—Sigo pensando que esto no es buena idea.—le dijo al chico bajo y escuálido a su lado, mientras se colocaba la gorra de la capa del colegio por sobre la cabeza y se escondía en la parte de atrás de una de las columnas de mármol del pasillo de la biblioteca.
—Oh,vamos Rose.—se quejó él en respuesta. También se había subido el gorro de la capucha, aunque Rose no entendía porqué, considerando que su cabello azabache se confundía con las sombras.—No seas aguafiestas. ¡Mi papá hacía todo el tiempo esto de los retos! Además tú me pediste que te acompañara. No seas gallina.
Rose rodó los ojos. El gorro le presionaba el indomable cabello contra el cráneo.
—No es buena idea, Al.—volvió a decir, con mayor nerviosismo y firmeza. Serían las doce de la noche y estaba aterrada porque habían roto las reglas del toque de queda para los de primero por cuatro horas.—¿Y si nos descubren? No quiero que esto quede en mi...
—¡Shh! ¡Ahí vienen!—dijo Albus,mientras levantaba la mano y le señalaba a la oscuridad. Rose enfocó la vista y vio un montón de pelo, brillando contra la luz de la luna que salía de un ventanal, entrando por la puerta de la biblioteca.
Su corazón se aceleró. Definitivamente no era buena idea. No debió haberle hecho caso al tonto de su primo en primer lugar, es decir, ¿Qué persona cuerda la alentaría a participar en un reto con su archienemigo por defecto en la biblioteca? Sólo un demente como Albus.
Su primo le hizo una seña y empezó a caminar sigilosamente por el pasillo de piedra de puntillas. Para él era lo máximo, pensaba Rose, debía creerse un ninja sacado de la tele muggle. Pero para ella cada paso era una tacha más en su informe anual. Aún así lo siguió.
Albus rodeó un armario de escobas, luego un basurero y finalmente se posicionó frente a la puerta de roble de la biblioteca con cara ansiosa. Le pegó tres suaves golpes y esta se abrió.
—Llegan puntuales.—dijo una voz aguda, que ella reconoció como la de Gregor Zabini. Era muy alto para tener once años, pero su timbre no calzaba con su estatura. Miró a Albus y luego puso sus ojos en ella. Se veían azules incluso en la oscuridad.—Entren rápido antes de que llegue el celador.
Cuando los dos atravesaron la puerta, Gregor, la cerró tan suave que sonó solo como un susurro. Rose sentía el bombeo de su corazón golpeando las paredes y estanterías de la biblioteca como si estuviera en un concierto de rock, de esos que su madre ponía a veces en la radio. Albus parecía estar en el paraíso.
La librería se veía fantasmagórica de noche: las mesas generaban sombras que se perdían en los oscuros maderos del suelo y las arañas de cristal del techo dejaban tras de sí extrañas formas geométricas. Si Rose estaba ya asustada por el hecho de ser descubierta, la oscuridad era algo que no podía tolerar. Quería decirle a Albus que se largaran, pero él ya caminaba en dirección a la tercera mesa del lugar, a paso firme y casi saltarín.
—¡Llegamos!—dijo muy alto para el gusto de Rose.—¡Te haremos polvo Malfoy!
Sólo entonces Rose se dio cuenta de que Scorpius Malfoy estaba sentado en la mesa hacia la que su primo caminaba tan felíz. Tenía el rubio cabello opacado por las sombras y las manos entrelazadas como un mafioso. Aún así, Rose podía verle los ojos grises. La miraba tan fijo como ella miraría un trozo de carne. Señaló los dos asientos restantes de la mesa y ambos tomaron asiento: ella frente a Malfoy y él entre los dos.
—Empecemos.—dijo. Su voz sonaba aburrida, pero tenía un acento muy bonito. Rose se sentía como en una especie de rito satánico, y Albus desde su asiento daba tumbos de emoción. Gregor trajo una caja de madera y la puso sobre la mesa con un pequeño sonar, luego corrió el pestillo y sacó de ella un tablero y piezas.—Recordemos las reglas.—continuó Malfoy, mientras su compinche estiraba el tablero y empezaba a poner piezas en su respectivo puesto.—Sólo se puede traer un acompañante.—miró a Albus y a Gregor luego continuó.—Y si llegan a descubrirnos el que haya sacado más piezas de su rival gana.
—¿Y qué pasa con el que gana?—le dijo Albus, aún entusiasmado.
Malfoy pareció confundido. Cuando él la había retado a jugar nunca habían mencionado los premios. Rose suponía que el regalo mayor sería el orgullo de vencer a otro, pero ahora que Albus lo había mencionado se daba cuenta que si quería una regalía.
