Disclaimer: Naruto es propiedad de Kishimoto.

Aviso: Este fic participa en el "Reto: De amores y otras tribulaciones" del foro La Aldea Oculta entre las Hojas.

Un pajarillo amarillo.

La el amanecer daba los buenos días a todos los parajillos madrugadores de Konoha, pero esa noche habría una pajarilla que no volvería a cantar jamás, tendida en su cama, con los ojos vidriosos y sin vida. Así lucía Ino una vez fue encontrada muerta en su casa. Así lucía el día en el que el amor debía de reinar. Algunos curiosos se agolparon a la entrada de la floristería de su familia, mientras los ANBU registraban el lugar en busca de pistas. Sakura se acerco al escuchar la tragedia de la que fue victima su amiga y no pudo pensar que todo era un mal sueño, una pesadilla extraída directamente de sus peores temores. Había madrugado para ir en busca de Yamanaka y entregarle un chocolate que había preparado para ella, pero ahora el dulce estaba destrozado en el suelo, al igual que las ilusiones de ver una cálida sonrisa de aquella joven amante de los dulces.

-Mi hija nos ayudaba todas las mañanas, era una buena chica- sollozaba desconsolado Inochi, el padre de la fallecida.- no sabemos quien pudo haber sido.

Sakura no pudo evitar bajar la cabeza al ver la camilla llevarse el cadáver de su compañera cubierto por una tela. Dos sendas lagrimas bajaron por sus rostro, a la vez que ante aquella tela juró encontrar al culpable; su rival había fallecido, y con ella la muere se había llevado su sonrisa, algo que alguien debería de pagar.

La joven de cabello rosáceo se aproximó al lado del padre de Ino, un progenitor que tendría que pasar por el dolor de enterrar a una hija; aquello seguramente sería la mayor tragedia por la que el hombre tendría que pasar en su vida.

No hizo falta decir ni una sola palabra, cuando la joven de ojos verdes se acercó el hombre de melena trigueña se abalanzó sobre ella y la abrazó. No hubo ningún llanto, ni tan siquiera un ruido, solo el sentimiento de tristeza que se destilaba como el whisky. Sakura tuvo que contener las lagrimas, no quería levantar sospechas o dudas, pero ella también tendría que pasar por el dolor de enterrar a alguien muy querido, a alguien que se llevaría su sonrisa con ella a la tumba. La sola idea de que alguien, en algún lugar del mundo, estuviese sonriendo ante bombones caseros, se le hacia ahora imposible de creer.

Después de unos segundos, la joven deshizo el abrazó y se alejó corriendo, rumbo a la residencia de la Hokage. Apuró el paso todo lo que pudo, huyendo de los torrentes en los que se convertirían sus ojos de un momento a otro. No quería pensar en eso, no debería pensar en eso, solo necesitaba una cosa: venganza. La ira espoleó sus talones y no tardó en subir las escaleras de la recepción de la residencia del Hokage y plantarse en su puerta. Al abrirla, casi alzando la voz y exigiendo justicia, pudo ver como ante ella se erguía Ibiki Morino, el líder de la Fuerza de Interrogación y Tortura de Konoha, el cual clavaba en la joven su vista.

-Justo a quién quería encontrar- las palabras de Ibiki sonaban secas y lacerantes, como una cuchilla- venía a preguntarle a la Hokage si me daba permiso para interrogar a una de sus discípulas en lo referente al asesinato de la otra de ellas.

-Queremos aclarar esta tragedia cuanto antes- replicó Tsunade, la actual Hokage – Por favor, colabora en todo, Sakura.

-Tsunade-sama, ¿qué ocurre aquí?- preguntó señalando al hombre - ¿que están insinuando?.

-No insinuamos nada, pero siempre supe que Ino y tu os veíais como rivales y grandes amigas. Es una simple sospecha, pero vuestra cercanía causaba dudas – escuchar a la Hokage hablar en ese tono tan analítico congelaba la sangre de la joven kunoichi.

No sabía el motivo por el cual fue reclamada por aquel hombre pero tenía que aceptar. Le parecía estúpido tener que limpiar su nombre cuando el asesino que Yamanaka estaba suelto aunque el problema eran los acerados ojos del interrogador clavados en su rostro. Ella no había hecho nada, pero aun así estaba nerviosa, solo con su presencia Ibiki podía hacer temblar al ninja más aguerrido.

Ni una sola palabra salió de su boca cuando fue escoltada por el hombre hasta una sala cercana de la misma planta. "Al menos no es un cuartucho", pensó Sakura, a la vez que observaba la mesa de reuniones custodiada por seis sillas.

