El actual fic participa en el Reto de inauguración; The Dollars. Para el foro Anteiku. Assassination Classroom/暗殺教室 no me pertecene.
Cada quien escoge las causas por las cuales pelea.
Nagisa y Karma siempre tomaban el camino largo a casa, después de bajar del metro, pasaban por uno de los tantos parques de la ciudad, bebiendo algún tipo de jugo, hablando sobre nuevas maneras de asesinar a Koro-sensei, la razón por la cual Karma y Okuda no deberían terminar juntos, y de más, siempre disfrutando la presencia del otro.
Su charla solo podía ser opacada por las risas de los niños en los columpios y resbaladillas, pero sus oídos entrenados pudieron captar un caminar peculiar entre todo el ruido del parque. Mirándose momentáneamente el uno a otro, asintieron y empezaron a caminar en dirección opuesta a la casa de Nagisa.
Los pasos del extraño los seguían, y pronto fueron más, con diferentes tipos de fuerza y velocidad, como si lo que sea que los estuviera siguiente hubiese traído compañía. Dando una vuelta brusca en uno de los tantos callejones del lugar, empezaron a correr frenéticos, y la persecución comenzó.
Karma tomó la mano de Nagisa para poder ir más rápido, empezando a escuchar los jadeos de quienes los seguían y aceleró hasta llegar a un terreno cercado que solo contaba con una vieja casona. Entrando rápidamente se escondieron detrás de unas cajas y solo pudieron esperar.
Los pasos entraron a la casa, el único sonido presente eran las respiraciones de todos los que se encontraban en la morada. El ruido que hacían al caminar era ligero, pero lo notaban cada vez más cerca.
El sudor empezó a llenar sus manos frías, sus músculos se tensaron cuando notaron que todo sonido se había ido. Los latidos de sus corazones hacían eco en sus oídos y ya estaban listos para atacar ante cualquier señal de peligro.
Entonces…
Los perros les saltaron encima.
Ambos chicos solo pudieron reír a carcajadas y los caninos empezaron a mover la cola en señal de alegría.
- Ara… Parece que nos encontraron más rápido esta vez, eh… - el peli-azul sonrió mientras acariciaba la cabeza de un pequeño mestizo color café claro con manchas blancas. Los perros seguían tratando de encimarse a los demás para también alcanzar una caricia.
- Tsk, escandalosos… - a pesar del tono, Karma sonrió mientras se sentaba y empezaba a acariciar a otro negro con manchas cafés esparcidas por todo el cuerpo.
Ambos se colocaron de pie y se acercaron a las cajas, sacando platos de comidas y agua para los canes, quienes en cuanto los vieron empezaron a formar una línea, excitados ante la perspectiva de alimento.
Nagisa empezó a colocar la comida en el piso, corrigiendo el comportamiento de varios perros que no llevaban tanto tiempo con ellos, hasta que notó a un pequeño cachorro color miel que miraba curiosamente desde la puerta. Codeando a Karma y señalando con la cabeza, el pelirrojo le dio un pequeño pedazo de premio al peli-azul.
Nagisa, sabiendo bien que tenía que ocultar su sed de sangre, empezó a caminar hacia el cachorro con tranquilidad, sabiendo que los demás no le harían daño. Se inclinó en cuclillas y dejo un pedazo de la galleta en el suelo, esperando que el perro hiciera el primer movimiento.
Lentamente, el can se acercó olfateando con cuidado y cautela, notando que era observado por todos en la sala de la casa, entró con la cola entre las patas, temblando un poco ante el ambiente desconocido a su alrededor. Cuando se acercó lo suficiente a la galleta, la tomó y regreso rápidamente hacia el lugar donde había estado.
El peli-azul sonrió y dejó otro pedazo exactamente en el mismo lugar, y observó de reojo que Karma ya había empezado a dar comida y agua a los demás perros para disipar la tensión que se había formado.
Pronto, el cachorro tomó la confianza suficiente como para tomar la galleta directo de la mano de Nagisa que solo se movía lentamente y sin movimientos bruscos para no asustar al pequeño. Pronto, lo pudo sostener entre sus manos y le empezó a acariciar la cabeza, hombros y espalda, dejando que el cachorro se relajara por completo entre sus brazos antes de dejarlo en el piso para que se acercara a comer con los demás.
Karma sonrió ante el nuevo animalito, sacando otro plato y llenándoselo de comida y agua. Nagisa se acercó a las cajas y empezó a hacer apuntes en la misma libreta en la que anotaba las debilidades de Koro-sensei.
- Uhm… - empezó a anotar rápidamente las cosas que faltaban, y cuando terminó, volteo a mirar a Karma, que se encontraba entretenido sentado en el piso acariciando al perro más viejo que tenían en la manada.
Nagisa miró tristemente al perro. Era el primero que habían rescatado hace 2 años y parecía que era el primero que se iba a ir. Y aunque siempre había más perros a los cuales ayudar y cuidar, ese en específico siempre sería especial, porque había sido el que había empezado todo. Se inclinó ante él y también empezó a acariciarlo, disfrutando la energía tranquila y pacifica que se sentía en la pequeña casa que le rentaban a una anciana que solía vivir ahí.
Cuando Karma y Nagisa vieron que la mayoría de los perros ya habían terminado de comer, se levantaron y acariciaron por última vez al can. Empezaron a recoger los platos y enjuagarlos con agua, secándolos y volviéndolos a almacenar en las cajas. Dejando toda el área despejada, se dirigieron a uno de los cuartos continuos, y empezaron a extender las mantas que se encontraban en el closet de la habitación, empezando a hacer un lío de mantas y sábanas. Mientras escuchaban ladridos y correteos a través de las ventanas.
Pronto, los perros empezaron a llegar, primero, los más viejos y los cachorros, siendo los que dormían más, se acurrucaban juntos para mantener el calor, siempre dejando a los más pequeños al centro. Nagisa y Karma se sintieron satisfechos con su trabajo, asintieron y sin palabras salieron de la habitación.
- Neh… Karma-kun ¿cómo crees que deberíamos llamar al nuevo cachorro? -
- No sé, pregúntale a Koro-sensei – contesto el pelirrojo mientras sacaba la lengua y señalaba hacia la ventana, donde estaba el gran pulpo amarillo haciendo notas en su propia libreta.
- ¡Koro-sensei! – Nagisa lo miró boquiabierto por un segundo, sonriendo - ¿Cómo cree que lo debamos llamar, sensei? –
- ¡Tako! – el maestro no pudo reprimir sus ganas y gritó el nombre.
- Eh… -
Ninguno de los dos sabía que decir, Nagisa solo podía pensar y arrepentirse de haberle preguntado a su profesor.
- Ghyaa! ¡¿No te gusta el nombre, Nagisa-kun?! – preguntó gritando mientras empezaba a agitar sus tentáculos en el aire. Nagisa miró a Karma con duda, y él solo alzó los hombres en señal de "haz lo que quieras", el peli-azul lo miró mal y suspiró, dándose por vencido.
- No sensei… Tako será, entonces – Y volvió a sonreír.
No puedo creer que haya escrito cuatro veces esto y aun así allá quedado tan corto. Me divertí mucho escribiéndolo, dado que no se me ocurría algo que los haga más heroicos que tratar de asesinar a Koro-sensei.
