Disclaimer: Naruto es propiedad de Kishimoto.

Nota: Este fic participa en el Reto: De amor y otras tribulaciones del foro La Aldea Oculta entre las Hojas.

La pareja que elegí, como siempre -le tiran un tomate porque primero eligió a Sasori-, es Obito y Deidara.

Los géneros para cada historia han sido sorteados y, según Random, me ha tocado Friendship. Las moderadoras del Foro han pedido que escribamos el significado del género que nos ha tocado. Yo, por mi parte, nunca he trabajado con Friendship; por lo que a continuación pondré lo que es según el aporte de Eva -dhEVA-

• Friendship (Amistad): Se centra en la relación amistosa de dos o más personajes. Puede contener toques de "Romance" aunque tendrían lugar en un segundo plano.


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Porque Akatsuki tiene una cocina.

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Y porque Deidara puede cocinar... sin explotarla.


El viento daba de lleno en su rostro descubierto. Sus ojos observaban la luz del Sol, por primera vez, sin ninguna preocupación; pensando en lo rápido que el tiempo pasaba, pensando en todo aquello que perdió y que, exactamente ese día, todo se tornaba fastidioso.

14 de Febrero.

—¿Qué hacer? —murmuró con aburrimiento. La máscara de Tobi se hallaba olvidada en el suave pasto de aquel hermoso prado donde había ido a parar al separarse de Deidara. Sabía a la perfección su ubicación y, por eso mismo, no se preocupó en lo más mínimo a la hora de quitarse aquello que lo privaba de la luz.

Casi inconscientemente sus pensamientos fueron directo a su compañero; ese rubio explosivo que lo mandaba a volar cada vez que tenía oportunidad y, la verdad, lo comprendía.

—A veces ni yo me aguanto —habló al viento, levantando una de sus manos al cielo como si de un momento a otro pudiera tocar una de las blancas nubes. De alguna manera sentía que estaba pegado a su compañero; sabía que su actuación de Tobi era el único motivo por el que siempre se le tiraba encima y, aun así, su corazón latía demasiado fuerte para su gusto cuando estaba cerca de él.

Recordó, entonces, que ése también era el día de la Amistad. Como una compensación para los que están solos; pensó burlón, el Día de los Amigos ya estaba como para agregarle la palabra «Amistad» al 14 de Febrero.

Sintiendo la presencia de Deidara cerca tomó la máscara nuevamente, volviendo a su papel de chico bueno. Ese papel que absorbía su personalidad de Obito Uchiha, pasando a ser simplemente un niño grande, Tobi.

Ah, lo que es ser el líder.

—Ah, ahí estabas, uhn —la voz de Deidara salió con desdén, como si no hubiera estado buscando a su compañero desesperadamente al saber que lo perdió. Estúpido Pain con sus amenazas de castigo si perdía al enmascarado.

—¡Senpai! —chilló lanzándose al rubio, abrazándolo tan fuerte hasta el punto de casi asfixiarlo—, ¿Sabe qué día es hoy?

—Sí, el día de que mueras —respondió con molestia, intentando apartarlo sin explotarlo en el proceso.

—No, no —negó como si lo que dijo hubiera sido una blasfemia; separándose y moviendo su dedo índice de lado a lado en señal de desaprobación—. ¡Es el día del Amor y de la Amistad!

El rubio acomodó su capa soltando un bufido para, seguidamente, voltear ignorándolo olímpicamente. Sabía perfectamente qué día era, su fecha más odiada desde que abandonó su Aldea para entrar en aquella organización que, en vez de parecer criminales, parecían payasos de circo. ¡Incluido el líder!

—Senpai, ¿Usted es mi amigo? —la voz de Tobi sonó más grave de lo normal, siguiendo a su compañero con una tranquilidad inusual en él, algo que inquietó al contrario.

—La palabra amistad está de más en esta fecha, uhn. Deja de molestar, Tobi —respondió en un bufido, apurando sus pasos para llegar de una buena vez a la cueva.

Obito, aprovechando que la máscara lo cubría y que el rubio no estaba dispuesto a voltear, abrió su boca en una perfecta O al oír esa respuesta; expresión que, luego de unos segundos, cambio a una brillante sonrisa.

