Capitulo 1.
Aclaraciones: Inuyasha y sus personajes no me pertenecen,son propiedad deRumiko Takahashi...
Una extraña Propuesta.
En una lujosa mansión abría los ojos perezosamente un joven de 25 años, alto, elegante, de cuerpo atlético, cabello plateado, ojos ámbar y mirada fría como el hielo. Bufó fastidiado, aún era temprano, pero debía levantarse para ir a la empresa, aunque tenía un terrible dolor de cabeza por la nochecita que había pasado. Se levantó y se dirigió al baño — Una ducha me hará sentir mejor.
Bajó las escaleras con paso elegante ignorando olímpicamente el saludo de sus sirvientes, se dirigió al enorme comedor y se sentó, tomó unos sorbos de café mientras leía su periódico en la sección de negocios, luego de terminado su desayuno salió de la mansión encontrándose con Jaken, el chofer, que ya tenía su auto listo.
– Buenos días señor Sesshomaru.
– Buenos días — Contestó secamente — Vámonos — Ordenó.
– Como ordene señor — Hizo una pequeña reverencia.
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Llegó a su oficina y por alguna razón desconocida para él, Sara, la "incompetente" de su secretaria se veía demasiado nerviosa.
–Bu.. buenos días señor Taisho.
–Buenos días — La miró fijamente y ella sintió que la mataría con esa mirada. A Sesshomaru le fastidiaba que balbucearan, le parecía patético.
–Señor — Le habló reuniendo todo su valor, él la miro por el rabillo del ojo esperando a que continuara.
– En su oficina lo esperan... es la señora Kykio.
— Del orfanato — Pensó — Arrugó la nariz en señal de desagrado, acto seguido abrió la puerta y entró sin dirigirle palabra alguna a las mujeres que lo esperaban.
–Buenos días señor Taisho — Le saludó una mujer de 35 años de tez blanca, cabello largo y negro de buena figura y rostro agradable, a su lado estaba una jovencita de 15 años de ojos chocolates, cabello azabache, que llegaba abajo de su cintura, cuerpo delgado, piel blanca y facciones finas.
–Disculpe que lo moleste — Continuó hablando la mayor — Pero es que tenemos serios problemas en el orfanato ya que...
– ¿Y eso porque debe importarme? — Inquirió sin más.
– Bueno yo pensé que como su padre lo fundó y era quien solventaba sus gastos.
– Usted lo ha dicho Kykio mi padre, pero él murió así que no veo porque tengo que encargarme de ese lugar — Pronunció con un tinte de molestia en su voz.
– Porque somos muchos los niños que vivimos allí y que no tenemos hogar — Se levantó bruscamente la jovencita dejando con la boca abierta a Kykio y algo sorprendido a Sesshomaru, aunque por su rostro de perfecta imitación a una estatua no lo demostró.
-Riiin — La reprendió Kykio — Esa no es forma de dirigirse al señor Taisho.
– Disculpe por favor — Bajó la cabeza apenada — Es que estamos desesperados y usted es el único que puede ayudarnos.
Sesshomaru no entendió por qué, pero esa jovencita llamo su atención, así que pasaría por alto la osadía que había tenido al hablarle así y la usaría para llevar a cabo sus planes.
– Muy bien — Apoyó los codos sobre la mesa y entrelazando las manos – Déjenos solos Kykio — Ordenó.
– ¿Qué? — Pronunciaron ambas sorprendidas.
– Ya me escuchó, retírese.
La mayor, apretó los puños con fuerza y estaba a punto de replicar, pero recordó que no era bueno hacerlo enojar porque necesitaban de su ayuda – Sí señor — Hizo una pequeña reverencia y se retiró, no sin antes mirar a Rin y posar su mano sobre el hombro de la chica en señal de apoyo.
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– Rin no sabía qué hacer al estar a solas con aquel hombre tan intimidante, aunque igualmente hermoso, porque no se podía negar que Sesshomaru era tan lindo como frío.
Sesshomaru la analizaba con la mirada causando un leve sonrojo en Rin.
– ¿Qué estarías dispuesta a hacer para salvar el orfanato? — Soltó sin más.
– ¿Dispuesta? bueno yo... — Dudó unos instantes.
