PRÓLOGO
(O cómo acaban los cuentos sin final feliz)
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque este sea el ultimo dolor que ella me causa,
y estos sean los ultimos versos que yo le escribo.
-Pablo Neruda-
Dicen que si la vida no te sonríe, le tienes que hacer cosquillas.
- ¡Señor, se deja su maleta! - exclama el conserje que los ha acompañado desde el avión (un vuelo privado permite esos lujos). Cuando su cliente no se gira, insiste tocándole el hombro. Una decisión con seguridad desacertada, piensa el chico, cuando es lanzado por los aires por lo que parece ser su cinturón de cuero y metal; hasta hace un momento un complemento de lo más inofensivo.
Erik Lensheerr, alias Magneto, tiene una visión muy... flexible de los dichos populares, por no decir que le traen sin cuidado, igual que la educación, la no-violencia y otras convenciones sociales varias. Para él, cuando la vida no te sonríe, le das una patada y bueno, ya verás como al menos enseña los dientes.
El señor Lensheerr tiene la constitución de un soldado, la astucia de un comandante y la arrogancia de un general, y lo peor de todo es que lo sabe. A sus 32 años es un alemán de aspecto serio, con el pelo moreno domesticado hacia atrás (aunque si se descuida se le ondulará por el flequillo) y ojos que han sido bendecidos con un color cambiante según la luz que los ilumine o las sombras que acechen detrás: azul a veces, muy oscuro, otras gris como el acero, y otas verde musgo. Viste bien, como un burgués, aunque no suele faltar a su atuendo su cazadora de piel beige favorita.
Interiormente, casi nadie en este planeta le conoce de verdad:
Los modales son para él aliados cuando útiles, sutilmente olvidados cuando inconvenientes y repetidamente violados cuando simplemente le apetece. Un momento puede ser un cabellero inglés, al otro un tirano abusón, y la frontera que separa los dos es tan fina como una hoja de papel.
¿Inteligencia? Sin duda la posee. ¿Sabiduría? No tanta. Obviamente tiene cultura, pues habla a la perfección tantos idiomas como dedos en una mano, y siempre se mantiene actualizado en cuanto a economía y política se refiere, aunque en el campo de la ciencia puede ser patoso.
¿Corazón?
Se han oído rumores de que en algún profundo y oscuro lugar de su pecho, existe uno. Aunque casi nadie lo ha visto. Y si de verdad lo hay, lo más probable es que ya haya caducado.
Así pues, este misterioso pero tremendamente atractivo (para qué negarlo) personaje, pasea por el aeropuerto de Hearthow (inaugurado hace un tiempo como aeropuerto civil), en Londres, recién llegado junto a sus seguidores de su última pequeña aventura en Somalia, donde ha presenciado alguna que otra atrocidad contra semejantes suyos sólo por levitar o tener tres piernas.
Ah, no lo hemos comentado, pero Erik Lensheerr y su pandilla de secuaces (por llamarlos de alguna manera) son mutantes. Ya sabéis, gente con poderes, bichos raros o como los queráis describir. El caso es que las 4 personas que caminan tranquilamente entre cientos de humanos podrían ser la peor pesadilla de éstos si así lo quisieran.
Van junto a él dos mujeres hermosas y otro hombre muy elegante. En general, todos ellos tienen en común un desprecio indefinido contra todos los que no son como ellos.
El odio, pues, está escondido pero presente en todos esos pares de ojos mientras se dirigen a la salida del aeropuerto, al lado de el área de "llegadas".
Donde se da la casualidad que ya hay otro grupo de mutantes esperando.
Es la mujer rubia platino que va junto a Magneto la primera en darse cuenta. Con su poder telepático, informa a sus compinches de lo que ha sentido:
" Mentes mutantes. Ahí, bajo el cartel de llegadas" se concentra y añade "Son varias"
Emma Frost frunce el ceño, podría intentar averiguar la identidad de los mutantes, pero eso probablemente les alertaría de la presencia de un telépata cerca, y no está segura de que sea buena idea. A su lado, nota con claridad el pensamiento de Mystique agitándose.
