El Demonio
Sam Winchester había salido del Impala, arreglándose el cabello y abotonándose sus pantalones. Se aclaró la garganta en cuanto vio que su hermano se bajó del coche sin pantalones. Dean se limitó a responderle con una de sus tantas sonrisas deliciosas y dispuso a vestirse apropiadamente. El ambiente estaba impregnado de alocado sexo, y era sólo cuestión de tiempo para que ambos se encontraran en los brazos del otro para envolverse en fuerte abrazo en donde lo único importante era quién dominaba la lengua del otro. Involucrarse en un juego de caricias que los dos disfrutaban y preferían mantener en secreto.
"Ya que estás satisfecha, Samantha, es momento de investigar ese espectro."
Sam sólo gruñó ante ese comentario y empezó a caminar hacia la casa abandonada que tenían frente a ellos. De principios del siglos pasado, parecía que podría caerse en cualquier momento, y no había sido habitada por más de veinte años, pero recientemente se habían dado al menos seis suicidios en su interior; todos ellos forma extraña y siguiendo el mismo patrón. Primero se grababan un pentagrama en el pecho con un cuchillo de cocina, y luego lo usarían para cortarse la venas siempre en la misma habitación de la casa. Al tratarse de suicidios, la policía local no había relacionado la muertes entre sí, ni les había prestado la suficiente atención como para investigarlas. De suerte que Sam le había prestado atención a esos acontecimientos y los había relacionado con algo sobrenatural, y por supuesto Dean lo apoyó en eso después de una buena sesión de sexo nocturno.
Se habían registrado en el hotel, y luego habían conducido hasta esa casa. Se habían dejado llevar por sus instintos animales y habían dejado que sus pasiones tomaran el control de la situación. Una hora después, cubiertos de sudor delicioso, bajaron del coche esperando empezar con su investigación en cualquier momento. Estaban ahí para arreglar un asunto sobrenatural que los llevaría a salvar vidas.
"¿No deberíamos investigar primero la historia de la casa y de todos sus habitantes?", preguntó Sam al llegar a la puerta.
"No seas tan nena, Sammy, si ya sabemos que es una especie de fantasma, entonces lo tratamos como eso y asunto arreglado. Si podemos ahorrarnos una carga de trabajo, entonces eso es lo que vamos a hacer."
Sam no estaba muy convencido, pero de todas maneras le siguió la corriente a su hermano. Juntos entraron y cada uno encendió su linterna de manera que pudieran ver lo que se encontraba oculto en aquel lugar. Había polvo cubriendo las paredes, y telarañas en cada una de las esquinas. Las grandes habitaciones de la planta baja no tenían mueble alguno, de manera que los hermanos pudieron caminar por ahí sin encontrar las pistas sobrenaturales que buscaban. Al acercarse a la chimenea se oyó un crujido; una rata salió de entre la madera vieja y corrió a otra de las esquinas. Sam pegó un brinco asustado y Dean no pudo evitar reírse de su hermano.
"¿Puedes luchar contra un ejército de demonios, pero no puedes con una rata, Sammy?"
"Ya te dije que soy Sam", respondió molesto.
Acordaron que lo mejor sería separarse, Sam revisaría el segundo piso mientras que Dean terminaba de buscar cualquier pista en la planta baja de la casa. Después juntos entrarían a la habitación en donde se habían llevado a cabo todos los suicidios.
Sam se posicionó a la base de la escalera y dio el primer paso oyendo como la madera crujía ante su peso. Tratando de dominar su miedo dio otro paso obteniendo el mismo resultado; y así escalón tras escalón hasta que llegó a piso firme. Se encontró en un pasillo largo lleno de muchas puertas que llevaban a un montón de habitaciones, aunque claramente él sabía que la última de todas era la peligrosa así que no tenía nada de qué preocuparse mientras no entrara sólo.
Aún con la linterna en mano se encargó de revisar cada rincón que tuvo frente él tratando de encontrar símbolos extraños, objetos personales y, en el último de los casos, un fantasma dispuesto a atacarlo como tantas otras veces. Ya estaba acostumbrado a esos contratiempos de ultratumba, pero eso no significaba que no tuviera miedo en ese momento. Por supuesto que lo tenía y, aunque no temblaba frente a su hermano mayor para mostrar fortaleza.
Estaba por revisar una de las últimas habitaciones cuando sintió que alguien soplaba levemente en su cuello. Una mano fuerte lo envolvió desde atrás.
"Calma, Sammy, aún tenemos tiempo de divertirnos antes de ponernos a trabajar" oyó la voz de Dean antes de sentir que su lengua caliente se posaba sobre la piel de su mejilla.
Sam sintió que lo empujaban contra la pared, y no pudo volverse hacia su hermano, aunque ardía en deseos de probar sus labios. Dean tenía control de la situación y eso le gustaba al menor de los Winchester. De repente Sam sintió una nalgada y cómo le bajaban el pantalón a la fuerza, después hizo lo mismo con su ropa interior.
"Calma tigre" se burló Sam, "que aún tenemos mucho tiempo para que podamos hacer esto."
"No, quiero violarte ahora, Sam Winchester", se oyó una voz gutural que era similar a la de Dean, pero que al mismo tiempo parecía inhumana; casi de ultratumba.
Sam no tuvo tiempo de reaccionar, pues en ese momento sintió que lo tomaban de las caderas y le metían el pene de lleno. Sólo que esta vez, en lugar del placer usual que lo provocaba su hermano sintió un vacío dentro de sí que lo lastimaba. Sentía como si cada uno de sus tuviera vida propia y se movieran dentro de él. Sam gritaba de dolor mientras Dean gritaba de placer mientras lo nalgueaba.
Cuando llegó el momento del orgasmo, Sam sintió de nuevo un vacío en su interior que lo empezó a marear, casi como si en lugar de escupir el semen, el pene de Dean fuera una especie de aspiradora. Al verse liberado, Sam empujó a su hermano y se volvió a verlo, pero se horrorizó de lo que vio. Los ojos de Dean brillaban con un tono violeta y había una mueca morbosa en su boca, justo antes de que el mayor de los Winchester abriera la quijada completa para soltar el humo demoníaco que se alejó de aquel lugar.
"Sammy, perdón, yo no quise hacerte daño", dijo Dean entre sollozos mientras su hermano lo ayudaba a levantarse.
"No te preocupes, De, sé que estabas poseído. Nada de esto cambiará nuestra relación, te seguiré amando hasta la muerte."
"Lo sé", respondió Dean al darle un fuerte beso en la boca, saboreando el dulce sabor de su aliento. "Pero ahora me preocupa lo que tramaba ese demonio, no creo que lo haya hecho sólo por tener sexo contigo."
"Yo tampoco, regresemos al motel."
Dean empezó a caminar por el pasillo y se volvió a su hermano al darse cuenta que éste no caminaba junto a él.
"¿Te sucede algo?"
"Sí, tengo incesantes deseos de comportarme como si fuera una puta, y de dejarme violar por cuantos hombres me encuentre."
Dean sonrió.
"Pues si no encontramos algo en el diario de papá, me voy a divertir un rato contigo, Sammy."