–Cásate conmigo, eso pido a cambio de mantener ese lugar.
Rin no podía articular palabra, esa era una broma, ¿no?, no, el no parecía ser el tipo de persona que bromeaba, entonces se estaba volviendo loca o el loco era él, aquello era un total disparate – Pero señor Taisho yo solo tengo 15 años y...
– Eso carece de importancia para mi — Frunció ligeramente el ceño, y la volvió a mirar de tal forma que Rin creía que la traspasaba con la mirada — Mañana iré al orfanato en la tarde y quiero tu respuesta, piénsalo bien, de ti depende el futuro del hogar de esos niños, ahora déjame solo.
Rin se levantó de la silla aun sin saber muy bien como, pues sentía que sus piernas temblaban sin control alguno – Con permiso dijo en un susurro — Su cuerpo caminaba como en automático porque aún no podía creer lo que había escuchado, que aquel hombre millonario y hermoso le hubiese propuesto matrimonio a una niña huérfana como ella, era imposible.
– ¡Ay Rin! ¿Qué sucedió? le preguntó Kykio tomándola suavemente por los hombros.
– Me pidió que me casara con él a cambio de salvar el orfanato — Musitó.
– ¿Qué?. No, no puede ser, pero si tú eres una niña; tenemos que buscar otra solución, vámonos de aquí — Espetó molesta.
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Sesshomaru estaba recostado en la silla de su escritorio tomando una copa de vino y recordando lo ocurrido dos días atrás.
Flashback
Sonó su celular, miró la pantalla — Número desconocido — Pronunció con cirrta molestia, debatiéndose en si contestar o no.
– Aló.
– Hola mi amor, ¿cómo estás? — Una voz melosa se escuchó al otro lado.
– Frunció el ceño molesto – ¿Qué quieres Kagura?, escupió ácidamente.
– Oh, Sesshomaru no me trates así por favor, sé que cometí un error, pero quiero, necesito que me perdones, lo de Bankotsu solo fue un desliz, jamás he sentido nada por él, yo te amo a ti — Rogó la mujer.
– Qué lástima, porque yo ya te olvidé y prefiero estar con cualquiera antes que volver contigo — Pronunció furioso y cerró la llamada.
Fin del Flashback
– Maldita zorra ahora si me las vas a pagar — Sonrió de medio lado.
– Sesshomaru llamó un joven alto, blanco, de cabello plateado y de ojos violeta, abriendo la puerta ignorando la molestia del ambarino.
– ¿Es que no te han enseñado a tocar antes de entrar? — Preguntó fastidiado.
– Oooh querido amigo tan alegre como siempre — Pronunció burlón.
– Cállate Hakudoshi — Siseó — ¿Qué es lo que quieres?.
– Preguntarte si hoy nos vamos de fiesta como anoche — Sonrió maliciosamente.
Hakudoshi era amigo de infancia de Sesshomaru, lo quería como a un hermano y era el único que podía hacerle bromas sin temor a ser despedido o golpeado.
– No, esta vez paso, tengo mucho trabajo pendiente.
– Tú te lo pierdes amigo — Sonrió — Nos vemos luego — Salió dejando a Sesshomaru sumido en sus pensamientos.
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En otro lugar de la ciudad.
– ¿RIN ESTAS LOCA O QUÉ? — Gritaba un niño de 11 años, de cabello rojo y ojos verdes.
– No Shipoo no es eso, es que todos ustedes merecen tener un lugar seguro y si yo tengo que sacrificarme por eso lo haré — Aseguró.
– Ay Rin no sé qué decirte — Desvío la mirada apenado — Gracias, pero no creo que sea la única solución.
– ¿Y cuál más?, dime, por meses hemos estado así y ya el dinero que dejó el señor Inu Taisho se está acabando, si su hijo fuese la mitad de noble de lo que era él — Susurró triste.
Shippo la abrazó y ella correspondió al abrazo.
– Sabes que te apoyo Rin aunque no estoy de acuerdo, ese tipo está loco apenas te conoce, debe ser un degenerado — Pronunció molesto.
– Jajaja — Rin rió ante su comentario, aunque pensándolo mejor tal vez si lo fuera, un escalofrío la recorrió ante tal idea.
