Disgaea: Nuevo comienzo

Prologo

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Nunca en mi vida me han importado realmente todos aquellos a mi alrededor, nadie realmente. ¿Por qué deberían? Todos son débiles e incompetentes. Por lo menos eso era lo que yo solía pensar en esos momentos. Todos eran míos, mi súbditos. Su deber era servirme a mí. ¿Quién soy? Yo soy el todo poderoso soberano de los infiernos. O por lo menos, lo era…

Todavía recuerdo las molestas burlas e intentos de asesinato de mi mano derecha. Los horribles e insoportables discursos de amor de mi mano izquierda. Si, yo desprecio el amor, por amor mi madre murió. Nunca creí que llegaría a extrañar a esas dos, incluso ahora después de darme la espalda y dejarme tirado en un mundo donde mi palabra no vale nada, las extraño. Realmente quiero verlas, quiero verlas tanto como quiero matarlas.

Nunca se puede contar con Etna en un momento de debilidad, pero siempre se pude confiar en Flonne. ¿Por qué me dio la espalda? Siempre creí que podría contar con su ayuda sin importar absolutamente nada la situación. ¿Es por lo que ese sujeto le prometió? Toda una academia dedicada a impartir la enseñanza del amor en cada una de sus formas conocidas, y a ella como directora; toda un basura sin valor en mi punto de vista. Al final, Flonne se convirtió en la directora de un pequeño vertedero, con un letrero afuera que decía: ¡Bienvenidos a la academia de AMOR de Flonne! Me Hubiese gustado ver la expresión de su rostro cuando lo vio.

Etna no quedo atrás, su promesa de ser la emperatriz de cien inframundos conquistados se convirtió en puro trabajo de oficina con una paga tan grande como un mísero prinny, y una que otra amenaza de encarcelamiento con torturas si pensaba en rebelarse ante el nuevo Overlord de todo el Inframundo. Eso si que hubiese sido algo digno de ver.

En cuanto a mí…

No hay realmente mucho que decir. Me arrebataron mi lado demonio, literalmente me lo arrancaron de mí, junto con mis poderes y me dejaron en la parte más oscura y peligrosa de todo el inframundo. Desearía que me hubiesen dejado al menos un arma, aunque Flonne si me dejo una manta. Según ella volverían a buscarme cuando haya aprendido una lección de humildad, luego podría asistir a la hermosa academia que el nuevo Overlord le prometió a cambio de su lealtad. Repito, me hubiese gustado ver su cara cuando vio esa "hermosa academia" creada solo para ella.

Esas dos realmente le fueron de gran ayuda a la hora de arrebatarme mi demonio y dejarme solo con mi humanidad, y todo por recompensas que desde el inicio jamás iban a recibir.

¿Quién fue la gran mente maestra detrás de mi caída? Ni idea. Llego un día al castillo, presumía de haber conquistado mas de mil inframundos y que estaba dispuesto a conquistar esté. Aunque, según el discursito con el que convenció a la mayoría de mis sirvientes, lo hacia para darles a todos la libertar y derechos que se merecían. Convencer a Flonne fue fácil, ese bastardo con carisma era prácticamente una copia juvenil del Serafín, y con esa actitud de niño bueno, Flonne callo a sus pies casi desde el inicio. Con Etna fue todavía más fácil, una sonrisitas y un muy emotivo discurso en la colina en un atardecer acerca de como ella seria perfecta para gobernar cien de sus reinos más grandes y poderosos bastaron para tenerla en la bolsa. Ese tipo si que sabía mentir.

Obviamente yo me negué, al demonio con sus promesas y discursos, si quiere esté reino que me derrote para obtenerlo. No se muy bien cuantas promesas y discursos emotivos abra utilizado para convencer a esas dos, pero antes de darme cuenta ya era prácticamente un humano y Flonne me estaba llevando a una de las zonas más horribles del inframundo, ¿realmente creía que eso era por mi bien? No, pero creo que para ella era fácil convencerse de lo contrario, especialmente con una academia a la vuelta de la esquina. Realmente, pero realmente me hubiese gustado estar hay cuando vio su hermosa academia.

Y eso es todo, aquí acabe. Un humano en el lado oscuro del lado oscuro. Literalmente, en este lado del inframundo no hay ni sol ni luna, sin mencionar el enorme frio que sufrí por mis escasas ropas, aunque creo que eso es por la perdida de mi lado demonio. Es realmente un milagro que no haya muerto de frio el primer día. Es decir, solo tenía unos pantaloncillos y un pañuelo rojo en el cuello. Debo darles crédito a los humanos por sobrevivir tanto tiempo con un cuerpo tan débil.

