¡Bienvenidos sean!

¡Por fin, ante ustedes, un Itachi/Sakura! Si me han leído antes, sabrán de que no tengo preferencias con respecto a las parejas. Pero debo admitir que siento una cierta atracción hacia esta pareja, más que nada porque Sakura me cae muy bien por el increíble desarrollo que ha tenido en la obra original, e Itachi es, en mi opinión, uno de los personajes más intrigantes (y guapos xD-) del mundo deNaruto¿A qué no piensan lo mismo? xD Además, hace mucho tiempo que quería hacer una historia que girara en torno a él (aunque no aparecerá en el intro -.-)

La Boca del Lobo, es completamente un Universo alternativo. Así que, sin nada más que decir, les dejo con la intruducción de esta nueva historia. Espero que lo disfruten y me den sus opiniones ¿si?

Disclaimer:Naruto y compañía no me pertenecen. Excepto unos stickers que tengo de Itachi pegados en mi cuaderno.

Advertencia:Ranking M ¿Ya saben lo que quiere decir eso, verdad? Para los que no saben, en esta historia habrá lenguaje que no es apto para menores.


Introducción.

Brindis.

"No sé qué escribir. No se ve viene nada a la mente, nada de nada de nada de nada de nada de nada de nada de nada de nada de nada de nada de nada de nada de nada de nada de nada de nada de nada de nada de nada de na -"

Sakura interrumpió su incesante tecleo para mirar por sobre la pantalla de su computadora. Allí, parado en la puerta y con una taza de sopa caliente, y con la mirada perdida, estaba Naruto.

Sakura lo miró fijamente y suspiró.

– ¿Mala noche?

–La peor –contestó él, apartando la vista de cualquiera que fuera el lugar que estaba mirando para volver los ojos hacia ella, y devolviéndole la sonrisa de manera cansada. Sus grandes ojos azules, usualmente vivaces y extraordinariamente brillantes, ahora perecían velados por una sombra que los opacaba, haciendo que se vieran pequeños y afilados.

Sakura apoyó la barbilla en una mano, y siguió con la mirada la trayectoria de Naruto, quién atravesó la sala arrastrando las zapatillas de dormir. Caminó hasta ella y se echó en una silla, a su lado, y allí, soltó un ruidoso suspiro.

–La primera noche suele ser difícil –le dijo Sakura en tono grave –La mayoría de los hombres que rompe con sus parejas suelen pasarse la primera noche de juerga o jugando monopoli en sus casas para distraerse, pero nunca duermen. Lamento no tener un monopoli. Debí comprarlo cuando me lo pediste de regalo de cumpleaños. Y estoy segura de que Sai también lamenta tener examen mañana. Debió haber hecho la asignatura el año pasado.

Naruto apoyó la taza en la mesa soltando un resoplido.

–Aunque no hubiera tenido examen mañana, no creo que haya podido salir con Sai de todas maneras. No tengo el ánimo suficiente. Y dudo que Sai sea bueno dándolos, cuando soy yo el que lo tengo que poco menos que arrastrar para salir a algún lugar casi siempre -volvió a suspirar. Luego se pasó una mano por la cabeza, desordenándose el cabello rubio con gesto abatido –Además, ella rompió conmigo, no yo con ella.

Sakura lo miró con compasión, sin saber muy bien que decir a continuación. Naruto y Hinata Hyuuga habían sido novios desde hace más de dos años. Bueno, lo habían sido al menos hasta hace ocho horas atrás, cuando la chica, echa un mar de lagrimas, cortó con él de manera casi novelesca por un millón de razones que, sinceramente, ni Sakura ni Sai, quiénes habían observado a una prudente distancia la dramática escena, lograron entender. De hecho, los amigos sospechaban que ni si quiera Naruto, quién había sido el blanco directo de las acusaciones, logró captar ni si quiera una de aquel millón de dichas razones para cuando la joven Hyuuga ya había pronunciado el temible veredicto: Esto termina aquí, dejando allí al pobre de Naruto, con al boca abierta, inmóvil y completamente confundido.

–Es una loca insegura, paranoica e infantil ¡Eso es lo que es! –había mascullado Naruto una vez que logró recuperarse de la terrible impresión, una hora después – ¡loca, loca, loca!