-Tome asiento, señorita Haruno- el tono de Ibiki era calmo y sosegado. La joven de cabello rosáceo se acomodo en una de las sillas, pero fue la única, el interrogador permaneció de pie, mascullando entre dientes como empezar.

-Sé que se encontraba unida a la joven Yamanaka, así que no le preguntaré eso. Por otro lado, querría saber como era su relación – esa primera pregunta era simple pero cargada de doble sentido.

-Siempre hemos sido... fuimos... muy competitivas. Era mi mejor amiga y aunque a veces discutíamos, nuestra relación era buena. En el fondo siempre acabábamos por solucionar todo – respondió Sakura mientras intentaba calmar su pulso.

-El ANBU y la Hokage creen que ha sido un crimen pasional, ¿tiene idea de por qué?-

-No-

El interrogador sonrió ampliamente, mostrando hasta las encías, como si se hubiera colado en la mente de la joven de ojos verdes.

-Así que, ¿no conocía a nadie que quisiese o tuvieses una relación con la fallecida?.

-Así es.

-Pues eso no es lo que he escuchado. He escuchado que ustedes eran bastante...intimas...

-¿Qué insinúa?- la tensión de la pregunta se palpaba en casa silaba.

-Digo que Tsunade-sama ha expresado su opinión de que sus gustos románticos han variado bastante en los últimos años .

Esa afirmación le sentó como una puñalada en el estomago. En el fondo, Sakura siempre pensó que había sido muy precavida, pero se equivoco. Ahora quien lo sospechaba la estaba acusando de matar a quién había querido en secreto, y eso si que le hacia enfadar.

-Si, así es. Tengo otros gustos, ¿hay algo malo en eso?

-Para nada, señorita Haruno, pero eso me hace sospechar que igual pudo ser rechazada por la fallecida y tomar medidas. ¿Qué hay más trágico y poético que morir cuando otros celebran el día de los enamorados?

-Yo jamás la hubiera hecho daño – replicó a la vez que se levantaba de la silla como un gato -¿como puede decir eso?, deberíamos estar buscando al responsable.

-Es solo una duda expresada en voz alta. Como el preguntarle por ese joven de ANBU, Sai, ¿acaso no soportó los celos de que se fuera a ver con él hoy?.

La idea de ver a su amada Ino con otra persona en este día tan señalado le daba arcadas, pero sabía que jamás actuaría en contra de los deseos de la rubia – Le repito que yo jamás le haría daño. Me dolía la idea, ¡pero jamás la dañaría!.

-Cálmese- el tono de Ibiki había cambiado, ahora era frio y severo – Sabemos que usted tiene una gran fuerza física y es experta en ninjitsu medico. La fallecida fue encontrada con una herida muy particular, un corte del nervio mediante chakra, algo que casi nadie en esta aldea puede hacer.

-Y yo soy una de las que pueden- afirmó la joven de ojos aceitunados.

-Además, ayer las vieron discutir. ¿Tengo que preguntar a algún testigo el motivo?

Ese recuerdo le atormentaba, casi la asfixiaba, como las cuatro paredes que la retenían. Era cierto que habían discutido a viva voz, pero ahora no le importaba ser tomada por culpable, sino que su ultimo cruce de palabras fueran insultos.

-Discutimos, es cierto. Fue porque iba a quedar con alguien y no me había dado una respuesta- los insultos que se lanzaron volaron por su mente. "Cerda, frentona, tonta", los recordaba todos y maldecía todos y cada uno de ellos, maldecía su carácter y sus celos.

-¿Respuesta?-

-Le dije que me gustaba, yo sabía que era mutuo. Nos habíamos besado algunas veces, pero no se decidía a dar el paso y hablar seriamente.

-Así que pudo haberse cansado de jugar con usted y la fallecida amaneció muerta – Ibiki clavaba su mirada en la chica que estaba sentada ante él.

-Se llamaba Ino, no trate su recuerdo como si no fuera nada- la voz de la joven se volvía ronca, como conteniendo un bufido desde lo más profundo de su ser- ¡ella era mucho más de lo que cree!.

Ibiki dio un paso hacia atrás ante el bramido que expulsó Haruno, aunque se repuso prontamente y se ajustó la gabardina para restar importancia al momento de furia de la interrogada.

-Eso no importa. ANBU encontró cabellos y restos de presencia, además de marcas en el dintel de su ventana.

-Eso era porque iba a verla por las noches. Sus padres no lo sabían, así que a veces me colaba en su habitación para poder hablar con ella o abrazarla- recordando esos momentos compartidos por ambas jóvenes y la luna, Sakura no pudo evitar agachar la vista y dejar que las lagrimas nacieran en sus ojos tras darse cuenta de que nunca volverían a compartir esos momentos – así que, si lo esta preguntando, las marcas son mías.