Ella es la primera en verlos, después de todo, también es la que más los conoce.
Distingue tres espaldas entre el gentío que espera a sus familiares y amigos con impaciencia. Una sin duda pertenece al pequeño Sean Cassidy, que se mueve de un lado a otro sin aguantar el estar quieto. A su lado una espalda más madura revela al apuesto Alex Summers, que le susurra algo en tono burlón a la figura de al lado.
La última espalda es dos veces más alta y más ancha que la de los otros, e impide a muchos humanos ver la zona de llegadas con claridad. Algo dentro de Mystique, que en estos momentos por pura debilidad es sólo Raven, se rompe al mirar esa espalda que sabe pertenene a Hank McCoy.
Va totalmente tapado con una gabardina enorme, unos pantalones de traje y un gorro. Aunque ahora Raven no lo puede ver, está segura de que hay gafas de sol y el cuello de la gabardina tapándole la cara.
A pesar de su aspecto fuera de lugar, los tres parecen felices, tranquilos...
" Están esperando a alguien" comenta Frost telepáticamente, apartándose su larga cabellera rubia mientras lanza a esas espaldas una mirada de sospecha. Ella no las conoce, pero al mirarlos así consigue que por fin Erik se gire hacia donde las dos mujeres miran.
Magneto no puede estar más perplejo, pero consigue dominar su expresión con el control que tantos años de autodisciplina le han otorgado. Tarda sólo un segundo más que Mystique en reconocer a esos tres, y miles de recuerdos del pasado le atormentan durante una décima antes de que sus ojos (ahora grises) tomen una decisión como un rayo.
- Largo. Vámonos de aquí.
Mystique se altera con esa orden, y colocándose delante de él le pide que espere un momento.
No es lo más sensato, por supuesto. Y Erik no se va a quedar allí lo suficiente para que Raven lo comprenda.
- He dicho que nos vamos.
Una última súplica se muestra en los ojos de Raven, que hace tiempo que han perdido la compostura de su dueña (que tampoco es mucha) y brillan en un tono casi dorado.
- Lo sé, Magneto – musita con la cabeza algo gacha, no por miedo a su líder (que no es tan terrorífico con ella como con el resto de mortales) sinó por vergüenza de los sentimientos que él pueda leer en sus ojos- Lo sé, pero... es Hank...
Y ese comentario fue lo que lo provocó, porque algo tenía que provocarlo, la verdad, o este prólogo tendría poca chicha, y nada como un amor perdido para prestarse voluntario.
Porque los agudísimos oídos de Hank McCoy, la Bestia, oyen la llamada tras él. Y hace lo que toda persona hubiera hecho en su lugar, mutante o no, y se gira.
Lo que ve le hace arriesgarse a sacarse las gafas de sol momentáneamente, sólo para estar seguro.
- Oh, Dios mío – susurra.
- … y entonces el pequeño Banshee va y le dice a la chica que si quiere bailar con él, ¿te lo puedes creer? ¡Eh, tío! ¡No me ignores! ¿Se puede saber qué estás mi-?
La pregunta muere y es reemplazada por una onomatopeya de estas que tienen significado internacional.
- Oh – y como Alex no quiere quedar como mutante de pocas palabras, añade – Joder.
A Sean se le cae el helado que tenía en la mano.
Los dos grupos están a penas a cinco metros de distancia. Ya no pueden girar las caras y hacer como que no se han visto.
Durante unos segundos hay un tanteo inicial con la mirada. A parte de Hank y Raven, que no pueden apartar los ojos el uno del otro, los demás parecen estar calculando cuál debería ser el siguiente movimiento: ¿atacar, tal vez? Eran enemigos, ¿no?. Ryptide, el hombre de pelo largo y oscuro que es la sombra de Erik, levanta una mano con gesto amenazador, pero su líder le detiene con un gruñido.
