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DISCLAIMER

Los personajes pertenecen a JK. Rowling y la trama es de mi autoría.


TÍTULO: 'Dejarte ir'
PAREJA: Draco/Harry
RATED: M
SUMARY: A veces las maneras más rebuscadas de atar las cosas son aquellas que hacen que en verdad las pierdas.


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..:: 'Dejarte ir' ::..

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—Oye, ¿de verdad está tan bueno?

—Mmmhh... ¿Seguro no quieren una? _dijo, ofreciendo una de esas nuevas invenciones de los gemelos. El último invento de Fred que George lanzó hacía poco al mercado en su honor. 'Savior taste', se llamaba, un pequeño dulce con forma de la escoba 'Saeta de fuego' que sabía a los tres dulces favoritos de Harry. Tarta de melaza, Chocolate caliente y varita de regaliz, alternándose aleatoriamente si aviso ni razón hasta que el dulce terminaba.

—No gracias, Harry.

—No. Prefiero seguir concentrándome en escucharte gemir así. Por lo menos sé que tu boca no ha perdido su toque, esa escobita la ha de estar pasando de maravilla —dijo el rubio, guiñándole un ojo con absoluto descaro mientras él apartaba la vista y borraba su sonrisa y los otros se miraban entre incómodos y desconcertados.

Un silencio incómodo cayendo tras la frase.

Un silencio que encerraba demasiados recuerdos, demasiadas penas. Demasiado de todo.

—Ejjem, bueno, ¿pero es que han oído con quién ha estado saliendo Parvati? —un coro de negativas se oyó en medio de aquel barullo. Una charla que el moreno obvió intencionalmente mientras se permitía perderse en lejanos y añorados recuerdos a la vez que se dejaba sentir surgir la ira y la frustración a través de él, porque era en esos momentos en los que en verdad odiaba haber quedado así con él.

Amigos. Ahora eran amigos.

Y Harry estaba hartándose de tener que auto-recordárselo día tras día. Sobre todo si tenía también que aguantar ahora esos comentarios tan desubicados que el rubio le decía y que a él le hacían evocar tantas, tantas cosas... y que le ataban, queriendo o sin querer, a no dejarse olvidar. No es que lo quisiera tampoco, o no tanto al menos, pero el martirio...

Recordó con dolor que en un momento lo odió. Y luego odió odiarlo. Odió lo que los había llevado a eso y odió aún más no haber sabido que más hacer para detenerlo. Para retenerlo junto a él. Para darle al rubio la fuerza y convicción suficiente para que lucharan juntos por, ellos.

Pero ahora era pasado y tenía que recordárselo a sí mismo más de una vez. Tenía que aceptarlo, lo sabía. Lo sabía... y dolía.

Dolía saber que tenía que terminar de dejarlo ir porque, mientras él se negara a ello una pequeña parte de su ser aún sentía que era suyo. Un poco. Algo. Y eso era todo lo que lo hubo mantenido 'cuerdo' hasta el momento. Pero al parecer ya no más. Ya no.

Lo suyo con el rubio había sido algo demasiado intenso. Un amor tórrido que surgió de la nada como un vendaval, arrasándolo todo a su paso y destruyéndolo todo de él cuando así como vino se fue. Pero a su vez fue lo mejor que le pudo haber pasado en la vida y jamás podría arrepentirse de ello por más que de vez en cuando algún pensamiento traicionero apareciera por su mente dolida.

Haciendo caso omiso de la mirada que podía sentir clavándosele desde su derecha, Harry hizo oídos sordos de todo y solo se dejó estar, contemplando las parejas que felices de divertían en la pista mientras que él hacía un repaso rápido de cómo hubo surgido todo.

Aún entonces le resultaba un tanto, increíble, por decirlo suave.