Claramente él pensaba igual y, además, era lo mismo que había estado reflexionando momentos atrás. Sin embargo no desaprovecharía la oportunidad de molestar al explosivo artista, ¡Tenía la idea perfecta para ello!

—Pero… ¿Nosotros no somos amigos? —volvió a preguntar con un deje lastimero, volviendo a su ritmo actual al ponerse a saltar para alcanzar a su senpai.

—No —negó fastidiado, sintiendo una especie de alivio al ver la entrada de la cueva a unos cuantos metros.

—¿Por qué no?

—¿Dejarás de molestarme? —gruñó, sus manos estaban tentadas a tomar la arcilla de su estuche y crear unas cuantas figuras para desaparecerlo de su vista.

—Tobi quiere hacer chocolates con su senpai —comentó el enmascarado, sin perder de vista al rubio ni cuando se adentraron en la cueva—. Aunque si no sabe no se preocupe, ¡Yo puedo hacerlos por usted!

Deidara detuvo sus pasos, repasando todo lo dicho por el contrario antes de cometer un asesinato. Veamos, primero le comentó el día que era.

Nada fuera de lo normal, con este idiota todo vale, uhn.

Pensó, pasando a lo siguiente: le preguntó si eran amigos.

No… O bueno, sí. ¿Tal vez? Agh, estúpido Tobi.

Después, para completar, le dijo -no tan directamente- que no sabía cocinar.

—¿Qué dijiste, uhn? —preguntó con lentitud, ladeando su cabeza para observar al enmascarado con su ojo entrecerrado.

—Oh, que sería bueno darles un chocolate a los miembros por el día —respondió Obito, con una sonrisita detrás de la máscara al haber cumplido su objetivo—. Pero Tobi no puede con todo y, como es un niño, no quiere cocinar solo.

—No —negó cruzándose de brazos, volteando completamente hacia su compañero con una ceja alzada—, dijiste que no sé hacer chocolates.

—¡Se equivoca senpai!—chilló colocando sus brazos como escudo, por si se le ocurría pegarle—. Solo comenté que si no podía, intentaría hacerlo solo.

—Kakuzu no va a querer soltar su estúpido dinero para eso, uhn —murmuró, considerando el tema.

Es decir, ¿Por qué no?. Si bien lo odiaba y prefería mil veces al pelirrojo como compañero -lamentablemente fallecido-, no estaba de más la palabra amistad en su relación. ¿Quién más que Tobi para aguantar su C1, C2, C3 y las demás?

—Senpai, la semana pasada Hidan le robó dinero y ahora la alacena está llena —recordó, suerte que era inmortal o no la contaba.

Un suspiro salió de los labios de Deidara, repasando una y otra vez las palabras dichas en su mente. Recién habían llegado de una misión que, si bien no fue la gran cosa, lo dejó algo cansado; además de que su cabeza dolía horrores por el lugar al que habían ido.

¡Estúpidas aldeas que hacían estúpidos festivales por el maldito día!

Creía fervientemente que «Amistad» no era lo que iba para ese día y, aun así, la idea de negarse desaparecía de sus pensamientos poco a poco.

Chasqueó la lengua comenzando a quitarse la capa, cambiando su dirección para dirigirse a la cocina antes de hablar—: ¿Has pensado en ponerle veneno?

—No quiero asesinarlos —respondió soltando una risa, siguiendo de cerca al rubio e intentando no decir alguna tontería; no quería que se arrepintiera.

—¿Ni siquiera al de Itachi, uhn?

—Senpai, son chocolates por la amistad —negó infantilmente—. Si quiere yo puedo hacer los de Itachi-san.

Deidara frunció el ceño, por alguna razón no se le hacía gracioso el que Tobi le hiciera chocolates al estúpido Uchiha. Soltó un gruñido como respuesta, adentrándose a la cocina y quitándose los estuches de su cintura, dejándolos a un lado junto con su capa.

—No toques nada —casi siseó, enviándole una mirada de advertencia—, yo te pediré los ingredientes y tú me los pasarás —indicó.