Y Sakura y Sai lo único que pudieron hacer fue intercambiar una mirada de estupor y tratar de tranquilizar a Naruto, para que dejara de destruir los basureros que iba pateando furiosamente en el camino de vuelta al departamento, antes de que viniera algún policía y se lo llevara por destrucción de propiedad pública.

Aún sin ocurrírsele nada productivo que decir, Sakura optó por el silencio. Meterse con alguien que estaba en plena fase del post-quebrantamiento siempre era de cuidado, aunque fuera el risueño de Naruto, quien a pesar de todas las apariencias, se tomaba las cosas muy en serio.

–Tranquila –dijo él repentinamente con una suave sonrisa. Luego hizo un gesto con la mano como restándole importancia al asunto –No es algo para echarse a morir ¿no? Estas cosas pasan todo el tiempo. Estaré bien.

Sakura sonrió, considerada.

–Además, siempre puedes decir que de todas maneras ibas a terminar con ella. Sólo que ella se te adelantó –agregó ella y se encogió de hombros. Naruto rió entredientes.

–Claro. El orgullo siempre por delante –comentó más animado, apoyando un codo en la mesa - Aunque tenga que pasar la noche en vela de igual forma. Y por lo que veo –la miró significativamente –creo que no seré el único ¿Cómo va el asunto de tu historia? –preguntó – ¿Has avanzado algo? ¿De qué va a tratar? ¿Me incluirás en la lista de los personajes principales? –alargó el cuello para mirar la pantalla de la computadora, entusiasmado, y leyó lo que allí había escrito Sakura –oh… –dijo simplemente al ver la perorata escrita por la chica "nada de nada de nada de nada de nada…"

–Sí, sí, lo sé, es francamente penoso. No sé que voy a hacer –resopló Sakura, apoyándose en el respaldo de la silla, y enviando una mirada desconsolada hacia la pantalla –No sé, no me viene nada a la cabeza, no hay chispa. No tengo puñetera idea de qué es lo que voy a escribir…

–Bueno ¿y por qué no envías un cuento que ya hayas hecho antes? –preguntó Naruto, al parecer, animado por intercambiar el puesto del "desgraciado" de la noche –O puedes basar un cuento en otro, no sé…

–Sería una buena idea si no fuera porque ya he enviado todo lo que tenía a la editorial –murmuró Sakura, apretando la tecla "A" varías veces –Desde hace tres meses que todo lo que envío en nuevo de paquete. Recién salido del horno. –dijo indicándose la sien.

–No entiendo –suspiró Naruto, también apoyándose en su respaldo, cogiendo la taza de sopa –todo el tiempo escribes. No debería serte tan difícil escribir un simple cuento. Escribías como una posesa cuando nadie te pedía escribir, y ahora que te lo piden, no puedes hacerlo. Menuda mujer. –agregó, soplando su humeante taza.

– ¿Es que no entiendes, Naruto? ¡Estoy bajo presión! Escribía porque me entretenía hacerlo. Pero ahora ya no sólo debo entretenerme yo, si no que otras personas también deben hacerlo al leer lo que escriba...

Naruto la miró, y Sakura sospechó que él le había entendido tanto como había entendido las razones de Hinata para terminar con él, aquella misma tarde. Aunque sabía que igual se compadecía de ella en el fondo, tanto como ella, Sakura, se compadecía de él por su reciente ruptura.

Sakura volvió a mirar su computadora donde ahora se podía leer "Aaaaaaaaaaaaaaaaaaa…" que ocupaba la mitad de su pantalla. Presionó la tecla "borrar" al tiempo que sentía unas terribles ganas de darse de cabezazos contra el teclado.

A su lado, Naruto seguía soplando su sopa, aún sin probarla.

– ¿Te traigo un poco? Estás pálida.

Sakura negó con la cabeza. Había terminado de borrar todas las palabras que había escrito y ahora miraba la hoja del programa de escritura que estaba en blanco. La rayita en la parte superior de la hoja parpadeaba, expectante.

–Oh, Naruto –gimió, estrellando la frente en el teclado. Vale, no se había podido aguantar – ¿Qué me sucede? No hay fluidez. No hay creatividad. No hay ideas. Estoy vacía. Siento la cabeza hueca, más hueca que la de Ino Yamanaka…

–Ey, no digas eso, Sakura. Recuerda que a Sai le gusta.

Sakura levantó la frente del teclado antes de que se le marcaran las teclas en la frente, y lo miró.