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Fue apenas terminada la guerra. Los ansiados juicios contra mortífagos y seguidores comenzaron y el mundo se volvió un poco loco en su búsqueda de castigo y represalias, pero él hizo lo que creía correcto y sin importar que dijera nadie él atestiguó a favor de un par. Severus Snape, Narcissa y Draco Malfoy entre ellos.

No muchos lo entendieron pero a fin de cuentas, ÉL ERA el Salvador.

Con su testimonio a favor pocos quisieron llevarle la contraria al mandarlos a encerrar por lo que el nombre de Snape no fue solo restituído sino también galardonado, haciendo su muerte algo honorario más que solo un evento más; mientras que los Malfoy lograron salir en libertad condicional pero con las arcas muchísimo más vacías de lo que las tuvieran tiempo atrás.

Sin embargo todo surgió luego, cuando al asumir finalmente el cargo de Lord Black al ir a la lectura de testamento de su padrino al fin y ya con su mayoría de edad fue que se encontró teniendo de pronto una muy amena charla con ambos rubios que de pronto supo estaban a su cargo por ser aún parte de la rama de la familia Black, así como también lo era de Andrómeda y Tonks, y por ende de Teddy.

De pronto las cartas de ida y vuelta fueron cosa usual y las visitas a Grimmauld algo habitual después de que Narcissa se hubiera ofrecido a hacerse cargo de una completa remodelación de la casa tras haber hablado con Harry de cuanto odiaba la apariencia sombría del lugar.

La distancia se fue perdiendo en algún punto del camino y pronto ambos no podían mantener sus manos fuera del otro.

Una relación que duró tres de los cuatro meses que llevó la remodelación de la casa y unos tres meses más luego de terminada. Una relación hasta entonces 'secreta', aunque muchos algo sospecharan. Una relación que la gran mayoría condenaba porque, ¿cómo podría su amado salvador terminar siendo gay y saliendo con una simple escoria de mortífago?

Creyéndose listos y preparados decidieron darse a conocer como pareja para el cumpleaños del moreno y fue, lo que solo se podría llamar como un craso, muy craso error.

No tuvieron chance siquiera.

Ellos fueron atacados de manera tan atroz que la presión pudo con ellos. Pudo con Draco. El rubio era odiado sí, pero no así, no sintiéndose continuamente tan malditamente inadecuado, tan perdido.

La presión lo rompió.

Y el rubio rompió con él, pero pidiéndole poder mantenerse cerca. Le pidió ser amigos.

Y, tonto de él... aceptó. Aceptó porque, aunque nunca llegó a decírselo (porque planeaba decírselo tras la cena de festejo de su cumpleaños pero fue tal desastre que nunca llegó a hacerlo), él lo amaba. Él, Harry jodido Potter se había terminado por anamorar del jodido Draco hurón Malfoy. Y fue entonces que odió amarlo...

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Por eso es que no entendía porque el rubio jugaba con eso ahora. Porque le hacía recordar...

Habían pasado ya más de seis meses desde su ruptura y el mundo aún seguía atosigándole ahora por su amistad. Una amistad por la cual muchas de sus antiguas amistades se resintieron pero lo cual le importó tan poco con tal de mantenerlo cerca que hasta en un punto se asustó.

Ron y Ginny fueron dos de los cuales ya no sabía más. Uno porque al parecer nunca podría superar rencores ya fueran de infancia o de ningún tipo. Y la otra porque le acusó de hacerle esperarle en vano cuando él tenía el 'deber' de casarse con ella y cumplir con lo que todo el mundo esperaba de él.

No. No más. Estaba jodidamente cansado de cumplir expectativas ajenas. Al demonio con todos. Al demonio y punto. Era su vida y quien no lo entendiera bien podía salir de ella.

No hace falta decir que muchos lo hicieron. Pero así como muchos salieron otros muchos se quedaron y otros tantos entraron. Y todos le aceptaron.