—¡Si, senpai! —respondió haciendo un saludo militar, siguiendo los movimientos contrarios con su único ojo mientras dejaba su capa atrás para tener mayor comodidad.

—¿Al menos pensaste en qué tipo de chocolates haremos, uhn? —preguntó, dándole la espalda para lavar sus manos; cerrando firmemente sus bocas.

—¡Senpai, debería usar esto! —chilló, ignorando la pregunta y moviendo de lado a lado un delantal rosa.

—Tobi, te pregunte que qué… —se quedó de piedra al ver la prenda, sintiendo como su ojo sufría un tic nervioso mientras una enorme vena se formaba en su frente—, dime que es una broma—siseó con furia contenida.

—Es para que no se ensucie —explicó el enmascarado, conteniendo una carcajada—, así estará más cómodo.

—¡No me jodas, uhn! ¡Aléjate con eso! —gritó retrocediendo un par de pasos al ver cómo se acercaba, observando de reojo su arcilla y calculando la distancia para tomarla y explotar a su compañero con cocina y todo.

—¿Es porque el color es femenino? —preguntó Tobi, posicionándose frente al estuche de arcilla al adivinar las intenciones del rubio—, pero si su cabello se parece al de una mujer.

—¿Quieres que te mate? —preguntó con un ligero temblor, bajando la voz considerablemente e intentando calmarse, volviendo a darle la espalda y abriendo el mueble para sacar las cosas que necesitaría para preparar los dulces.

—¡No, no! —gritó, tirando el delantal y acercándose al rubio—, ¡Usted dijo que yo le pasaría las cosas! —se quejó, a punto de hacer un berrinche.

—Los… ingredientes… —murmuro con un aura terrorífica a su alrededor, ni siquiera había comenzado y ya estaba llegando a su límite.

Obito, sabiendo que si seguía así se quedaría sin chocolate, se movió al otro extremo de la cocina; quedándose quieto como el niño bueno que era a la espera de las órdenes de su senpai.

—Bien, uhn —suspiró, dejando todo sobre la mesada y apoyando sus manos en la misma, pensando en los ingredientes que debía utilizar.

Recordaba vagamente haber preparado unos chocolates cuando aún estaba en su Aldea; Kurotsushi había hecho unos cuantos dulces, todos y cada uno de ellos con un sabor de muerte y claro, él tuvo que reparar todo.

Con paciencia infinita le fue pidiendo cada cosa a Tobi, el cual parecía estar comportándose -por primera vez- como un verdadero chico bueno; pasándole todo sin tirar nada. Cuando estuvo seguro que no faltaba nada tomó el bol para comenzar a preparar lo primero, hacer unos pastelitos de chocolate estaba bien, tampoco que fuera algo muy cursi. ¡Eran ninjas Rango S!…todos unos idiotas, pero con rango, después de todo.

Y hablando de ninjas idiotas, justo cuando creyó que el enmascarado dejaría de arruinar el momento, éste volvió a hablar.

—Senpai, yo creo que sería una buena esposa.

Dejó de batir al instante, sintiendo cómo la sangre subía a su rostro sin saber exactamente si era por la vergüenza o el enojo que aquello le provocó. Sus ojos se clavaron en su compañero casi a cámara lenta, advirtiéndole con una filosa mirada que se guardara los comentarios o la cocina desaparecería.

—Tobi, tus malditos comentarios harán que vuele la cueva —siseó, terminando de batir para comenzar a poner el contenido en los moldes, tratando de ignorar el calor de sus mejillas y la mirada ajena.

Obito rió bajito, intentando no soltar una carcajada y que el rubio terminara cumpliendo su promesa. Aquello de hacer chocolates para los miembros de la organización no había sido nada más que una ocurrencia que le surgió de la nada por el simple hecho de intentar molestar a su senpai, no lo había pensado realmente hasta esos momentos en los que veía a Deidara cocinar de esa manera. ¿En verdad podrían considerarse amigos entre todos? Como Tobi se divertía haciendo muchas cosas e, incluso, la pasaba muy bien con las rarezas de todos los integrantes.