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Al día siguiente.
Se estacionó un lujoso auto frente al humilde orfanato y como un príncipe bajó Sesshomaru de el, Su largo cabello plateado, su porte elegante y su mirada fría hacían verlo intimidantemente hermoso. Ese hombre transpiraba soberbia. Se dirigió hacia la entrada donde lo esperaba Kykio algo nerviosa.
-Buenas tardes señor Taisho — Saludó con cortesía, intentando ocultar el malestar que le producía aquella extraña situación.
– Buenas tardes ¿y la chica? — Preguntó sin perder tiempo.
– Está en mi despacho por favor sígame — Comenzó a caminar seguida de cerca por el ambarino.
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Rin estaba en el despacho, de pie frente a la ventana, quería escapar por allí pero estaba en el segundo piso — Con la suerte que tengo seguro caigo y me rompo todos los huesos — Suspiró pesadamente.
El sonido de la puerta la hizo dar un respingo, volteó para encontrarse con unos ojos ámbar que la miraban con superioridad.
– Buenas tardes señor Sesshomaru — Pronunció en un susurro apenas audible.
– Y bien, ¿Cuál es tu respuesta? — Preguntó ignorando su saludo.
– Acepto — Fingió una seguridad que no sentía.
Kykio bajo la mirada y sintió una profunda tristeza, sabía que Rin se obligaba a hacer eso por los demás niños que vivían allí, ya que los veía como a sus hermanos.
– Entonces recoge tus cosas nos vamos ya — Se dio la vuelta – Te espero en el auto.
Apenas vio cerrada la puerta Rin se abrazó a Kykio y lloró amargamente, estaba asustada, solo había visto dos veces a ese sujeto y por lo que podía notar no era nada amable ni mucho menos paciente, ¿Qué clase de vida tendría a su lado? aquello la atormentaba.
– Rin no lo hagas por favor ya veremos cómo hacer — Suplicó la mayor al borde del llanto.
– No — Negó con la cabeza — Usted sabe cuál es la situación, no quiero que separen a los niños, quien sabe dónde los enviara el gobierno, es mejor así — Le regaló una sonrisa forzada – Voy por mis cosas.
Se dirigió a su habitación y la recorrió con la mirada y nuevas lagrimas volvieron a surcar su rostro. Tomó la pequeña maleta que había dejado sobre su cama, no tenía cosas de gran valor económico, pero para ella eran muy preciadas.
Salió a la entrada y allí estaban reunidos los niños con las maestras.
– Rin te voy a extrañar — Le dijo Sakura mientras la abrazaba.
– Y yo a ti — Revolvió sus cabellos con dulzura.
– Mi pequeña niña pórtate bien y cuídate mucho — Pidió una de las maestras.
– Así lo hare Sora — Le correspondo al fuerte abrazo que le daba la mayor.
– No te vayas Rin — Sollozaba Kenta un pequeño de 5 años.
– Mi amor vendrá a visitarte te lo prometo — Lo besó en la frente.
– Adiós Rin — La abrazó Shippo.
– Cuida de todos por favor — Le pidió, mientras acariciaba su cabeza.
– Lo haré — Bajó la cabeza para esconder su naciente llanto.
Rin avanzó hacia el auto haciendo una despedida con su mano, abrió la puerta trasera y dejo la maleta en el asiento, luego subió al asiento del copiloto.
Sesshomaru encendió el auto sin dedicarle siquiera una mirada, ella luchaba por no llorar de nuevo. Se marcharon y el rompió el silencio.
– Mañana será la boda.
– ¿Mañana? — Lo miró sorprendida — ¿Tan pronto? dijo más para sí misma.
Él no contestó odiaba repetir las cosas.
– Disculpe, pero tengo una duda, ¿Por qué decidió casarse conmigo? Yo solo soy una pobre huérfana y usted pues, puede tener a la mujer que quiera, es muy guapo — Se tapó la boca con las manos y se sonrojó ante lo que le había dicho, él la miró por el rabillo del ojo.
– Así que ¿te parezco guapo eh?.
Rin quería que se la tragara la tierra en ese momento, ante aquella pregunta y más por el tono de burla que estaba usando.
