DISCLAIMER: SMITE no me pertenece, es propiedad de HI-REZ STUDIOS. Ésta historia la hago sin ánimo de lucro con el fin de entretenerme a mí misma y a quien desee leerla.
DISCLAIMER 2: La mitología Egipcia tampoco me pertenece. Pertenece a aquellas personas de la época predinástica.
PostData: Estoy trabajando en un proyecto de hacer historias (tanto en inglés como en español) sobre las parejas cannon de Naruto. Si alguien está interesado puede enviarme un privado y contestaré lo antes posible.
PostData 2: La mitología es increíblemente complicada, así que lo siento si la historia tiene algunas lagunas... xD.
Nota: Es la primera historia que hago del Smite, y es porque me ha encantado el juego. (:
The sun has risen once again.
POV general.
El Sol, ese astro que nos ilumina, nos da luz y hace que nuestro planeta no sea frío, oscuro y sin poder del Sol, da vida a la Tierra, da vida a cada ser que habita en ella y ese enorme poder debe ser controlado. Ra, el Dios Sol; Dios de la vida, se encargaba de que todo siguiera en orden.
Egipto. Muchos, muchos años atrás.
Ra paseaba por la orilla del río Nilo, contemplando como el agua cristalina iba tranquila, como si no tuviera prisa; al igual que él. Paró su paso y se arrodilló ante el río, su mano se dirigió al agua y tomó una poca en su palma, luego la giró haciendo que ésta cayera de nuevo a su origen, pero unas pocas gotas murieron en la tierra.
—No deberías desperdiciar así el agua, creador.— Escuchó una voz tras de sí, cerró los ojos y se levantó tranquilo, giró su cuerpo y abrió de nuevo los ojos.
—Pido mil perdones, quizás un paseo me ayude a que no te enfurezcas conmigo.— La mirada se clavó en los ojos de su acompañante, éste le devolvió la misma, luego sonrió.
—Está bien.— El extraño emprendió el camino seguido de su creador.
—El agua está tranquila, me gusta verla así.— Ra paró de nuevo su paso después de caminar por algunos minutos. Miró el agua, insipiró profundo y soltó el aire delicadamente. —Una pena que Seth asesinara a Osiris.— Abrió los ojos y volvió a encaminarse hacia algún lugar que ni él sabía, simplemente caminaba; seguido de su acompañante.
—Horus hace un buen trabajo cuidando del río, mantiene a raya a los mortales. No hacen más que querer ensuciar el agua metiéndo sus asquerosos cuerpos dentro de ella.— Ra rió ante el comentario, algo que no acostumbraba a hacer. Su acompañante le miró, sonrió y alzó sus alas para ponerse a su altura.
Ra miró sus alas y suspiró.
—Me gustan tus alas. Deberías usarlas más.— Cruzó sus brazos a la espera de que bajara de los cielos.
En cambio su acompañante alzó más el vuelo, y al bajar de nuevo y ponerse a su altura rodeó el cuerpo de su creador sacándole una leve sonrisa, pues aunque no pudiera sonreír dado a su anatomía facial, sus ojos expresaban todo lo que quería y pretendía transmitir.
—Isis...— Advirtió de manera burlesca el Dios del Sol. Ella rió y se posó delicadamente a su lado.
—Usted me dijo que las usara más.— Comentó estirando sus pequeños brazos hacia el cielo, dio un disimulado bostezo y continuaron caminando.
Al comenzar a caer la noche, llegaron a un poblado humano donde habitaban no más de veinte mortales. Las velas de las cabañas estaban encendidas, el Sol ya no estaba presente por lo que el invento de algo que hiciera luz al carecer del Astro Solar era necesario para continuar con la vida.
Los dos Dioses pararon a la entrada del poblado, no era ético en los Dioses pasear cerca de los mortales, por lo que pasaron de largo y continuaron caminando por la desértica zona, el río Nilo quedaba a su derecha con abundante vegetación en las zonas cercanas al agua, pero a su izquierda sólo había desierto; arena y más arena.
—¿Cree que los humanos seguirán viviendo así toda la eternidad?— Isis arrancó una pequeña flor rosada que se hallaba cerca de la orilla del río y la olió delicadamente, sonriendo. La lanzó al agua y vio como la corriente se la llevaba lentamente.
Ra paró a su derecha, y se sentó en la orilla, dejando su bastón a un lado. Isis le imitó y apoyó su cabeza en el hombro del creador.
—Los humanos son humanos. No tenemos porqué preocuparnos por ellos.— Ra miró el firmamento, las estrellas brillaban con fuerza, la luz de éstas estaba presente en todo el cielo. —Hice bien en nombrar a Nut para que cuidara el firmamento. Mira el cielo, la noche es hermosa aunque carezca de Sol. Los humanos no saben apreciarlo. Un día las estrellas desaparecerán a sus ojos y entonces las echarán de menos.— El Dios del Sol suspiró pesadamente y negó con la cabeza. Miró de nuevo al río y miró de reojo a su acompañante. —¿Isis?— Preguntó, extrañado al no recibir respuesta.