–Hueca al fin y al cabo. Además, Sai es demasiado bueno para alguien tan frívola como ella. Es como si juntáramos a un poeta con una porrista de preparatoria ¡Es algo que va casi en contra de la naturaleza!

Sakura sabía que Ino no tenía nada en común con una porrista (a excepción de su largo y perfecto cabello platinado de la que cualquier adolescente presumida estaría envidiosa), y Sai tenía tanto de poeta como un cerdo lo tenía canario. Pero vamos, había que ver el ejemplo al cual había recurrido para ver que eran realmente distintos.

Naruto soltó una risita.

–El hecho de que estés celosa, no quiere decir de que Ino sea tan mala. Dale una oportunidad. –agregó con una sonrisa burlona.

– ¡Por supuesto que no estoy celosa! –exclamó Sakura con una mano en el pecho –Sai es mi amigo, e Ino es realmente tonta. Además, el hecho de que le haya dicho "preciosa" una vez, no quiere decir que realmente le guste ¿no?

–Tu sonrisa te delata –canturreó Naruto acentuando su sonrisa.

–Pues porque me causa gracia tu deducción. –replicó Sakura. Cerró la ventana del programa, apagó la pantalla y cerró la tapa de su computador con un suspiro. –No hay caso. Creo que intentaré mañana. –concluyó, desesperanzada. Luego miró a Naruto –Definitivamente estamos pasando por una mala fase.

–Brindo por eso –rezongó él alzando la taza de sopa a modo de brindis.

– ¿Por qué brindan? –preguntó una voz a sus espaldas.

Sakura y Naruto miraron por sobre su hombro. Allí estaba Sai, al pie de la escalera de caracol metálica, más pálido que de costumbre, y con el cabello negro cuidadosamente desordenado cayéndole sobre sus ojos afilados y oscuros. La camiseta manga corta blanca y el pantaloncillo gris con los que estaba vestido, indicaban que acababa de salir de la cama.

–Por nuestra fase perdedora –contestó Sakura con una sonrisa –Lo siento ¿Te despertamos?

–No te preocupes. De igual forma no he podido pegar ojo desde que me acosté y dudo que pueda hacerlo ahora –dijo él, pasándose el dorso de la mano en la frente, y devolviéndole la sonrisa a Sakura. Avanzó hasta la mesa en donde estaban sentados los dos amigos, y se sentó en una silla al frente de Naruto quien le ofreció también una porción de sopa.

–Me encantaría –contestó Sai, con ésa expresión impasible de siempre. Sakura, quién se vio tentada, aprovechó también de aceptarle el tazón que su compañero le había ofrecido hace unos minutos atrás.

-Bien, al invitado le damos el honor –dijo Naruto, una vez que los tres tuvieron sus respectivos tazones -¿Por qué vas a brindar tú, Sai?

– ¿Yo? Pensé que ya habían brindado.

–Bueno, pero fue por nuestros motivos. –dijo Sakura, antes de que Sai se llevara el tazón a los labios –Tú debes tener alguno mejor que celebrar que eres un perdedor ¿no?

–De hecho, no tengo ni otro motivo aparte del de ustedes –dijo Sai sin meditarlo mucho –Creo que reprobaré Historia del Arte III. Danzou va a terminar enfermándome de los nervios. Creo que este examen de mañana es casi una artimaña para restregarme en la cara de que nunca seré bueno en historia del Arte.

– ¡Salud! –musitó Naruto, sorprendido, que no se imaginaba al pelmazo vegetal de Sai enfermo de los nervios. –Algo diferente que veamos este semestre. –sonrió a Sakura.

–No creo que sea para tanto –comentó ella, escéptica –Si hay alguien que tiene menos posibilidades de perder la cabeza y lanzarse por la ventana por una asignatura reprobada en esta casa, ése es Sai. ¿No es así? –agregó mirándolo. Pero el joven simplemente parpadeó, mirándola a su vez. –Oh, vamos, Sai. No te me vayas a caer tú ahora ¿eh? Con Naruto ya he sufrido una decepción bastante dolorosa, así que, por favor, ten un poco de piedad ¿sí?