El primer día no fue el mejor de mi actual vida mortal. Era un ex-demonio furioso después de todo, eso no jugo mucho a mi favor cuando llegue a un pueblo. Mis piernas estaban realmente adoloridas, apenas y podía respirar y mi cuerpo no dejaba de temblar de frio; mi orgullo no me dejo usar esa estúpida manta, aunque no paso mucho antes de reconsiderarlo. Fue cuando me tope con un grupo de tres demonios, parece que les callo un poco graciosa mi situación, así que naturalmente trate de hacerlos bolar en pedazos, lo cual solo aumento las rizas cuando trate de usar mis poderes. Eso era el colmo, corrí hacia el más grande de ellos y le descargue un fuerte golpe justo en la cara. Cuando se callo creí que realmente había servido, pero esa mirada molesta que me lanzo simbolizaba lo contrario. El golpe que el me lanzo después no fue muy agradable, mucho menos el que los tres se pusieran a golpearme hasta hartarse. Cuando terminaron, yo no era más que una bola de carne negra y roja, estaba totalmente molido en medio de la calle. La sangre no dejaba de salir por mi nariz y boca y mi conciencia se estaba desvaneciendo.

Sabia que perder la conciencia en mi lugar y en esas condiciones significaría mi fin, pero ni yo tenia esperanza alguna de sobrevivir a eso. ¿Qué humano sobreviviría a una paliza de tres demonios con supe fuerza? Era humillante, la vergüenza y total impotencia que sentí no tienen comparación con nada de lo que haya sentido antes.

"Pero que patético"

"Débil"

"Ha, una vergüenza"

Esas burlas solo empeoraron mi estado y al final… caí inconsciente en mitad de la calle, en plena noche eterna, muriéndome de dolor y frio, y con la mayoría de mis huesos rotos. Admito que no fue el más grande de todos mis comienzos, pero miren el lado bueno; no me morí. ¿De que otro modo podría estar contando todo esto? Bueno, lo admito, si me morí por dos o tres minutos. Pero no es que no allá tenido que pasar por eso antes, una vez di mi vida por Flonne. Si, di mi vida por esa friki del amor y finales de "Felices por siempre jamás". Veamos que tan feliz es dando clases en su maravillosa academia, y sirviendo al nuevo rey del infierno…

Cielos, me estoy desviando un poco de la historia original, pero realmente quisiera haber podido estar hay cuando las dos recibieron sus bien merecidas recompensas por su arduo trabajo a la hora de apuñalarme por la espalda.

¿Por donde iba? Ah, creo que les contaba de cuando era un montón de carne molida en mitad de la calle.

Así que hay estaba yo, el demonio que una vez tuvo el titulo de Overlord, reducido a un simple humano en lo que se supone seria su último día de vida. Si, de seguro ese tipo pensó que me moriría el primer día, ¿Por qué otra razón me mandaría al peor de todos los agujeros en el inframundo sin una pisca de poder? Como sea, el caso es que me estaba muriendo, y ni siquiera estaba consiente para evitarlo. Aunque no es que hubiese podido hacer mucho de otro modo.

Luego de eso fue todo como un flash de mi vida entera, ¿Han escuchado que en el último momento siempre vez toda tu vida ante tus ojos? Pues fue así para mí. Fue un maldito flash de casi nada y muchas quejas, ¿en serio me quejaba tanto? Bueno, ya no importa en todo caso. Estuve fuera como unos tres minutos, y después regrese. Debí enojar mucho a alguien de allá arriba, o le gusto mucho a otro de mucho más abajo para que me mandaran de vuelta, pero volví. Y no, nadie me recogió mientras estuve hay tirado, ninguna linda chica me llevó a su casa, ni ninguna orden secreta me recluto para pelear en el nombre de Dios, o alguna de esas chorradas que pasan en los mangas de Flonne.

Cuando desperté estaba en el mismo maldito lugar, pero sin zapatos, ni pañuelo rojo, y mucho menos la manta. Estaba casi desnudo a excepción de mis pantaloncillos, creo que no los quisieron por la enorme cantidad de sangre y vomito. El caso es que me robaron y es todo. Si, le robaron a un moribundo en el infierno, ¿esperaban algo más de un grupo de demonios? Es el infierno, a nadie le importa un tipo muriéndose por hay, a menos que tenga algo de valor o quieras probar algún arma.