—Disculpe creador. Pensaba en la agonía de Nut al no poder amar a su esposo, Geb.— Isis entristeció.
Pues Nut, la Diosa del cielo y Geb, el Dios de la tierra tenían prohibido el verse dado que si la tierra y el cielo se juntaban, el caos se apoderaría del mundo y todo el trabajo de Ra, hubiera sido en vano. Para ello, Shu, el Dios del viento y padre de los anteriores nombrados, se encargaba de mantenerlos separados.
—Aún así os tuvieron a ti y a tus cuatro hermanos.— Ra acarició delicadamente la cabeza de su compañera con su diestra, mientras su zurda la apoyaba en una de sus rodillas que ahora yacía flexionada, aguantando así el peso de su brazo.
—Soy feliz de que Osiris ahora sea el Rey de los muertos y Horus haya desterrado a Seth para siempre. Su envidia mató a mi esposo y hermano, ahora sufre las consecuencias.— Isis cerró los ojos notando las caricias de su creador y sonrió.
—Pero ese título que ahora Osiris porta, hace que nunca más puedas volver a verle.— Ra paró las caricias y tomó la mejilla de Isis, obligándole a que le mirara a los ojos.
Ella se acongojó al notar los penetrantes ojos de su creador y se entristeció al escuchar tan duras palabras.
—Lo sé, no crea que soy una simple mortal. Sé las consecuencias que conlleva todo ésto, pero soy feliz de que no fuera devorado por Ammyt y que su Ib fuera más pesado que la pluma de Maat.— Isis sonrió y miró fíjamente a su creador, de quien notaba un extraño sentimiento en sus ojos.
Ese sentimiento la impulsó a abrazarle, Ra correspondió y estrechó entre sus brazos a su pequeña creación.
—Eres la Diosa de la Sabiduría, tu madre Nut me fue infiel con Geb pero, me alegro. Mereces la vida eterna, tu sabiduría hará que toda mi creación funcione como debe.— Isis sintió alivio en las palabras del Dios del Sol.
—Gracias, mi creador.— Hundió su rostro en el pecho de éste, mientras unas lágrimas emanaban de sus oscuros ojos; los cerró con fuerza.
El dolor de perder a su amado Osiris no se iría con facilidad, mas el sentimiento de soledad y tristeza se desvanecía cuando Ra estaba a su lado. Aquel abrazo transmitió más de lo que hubieran querido ambos.
—Gracias a ti, Isis.— Dado al inmenso poder de Ra, éste pudo cambiar su anatomía facial para así convertir su rostro de halcón en uno con forma más humana.
La Diosa de la Sabiduría azló su rostro encontrándose así con un Ra más humano, lo que le provocó una tímida risa.
—No parece usted. ¿Debido a qué éste cambio?— La risa de Isis embelesó al creador, quien continuaba abrazándola fuertemente contra sí.
Rió el Dios del Sol ante el comentario y apartó la mirada hacia el río. Soltó del amarre a su compañera y se estiró sobre la escasa vegetación de la orilla del río Nilo.
—Soy el creador, no tengo porqué decir qué voy a hacer y porqué.— Cerró los ojos notando algo en su mejilla, un sonido cautivó sus oídos cuando dejó de notar aquella extraña sensación en su piel. Su diestra se posó en el lugar exacto donde sintió esa sensación, notando la calidez que emanaba en las yemas de sus dedos. —¿Qué has hecho?— Preguntó dubitativo el Dios del Sol, ahroa con rostro humanizado.
Isis rió y se acercó a él cautelosa. Ra la siguió con la mirada.
—Volveré a hacerlo.— Dicho ésto, la Diosa de la Sabiduría tomó la mano que yacía en la mejilla de su creador y la sustituyó por los labios propios, haciendo el casi inaudible sonido de un beso al separarse.
—Isis...— Ésta quiso levantarse, pero Ra no la dejó.
La diestra del creador se posó en la cadera de su compañera mientras que su zurda tomó el mentón de ésta y la acercó a su rostro. Las miradas se cruzaron durante unos escasos segundos antes de que sus labios se juntaran en un tranquilo y delicado beso. Después de todo carecían de prisa por besarse, tenían toda la eternidad por delante.
Pluma de Maat, Ib y Ammyt: En el juicio de Osiris, si el Ib que; es el corazón, resultaba más pesado que la pluma de Maat, éste se libraría de ser devorado por Ammyt, haciendo que jamás pudiera volver a exisitr. Al ser así, y ser su Ib más pesado que la pluma de Maat, Osiris fue nombrado el Rey del Inframundo junto con Anubis, el hijo adoptivo de Isis.
