Hola gente, cuanto tiempo, lo sé. Soy mala muy mala, no actualizo y me pongo a publicar cosas nuevas, prometo hacerlo de verdad, es solo que tuve un arrebato creativo muy creativo xD así que tenemos esto por acá, espero que les agrade y creo que le haré 3 capítulos para acabar y continuar con lo otro. Es algo diferente a lo que escribo normalmente así que espero que me den sus opiniones sin pena, se siente bien regresar, muchos saluditos.

Título: Seducción

Por: Lucrecia Arctica

Disclaimer: Beyblade no es mío, sino probablemente habría sacado como chorrocientas mil temporadas más.

Summary: -Todo es acerca de seducción –me decía mientras jugaba inocentemente con su corbata –podrías tenerme si quisieras. Tragó hondo, sabía lo que significaba, si daba el siguiente paso él se convertiría en una terrible adicción y las adicciones son para toda la vida.

-:-:-:-:-:-:-

Chapter 1: Bryan

Su nombre era Bryan Kusnetzov y era un simple hombre de 27 años, en sus años dorados si quieren decirle así. Había crecido en una buena casa, con una buena familia, sus padres eran gente honesta y trabajadora que habían hecho de todo para proveerle de lo mejor y él había sabido recompensarlos; tuvo siempre las mejores calificaciones de la clase, participaba en todas las actividades extracurriculares que se le cruzaran (incluso las que sonaban ridículas) y era practicante de muchos deportes, especialmente el futbol americano; el deporte que más amaba que le dio por demás el físico que tenía del que estaba enormemente orgulloso: tenía hombros anchos y caderas estrechas, brazos modelados y un abdomen con él que dejaba a más de una mujer sin aliento. Cabe decir que según su perspectiva, sus padres habían hecho un buen trabajo con él, porque además era apuesto, ojos verdes y piel blanca, ello no era algo que se pudiera omitir; probablemente era el joven más centrado y social que pudieras haber visto. Quizá si hacían un relato de la perfección pudieran usarlo como analogía, o era lo que su ego lo había llevado a pensar.

A los 18 años y con el currículum que tenía no le fue difícil conseguir una beca para una universidad prestigiada, si en el instituto había hecho de todo por ser el mejor, en la universidad no fue una excepción. Era el capitán del equipo de futbol, presidente de una fraternidad, miembro de múltiples clubes selectos y representante de alumnos. Uno de los estudiantes más populares por no decir que el más popular de todos, tuvo novias de poco tiempo y aventuras de una noche. Asistió a fiestas y tenía un amplio círculo de amigos.

Se gradó un año antes de lo previsto a los 22 años de la carrera de negocios, con honores y con todas las cartas de recomendación que pudo encontrar. Le ofrecieron trabajo por todas partes entre sus conocidos pero rechazó las ofertas, era orgulloso. Había decidido tomarse un tiempo para pasar con sus padres y luego encontrar un trabajo valiéndose de mí mismo, con sus logros y comenzando desde abajo.

Entró a la empresa Biovolt en la víspera de sus 25 años y valiéndose únicamente de su currículum en mano, lo aceptaron a pesar de ser un novato y empezó en la parte más baja de la cadena alimenticia: como una asesor que hacía más trabajos de secretariado que de negocios, pero aguantó y pronto vio su oportunidad en una reunión. Los jefes decidieron darle un puesto de mayor importancia donde ahora era supervisor de las nuevas ideas de inversión de capital pequeño. Una parte de la empresa se dedicaba a otorgar créditos y ser socio de pequeñas empresas mientras que otra sección, la sección verdadera se encargaba de las sumas grandes y las inversiones en la bolsa. De comprar empresas y restaurarlas, de hacer capital de verdad para volverlo a invertir, esas personas no ganaban el sueldo que él, ellos ganaban uno mucho mayor y además el 20% de las ganancias que sus manejos generaban, eso quería decir que si ellos embolsaban a la empresa una ganancia de 10 millones de dólares, 2 millones de dólares le correspondían como bonus. Era la grandeza a la que aspiraba, una vez obtenido dinero suficiente pensaba en independizarse y empezar su propia gran empresa y ahora él sería el que sentaría a descansar mientras otros administraban y le hacían ganar dinero mientras él podría estar en un jacuzzi con la modelo de moda rumbo a una isla de Grecia o era ese el objetivo al menos.