¿Cómo no divertirse con Hidan y sus sacrificios acompañados de unas cuantas malas palabras; con el tacaño de Kakuzu y sus quejas sobre el dinero que debía invertir con cada cosa que rompían; con Pain y sus extrañas cosas con Konan; con Kisame y sus raras palabras de amor a Samehada; con Itachi y su adicción hacia los cuervos; con Deidara y su actitud tsundere que hacía que explotara media cueva cuando se enfadaba?

—Ya está, tenemos que esperar, uhn —avisó, sacando a Tobi de su ensoñación.

—Ah, sí. Senpai, ¿Usted cree en la amistad entre nosotros? —preguntó sin poder evitarlo, sabía que fuera la respuesta que fuera, el único que estaba mal era él. Es decir, ser el líder camuflado de la organización y hacerse amigo de todos cuando los utilizaba de aquella manera era algo…

¿Ridículo?, ¿Estúpido?, ¿Bajo?, ¿Idiota?

—¿Entre nosotros? —murmuró, parpadeando un par de veces confundido antes de comprender la pregunta—, ah, eso. Está bien, que seamos renegados no nos hace menos ni nos saca sentimientos, uhn.

Genial Obito, genial, la respuesta de tu senpai terminó de hacerte comprender.

—¿Así o más porquería puedo ser? —pensó resignado, esa contestación lo destruyó. Iba a volver a hablar cuando Deidara volteó, al parecer ya se había terminado de cocinar.

Sintiendo que de repente todo le daba vueltas, se subió sobre el otro extremo de la mesada, moviendo los pies como un niño pequeño y observando con curiosidad cómo sacaba los pastelitos para comenzar a colocarles la crema y el chocolate.

Así que crees en la amistad… crees en mi amistad —desvió la mirada unos segundos, por alguna razón lo que primero se le hizo divertido comenzaba a tornarse fastidioso. No, no quería pensar más en ello, no quería pensar en que todo era una farsa y que todo se destruiría por su culpa—. ¡Auch! —soltó un quejido al sentir un golpe en su cabeza, entrecerrando los ojos y saliendo de golpe de su mundo interior.

—Te estoy hablando, tch —se quejó, volviendo a estirar su brazo con el pastelito recién hecho—. Pruébalo —ordenó, intentando no desviar la mirada al saber que un sonrojo adornaba sus mejillas -y esta vez no por el enojo-.

Tobi movió su cabeza de lado a lado para despejarse, enfocando su mirada en el explosivo rubio sin creer que fuera el mismo de siempre.

—Ah, si —susurró, sabiendo que si lo hacía esperar más tiraría todo y se iría.

Tomo el pastelito que le ofrecía con cuidado, mirando con detalle la manera tan delicada en la que había sido moldeado y decorado; cuando dije que sería una buena esposa no mentía, pensó antes de tomar su máscara, corriéndola un poco sin dudar. ¿Y qué si veía algo? ¡Quería probar!

Tal como lo imaginó al verlo, sabía muy bien, incluso mejor que otros chocolates que ofrecían en ese día fastidioso.

—¿Está mal? —disimuló una mueca de preocupación levantando una de sus cejas al ver que el enmascarado dejaba la mitad.

Tobi negó, relamiendo sus labios y dejando la máscara en su lugar antes de bajar de un salto de la mesada, posicionándose a un lado de su senpai.

—Me encanta senpai. ¿Sabe?, yo también lo considero mi amigo —comentó en un tono tranquilo—. ¿Prueba? —agregó, estirando su brazo para que mordiera el pastelito sin la necesidad de agarrarlo.

Deidara dudó unos segundos antes de entreabrir sus labios, mordiendo solo un pequeño pedacito para comprobar lo dicho por el enmascarado; sonriendo satisfecho por el perfecto sabor que había logrado captar.

—Feliz día del Amor… —murmuró Obito inconscientemente, limpiando un poco de crema que había quedado en la comisura de los labios ajenos y ganándose una mirada confundida por parte del rubio—, y de la Amistad —agregó a regañadientes.

Tal vez esa palabra no estaba de más en esa fecha, no si se podía acercar de esa manera a su explosivo compañero.


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End