Sin embargo, el seguir con esa amistad con el rubio le estaba dañando, y lo sabía, lo sentía en su piel cada día, cada vez que respiraba, pero por sobre todo cada maldita vez que lo tenía cerca -que era seguido-, una completa tentación a la que le costaba lo indecible resistir no atacar. Él necesitaba estar a su lado y hacerlo suyo hasta que nunca más le quisiera dejar... o en su defecto solo dejarle atrás y avanzar. Y, visto que fue el rubio quien le pedía siempre de verse de nuevo en algún bar mostrándose siempre tan malditamente superado y espectacular, y más encima de un tiempo a ahora solo gastándole broma tras bromas de lo que alguna vez fueron o hicieron; Harry decidió finalmente dejarle estar. Tenía que seguir. Tenía que dejarle ir... solo.

Decidido y obviando las preguntas que algunos le dirigieron al verle pararse, Harry se encaminó como un autómata hacia la pista donde nunca quería entrar, y decidió dejarse llevar.

Con una cerveza en mano y cerrando los ojos dejó a su cuerpo sentir el compás y solo le permitió moverse como quisiese, sintiendo el sudor nacer en su piel y el creciente contacto a su alrededor. Una que otra mano rozándole. Una que otra palabra rondándole.

'Sí, esto era' -se dijo- 'Es hora de seguir...'

Abriendo los ojos y vaciando lo que le restaba de cerveza, él partió hacia la barra a conseguir una botella más antes de volver a la pista una vez más. Su intención ahora clara para quienes le rodeaban, así como también más que aterradoramente clara para quien aún desde la mesa, le observaba.

Dos pares de manos pronto le rodeaban. Dos chicos muy lindos. Jóvenes, descarados. Y él se dejó estar. Dio un beso a uno y metió mano al otro. Se frotó con el castaño endemoniado y dejó un buen chupón al moreno con cara de niño bueno. Y solo, se dejó ser.

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Tenía calor. Mucho.

Había estado bailando y manoseándose por lo que parecieron horas y la bebida que hubo ingerido en ese entonces pareció de pronto bajarle toda de golpe haciéndole imposible resistir la necesidad cruda de ir a mear, pero no las ganas de llevar lo de esos chicos con quienes aún jugueteaba a un poco más, por lo que apenas con un medio grito de que iba al baño y un guiño que esperaba fuera tentador él se giró y tropezó hasta llegar donde el barman le indicó, apenas fijándose si había alguien ya o si los chicos venían detrás.

Quizás fuera por eso que nunca vio venir las manos acercándose a su piel. Manos conocidas. Dolorosamente conocidas.

—¿Qu...?

No hubo tiempo a más antes de que el conocido tirón en su estómago le avisara que estaba siendo llevado hacia algún lugar.

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—¡¿Qué demo...?! Ohh, mmm...

No pudo evitarlo, estaba demasiado borracho al culo como para contener la sensación de malestar por lo que apenas dando un rápido reconocimiento al lugar, él hizo al rubio a un lado y corrió donde sabía había un baño.

Sacando buena parte de alcohol de su sistema debido al desastre que hizo por el imprevisto viaje y dando de paso alivio también a su vejiga, Harry dejó el baño sintiéndose un poco mejor físicamente, pero a la mar de confundido porque, ¿qué demonios hacía Draco llevándolo a su departamento tras una de sus juntadas y de esa forma?

Salió del baño abrochando su bragueta y enfiló hacia donde fuera que estuviera el rubio.

Esa no era una buena noche para joderlo y el rubio iba a darse cuenta pronto de ello.

Estaba enojado. Estaba furioso. Con cada paso que daba su rabia crecía de manera desmedida. Joder con Draco y todos sus parientes. Él lo había decidido, él quería seguir, y ahí estaba de nuevo, a metros de aquel a quien quería olvidar, el mismo que hacía unos minutos se lo había llevado de sorpresa de aquel bar donde habían quedado dos chicos más que calientes a los cuales aún tenía ganas de follar porque, vamos, era hombre y hacía meses no la ponía. Estaba cansado, molesto, caliente y muy, muy frustrado. Y esa era una muy mala combinación viniendo de él.