Mantuvo la dedicación de la misma manera como en toda su vida, en ese caso sacrificó la vida social a cambio de obtener resultados rápido. Únicamente salía cuando la necesidad llamaba y acababa en un bar ligándose a una rubia con grandes tetas que se muriera porque la llevara a la cama, algo casual que le quitara el estrés. Entonces podía volver a trabajar. El manejo adecuado llevó a que al cumplir los 27 años y llevar 2 años en la empresa, le ascendieran a uno de los grados más altos, a la sección que quería. Ahora ya era un inversor, le dieron una oficina en el edificio central que tenía el tamaño que cualquier jefe corporativo debía tener. La satisfacción ante esto fue puro éxtasis. Cuanto había recorrido para llegar hasta ahí en tan solo 2 años y sin ayuda de nadie, todo había sido logrado por él y ahora comenzaba el reto de verdad, era solo cuestión de tiempo para que sus sueños se materializaran.

Pero siempre se olvida, que las pesadillas también son sueños.

Fue en su primer día después de instalarse en su nueva oficina que al bajar del edificio y dirigirse al estacionamiento que lo miró. Era un chico pelirrojo cuya edad debía rondar entre los 25 y 30 años impecablemente vestido de un traje de conocido diseñador que se subía en ese instante a su limosina, le miró atravesándole con sus indiferentes ojos azules sin parpadear, como si su imagen no le impresionara. Él si me impresionó, le pareció que su mirada reflejaba una ausencia de alma, como un cascarón sin yema por dentro. ¿Quién era ese chico misterioso? Probablemente lo descubriría al día siguiente en el trabajo, si tomaba su vehículo aquí es que debía estar por alguna razón, a lo mejor era trabajador o cliente.

Y así sucedió.

Cuando llegó con su traje y zapatos lustrados, con una sonrisa autosuficiente y las mancuernillas en el lugar correcto lo vió salir de la oficina mayor, que sabía que albergaba al dueño de todo Biovolt. No se movió al verlo, pareció esperar a que se dirigiera a su oficina y cerrara para irse, o era lo que pensó. ¿Quién rayos era ese tipo? ¿Qué importancia tenía para hablar directamente con el jefe? Le vinieron múltiples celos empresariales y la resolución de que debía averiguar su procedencia y destruirlo, nadie iba a hacer el prodigio en esta empresa más que él, uno de sus fuertes era la juventud y la experiencia que parecía mostrar a pesar de esta, no iba a dejar que ese pelirrojo con tela cara le quitara eso.

No le costó mucho coquetear sutilmente con una de las secretarias (la que le habían asignado) para develar la información que necesitaba.

El chico era Yuriy Ivanov, 27 años, graduado con honores en negocios internacionales en una prestigiosa universidad en el extranjero. Después de su graduación comenzó a trabajar en la empresa en el puesto que actualmente ocupaba, era uno de los cinco al mando después del dueño de la empresa. La gente no sabía mucho de su vida privada porque él no la dejaba entrever y sus compañeros eran hombres mayores con los que era compresible, no gustara salir o convivir. No intercambiaba más palabras que las necesarias, todos sabían que era un prodigio y no se metía con nadie.

Pero por sobre todo, era el protegido del dueño, era el hijo adoptivo de Boris Valkov, el propietario y la mente maestra de Biovolt.

Con eso entendió el porque de su trabajo en la empresa, era un junior, adoptado pero junior. Lo único que llamó su atención fue que nadie consideraba que su trabajo le fuera dado por ser hijo del dueño: las personas pensaban que de verdad lo merecía. Eso era inusual.