– Pues bien, por el momento solo debes saber que me serás de gran utilidad — Volvió a usar su tono serio.
Ella no dijo nada más, sabía que sería inútil tratar de averiguar algo en ese momento.
Llegaron a la entrada de un bosquecillo, era realmente hermoso, ella amaba la naturaleza, aquel lugar parecía de cuento de hadas y casi se le cae la mandíbula, cuando llegaron a la entrada de la mansión, parecía un castillo europeo, era enorme.
Rin no pudo evitar exclamar un wao — Necesitaré un mapa para no perderme aquí — Expresó sinceramente, a lo cual Sesshomaru solo enarco una ceja, se bajaron del auto y ella pretendía sacar su maleta, pero él la detuvo.
— Para eso están los sirvientes, Kenshi encárgate de llevarla a la habitación que te señalé con anterioridad — Ordenó.
-Si señor — Respondió el aludido.
-Gracias — Le dijo Rin, el hombre solo hizo una reverencia y se marchó.
-Sígueme — Volvió a ordenar el Taisho.
-Sí — Susurró.
Si por fuera esa casa era enorme y hermosa por dentro era otro mundo, Rin se sentía embobada; cada detalle le parecía más impresionante que el anterior, todo debía costar una fortuna.
— Ven quiero que conozcas al personal. En la sala estaban reunidos todos los empleados de la mansión.
— Kazumi — La nombrada dio un paso al frente, era una mujer de 50 años su cabello corto casi blanco lo llevaba recogido en una coleta baja no era muy alta de tez blanca y mirada dulce — Ella es quien dirige al personal, es el ama de llaves — Explicó el mayor.
— Mucho gusto señorita a sus órdenes — Hizo una reverencia.
Rin le dedico una sonrisa.
— Él es Jaken el chofer.
— A sus órdenes — La reverenció, pero Rin noto que fue de mala gana, igual ella le sonrió.
Y así le presentó a todo el personal.
La joven notó la mirada curiosa de todos menos la de Kazumi y claro cómo no, todos se preguntaban que hacia el gran Sesshomaru Taisho con una niña de aspecto tan humilde.
— Kazumi, llévala a su habitación y prepárala para la cena y que nadie me moleste, estaré en mi despacho — Se giró y comenzó a caminar por un extenso pasillo.
— Sí señor, sígame por favor señorita.
Rin asintió, subió la escalera que se dividía en dos partes al final, se dirigieron a la derecha, la condujo por un largo pasillo donde había algunas puertas, se detuvo en una de ellas.
— Esta será su habitación — Informó abriendo para que la chica pudiese pasar.
La morena entró y no pudo evitar abrir los ojos al máximo, era realmente grande y muy lujosa, miró la cama, sin duda allí podrían dormir cuatro personas sin ningún problema, tenía un cobertor lila con detalles de flores rosadas, miro un poco más hacia el armario, ¿Que tanto podría guardar allí con la poca ropa que poseía?.
— ¡Dios! exclamó, ¿Segura que esta es mi habitación? — Exclamó incrédula.
Kazumi rió por el comentario, la niña sin duda era muy inocente — Así es, el señor la mandó a preparar para usted, ya sus cosas están en el armario y en el baño, — Señaló una puerta al fondo.
— Muchas gracias Kazumi — Esbozó una amplia sonrisa.
-De nada señorita, puede tomar una ducha si así lo desea, en el armario también hay unos vestidos que el señor mandó a comprar para usted, por favor use uno para la cena.
- ¿Eh? sí claro — Pronunció algo aturdida aún.
— Me retiro entonces, no dude en llamarme si necesita algo, aquí tiene un teléfono que la comunicara a la cocina — Le señaló el teléfono colocado en una mesita.
— Gracias — Le sonrió.
— Vendré por usted en una hora, permiso.
Al encontrarse a solas, contempló una vez más su habitación, bueno tal vez Sesshomaru no era tan malo después de todo.
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Sesshomaru se encontraba en su despacho, tomó su celular y llamó a Hakudoshi.
— Aló — Respondió el albino.
— Necesito que vengas a mi casa ahora — Pidió - ordenó.
