La estación de invierno llego a su fin, pero aun así se sigue sintiendo el frío como si nunca se hubiera ido. Entretanto el viento se desplaza con demasiada fuerza meciendo los cabellos de los transeúntes.

El sol se estaba ocultando y Marinette se dedicaba a observarlos, mientras sacaba la basura bastante abrigada. Sin embargo cuando justo se disponía a volver noto como una persona encapuchada y toda vestida de negra se desmayo, por ese motivo inmediatamente cruzo la calle y se acercó poniéndose en cuclillas.

Sin darse cuenta de que la mano de la persona desvanecida se levanto y se apoyo en el rostro de Marinette posando sus filosas garras por su mejilla, haciendo la otra lo mismo mientras acerca su rostro hacia ella y el individuo une sus labios en un intenso beso.

— ¿Por qué me siento tan débil? —Se preguntó Marinette cerrando los ojos, mientras sentía el suave roce de sus labios inundar todos sus sentidos ya dejándose llevar y sin oponer resistencia, lo que en un principio no dudo en hacer.

No obstante al abrirlos, noto como la capucha se bajaba y los cuernos de carnero hacían su aparición.

¡Me esta drenando las fuerzas!

Exclamo internamente Marinette percatándose de que esa era la razón del porque se sentía tan cansada.

¡Es un incubo!

Aseguro en su mente alejándose de un empujón lo más rápido de él. Tenía que tener mucho cuidado con esta clase de demonios porque él era uno que se encarga de seducir a las mujeres, robándole energía vital mediante besos o sexo.

—Ya me siento mejor —Dijo levantándose del suelo, sonriendo enormemente a la susodicha que lo miraba muy precavida, viendo como el demonio era muy apuesto con su cabello rubio muy desordenado y esos ojos verdes que penetran su alma.

— ¡Aléjate de mí! —Grito manteniéndose unos metros de distancia alejada de él. Tratando de ignorar el hecho de que hace un segundo lo había considerado apuesto.

—Estoy sorprendido eres inmune a mi poder, deberías ya haber caído rendida a mis pies —Repuso ensanchando la sonrisa— He oído hablar sobre estas singularidades, pero nunca me había pasado... ¿Cómo te llamas? —Le pregunto adquiriendo que ponga su atención en ella. Entretanto caminaba hacia donde estaba, la cual retrocedía cuando el demonio avanzaba un paso.

— ¡Vete! No debería interesarte una persona que es inmune a tu poder —Le dijo alarmada al verlo tan cerca de ella.

—Es lo contrario, hace poco llegue a tu mundo por órdenes de mi padre, me dijo que debía buscar mis propios alimentos y no los que me den, pero cuando llegue no me gusto que las personas se me pegaran a mí y como no quería besarlas, comenzó a sentir hambre... hasta que te encontré ¿No crees que es el destino?

— ¡No! — Espeto rápidamente— No quiero tener nada que ver con un incubo.

Justo al decir eso un nombre se escuchó y la susodicha se volteó inmediatamente al notar que era su madre que la estaba llamando desde la puerta de su casa.

— ¿Así que te llamas Marinette? —Le pregunto esbozando una sonrisa torcida, mientras se ponía la capucha ocultando sus cuernos— Yo me llamo Chat Noir.

Con eso dicho al voltearse hacia el demonio al sentir como le había susurrado su nombre en su oreja, él ya no estaba. No obstante su corazón y el silbido del viento le daban la corazonada de que no iba a ser la última vez de que lo vería.

"Nos veremos" "Se donde vives"

Un susurro de Chat Noir fue traspasado por el viento a los oídos de Marinette, en el momento que se acercaba a su madre entrando de nuevo a su hogar, quien comenzaba a tener un ataque de pánico al pensar que se vería de nuevo con el incubo.