Ahí comenzó su obsesión por ese joven apuesto que había conseguido todo con solo un pestañar de ojos.

Comenzó a observarlo y descubrió que siempre tenía los mismos patrones, llegaba no saludaba a nadie y se metía en su oficina. No salía a la hora de comer, siempre llegaba su secretaria con su comida cada día. A punto de las 6 de la tarde salía con toda sus cosas y su limosina le esperaba en la puerta del edificio. A veces hablaba con Boris, pero era lo único que alteraba su rutina. Aprendió sus tiempos y puso el plan en marcha, para destruir a tu enemigo debes conocerlo primero y bien dice el dicho que tengas a tus amigos cerca y a tus enemigos aún más cerca. Algo sacaría de esto, estaba seguro y confiaba en su mente de negocios que siempre me guiaba hacía el camino correcto.

Ojala la soberbia no lo hubiera orillado a ir más allá.

-:-:-:-:-:-

-Hey Ivanov –saludó el viernes mientras metía su mano antes de que el elevador se cerrara. Lo había interceptado con cronometraje, sabía que a esa hora el elevador era suyo. Quería ponerlo incómodo, saber que pensaba de él, que me atrevía a hablarle aunque él no deseara hablar con ninguno de ellos.

-…- su respuesta fue una mueca a forma de media sonrisa y una mirada fastidiada de arriba abajo.

-No he tenido tiempo de presentarme…

-Sé quién eres –pausó dramáticamente –sé todo de todos, Bryan Kusnetsov

Y lo dejó con la boca abierta antes de bajar del elevador y meterse a su bunker empresarial.

-:-:-:-:-:-

Esta vez sí que le había ganado la ronda, lo tomó por sorpresa. Esperaba que fuera un geek antisocial que le gustaba aislarse, pensaba incomodarlo y hacerse su amigo al encontrar a una persona carente de habilidades para socializar. Era obvio que estaba equivocado y el incomodado había sido él.

Pero había trazado un plan y quería seguirlo para obtener información que le llevara hacia la ideación de otro, era obvio que estaba en desventaja, él debía tener la información sobre él, al fin y al cabo era el jefe y estaba a su cargo.

Le dijo a su secretaria, Clarissa, que hablara al señor Ivanov para una invitación a comer ese mismo día, ella no estaba muy feliz de hacerlo pero era su trabajo. Recibió un no como respuesta de María, la secretaria de Yuriy. Era algo que había previsto, lo asediaría hasta que aceptara, hasta que se sacara tanto de sus casillas que solo le quedara gritarle o demostrar otra emoción, sonrío ante ello, no podía esperar.

Pero la sorpresa fue para él, al cabo de las seis, cuando ya estaba alistando sus cosas para salir, Clarissa dijo adiós entregándome una nota que el mismo Yuriy Ivanov le había dejado encima de su escritorio antes de bajar por el elevador. Esperó a que se fuera y ansioso lo abrió, no sabía que podía contener, la saliva se le secó ante una variable más de sus investigaciones.

Era un papel blanco, doblado por la mitad, que al abrirlo rezaba con tinta roja, pulcra y moldeada:

"Deja de acosarme, jodido maricón"

-:-:-:-:-:-:-:-

Corrió para alcanzarlo antes de que se subiera a su limosina, pero no era necesario, él le esperaba enchaquetado con su puerta abierta. Al verlo sin aliento en la entrada simplemente sonrío con suficiencia y se subió al vehículo.

Round 1, Ivanov 1, Kusnetsov 0

¡Qué carajos acababa de ocurrir!