Pero el ver al rubio engreído ante él tranquilamente sentado en un cómodo y lujoso sillón blanco con una copa de lo que parecía ser whisky en su mano fue lo que lo terminó por cabrear. No, no quería ni siquiera hablarle porque sabía que diría algo que luego, sobrio, bien podría lamentar. No quería hablar y no podía salir, ya lo había intentado desde el baño cuando había sentido su erección aún dolorosamente dura.

—Baja las protecciones.

—No.

—Malfoy. Baja. Las. Putas. Protecciones.

—No, Potter.

—Bien... —cabreado más allá de las palabras se dispuso a hacer algo que no sabía si podría funcionar pero estaba más que dispuesto a intentar. Él comenzó a reunir poder. Oleada tras oleada lamiendo su cuerpo y...

—¿¡Con un demonio Potter, quieres destruirlo todo?!

—Quiero. Partirte. La. Puta. Cara. Malfoy —dijo Harry rechinando los dientes mientras lo miraba a los ojos de manera como nunca antes. Con furia, con dolor, con enojo que rayaba cerca del odio. Un odio que el moreno nunca le hubo querido hacer notar pero que, allí estaba, expuesto libremente para que el rubio lo viera y lo entendiera por lo que era así lo quisiese creer o no.

—Ha-rry...

—No. Quiero irme. Necesito irme antes de que... necesito irme Malfoy. Baja las protecciones. Ahora.

—No.

—¡Vete a la mierda! —una ráfaga de poder puro estalló desde él, tirando y corriendo muebles cerca suyo.

—Harry...

—¡Joder! ¡¿Qué demonios quieres ahora?! ¡¿QUÉ?! ¿Porqué sigues jodiéndome? ¡Ya está! ¡Ya me destruiste! ¿Qué más quieres?

—Harry...

—¡JODER! —otra ola y un par de fotos colgadas en las blancas paredes cayeron.

Harry cubrió sus ojos con sus muñecas, apretando con fuerza. Sentía el poder. Sentía la fuerza y la presión latiendo en él, a la expectativa. Magia rezumando en él como queriendo liberarse y solo ser. Pero lo sabía, sabía que si se dejaba ir, que si su magia reaccionaba a su enojo entonces el rubio sufriría también porque sí, lo quería, lo amaba, y también lo odiaba, estaba enojado y frustrado, triste y dolido, sentía tantas cosas que quería explotar y no podía. No podía.

—¡Harry!

—¿Porqué Draco? ¿Porqué te empeñas en joderme aún más, eh? ¿Qué son todos esos malditos comentarios? ¿Porqué me sacaste de allí? ¡¿Porqué carajos no me dejas olvidarte de una puta vez?!

Silencio.

Crudo.

Amargo.

—Tú quieres... ¿olvidarme?

—¡SÍ! ¡Joder, sí! ¡Porque duele como un demonio Draco! ¡Joder que duele! Tú, tú tienes la culpa... tú me dejaste, tú quisiste que seamos amigos, tú, tú, tú...

Soltó sus ojos y le miró embravecido. Una tormenta de furia rondando en sus expresivos ojos. Las palabras solas y sin permiso alguno por sus labios sin poder pararlas.

—No puedo Draco. Ya no puedo. No puedo ser tu amigo. No puedo pretender que todo está bien cuando cada vez que te veo me duele la piel por las ganas que tengo de agarrarte, de besarte. De tocarte y marcarte como mío una vez más. No puedo seguir escuchándote bromear con algo referente a lo que teníamos como si hubiéramos sido, nada. Nada importante. No puedo, verte. No puedo. No quiero.

—Harry yo...