—Si, ¿Que hay con los premios? —insistió ella, desafiante. El miedo de ser descubiertos había ya salido volando de su cabeza y ahora tenía ganas de patearle el trasero a ese creído en su juego favorito. Era la misma sensación que había tenido cuando le comentó a Albus que Malfoy quería retarla en su fuerte.
—Pues...¿Qué quieres tú, Weasley?
—Quiero que, si gano, admitas que soy la más inteligente chica con la que te has topado.—le dijo alzando una ceja. Sabía que para él, y su terrible orgullo, sería como un puñete en el estómago. Y por la cara que puso cuando vio lo que quería no hizo nada más que confirmar sus dudas.
—Esta bien.—dijo calmado, pero un poco inseguro—Pero si yo gano, harás lo que yo quiera.
—¿Cualquier cosa?
—Cualquier cosa.
A Rose eso le pareció sospechoso, pero estaba tan convencida que ganaría que hizo caso omiso a la sugerencia. Se bajó la capucha de la capa, se colocó un mechón tras la oreja y estuvo lista para el desafío.
—Empecemos.
Albus estaba al borde de su asiento, mientras que Rose mentalmente pensaba en su padre dándole direcciones. Le parecía chistoso que, mientras que su padre había hecho duelos de magos en su juventud, ella hiciera duelos de ajedrez.
Malfoy movió primero, luego le tocó a ella y así sucesivamente. Mientras el partido avanzaba Malfoy le comía una pieza y ella lo alcanzaba en su siguiente jugada. A regañadientes, Rose, tenía que admitir que el chico era bastante bueno. Cuando quedaban sólo cuatro piezas y ellos seguían empatados, él ya se daba aires de victoria.
—Pensaba que eras mejor en esto.
—Lo soy.
—Lo dudo, cabeza de zanahoria.—repuso, moviendo una pieza y dejándola nuevamente en desventaja. Pero ella ya tenía pensado el próximo movimiento para alcanzarlo y retomar el empate. Estaba a punto de empezar su jugada de revancha cuando Gregor, a su lado, entró en pánico.
—Scorpius...
—Hum.—le respondió él, mirando fijo la mano de Rose, que sostenía su alfil.
—¡Scorpius!
—¿Qué?
—¡El celador!
Todos se quedaron quietos, temerosos de respirar. Entonces se dieron cuenta que Gregor tenía razón.
Pasos, pasos que se acercan.
Aterrados dejaron el juego allí y corrieron por la biblioteca, buscando un escondrijo. Rose perdió a Albus de vista, pero lo vio corriendo en dirección a un montón de libros apilados. Ella, por su parte, siguió a Malfoy sin pensarlo y se coló en un armario en el que él se había escondido. Su corazón latía tan rápido que le dolían las costillas.
—¡Sal!—le musitó bajito Malfoy—¡Es mi escondite!
—¡Cállate, tonto!
—Weasley eres...
—¡Silencio!
Se sentían pasos dentro de la biblioteca. Pasaron diez eternos minutos en los que ninguno de los dos movía ni un pelo, tragados por el acogedor armario y por las sombras. Cuando Rose sintió que ya había pasado el peligro, se dispuso a salir del armario y largarse a su sala común.
—¡Alto!—le dijo Malfoy, sujetándole la muñeca. Su mano era cálida.
—¿Qué quieres?—le dijo hastiada, mirándolo fijo a través de los halos de luz que se colaban por las rendijas. Aunque ella era una de las chicas más altas de su generación, él, la pasaba por un par de centímetros.
—Mi premio.
—¿Qué?
—He ganado.
—¿Qué?—repitió.
—Regla uno: si nos pillan el que lleve más piezas se considera como ganador.
Era cierto.
—¿Qué diablos es lo que quieres?—ella no era de las que maldecía. De hecho, quizá, aquella era su primera maldición. Pero Malfoy la estaba sacando de sus cabales al no decirle nada claro.
Se la quedó mirando fijo y luego simplemente declaró:
—Esto.
Y le plantó sus labios en los suyos. Eran suaves, cálidos y con sabor a hierbabuena. Cuando se alejó de ella, Rose estaba en shock. Él salió rápidamente del armario y escuchó sus pasos alejándose por los tablones de la biblioteca, dejándola allí, tirada, pensando en cómo había dado su primer beso. O mejor dicho, como se lo habían robado.
Como se lo había arrebatado un idiota.
N/A: Hola! Esta es solo una introducción al fic en sí. A partir de este capítulo todo se desarrollará en el sexto año. Espero que les haya gustado! Si así fue, comentarios y favoritos son siempre bien recibidos :)
Gracias por leer!