-:-:-:-:-:-:-

Nunca había tenido inclinaciones sexuales hacia hombres, nunca siquiera había pasado por su mente. Siempre le habían gustado las curvas de las mujeres y tenía una debilidad clara por las rubias que poseyeran un par de buenos atributos, eran su sello aunque no le hacía desprecio a castañas o pelirrojas, eso último le supo ácido al pensarlo. Caminó a su auto, tomó el celular y hablé a Paula, una rubia de ensueño, con curvas provistas en los lugares precisos con la que solía acostarse con frecuencia y que le satisfacía de la forma en que le gustaba. Quedó con ella en su casa en un par de horas, tiempo suficiente para darse una ducha y pedir algo de comer, puede que Paula fuera una mujer fácil pero todas las mujeres merecían un buen trato. Por lo que pidió la cena para que tuvieran algo en el estómago antes de follar, estaba tan enojado que esa noche no le iba a dar tregua, quizá y si tenía suerte tampoco en todo el fin de semana.

Llegó a casa e hizo lo previsto, ella llegó con un vestido blanco ceñido como le gustaba y que le dejaba adivinar el tipo de lencería con la que pensaba agradarle. Cenaron, la desnudó y la llevó sin demora a la cama, un conjunto de lencería roja y negra muy revelador. Fue el último pensamiento que tuvo antes de dejarse llevar por los sentidos.

Si había algo que siempre sucedía es que a pesar de que pudiera estar horas con una mujer, siempre soñaba, soñaba normalmente con el acto que acababa de ocurrir, eso hacía que se empalmara nuevamente y echara un gustoso polvo mañanero. Pero esta vez no ocurrió, soñó con muchas escenas confusas que involucraban una oficina a cuya puerta no podía llegar y cuando al fin lo hacía, un pelirrojo con una sonrisa de satisfacción se daba la vuelta y seguía su camino. Despertó sudado pero empalmado, se sintió asqueado ¿Por qué su cuerpo tenía esa reacción aún con ese sueño tan extraño? No se puso a pensar demasiado, lo atribuyó a que era el comportamiento habitual de su cuerpo, soñara o no soñara con el acto. Despertó entonces a Paula y echó su polvo de las mañanas.

-:-:-:-:-:-:-

Salió de la habitación para ir al trabajo en lunes y viendo la habitual nota que había dejado Paula junto al teléfono junto con su ropa interior diciendo que venía por ella después. Se había quedado todo el fin de semana con él en la habitación y era su modo de decir que le gustaría repetir nuevamente. Sonrío ante su picardía, le encantaba Paula.

Su plan debía tomar otra dirección, lo que había pasado no era algo de ninguna forma esperado y sospecho que quizá el pelirrojo estaba también tanteando el terreno que él era, pero él siempre había sido el entrevistador y no el entrevistado. Así que no iba a dejar que eso sucediera, debía cambiar de estrategia.

Pero al parecer el pelirrojo ya tenía su estrategia dirigida, porque lo esperaba en el elevador con esa sonrisa de suficiencia y un maletín bajo el brazo.

-Hola –le dijo con su voz aterciopelada, que no había escuchado con anterioridad mientras se subían al elevador

No podía simplemente preguntar que rayos había sido la nota, no podía, él podría negarlo y sentir que llevaba el mando de la situación.

Él no le respondió porque no le salían las palabras, subieron en silencio y el pelirrojo salió antes que él siquiera lo intentara.

-¿Qué? ¿Hoy no piensas invitarme a comer? –le dijo riéndose de forma burlona antes de voltear y dirigirse a su oficina, dejándole nuevamente con la boca abierta.

-:-:-:-:-:-

Ivanov se estaba burlando de él y no podía permitirlo.

Trataba de pensar de que forma él había delatado sus movimientos para él jugara con él de esa manera y no encontró ninguna forma. Nada se le había escapado, no se había delatado ¿qué rayos estaba sucediendo?

Decidió mantener su postura de pausa y obviamente no lo invitó a comer. Pero en la salida lo vio nuevamente esperándolo al salir, lo miró antes de subir a su limosina sin mencionar palabras.