—Hoy lo hiciste de nuevo —le miraba sin ver, su mente perdida en recuerdos que afloraban a flor de piel con ayuda de tanto alcohol—... hoy bromeaste con mis gemidos, esos gemidos que hacía cuando te hacía mío una y otra vez. Me hiciste recordar de nuevo lo que fuimos y no puedo más. Quiero olvidar que fuimos algo más. Quiero ya no necesitarte a mi lado. Quiero borrar tus caricias de mi piel. ¡Quiero dejarte ir Draco! Porque aún no lo he hecho y me está destruyendo el tenerte tan cerca y ya no ser nada para ti.

—Escúchame Harry...

—Y hoy iba a hacerlo. Iba a dejar que esos chicos me tocasen y borraran tus caricias. Iba a follármelos y a hacerlos gritar borrando tus gemidos, tus gritos. Quizás incluso los hubiese dejado follarme y así olvidar que solo fui tuyo.

—¡Basta!

—Pero llegaste tú a destruirme de nuevo, ¿acaso no te ha bastado?

—Por favor, Harry...

—¡Odio amarte Draco! —gritó de pronto. Tenía que salir de ahí como fuera. Tenía que desaparecer, sería lo mejor. Quizás un tiempo fuera era lo que necesitaba y...

—Te amo, Harry...

'¡¿Qué?!'

—Por favor...

Y Harry notó ahora las lágrimas que cubrían su rostro.

—Por favor...

Y la expresión de terror que sus finas y aristocráticas facciones mostraban.

—Te amo. Lo siento.

Y el dolor en sus palabras así como el miedo en sus ojos.

—¿Por qué?

—¿Eh?

—¿Porqué haces esto?

—No, Harry. No quiero herirte. Lo siento. Lo siento, lo siento, lo siento. Perdón. Te amo. Te amo aún antes de que cortáramos. Tenía miedo.

—¿Miedo?

El rubio se hundió en el sillón. Los hombros caídos y la cabeza hacia abajo. La mano sosteniendo aún precariamente el vaso con los restos de alcohol.

—Miedo de que luego te arrepintieras y me echaras la culpa de que la gente te odiaba. Miedo de decírtelo. Miedo de que no me amaras de vuelta. Tenía tanto miedo. Y te dejé ir, pero no del todo. No podía. Pensé que si al menos éramos amigos podría estar en paz pero no fue así. Me dolía también pero a la vez no soy capaz de dejarte de ver. Necesito saber que estás cerca de mí aún. Necesito saber que eres mío.

Silencio. Las palabras poco a poco asentándose en ambas mentes. Las revelaciones cobrando sentido y fuerza a la vez.

—No quiero.

—¿Qué cosa?

—No quiero que me olvides.

—Draco...

El rubio levantó al fin su cabeza. Sus ojos ardían con fuerza apenas contenida pero aún así no dejaban de mojar sus mejillas con el agua salina que brotaba incesante de ellos.

—¡No quiero maldita sea! ¡NO! Quiero ser tuyo y que tú seas mío. No quiero que alguien borre mi rastro en ti. No quiero que beses otros labios de nuevo. ¡No quiero perderte! Hace ya meses que quiero volver pero, fui lo suficientemente estúpido para creer que aún a pesar de haber sido yo quien te pidió dejarlo, podría conseguir que fueses tú quién me pidiera volver en lugar de retractarme yo y, lo siento. Soy un cobarde, lo sé.

Harry se tensó.

—Quise hacer que te tentaras de tenerme de nuevo y que solo me tomaras una vez más. Quise tentarte, hacerte recordar como fue estar conmigo pero solo logré que me odiaras ¡No quiero que me odies! ¡No tú! ¡Por favor!

El rubio se paró, finalmente acercándose a él.

