El primer beso
Caminaban juntos y silenciosos por el bosque. Las palabras sobraban.
Alice sonrió al mirar a ese perfecto desconocido del que sabía tanto, a ese joven eterno como ella que estaría a su lado para siempre.
Los ojos escarlata de Jasper brillaron en la oscuridad. Alice se lo había contado todo; su visión de él, de su futuro juntos y de la nueva familia que tendrían. Él se había quedado en silencio, tan sólo observándola con esperanza y fascinación. Con gratitud.
Jasper se ajustó al paso rápido y harmonioso de Alice y, tímido, tomó su mano. Alice no pudo evitar estremecerse ante ese tacto suave que tanto había esperado. Por fin, por fin estaban juntos.
Llegaron a la pequeña cabaña que Alice había tomado como suya. Estaba aislada de posibles miradas curiosas; así nadie la vería si tenía que salir a la luz del sol.
Entraron juntos, aún de la mano, y la menuda Alice cerró la puerta tras ellos.
Se miraron, dudaron. Alice había esperado aquel momento, pero sabía que sería extraño. Jasper no la conocía, no sabía nada de ella. ¿Qué harían allí hasta que llegara la noche de nuevo? ¿Hablar, conocerse? ¿Querría Jasper comenzar a compartir sus pensamientos con ella o tardaría un poco en abrirse? No lo sabría hasta que él lo decidiera.
Y entonces tuvo una visión. Jasper la tomaba entre sus brazos con un beso tierno y suave. Su primer beso.
Ella le miró sorprendida, y él supo lo que había visto. Alice respiró hondo, nerviosa por la anticipación, y esperó. Jasper eliminó la distancia entre ambos. Aún sostenía la mano de Alice en la suya; con sus dedos entrelazados, encajando a la perfección. Con la otra mano rodeó su cintura suavemente.
Se miraron fijamente a los ojos, sin poder creer lo que estaban viviendo.
- Alice… - murmuró él, haciéndola estremecer por lo hermoso que sonaba su nombre en esos labios que pronto besaría –. Alice, no tengo palabras para agradecerte lo que me has dado.
Ella sonrió, y supo que si la sangre hubiera corrido por sus venas estaría ruborizada.
- ¿Qué te he dado? – preguntó ella, sospechando cuál sería su respuesta pero deseando oír de su boca que él también la había estado buscando aunque no lo supiera.
- Me has dado esperanza, Alice, y eso es algo que pensé que jamás volvería a tener.
Y, tal y como había visto en su visión, Jasper la abrazó al tiempo que juntaba sus labios.
A Alice se le oprimió el pecho, se le aceleró la respiración. Había visto cómo la abrazaría, cómo la besaría, pero sentirlo era mil veces mejor. Sentir los fuertes brazos de Jasper a su alrededor, sus suaves labios contra los suyos, su pelo dorado rozarle la frente y su respiración en la piel.
Alice puso sus pequeñas manos en el pecho del que sería su amor para siempre. Se sentía tan bien, tan en su lugar. Jamás le dejaría ir, y él tampoco a ella.
Él separó sus labios con un leve suspiro, y Alice, de nuevo, tuvo una visión: Jasper en una habitación llena de velas, haciéndole el amor despacio. Alice sonrió como una chiquilla al darse cuenta de que él quería que su primera vez fuera especial, que no fuera tan precipitado. Quería hacerlo bien, prepararle una velada perfecta.
Los ojos carmesíes de Jasper brillaron cuando intuyó lo que había pasado.
- Lo has visto – dijo él en voz baja, apretándola contra su cuerpo sin apartar sus ojos de ella.
- Es precioso – ella acarició su mejilla con suavidad mientras se mordía el labio inferior, feliz al sentirle tan suyo.
Jasper la besó de nuevo, con levedad, y sonrió. Sonrió por primera vez desde que Alice lo había conocido.
- Lo será. Siempre lo será.
Alice supo que tenía razón. No lo vio en ninguna visión, simplemente lo supo.
Habían encontrado su lugar, su paz.
Para siempre.