Naruto había sido su pilar hasta hace exactamente ocho horas y cuarenta y tres minutos de que el amor verdadero (y duradero) existía. Ahora, solo, y bebiendo una taza de sopa de pollo como los agripados para animarse, ya era para Sakura una imagen difícil de llevar, sobretodo ahora sosteniendo la cruel realidad de que el amor perfecto no existía. Por otro lado, Sai era su pilar de "la tranquilidad en todo momento". Todo estaba bajo control, nada era para alarmarse, ni nada podía presionarte. Sai le reafirmaba la creencia de que el autocontrol existía.

Pero a juzgar por cómo la miraba ahora, era un claro mensaje de que Sakura basaba demasiado su fe en sus compañeros de cuarto.

–Vale, por la fase perdedora –dijo finalmente, resignada –Somos unos perdedores hasta que volvamos a ser ganadores ¡Salud!

–Sabia frase ¡Salud! –exclamó Naruto, mientras Sai levantaba su tazón respondiendo al brindis. Y los tres se llevaron un trago a la boca.

El tibio brebaje hizo sentir a Sakura inesperadamente mejor, y al parecer sus dos amigos no sintieron un efecto muy distinto. Naruto sonrió complacido, apurando otro trago, y a Sai se le marcó un saludable rubor en sus pálidas mejillas, mientras miraba su tazón con sumo interés.

Sakura también apuró otro sorbo, sintiendo que las entrañas se le entibiaban lenta y agradablemente. Considerando la hora, podía decirse que ya era día jueves. Sai iría a dar su examen, Naruto comenzaría su primer día, después de dos años y medio, como soltero, y Sakura… bueno… ¿qué demonios haría ella? Si seguía sumida en su etapa de poca inspiración, de seguro mañana le esperaba otra noche en vela frente a su computadora. A parecer de que la musa realmente pasaba de ella, se prometió que en cuanto la viera, la obligaría a inspirarla para terminar el maldito cuento, y luego, la cazaría a punta de escopeta por traidora.

Sintiéndose satisfecha por ése pensamiento, Sakura apuró otro sorbo. A su izquierda, Naruto gruñó sintiéndose en el paraíso.

–Y yo que pensaba que la vida universitaria era una mierda. Todos me lo advertían "que Naruto prepárate", "Naruto, no es como la preparatoria"… "¡¿Qué te vas a Toudai?" –puso cara de infinita sorpresa, imitando seguramente a algún amigo paranoico –"… hombre, que Dios te acompañe" –agregó con una sonrisita sarcástica. Luego miró a sus compañeros meneando la cabeza –Ahora que lo pienso, no es tan terrible. Ahora empezando mi tercer año, ya me considero superviviente.

– ¿No querrás decir "sobreviviente"? –consideró Sai.

–No. Superviviente. Es la palabra correcta. Y además, me siento agradecido. Si no fuera por las desgracias que hemos vivido, no necesitaríamos nada que nos animara. Y si no necesitamos nada que nos anime ¿Cómo habríamos conocido esta fantástica sopa de pollo? –Naruto miró su taza, como si se sintiera sumamente orgulloso de ella -¡Y eso que es instantánea!

–No sé de qué estás hablando, Naruto, y tampoco sé porqué me hace sentir mediocre –comentó Sakura por sobre su taza.

–Te hace sentir mediocre porque estamos tan hundidos que hasta una simple sopa de pollo en sobre nos lleva a la gloria –acotó Sai, y sorbió un poco de sopa con la misma tranquilidad que hacía todas las cosas.

Naruto sonrió al moreno, radiante.

–Sai, sabes que adoro tu sinceridad y la franqueza con la que expresas lo que sientes –dijo. Luego su expresión se transformó a una inquietantemente sonriente – ¿Pero por qué demonios no puedes acompañar tus palabras con un poco de tacto ¿Es algo tan difícil de hacer? –Sai se encogió de hombros y Sakura miró admirada a Naruto. Pero cuando estuvo a punto de halagarlo por su madurez, Naruto añadió por la comisura de sus labios -¿No ves que harás que Sakura nos golpee? –Sakura le dio un capón en la nuca. Naruto alcanzó por poco a asegurar su tazón y, tratando de aguantar el dolor, fulminó con la mirada a Sai y volvió a agregar con un hilillo de voz – ¿Ves? Maldito.