De igual manera a la mañana siguiente lo esperaba para el elevador, no mencionó palabra. Luego lo esperó en la salida, sin palabras otra vez. Así se repitió durante una semana.

Estaba irritado, no sabía que juego estaba jugando ni cuáles eran las malditas reglas. Ni el sexo logró hacer que olvidara su situación. Pasó una semana más y se repitió la rutina, se estaba volviendo loco.

Al iniciar la tercera hubo un cambio significativo, él espero de nuevo en el elevador y se dirigió a su oficina. Pero al encender su ordenador de escritorio, su fondo de pantalla había sido cambiado por un fondo blanco y la palabra "marica" en tinta roja. Era obvio que él había sido ¿qué se proponía? ¿Quién rayos era Ivanov? Decidió que era hora de hacer una ofensiva, está vez lo seguiría y descubriría donde vivía o a donde se dirigía, necesitaba más datos para poder planear un contraataque.

Bajó exactamente en el momento que el click de la puerta de la limo se escuchó, se subió al auto y siguió el vehículo a una distancia prudente y certera para no ser descubierto. Supo que algo andaba mal cuando llevaba más de 1 hora conduciendo y la limo se dirigía a las afueras, pero no podía echarse para atrás, necesitaba algo ahora más que nunca. El vehículo condujo media hora más y llegó a un puerto, aparcó en el sitio donde se podía ver un conjunto de bancas que daban vista al mar. Levantó la ceja ¿un romántico que le gustaba el mar? No, a lo mejor un encuentro de negocios o mejor, si tenía suerte quizá el encuentro con un amante. Aparcó y bajo del auto dispuesto a sorprender, se encontró con el chofer de la limo sentado en la banca disfrutando de la vista, no se sorprendió al verlo.

-¿Señor Kusnetsov? Me han dicho que le entregue esto

Un sobre blanco, con una hoja blanca doblada a la mitad que al abrirla, con tinta roja decía "marica".

-:-:-:-:-:-:-

Pudo haber tenido un accidente mientras enojado conducía nuevamente a casa, tomó una ducha y gritó toda clase de insultos inimaginables hasta que se sintió más tranquilo pero no satisfecho. ¿Quién se creía para decirle marica repetidamente y qué rayos quería de él? La pregunta le angustiaba y solo podía imaginar romper el cuello frágil del ojiazul con sus brazos deportistas, el mismo que debía estarse burlando de él con una copa de vino en esos momentos. Imbécil, hijo de puta.

Pero no se saldría con la suya, no más.

Al llegar no le esperaba en el elevador, era lo mejor porque no habría respondido de él si hubiera tenido la oportunidad de dañarlo tan de cerca. El plan ahora era averiguar de qué trabajaba y sabotearlo, todos se iban del edificio a las 6, esperaría un poco más y averiguaría que tramaba. No había fondo de pantalla, todo transcurrió tranquilo. A las 6 y veinte salió de su oficina e inspeccionó que nadie se encontrara ahí, ni un alma, se dirigió a la oficina. No tenía llave.

Yuriy Ivanov estaba adentro detrás del escritorio con su cómodo sillón/silla con una sonrisa llena de satisfacción.

-Hijo de puta… -fue lo único que alcanzó a decir.

-Hola Bryan –saludó mientras se levantaba y se colocaba de espaldas al escritorio y frente suyo –me extrañaste

-¿pero qué…?

-No me esperabas, esto es una sorpresa obviamente –sonrío.

Estaba en una situación incómoda, era el hijo del jefe, no debía estar ahí, ¿cómo había sido tan estúpido?

-No voy a delatarte si es lo que piensas, pero creo que ambos sabemos la verdadera razón por la que estás aquí

-Yo solo, yo… -no tenía excusas, debía escapar cuanto antes

-Es obvio que me deseas, lo vi y lo veo ahora en tu mirada

¿Pero de qué coño estaba hablando? ¿Desearlo? ¿En serio?