Como fuera, hay estaba. No me podía mover, me moría de frio y me salía sangre de todos los orificios del cuerpo. ¿Para que vuelvo de la muerte si enseguida tengo que volver? Y antes de darme cuenta, fuera conocimiento otra vez. Debí perderlo varias veces antes de poder arrastrarme fuera d la calle.

Para adelantar un poco las cosas, y conservar un poco de dignidad al no relatar el enorme dolor que sentí en esos momentos, me salteare un par de cosas. Antes que nada: sobreviví la primera noche, a nadie le intereso lo que decía sobre ser el rey del Inframundo, no sabía que camino tomar para volver al castillo, y no sabía que demonios iba a hacer.

El dolor de la golpiza que me dieron impidió que pudiese caminar bien todo el día, mierda si no me caí en la calle como tres veces. Igual, me estaba muriendo de hambre, y no permitiría que alguien me negara lo que un demonio de mi calibre merece comer. Bueno, ex-demonio.

Después de dar vueltas en círculos por el maldito pueblo, por fin encontré un lugar donde comer algo. En lo personal hubiese preferido otro sitio, pero estaba harto de caminar. De haber sabido lo que me esperaba adentro me hubiese ido a otro sitio, aunque posiblemente me hubiese muerto de no haber entrado, por lo que realmente fue bueno el que entrara.

Como era de esperar, pedí la mejor mesa y diez platos de cada cosa. Literalmente me hartaría de comida, y al demonio con la cuenta. Al menos eso era lo que quería, no llegue al cuarto plato de la primera comida antes de sufrir un severo dolor de estomago y…

Antes de que se me olvide.

Todavía estaba vestido con mis pantaloncillos cubiertos de sangre y vomito, y no hay que pasar por alto los moretones y sangre seca. ¿Por qué me atendieron? En ese sitio comen personas en peor estado. Si, acabe en una cafetería de mala muerte.

Como decía.

Cuando tuve ese severo dolor de estomago no sabia que los humanos podían comer tan poco, por lo que hice lo que acostumbraba hacer cuando estaba molesto: insultar la comida.

"¡Esto es una mierda! ¿Dónde demonios esta ese fiasco de chef?" grite. No fue mi primera acción más inteligente en mi primer día como humano, ¿o fue la segunda acción menos inteligente? Al demonio, ninguna de mis acciones fueron realmente inteligentes ese día.

El encargado se acerco y me miro con una mirada de muerte.

"¿Algún problema, señor?" su tono de voz resaltaba peligro en cada silaba, aunque a mi me importaba una mierda en ese momento.

Me pare en la silla para igualar su tamaño, el tipo era un hurso de dos metros. Lo agarre del cuello y… "Esta-comida-es-una-mier-"y un golpe me dejo K.O en mitad del piso.

MI inconciencia no duro mucho tiempo, solo cuatro horas y media.

El tipo seguía hay, sentado en la silla y comiéndose la comida que encargue.

"La comida es algo que no muchos poseen" me dijo, ¿Cómo diablos sabia que había despertado? Odio cuando pasan esas cosas. "Y la comida de mi hija es algo que nadie debe insultar" esta vez me vio y sus ojos estaban literalmente en llamas. Por un segundo se pareció a mi padre cuando ese incompetente mancho un retrato de mamá cuando pintaba las paredes del castillo. En síntesis, estaba paralizado de miedo.

Yo simplemente me pare y me dirigí a la salida, o eso hubiese querido. Una mano gigante se poso en mí hombro y me detuvo.

"La cuenta, señor" era ese desgraciado hurso pidiéndome la cuenta de lo que me comí. Tranquilos, no morí.

Para adelantar otro poco, desde que su hijo mayor se marcho a buscar fortuna, necesitaban a alguien para lavar platos, y yo no tenia dinero para pagar lo que me comí. Era eso o la muerte.

Antes de darme cuenta, estaba usando un delantal blanco y en frente de más de tres docenas de platos sucios. Créanme cuando les digo que me vi tentado a destrozarlos todos, pero recordé que ya no era más que un simple humano.

"Y asegúrate de que pueda verme reflejada en ellos" Esa era Melisa, la hija del encargado y cocinera estrella. También la responsable de mi ojo morado. No, no fue por insultar su comida. Fue por nuestro primer encuentro.

La primera vez que la vi fue en la cocina, mientras limpiaba un poco.

"Ella es mi hija, Melisa" dijo el encargado. Por cierto, su nombre era Paul. Tipo raro.