Sai se encogió de hombros nuevamente y Sakura resopló. Tenía que admitir que Naruto tenía razón con respecto a Sai. Hasta ahora no entendía como alguien como Naruto podía ser amigo de alguien como Sai… y viceversa. Naruto era enérgico, hiperactivo y hablador. Sai… bueno, Sai podía llegar a ser tan tranquilo y callado, que si lo pusieran al lado de una estatua de mármol, de seguro los confunden. Además, Naruto solía perder la paciencia fácilmente, y sacarlo de sus cabales era casi un hobbie para Sai, quien sabía que su tranquilidad exasperaba a su rubio y muy expresivo compañero. Hasta podía decirse que casi se expresaba a través de Naruto, a falta de capacidad de él que sus gestos no pasaban de una sonrisa tranquila y nada más. Y aún así, tan distintos, eran compañeros de universidad, compañeros de cuarto, y amigos.

A tanta diferencia, se podía deducir que ellos tenían dos cosas en común: tenían en fuerte sentido de la lealtad, y eran amigos de Sakura, que tampoco creía que alguien como ella, compartiera departamento con personas como ellos. Y peor aún, que correspondiera al sentimiento de "amistad" que ellos le profesaban a ella. A su modo, claro está.

–Oye, frentuda ¿Este fin de semana viajarás a ver a tu madre? –preguntó Sai. Sakura ya se estaba arrepintiendo de corresponderle la amistad. Decidió pasarlo como "gajes del oficio".

–Sí. El fin de semana pasado no fui, y si falto también este, comenzará a trepar paredes.

– ¿No crees que tu madre exagera un poco? –preguntó Naruto.

–No, sólo se preocupa por mi –sonrió Sakura –Me costó diecisiete años entender eso ¿saben? Además, ya saben como son las madres de provincias. Estoy lejos, estudiando en una universidad grande, en una ciudad grande, y comparto un departamento con dos chicos que fácilmente pueden escabullirse entre mis sábanas.

– ¿Eso es una invitación? –preguntó Naruto sonriendo, coqueto. Había que admitir que se veía guapo tirando los tarros. Aunque fuera en broma y con ése gorrito de dormir con dientes que solía llevar sobre su rubia cabeza.

-Naruto está progresando. Me alegro –dijo Sai, con su acostumbrada suave sonrisa. –No han pasado ni diez horas de su último romance y ya quiere meterse en otro.

Pero, siendo de tan poco tacto y de increíble capacidad para pasar por alto las consecuencias de sus comentarios, el impasible Sai se dio cuenta de que había ido demasiado lejos. Parpadeó, sorprendido, al ver como Naruto inclinaba ligeramente la cabeza, y sus ojos volvían a transformarse en dos pequeñas rendijas opacas. Echó una mirada a Sakura, claramente pidiendo guía en ése aspecto en el que él, definitivamente, no era nada bueno. Pero ella no pudo hacer nada más que dejar su taza a un lado, enviarle una mirada de reproche a Sai, y darle unas palmaditas a Naruto en el brazo, en señal de apoyo.

–Oye, oye, Naruto, sabes que Sai es pésimo dando ánimos, tú mismo lo dijiste. Solo bromeaba, y sabes que de repente es medio torpe –miró de reojo a Sai quien, o no escuchó, o aceptaba el apelativo con sumisión, o simplemente no le importó, porque los miró sin decir nada –Vamos, Naruto ¿tan mala es la perspectiva de tener un romance conmigo? –bromeó, esperando que eso le subiera el ánimo.

La cosa es que pareció funcionar, porque Naruto se echó a reír de buena gana, diciéndole que le apenaba más el no tener una perspectiva con ella.

Sakura también se echó a reír, sin estar muy segura si tomar también sus palabras en broma. Mientras que Sai, simplemente sonrió como era su costumbre, aunque en sus ojos negruzcos podía verse un ligero alivio.

– ¿Saben? Aún no sé qué harían ustedes dos sin mí –dijo Sakura mirando de manera autosuficiente a Naruto y a Sai – ¡Vayan a saber qué sería de ustedes! Naruto, un romántico empedernido y Sai, un tipo demasiado franco. Definitivamente soy su libra –agregó levantando los brazos, fingiendo ser una balanza.

–Supongo que sí –admitió Sai.

–Pues yo lo dudo –replicó Naruto, cruzándose de brazos –A mí Sai no me caía bien, ni yo a él. Y tampoco podemos decir que tu hiciste amistad con él de buenas primeras ¿eh?