—Quiero volver a intentarlo Harry. Te amo. Te amo tanto —susurró el rubio levantando sus temblorosas manos para tocar su rostro—. Hoy fue el peor día de mi vida. Te vi allí, bailando como si nada importara y luego te vi dejarte manosear y besar por esos chicos ¡y creí morir!, de furia y dolor. Me desesperé. Te vi y lo supe. Supe que querías pasar de mí y me dio pánico porque no quiero, no quiero que me dejes ir nunca más. No quiero que me alejes. No quiero que me olvides. ¡No quiero que me dejes ir! —sus labios se apretaron con fuerza contra los suyos y Harry no sabía qué pensar, qué sentir. Estaba tan confundido. Estaba dolido. Tanto tiempo separados. Tanto tiempo sufriendo, ¿y solo porque Draco una forma más que retorcida de hacer que él fuera en su busca cuándo fue él mismo quién al cortar le pidió nunca lo hiciera?

No respondió el beso.

La presión en su boca aumentó, incluso pudo sentir un poco de humedad sobre sus labios sabiendo que era esa lengua pecaminosa la que quería abrirse paso en él.

No lo obtuvo.

Las manos antes quietas en sus mejillas comenzaron a apretar recorriendo su cuerpo, queriendo conseguir a fuerza algún tipo de respuesta con ello.

Segundos pasaban y el llanto antes más o menos calmo del rubio comenzaba a crecer. El miedo haciendo que sus movimientos fueran más que nada torpes y desordenados.

—Por favor... —dijo el rubio, parando sus movimientos y solo apoyando ahora su frente contra la contraria mientras cerraba los ojos, esperando.

—Meses Draco. Meses en los que lloré por ti. Sufrí por ti —dijo Harry, apenas respirando las palabras contra los del rubio, emitiendo una caricia tortuosa en el proceso.

—Por favor...

—Querías que ruegue por ti. Querías quedar como todo un Malfoy como siempre, porque los Malfoy no se rebajan a pedir perdón ¿cierto?

El llanto crecía.

—¿Quién ruega ahora, Malfoy?

El llanto del rubio creció mientras las manos se aferraban a su ropa, y al tiempo que sentía las palabras susurradas clavársele como dagas.

—Yo... —respiró—... yo te ruego Harry. Por favor. Por favor. No me dejes ir. Solo, no me dejes ir.

Los labios aún se rozaban con cada palabra, pero hubo una ligera presión sin sonido que al rubio le hizo querer gritar.

—No puedo dejar ir, aquello que ya se fue...

Un sonido de grieta resonó en la sala. Un sonido que hizo eco en algo muy dentro de aquel que allí hubo quedado porque el moreno no solo había roto las protecciones al finalmente desaparecerse de aquel departamento -pensó el rubio-, él también le había terminado de romper el corazón.

Y, finalmente, el rubio sí grito, porque aquel roce que por un segundo le dio esperanza no fue más que una cruel despedida. Porque por pensar una vez más en no dejar su orgullo terminó perdiendo la única persona que había amado en su vida. Porque era su culpa y solo suya ahora lo sabía... y eso no hacía que doliera menos.

Porque se acababa de dar cuenta de que el moreno estaba en lo cierto... había sido él quién lo había dejado ir...

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'Tonto de mí, que te he dejado ir
mientras que sin saber cómo,
me he quedado atado a ti.'


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24/2/15

Nada, pues que este fic iba a ser algo que terminara en una dulce reconciliación lemonosa pero, ¿qué creen? ¡No salió así! Uggh, escribí y borré 982317177 millones de veces pero, nada, Harry no quería perdonar tan fácil y Draco no dejaba de ser un idiota en mis dedos así que me rendí a lo que estos dos locos querían (¡Que les den Harry y Draco! -_- ) Como sea, no me voy a rendir del todo... así que es posible que haga otra versión de este mismo fic jejejeej quizás ahora que tuvieron lo que querían me dejen escribir lo que YO quiero en paz Jmm -_- (lo sé, estoy loca, pero a veces me pasa eso de que los personajes NO quieren ir donde yo los quiero y bueno xD)

Como sea, espero les haya gustado =P

Besitoooos y nos leemos por allí...

*Guada*

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