Disclaimer: The lost canvas no me pertenece.
Soy el caballero de Aries, guardián del Templo del Carnero Blanco. Tengo la misión de actuar como la primera línea de defensa del Santuario en caso de invasión. Para ayudarme en semejante tarea tengo, entre otras técnicas, mis impenetrables muros de cristal.
Por otro lado, tú eres el guardián del Templo de los Dos Peces. Eso te convierte en la última barrera para detener a los enemigos antes de que puedan alcanzar los aposentos del Patriarca. Para ello extiendes tus rosas venenosas en un manto que va desde la última casa zodiacal hasta el edificio que pretendes proteger.
Cada uno tiene una misión.
Yo tenía muy claro cuál era mi papel, pero tú decidiste volver a escribir el guion a tu manera.
En aquel fatídico día elegiste proteger el pueblo y por ello colocaste tu manto de rosas a las afueras de éste. Quizás quisieras proteger algo que allí había con todo tu corazón. Quizás simplemente no me creías capaz de cumplir con mi cometido. Quizás no querías esperar a que todos cayéramos para entrar en acción. Fui yo quien debió luchar contra aquellos caballeros, quien debió enfrentarse a Minos de Grifo. Cuando llegué estaba preparado para relevarte, pero tú volviste con la firme intención de terminar con lo que habías empezado. Tu orgullo y tu tenacidad vencieron a su arrogancia y cuando finalmente usé mi muro de cristal solo fue para detener el desesperado último ataque de aquel a quien ya habían dado el golpe de gracia.
No puedo evitar pensar en cómo podría haber cambiado todo si cada uno hubiera interpretado el papel que le tocaba desde el principio. Ese día podría haber muerto yo en tu lugar. Quizás ahora tú serías uno de los supervivientes de la Guerra Santa, visitando las tumbas de los que ya no están en el mundo de los vivos. Tal vez estarías hablándole a una lápida como si ésta fuera a resolver alguna de tus dudas.
Quién sabe, es posible que algún día este trozo de piedra me cuente esta misma historia desde tu punto de vista con esa bonita voz tuya que llevo tanto tiempo sin escuchar.