–Cierto –dijo Sai.

–Yo jamás golpeé a Sai. –agregó Naruto.

–Cierto –volvió a decir Sai.

– ¡Porque no te dejé! –exclamó Sakura.

–Pero tienes que admitir que se lo merecía. Vaya imbécil que era ¿no?

–Bueno...

–Y tú sí que lo golpeaste a él.

–Aún tengo la cicatriz. Me acuerdo y me duele.

– ¡No seas exagerado, Sai!

–No soy exagerado, soy realista. ¿Y podrían hacer el favor de dejar de hablar como si yo no estuviera aquí? Gracias.

–No sería mucha la diferencia entonces –rebatió Naruto riéndose –No, en serio. Hay que admitir que eras bastante más exasperante que ahora. De hecho, ahora estás bien. Comparado con el desastre que eras antes.

–Entonces tampoco hay mucha diferencia contigo, Naruto –dijo Sakura.

– ¿Oye, de parte de quién estás? –preguntó él, mirándola. Sakura se encogió de hombros y sonrió.

–Soy la balanza ¿recuerdas? Alégrate, eso quiere decir que ibas ganando la partida.

Sai apoyó los codos en la mesa y se bebió el resto de su sopa. Si le preguntaran a él, seguramente diría que él simplemente era un espectador. Pues los primeros años, era él quien veía como iban y venían las peleas de sus dos compañeros. Y hoy en día, la única diferencia que había en ellas, es que los decibeles habían bajado considerablemente, y él, no tenía que esquivar libros de texto ni lámparas que volaban por la habitación.

– ¿Y qué hay de ti? –le dijo repentinamente Naruto, apuntándola con una taza –Si no fuera por nosotros, no serías la "balanza" –hizo un gesto de comillas con los dedos de su mano libre –si no que serías una rata de biblioteca como esa Naoko Kagewaki, quién apenas ve la luz del día. A estas alturas ya debe ser fotofóbica.

–Yo la conozco –dijo Sai –Siempre me la topo cuando me voy a leer en los descansos. Déjame decirte que no es fotofóbica.

–Es un decir –aclaró Naruto.

–Bueno, yo no la conozco, pero tampoco la culpo. La biblioteca es un lugar bastante agradable para pasar el rato –dijo Sakura –Y mi madre me enseñó a que las bibliotecas pueden transformarse en tu segundo hogar. Bueno, tercer hogar en mi caso. –agregó –A lo que me recuerda… de que tengo que reservar pasaje de bus mañana para ir a casa. –puso cara pensativa. Luego respiró hondo –Con la semana que he tenido no he tenido tiempo ni para eso.

Sakura miró su computador cerrado, y otra vez tuvo que reprimir las ganas de darse cabezazos contra él hasta que le crujiera algo dentro de su sesera. Quería quedarse aquel fin de semana tratando de avanzar la historia… o mejor dicho, empezar la historia. Y de una buena vez. Quizá la estancia en casa de su madre podría inspirarla en algo.

– ¿Cuándo te estarías yendo? –le preguntó Naruto. Sakura se encogió de hombros.

–Supongo que para el viernes en la tarde, o el sábado en la mañana, depende de los cupos. Los buses siempre se llenan los fines de semana.

Sai asintió, dándole la razón, y Naruto hizo algo parecido a un puchero.

–Pues espero que esté todo lleno. Y yo que pensaba celebrar el fin de semana largo.

Sakura sonrió a modo de disculpa y Sai dijo:

–Bueno, ya me tienes a mí. Ya se nos ocurrirá algo.

– ¡Qué alivio! –exclamó Naruto llevándose una mano al pecho de manera teatral. Luego agregó –... Será un fin de semana fatal.

Sakura meneó la cabeza. Al menos ya podía estar segura de que estarían bien sin ella. Aunque le daba un cierto cargo de conciencia dejar a Naruto en medio de su crisis post-romance un fin de semana entero a merced de la lengua insensible de Sai, quién sabía tanto de dar ánimos a una persona, como una vaca sabía volar. Sólo bastaba mirarlo, y recordar la conversación que estaban manteniendo para darse cuenta de ello.

Bueno, de seguro invitarán a alguien en su ausencia, se dijo Sakura, sólo rogaba al cielo que no fuera Kiba con su perro. El animal ese tenía una extraña manía con su cama.