En ese momento entró Sizune, portando una bandeja con dos tazas de té. Las preguntas tomaron una tregua y ambas personas agradecieron el gesto de llevar el verdoso liquido a la improvisada reunión que estaban teniendo. La mujer apoyó su mano en el hombro de la chica de pelo rosáceo y sonrió afablemente.

-Bebe un poco Sakura, seguro que todo se solucionará. Ten confianza.

Al escuchar esas palabras, la joven Haruno no pudo hacer otra cosa mas que sonreír ante el hermoso y tranquilizador gesto de su amiga. Sin embargo, un hombre ataviado con una mascara de ANBU rompería la calma, entregando al interrogador un sobre bastante abultado. Ese gesto no dejó indiferente a ambas mujeres, que miraron extrañadas como Ibiki terminaba de un trago casi todo el té y con un gesto de la mano, y una leve sonrisa, indicaba a la ayudante de la Hokage que debía de retirarse para que la "charla" pudiese continuar.

-Dígame señorita Sakura, ¿desea cambiar su versión?.

-¿De qué versión esta hablando?. Ya le he dicho que no he hecho nada malo.

-Pues yo tengo otra, una versión con pruebas que indican que usted si perpetró el crimen.

-Yo no he hecho nada malo y jamas le hubiera hecho daño – contradijo la joven, al tiempo que el hombre abría el sobre.

En el sobre se observaron una serie de instantáneas que mostraron el interior del dormitorio de Ino. Estaba revuelto, con las sabanas rotas y signos de haber sido registrado. La segunda fotografía mostraba una imagen de la fallecida, con el rostro marmóreo y densas marcas alrededor del cuello. Marcas que viajaban por su cuello, hasta dejar ver una linea fina y escarlatina que dejaba entrever el golpe que le costó la vida.

Sakura no pudo hacer otra cosa salvo observar horrorizada la estampa que le estaban mostrando. Iba a quejarse, cuando observó otra imagen, esta de un porta-retratos abierto, el cual se le hacia tremendamente familiar. Ella le había regalado ese porta-retratos, donde descansaba una fotografía de ambas abrazadas, con una fotografía de la propia Sakura en bikini en el reverso a modo de broma.

-Reconoce es marco, no me extraña, se lo regalo usted- las palabras del interrogador caían al pozo sin sonido en el cual se había convertido la mente de la joven de cabello rosáceo – el padre de la pobre chica nos lo confirmó, no intentes negar nada. Ella fue muy brusca contigo, ¿no?.

-Un poco- en la mente de la chica de ojos verdes se formaba la imagen de una Ino empujándola y negándose a dirigirle la palabra- aunque no lo sé muy bien.

-Seguramente te enfadaste porque ella te rechazó, ¿no?

Sakura se agarraba la cabeza y apoyaba los codos en la mesa mientras intentaba ordenar sus recuerdos. ¿Lo había sido?, ¿se habían visto?.

-Os encontrasteis ayer y discutieron, ¿no?- el hombre de la cicatriz ni dejó que la chica ante él pudiese tener un tiempo para pensar- Has bloqueado los recuerdos de ayer, ¿no?.

-No..si..no sé- estaba confundida, no sabía que había pasado. De repente todo era confuso, en su mente se intercalaban imágenes nítidas con recuerdos malformados llenos de gritos, de la rubia gritando, de la chica de ojos celestes y ella discutiendo.

-Con que no lo sabes. Sería muy sencillo si dejases de ocultar la verdad. Tu arrojaste te has llevado lo que había en este pequeño marco, después de ahogar a Yamanaka y herirla de muerte, ¿no? - las palabras del hombre se perdieron entre el aire asfixiante de la habitación, la cual ahora parecía gigantesca. Las paredes medían centenares de metros y amenazaban con no sostener el peso y aplastar a Sakura. Pese a la luz del mediodía, la chica solo observaba una luz mitigada que languidecía a cada segundo.

-Había algo importante en el marco, ¿no?- otra replica sin contestación previa.

-Si, era importante, para mi, para ella...para ambas- esta vez la discípula de la Hokage se apuró en contestar, pese a la falta de aire que notaba en sus pulmones.

-Tanto como para estrangularla, ¿no?- otra pregunta que esperaba una afirmación, como si solo pudiesen confirmar las conjeturas sin discutirlas.