-No me hagas reír

-Oh, no me digas que no has fantaseado conmigo en algún momento

No pudo evitar recordar el sueño y su consecuencia, pero eso distaba de ser una fantasía obviamente.

-Bingo –susurró entre labios

-Te equivocas, yo no fantaseo contigo

-¿Ah sí? ¿Y cómo explicas es problema que tienes ahora en las piernas? ¿Eh, marica?

No pudo sentir más temor que cuando cayó en cuenta de que el pelirrojo decía la verdad, él podía ver su excitación aunque no se había percatado de ello. No quería decir nada, probablemente fuera el momento, la circunstancias o simplemente, que el pelirrojo le resultaba atractivo de forma inconsciente. Pero a él nunca le habían atraído los hombres, no tenía sentido.

-No me llames marica, no lo soy

-Lo sé, él marica en esta habitación soy yo –dijo mientras se adelgazaba el cabello con los dedos restándole importancia –tú solo estás obsesionado conmigo, te sientes atraído hacia mí

-No me gustan los hombres

-Lo sé, lo que quieres es humillarme –pausó –que mejor manera de humillarme podrías encontrar que empotrarme a este escritorio y reclamarme como tuyo, pero no creo que lo hagas, eres demasiado cobarde para eso

En ese momento perdió la razón. Tomó al pelirrojo del cuello y lo besó duramente, él correspondió de la misma forma pero no duró mucho. Esto era una cuestión de dominación, no era de disfrute. Lo volteó y empotró contra el escritorio, el ojiazul quiso ayudarlo quitándose los pantalones pero no lo dejó, él no iba a hacer nada, no era el que mandaba ahí y debía saberlo. Le sustrajo los pantalones y se abrió la bragueta, se posicionó y sin preguntar ni contemplaciones lo penetró de una vez.

Pudo escuchar como él hacía un ruido que no se distinguía entre el dolor y el disfrute, no se detuvo y lo embistió con fuerza, descargando su furia, dominándolo, humillándolo. El ojiazul no paraba de gemir, estaba a su merced, era suyo, su propiedad. Pasó un tiempo antes de que él orgasmo le llegara y le hiciera despertar de ese ensueño, las marcas de uñas en el escritorio y los labios entreabiertos de Ivanov al verlo suplicante mientras estaba dentro de él lo hicieron caer en cuenta.

Él había follado a un hombre, pero no a cualquier hombre, al hijo de su jefe, al que consideraba su enemigo y que le estaba volviendo loco. Se tapó la boca con una mano al ver el semen desparramado en el piso ¡Oh Dios mío, qué…!

Se subió mal los pantalones y salió corriendo de ahí, no se detuvo hasta llegar a casa, condujo lo más rápido que pudo daba igual si se mataba en una accidente, su vida no tenía sentido ahora. Se duchó más de 1 hora, no podía evitar escuchar en sus oídos los gemidos de Ivanov y recordar cómo había perdido el control, estaba enfermo, se sentía sucio. No pudo dormir en toda la noche, habló para reportarse enfermo, pidió una semana de descanso y se la concedieron. Tenía suficiente dinero para darse el lujo de tomar unas vacaciones, tomó un vuelo hacia una ciudad lejana para huir de lo que había pasado.

Pasó la noche en bares coqueteando con mujeres y llevándolas a la cama, se la pasó bien con cada una y se sentía como quería, perdido en si mismo. Pero una jugarreta del destino, una noche se puso verdaderamente borracho, y en su borrachera un hombre se acercó a coquetearle. Los hombres coqueteaban a veces con él y los repelía, ahora que estaba en esas condiciones el hombre intentó besarlo, solo atinó a decir "no…"

Su pensamiento fue hacia el pelirrojo, él frente a él y el escritorio detrás, sintió ganas de desnudarlo y empotrarlo de nuevo contra el escritorio. Pero ese hombre no era Yuriy.