- ¿Qué coño hacéis aquí? - Alex, tan impulsivo como siempre, es el primero en hablar, y tras salir de su estupor inicial la ira contra aquel grupito de indeseables le corre por las venas.
- Lo mismo podría decir yo – replica Lensheerr, que no duda en emplear un tono frío y calculador. Es el que utiliza contra todos sus enemigos, lo que viene a querer decir que es su tono de voz estándar.
- Vete de aquí, Magneto, no queremos verte ni a ti, ni a tus gusanos.
Las duras palabras de Hank despiertan a Mystique de su atolondramiento, y cerrando con dolor las puertas a su corazón recupera toda su firmeza y fuerza de "hembra alfa".
- Si te atreves a llamarnos eso una vez más, te mataré.
- No aparezcas ante mi nunca más, y no tendré que hacerlo – responde la Bestia.
Va a replicar algo más cuando Magneto se acerca a él en unas pocas zancadas. El resto del aeropuerto parece ausente a la discusión, gracias a la conciencia de Emma Frost, que previendo la situación manipula ligeramente las mentes de los humanos para que sólo vean una conversación amistosa.
Sin quitarle la vista de encima, y con la calma de quien se sabe total y devastadoramente superior, Erik agarra a Hank de la gabardina y le estira hacia él.
- Si no te callas, seré yo quien te mate – dice, y todos pueden notar que la amenaza en su voz es tan real como el suelo que ahora pisan – Y no seré tan amable como ella, grandullón.
Hank enmudece, mientras Alex aparta la mano de Magneto de su amigo y Sean sólo los mira con temor.
- Serás... - empieza el joven rubio, pero el sonido de las puertas de la zona de llegadas les hace a todos volver la cabeza.
Y Erik se ahoga en un remolino de sentimientos al ser lo primero que ve la silla de ruedas, y lo segundo la sonrisa inolvidable de el hombre que había sido su mejor amigo.
Charles Xavier está charlando amigablemente con la azafata de vuelo que conduce su silla. Es evidente que la chica lo encuentra encantador (¿y quién no?) y le responde coqueta a una pregunta sobre su atuendo justo antes de que el profesor mire hacia delante y vea al gran grupo que le espera en el aeropuerto. La expresión amable del joven cambia completamente, pero cuando la señorita intenta saber qué le pasa, él la interrumpe.
- Señorita, ha sido usted una compañía maravillosa durante todo el vuelo. Ahora, sin embargo, puede dejarme en las manos de mis amigos.
De pronto a la azafata le parece una idea estupenda abandonar al profesor en medio de la sala e irse a tomar un café.
Charles quisiera poder tomar un café o un té, también. Lo necesita más que nunca.
Erik lo observa mientras la silla rueda hacia ellos impulsada por los brazos de Charles. El grupo de Magneto observa al recién llegado con asombro, para la mayoría es la primera vez que ven una silla de ruedas, pero sobretodo, para Raven y Erik, es la primera vez que ven a Charles en una.
El joven Banshee decide romper el hielo cuando Charles llega hasta su altura.
- Eh... ¿Cómo ha ido el viaje, profesor? ¡Esa azafata era muy guapa! Je – Alex y Hank le miran – je je ¿je?
Erik concluye que el patético intento resulta en un silencio todavía más opresivo, al menos hasta que el profesor, ahora el centro de todas las miradas, se digna a hablar él mismo.
- Buenos días, Erik – dice, y consigue fingir un tono casi natural.
Erik Lensheerr es consciente un poco tarde de que no lleva su casco puesto, y de que si así lo quisiera, Charles podría invadir su mente y llegar hasta el fondo de un sólo chapuzón.
" Tranquilo, jefe" oye la voz de Frost - "No dejaré que se meta en tu mente"
De nuevo negándole la entrada, entonces. Erik intenta convencerse de que eso no le produce ni la más mínima chispa de tristeza.
