* Advertencia: Muerte de un personaje.


No es de reyes.

Debe aceptar, que por más que intente que la respiración no se le desquebraje no puede seguir proporcionando a sus pulmones las raciones exageradas de oxigeno que le demandan. También debe de concentrarse en que la sonrisa no se le desvanezca, porque no está bien terminar de tal forma, no para él, nunca fue de reyes concluir su existencia de manera tan poco gloriosa.

No obstante el chico arrodillado a un lado del atizado cuerpo no puede negar lo lastimosa que le parece aquella escena… tal vez desearía que alguien llegara y le pusiera una mano al hombro, que le dijera que ese necio no va a morir así como así, que no se quedara solo, que aquel estado de sopor solo es efímero. Pero nadie se acerca, porque hasta la existencia más elemental llega a oscilar en lo superfluo.

Los orbes azules, que observan como los ojos ajenos se aguan sin quererlo, terminan por desviarse al cielo, los caprichosos parpados no demoran en ceder al cansancio. Y aunque lo último que haya logrado escuchar mientras la vida se le escapaba fuera un "¡imbécil!"… está bien, nada colapsara en vano. Porque es de reyes morir por causas grandes.