-Te dije que no imbécil –lo golpeó en la nariz dejándolo sangrando

El bartender detuvo la pelea y llamó a un taxi para llevarse a Bryan, estaba lo suficiente borracho como para llamar a la policía y que pasara la noche en la cárcel. Se fue sin rechistar, llegó a su cama de hotel y se recostó dejándose dormir.

-:-:-:-:-:-:-

En la mañana siguiente fue consciente de lo que había pasado, un hombre lo había besado y él había pensado en Yuriy. Había sentido mucho asco cuando lo besó, pero el asco no estuvo cuando Yuriy estuvo en su mente, incluso recordó y tuvo ganas de follarlo en la oficina. Abrió grandemente los ojos porque se sentía confundido, necesitaba respuestas, él no era gay, pero Ivanov parecía haberlo tentado y provocado, no era gay porque el otro hombre no lo atrajo ¿qué estaba pasando?

Tomó medicina para la cruda y tomó un vuelo de regreso a casa, estuvo en la ciudad en punto de las 4, pensó en ir a su habitación pero tenía una corazonada, siempre seguía sus corazonadas.

A las seis y veinte, todos en la oficina ya se habían ido. Subió al elevador y entró a la oficina. Ahí estaba el pelirrojo esperándole, esta vez su sonrisa no era burlona ni autosuficiente, su sonrisa era dulce, tranquila, una señal de paz.

-Hola Bryan

-¿Sabes porque estoy aquí, no?

-Creo saberlo

Se sentó en una silla, el escritorio los separaba, el puñetero escritorio.

-No soy gay

-Lo sé

-Tú lo eres

-Así es

-¿Y cómo tú sabías?

-No lo sabía

Esto confundió a Bryan mucho más de lo que pudiera imaginar, él no sabía pero parecía tan autosuficiente.

-Es mi secreto –interrumpió antes de que pudiera decir una palabra –nadie lo sabe, cuando me invitaste a comer quería saber si eran tus intenciones. Eres atractivo, era obvio que me interesara. Pero reaccionaste de una forma diferente a como esperaba, luego está esa mujer rubia tan atractiva, yo también suelo acostarme con mujeres en ocasiones, te vi porque te seguí una vez, soy todo un stalker –pausó un momento dejándolo respirar.

-Jugué con tu mente un rato para ver que intenciones tenías, quizá eras gay de closet, no te conocía, solo medí tus reacciones y jugué mis cartas. Ese día en que apareciste simplemente estaba esperando a que te fueras porque no quería toparme contigo, pero tú viniste a mí y decidí provocarte y sucedió lo que sucedió. No tenía idea de lo que hacía y luego te fuiste esta semana.

Bryan no podía ni siquiera pasar la saliva, las cosas tenían sentido.

-¿La carta?

-No subí a la limosina ese día, me fui con mi padre, le dejé las instrucciones al chofer de que si alguien lo seguía hiciera esa maniobra, se lo había ordenado desde una semana antes, fue coincidencia

-No soy gay

-Lo sé, te gustan las mujeres y nunca te habías acostado con un hombre, lo sé por la forma en la que te comportaste ese día

-Pero entonces

-Bryan –suspiró tranquilo – no intentes definirte, no es que seas gay o no lo seas, que si te gustan las mujeres y te acostaste con un hombre. Todo es acerca de seducción –me decía mientras jugaba inocentemente con su corbata –podrías tenerme si quisieras.

En ese momento salió del edificio, tomó su auto y manejó sin rumbo hasta que el cansancio lo hizo detenerse en una calle vacía.

Tragó hondo, no entendía bien que lo que estaba pasando pero sabía lo que estaba sintiendo. Ese pelirrojo tenía de algún modo razón y sabía lo que significaba: si daba el siguiente paso él se convertiría en una terrible adicción… y las adicciones son para toda la vida.

Continuará….

-:-:-:-:-:-

Se aceptan opiniones, denle click al botón ;)

Lucrecia Arctica~