- Hola, Charles – el nombre en su lengua suena ajeno, extraño, y siente el peso de éste en su garganta como si fuera un ron ardiente que no pudiera tragar.
Los dos se miran unos instantes. Erik se siente inquieto bajo el escrutinio del telépata, no porque el escudo de Frost pueda fallar, sinó porque lo que sea que estuviera buscando Charles en sus ojos, estaba claro que no lo iba a encontrar.
¿Esperanza, tal vez?
Erik sonríe amargamente. Y se da cuenta de lo extraño que es tener que inclinar tanto la cabeza para mantener el contacto visual. No puede dejar de ser consciente del aparato metálico que sostiene al otro hombre, y es como un peso añadido a la conversación.
- Me alegro de verte – miente. Y como está entre la espada y la pared, y ya no tiene más cartas en la mano, tira por la única vía que le garantiza algo de comodidad. La ira, y la burla - ¿Seguís tu equipo y tú tratando de ser humanos?
Hank se estremece de rabia, pero es Charles quien contesta.
- ¿Sigues aspirando a ser el nuevo Shaw?
Los ojos de Erik se apagan hasta un azul verdoso que esconde un pozo sin fondo. La sonrisa provocadora se le borra de la cara, y tiene que hacer un esfuerzo considerable por no pegar a aquel idiota, él único hombre sobre la faz de la tierra que aún se atreve a hacerle daño así, sin miedo a consecuencia alguna.
Y Erik se sorprende al comprovar lo mucho, increiblemente mucho, que duelen todas y cada una de las palabras de Charles.
Respira hondo antes de volver a hablar. Raven está enganchada a su lado y le ha puesto una mano en el brazo.
- Nunca lo has entendido, igual que nunca entendiste a tu propia hermana – dice Erik, esta vez bajito, mucho más calmado – Sólo eres un iluso en silla de ruedas con un sueño imposible, respaldado por un grupo de niños y atemorizado por la idea de que algún día vean la verdad y decidan unirse a mí.
Tras su comentario, Erik sólo se toma un momento para ver como las palabras hacen estragos en la compostura de Charles, y se da la vuelta para irse con un gesto al resto de los suyos.
Mystique se queda paralizada unos instantes mientras los demás siguen a Magneto, y se queda mirando a su hermano paralítico mientras trata de aguantar las lágrimas.
" Ve, Raven. Tranquila, respira y ve" es lo único que Charles le dirige a su mente inestable.
Y Raven hace como él dice y vuelve con su líder, pero la calma no llega por mucho que respira. La calma no llega porque desearía ser aquella niñita azul que escuchaba maravillada los cuentos de princesas y dragones que Charles le leía.
Podía asumir que esa etapa ya había pasado.
Pero asumir que tu propio cuento nunca tendrá final feliz es mucho más duro.
¡Espero que os haya gustado el primer capítulo! Bien, para que no se diga que no comento nada sobre mi propio fic. Me llamo Kahenia, y aquí os dejo alguna información básica:
- Ésta es una historia que sigue casi igual la historia explicada en la película X-men, first class.
- No había sido nunca una gran fan del comic, así que es muy probable que encontréis un montón de cosas equivocadas respecto a la historia original de marvel, o incluso respecto a las otras películas de x-men, cosa que lamento porque estoy segura de que es una gran saga. Aún así, como es mi fic, permitidme la libertad de moldear este universo a mi manera.
- El marco temporal es casi dos años después de Cuba, para que os situéis por si teníais dudas, aunque este tema será introducido en el próximo capítulo.
- Normalmente nunca anuncio a priori las posibles parejas de mis fics de más de un capítulo, y no voy a hacer la excepción con éste, pero estoy segura de que ya tendréis unas pocas parejas claras habiendo leído el prólogo :)
¡Gracias por leer!
