo hizo a mis espaldas- me susurró.
- ¿Y ninguno quiso? - pregunté sorprendido.
La pelirroja se encogió de hombros con indiferencia. Suspiro ofendido rascándome la barbilla. El pobre niño estaba desamparado, nadie lo quería apadrinar. Un pobre desgraciado.
- Lo pensaré. Pero no quiero que se ilusionen...
- Perfecto- dijo James poniéndose de pie y buscando la cámara. - Hay que retratar el momento. ¡Lily!
- Estoy aquí querido.
- Cierto, lo siento amor estoy muy emocionado. Toma, acomódala por favor, que no entiendo cómo funciona. Hay que retratar el momento en el que Sirius Black se volvió un hombre responsable.
- Esperen, no dije que sí. - era en vano. Absolutamente en vano. No me escuchaban, la pelirroja colocaba la cámara en el trípode mientras James salía en búsqueda de mi ahija… digo, su hijo.
Apareció segundos después cargando al niño sobre su regazo. Pequeño y regordete. Sí, odio a los niños. No nací para ser padre, evidentemente.
- Ya- dijo Lily mientras se colocaba a un lado y James me entregaba a Harry. - Solo diez segundos.
Harry no miraba al frente, había fijado sus tremendos ojos en mí y con una de sus pequeñas manos había comenzado a tirar de mi cabello que en aquel momento llevaba suelto. Dolía, sí. ¡Y como un demonio! Pero el mocoso había comenzado a reírse con tanta sinceridad que juro me contagio. Ese niño tenía magia, encantador como su padrin… digo como yo, como el gran Sirius. James y Lily se voltearon a verme e inmediatamente comenzaron a reír con ganas.
- ¡Tienes el cabello verde Canuto! - gritaba James mientras se destornillaba de la risa ante mi incrédulo rostro. En aquel momento el destello de la cámara.