La chica era un poco diferente a cualquier otro demonio que había visto en el pueblo: cabello negro largo y atado con una cinta para formar una cola de caballo, alas negras de murciélago, una cola, piel blanca como la nieve.

"Supongo que tu eres el grosero de la mesa cinco, tienes suerte de que necesitemos a alguien para lavar los platos o ya te abría puesto en el horno" Melisa tenia una aptitud bastante fuerte y pareciera que lo único que sabia hacer era gritarme. Me sorprendió bastante cuando por fin reconocí sus rasgos.

"¿Eres un súcubo?" Mi pregunta pareció tomarla un poco desprevenida.

"¿Eh? Si, lo soy" Respondió un tanto confusa. Era normal que lo estuviese.

"Cielos, creía que todos los súcubos tenían pechos enormes. Supongo que fue un error" el error fue decir eso en voz alta. Aunque es cierto que la chica era tan plana como Flonne, y eso que parecía ser mayor que ella.

De hay el actual ojo morado.

Estaba tan distraído recordando ese golpe que no note la media docena de tentáculos que salían del fregadero hasta que uno me agarro del cuello y me zarandeo por toda la cocina. Este empleo resulto más peligroso de lo que imaginaba.

Al menos ya no tenía que dormir en la calle. Hasta que pagara mi cuenta, me quedaría con ellos para prevenir cualquier intento de escape. Mi cama fue una sabana y una almohada en la tina del baño…

Volviendo con el monstruo con tentáculos en el fregadero. Esa fue una gran pelea, pero nada realmente importante.

Me adelantare hasta el final del día.

Al final del día estaba completamente molido, mis brazos y piernas estaban entumecidas, y me sentía a punto de desmallarme en ese presido lugar.

"Eso será todo por hoy" Melisa entro en la cocina, y comenzó a hurgar en los platos recién lavados "Hazlo ora vez" me dijo con una mirada plana.

"¡¿Ah?!"

"Están horribles" me dijo como si nada.

"Hey, esto me tomo todo el día" ya estaba gritando. Esta chica quería que volviera a limpiar todo de nuevo. Ni mierda me iba a rebajar a una tarea como esta, yo había dominad todo el Inframundo, ¿Y me ponían a lavar platos?

Ella solo se cruzo de brazos y me dijo. "Puedes lavar los platos hasta pagar lo que comiste o puedo meterte en el horno y dejarte hay hasta mañana" bueno eso era todo. Llegué al límite con esto. Estaba a punto de tirármele en cima, pero vi la cortada que me hice cuando luchaba con el monstruo del fregadero. No había sanado. Heridas como esa solían sanar al instante, pero hay estaba. Todavía sangraba un poco. "¿Y bien?" por un instante me olvide de Melisa.

"Entendido" parece que mi declaración la tomo algo desprevenida. A mi también. ¿Qué podía hacer? En esa cortada vi absolutamente todo mi reino, mi poder, mis aventuras a través de todo este Inframundo y muchos otros. Todo se acabo.

"Hm, me alegra de que ya entiendas un poco mejor en que situación te encuentras" no tienes ni la menor idea. "Por cierto, todavía no nos has dado tu nombre"

Laharl. Estuve a punto de dar mi nombre, pero no serbia de nada. Estaba seguro que dentro de poco seria un nombre sin mucha importancia, por lo que decidí simplemente dejarlo atrás. Aunque, Melisa esperaba una respuesta. Tenía que decirle algo, darle un nombre. Sabía perfectamente que nombre tomar. El nombre que tomaría seria el de aquel que destruyo mi reino, que puso a mis vasallos en mi contra y me condeno a una vida humana en el peor lado de todos los infiernos.

"Mi nombre es Héctor"

"Puf, HA HA HA AHAHAhaa" y Melisa no paraba de reír. "¿Ah? ¿Es en serio? Dios, discúlpame. Es solo que Héctor se parece mucho a los nombres que generalmente utilizan en Celestia" y poco común en el Inframundo, un lugar donde poco importa Celestia. Ya lo escogí, lo dije y me lo quede. Héctor es mi nombre ahora.

"Ya puedes dejar de reír" ya me había dado un maldito tick en el ojo.

"Dis-he, Discúlpame "Héctor" es solo que-ha" y fue así durante dos días.

Así acabe.

Paul siempre estaba dando golpes a todo aquel que se quejara de la comida de su hija, y en especial a cualquiera que demostrara interés por ella. Aunque no era casi nadie, muchos demonios prefieren los pechos grandes a las planas. Tengo que reconocer que Melisa no se rendía fácilmente a la hora de tratar de demostrar sus encantos, siempre estaba dando sonrisitas dulces y tratando de coquetear con cualquier demonio atractivo que entraba por la puerta.