Una imagen atravesó la mente de Sakura, una horrible imagen. Ella sobre Ino, encima de ella, en la cama de la rubia, en la seguridad de su habitación, en el silencio de la noche. Algo iba mal, no la estaba abrazando, en su lugar, sus manos se habían afianzado en la garganta de la joven de ojos azules que intentaba desesperadamente zafarse mientras ella podía notar como el aire no podía entrar en su cuerpo. No podía ser verdad.

-Después, cuando estaba medio inconsciente la apuñalaste y te enseñaste, ¿no? - el hombre de la cicatriz se mostraba cada vez más turbado al observar como la joven que tenía ante él descargaba lagrimas mientras sus manos se aferraban a su cuero cabelludo.

Si, había sido así. Yamanaka casi sin vida, intentando golpear a la que fuera su amiga, sin apenas aire para mantener la consciencia. Sakura cubriéndole los ojos para evitar sus jutsus, mientras le seccionaba los nervios con un hilo de chakra. Después el arrepentimiento, un cadáver sin vida, el de la persona que más amaba y que la había rechazado, que terminaría pagando esa frustración. Varios minutos estuvo golpeando ese cuerpo inerte, casi hasta que se enfrió, para después arrancar el porta-retratos para que nadie pudiera encontrar esa fotografía. Esa imagen había sido solo para Ino, y así debería seguir siendo.

-Luego huiste e intentaste olvidar con alguna técnica, ¿no?-

-No, yo no la haría daño, no la mataría- un cúmulo de me recuerdos se agolpaban en su memoria. Se veía a ella misma haciendo sellados, quemando su ropa, llorando por la chica que amaba; pero no era ella. La joven de cabello rosáceo jamás habría dañado a Ino, jamás la hubiera dejado de querer, jamás la hubiera odiado- aunque me rechazase, aunque no quisiera volver a verme, aunque ella me odiase; yo nunca lo haría porque la quiero.

Unos ojos llorosos y encarnados observaron a Ibiki como si este fuera una presa a la que desgarrar. El cabello rosáceo de la joven tapaba casi todo su rostro y solo se escapaba de su refugio los esmeraldados brillos de sus ojos encendidos por el odio.

-Yo la quería, y no fui quien hizo eso. Deje de jugar conmigo porque sé que soy inocente – no había sido un grito, pero esa respuesta sonó tan amenazante como un grito de batalla.

Sin mediar palabra Ibiki se retiró y cerró la puerta tras de si. Sakura quería levantarse y salir de aquella habitación, pero las piernas le acabaron fallando y un enorme pesar la empujó al suelo, para terminar cayendo en un profundo sueño.

Cuando Sakura volvió en sí observó que estaba en un futón, notó un leve tarareo cerca de ella, un olor familiar a su alrededor y un calor que la envolvía al igual que lo hacían dos brazos marmóreos . La joven sanadora se volteo y encontró uno ojos cerúleos respondiendo a su incredulidad.

-Estabas muertas- pronunció con la voz rota al observar como su querida Ino se encontraba ante ella, tan viva como siempre.

-Que amable recibimiento- replicó la rubia con una leve risita.

-¿Por qué has hecho esto?- gritó Sakura, intentando levantarse pero sintiendo el cuerpo tremendamente pesado.

-No fui yo, créeme, como eres una de las personas más cercanas a la Hokage la Fuerza de Interrogación y Tortura de Konoha quería comprobar si podrías aguantar un interrogatorio con manipulación mental. Técnicamente, si hubieras fallado podrían demostrar que podrías llegar a ser controlada por algún enemigo pero has aprobado, y con nota- La voz de la joven Yamanaka intentaba no sonar muy exaltada, pero lo cierto es que se observaba una enorme congoja en su mirada.

-Lo siento Sakura, me pidieron que lo hiciera, sabía que lo lograrías pero me sentí fatal- dos solitarias gotas de tristeza nacieron en el mar de sus ojos y murieron en el campo de sus mejillas- perdóname.

-Tonta- respondió con una sonrisa dulce la discípula interrogada- después de pensar que habías muerto, verte sana y salva es mi mayor alegría. Por favor, no me des más sustos.

-Tranquila- respondió, para justo después darle un cálido beso en la frente y apretar a la joven de ojos verdes contra su cuerpo- ahora descansa hasta que desaparezca el efecto del té envenenado.

-Maldita Sizune- replicó haciendo un leve mohin.

-A mi me gusta que estés así- respondió Ino- así podemos dormir abrazadas todo el día.

-Eso esta bien- su rostro volvió a mostrar un semblante triste e infantil – tenia unos chocolates para ti.

-Supongo que tendré que hacerte yo unos la próxima vez para decírtelo.

-¿Decirme el que?.

-Que te quiero Sakura-Chan.