El perro, no Kiba.

Aunque pensándolo detenidamente, no se diferenciaban mucho uno del otro. La risa de Kiba podía confundirse fácilmente con un ladrido de Akamaru, su perro.

Sakura apoyó el codo en la mesa pensativamente. Tampoco le gustaría que viniera Ino Yamanaka. Quizá la muy oportunista aprovecharía su ausencia para lanzarse directo a Sai, cubriéndolo con su largo y perfecto cabello rubio, y éste, con lo poco voluntarioso que era, la dejaría ser.

Sakura se peinó su cabello distraídamente con los dedos. Ella también tenía un lindo cabello. Cuando lo tenía largo era igual o más lindo que el de Ino. Ahora tampoco había diferencia, no se notaba no más porque lo llevaba corto.

A ella le dice preciosa y a mí, frentuda, pensó, desganadamente, mirando como Sai, a su derecha, jugueteaba con la taza y preguntaba si se animaban a una segunda ronda. Naruto fue el primero en gritar un sí, y Sakura simplemente se limitó a asentir.

Sai era franco. Si le decía a alguien que era hermosa, era porque él lo pensaba así. Y si le decía a alguien que era frentuda, era porque él consideraba que la persona en cuestión, tenía una frente amplia. Y no podía haber nada peor que una persona brutamente sincera, que más encima tuviera la razón: Sakura era poseedora de una limpia, brillante y muy amplia frente. Y eso, por más años que pasaran, seguía, aunque secretamente, acomplejándose por ello.

Cuando Sai le entregó la taza llena nuevamente de humeante sopa caliente, Sakura, sintiendo el calor de la porcelana en sus manos, se sintió más reconfortada, despejando de inmediato el repentino sentimiento de pena.

– ¿Y bien? –dijo Naruto mirándolos, dejando su taza en la mesa – ¿Ahora quién hace el honor?

–Cada uno que haga su brindis, y el resto lo apoyamos –propuso Sai, también dejando su taza sobre la mesa.

–A mi me parece bien –dijo Sakura, e imitó el gesto de sus dos amigos. –Naruto, tú primero.

– ¡Bien! –exclamó él, emocionado –A ver, veamos… –entrecerró los ojos, concentradamente -¡Ah, ya lo tengo! ¡Por Sakura! –sonrió, ante la cara de sorpresa de la joven –Que disfrute de su vieja... ¡digo! viaje, y que logre sacar al fin su historia… ¡Por Sakura!

Sai también sonrió, levantando su taza.

–Por Sakura.

Si en algún punto de la velada se sintió mal, Sakura ya no recordaba en qué momento fue ni por qué razón. Sonrió, enternecida, por la petición de su berrinchudo amigo de la izquierda, y la sonrisa honesta de su insensible amigo de la derecha.

–Gracias. –dijo simplemente.

–No es para tanto, Sakura –se rió Naruto, quien se había sonrojado ante la mirada de su compañera –Definitivamente te vamos a echar de menos. Aunque sea solo por cuatro días –volvió a guiñarle un ojo –Así que ¡Salud pues!

– ¡Salud! –dijeron los tres al unísono, levantando sus tazas repletas de sopa de pollo. Pero el cuento fue que llegaron a chocar solo dos tazas.

Naruto y Sai miraron a Sakura, quién se había quedado mirando su taza. Su mano estaba suspendida, cerca de la oreja de porcelana.

–Quizá el burro de Sai te lo sirvió muy caliente –supuso Naruto. –y la taza estaba muy fría. Déjame, yo te lo cambio.

Sakura asintió, muda. No sabía por qué, pero repentinamente se sintió inquieta. La mirada de Sai no ayudó mucho, quién miró con malos ojos la taza trizada de Sakura. Quiso preguntarle a qué se debía aquella expresión tan inusual en él. Pero no se atrevió.

Pensar que una taza trizada era mal augurio, y mucho más tomarle importancia, era condenarse a la tortura mental.

Además, ella no creía en ésas cosas.


Bien, he aquí el primer capítulo introductorio. ¿Qué les ha parecido?

Sé que se ve fofa, pero les aseguro que más adelante, no se arrepentirán de haber continuado. Ahora si les parece que promete, o que simplemente esta es una soberana basura, háganmelo saber en un lindo review ¡Viva la expresión!

Nadesko.