"Ni se te ocurra tratar de coquetear conmigo"

"¿Por qué lo haría? Eres feo"

Eso me saco un poco los nervios y… "¡No necesito que un súcubo plano me diga algo sobre atractivo físico!" ya se imaginaran que siguió después.

Todo lo que se de mi anterior reino son solo rumores que se escuchan en cualquier lugar. La linda academia de amor de Flonne, los cien reinos infernales de Etna, los derechos a los trabajadores prinnies…. Y cualquier otra cosa que ese tipo prometió no fueron nada más que simples mentiras, ¿Qué esperaban de un demonio? Si, se parece al Serafín, pero es un demonio de los peores que han pisado mi inframundo.

¿Cuál era su nombre…? ¡Héctor! Diablos, ¿Cómo se me puede olvidar un nombre que me robe?

Héctor manipuló a cada demonio en mi castillo, me destrono, me quito mi lado demonio y aquí acabe. De Laharl a Héctor, un simple lava platos.

En solo un año…

Mencione que trabajo por una mierda de salario mínimo, moriré antes de terminar de pagar lo que comí e incluso lo que comió Paul. "Si lo pediste lo pagas" fueron sus palabras cuando le pregunte ¿Por qué debo pagar por algo que ni siquiera comí?

En solo un año mis orejas ya eran redondas, y mis ojos se habían vuelto azules. La ventaja es que era más alto, quizás un poco más alto que Etna, pero mi cuerpo era débil.

¿Recuerdan que les dije que dormía en la tina de baño? Pues de ahí pace al piso de la cocina.

Una noche Melisa entro media dormida al baño, estaba vestida con un pijama rosa claro y su cabello estaba suelto. En fin, ella camino torpemente al excusado, que se encontraba justo al lado de la bañera. En realidad, solo tenía que alargar mi brazo a la derecha para poder tocarlo.

Se bajo la parte baja de la pijama y comenzó a orinar… parada.

Melisa resulto ser hombre.

Cuando acabo estaba lo bastante despierta para verme, por un momento todo se quedo en silencio. Melisa mirándome fijamente, y yo totalmente petrificado por lo que acababa de presenciar. Para conservar algo más de mi dignidad omitiré absolutamente todo lo que paso después de ese incomodo momento.

Un hombre…, eso explicaba la razón de ser tan plana.

Los que soñaron con algún romance entre él/ella… pueden mantener sus esperanzas… Es complicado.

Solo voy a dejar clara una cosa: no soy gay.

Luego de descubrir el oscuro secreto de Melisa, hubo menos oportunidades de que al final me dejaran ir, y más oportunidades de acabar en el horno, literalmente hablando.

De todas formas los humanos tienen una tasa de vida realmente corta.

Pasaba gran parte de mi tiempo fregando platos o peleándome con los clientes. Aunque, generalmente, mis peleas eran con Melisa. Fue un poco incomodo trabajar con ella después de saber que era hombre, pero en unos días ya no me interesaba en lo más mínimo.

Mientras trabaje ahí aprendí un par de cosas. Paul resulto ser un antiguo comandante de las fuerzas de un Overlord que trato de quitarle a mi padre esté Inframundo ¿Cuál era el nombre de ese Overlord? Bah, no importa mucho. Me enseño algo de esgrima en caso de que necesitase pelear contra algún demonio que causase problemas, lo cual ocurría a menudo. También algo de defensa personal, aunque esas las aprendí de Melisa, no es que ella quisiera enseñarme algo, es solo que siempre nos peleábamos hasta el punto en que ella comenzaba a golpearme y aplicarme raras llaves de combate que me dejaban adolorido durante varios días.

Cualquiera aprendería una o dos cosas sobre pelear con esos dos.

¿Mencioné que el nivel de Melisa era 9.000 y el de Paul 12.000? En tres años llegue a ser más fuerte como un humano que cuando era un demonio, ¿Estoy exagerando? Ja, en ese sitio me metía en peleas todos los día, sin mencionar las clases de esgrima con Paul, y las golpizas del travesti de su hijo.

Creo que eso es todo lo que tengo que decir por ahora. A menos que quieran escuchar sobre el día en que Melisa y yo nos emborrachamos y despertamos en la cama totalmente desnudos y apachurrados el uno con el otro.

Repito, no soy gay.

También les diré que fue a Melisa a la que le dolía el culo cada vez que se sentaba, para que no haya dudas.