-Hola Sesshomaru, ¿Cómo estás?, yo muy bien — Espetó sarcástico.
El ambarino se dijo que nunca se acostumbraría a las idioteces de Hakudoshi.
— Sandeces — Escupió con molestia.
-Oh amigo tu no cambias — Fingió tristeza — Está bien allí estaré en un rato — Cerró la llamada.
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El joven tocó la puerta del estudio de Sesshomaru.
— Adelante — Dijo una voz monótona tras la puerta.
— ¿Dónde está el alma de la fiesta? — Bromeó Hakudoshi.
— Idiota — Le contestó indiferente.
A lo cual Hakudoshi soltó una carcajada — Y bien ¿Para que me quieres buen amigo?.
-Siéntate — Señaló una silla, el aludido obedeció y se sentó en la silla frente al escritorio de Sesshomaru — Me casaré mañana y quiero que seas mi testigo — Anunció.
Hakudoshi puso los ojos en blanco, su mente no procesaba la información — Creo que no escuche bien ¿Qué piensas qué?.
— Me escuchaste — Aseguró sin variar su semblante.
— Sí sí, pero es que no lo puedo creer, que yo sepa no tienes novia y aparte tan repentino, ¿Porque? — Lo escrutó con la mirada.
Sesshomaru se tensó incómodo — Bien, creo que tendré que contarte todo, eres la persona de más confianza para mí, es una niña huérfana, tiene 15 años y se llama Rin, me voy a casar con ella a cambio de salvar el orfanato donde vivía y que por cierto cconstruyómi padre, lo haré para vengarme de la zorra de Kagura, es todo lo que tienes que saber.
Hakudoshi estaba hecho un témpano de hielo, no podía creer la confesión de su amigo — Eres un desgraciado — Soltó sin más — ¿Cómo le vas a hacer eso a esa niña?, no pienso participar en tu monstruosa idea — Golpeó la mesa con furia.
Sesshomaru no cambió su expresión — Pensé que eras un amigo incondicional — Rebatió.
-Tuuuu ¿Haciendo chantajes emocionales?, ja no lo puedo creer, rayos eres un maldito Sesshomaru pero, está bien acepto ser tu testigo — Dijo en tono fastidiado — Y ¿Quién será el otro?
-Kazumi, claro, ¿Quien más?
— Espero no te arrepientas de esto, ¿Deseas algo mas?.
-No, puedes retirarte.
-Ok, ok, hasta mañana — Le hizo un gesto con la mano, simulando un saludo militar, Sesshomaru lo ignoró.
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Salió de la tina y se secó con parsimonia el cabello, buscó en el armario los vestidos que le había indicado Kazumi y abrió la boca sorprendida, eran sencillamente lindo, tomó uno color negro con diseños florales en rojo, se sorprendió que era de su taya, encontró unos zapatos a juego, peinó su largo y hermoso cabello, decidió dejarlo suelto, en eso tocaron la puerta.
— Adelante.
— Se ve muy linda señorita — La elogió la mayor.
-Gracias Kazumi — Se sonrojó.
— Vamos el señor la espera en el comedor — La apremió.
-Sí.
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Estaba muy nerviosa, no sabía qué planes tenía ese sujeto con ella, pero pronto lo averiguaría. Bajaron las escaleras en silencio, Sesshomaru estaba de pie a la entrada del comedor, decir que se veía guapo era un detalle, ese hombre era perfecto físicamente, quedo embobada desde el momento en que lo conoció y cada vez que lo veía sentía sus rodillas temblar y su corazón latir con locura.
Él iba vestido con una camisa blanca, dobladas las mangas hasta los codos y un pantalón negro con zapatos y cinturón a juego; le gustaba vestir con tonos oscuros, su cabello suelto le daba un toque de magia y sensualidad, él por su parte la miró sin interés aparente, pero vaya que le había llamado la atención esa niña, el vestido corte corsé acentuaba sus pechos y el largo a mitad de sus piernas dejaban ver lo blancas y estilizadas que eran, al igual que remarcaba su delgada cintura.
Cuando las dos mujeres llegaron hasta él, avanzó hasta el comedor sin prestarles atención, tomó su lugar en la mesa y Kazumi le indico a Rin que se sentara a su lado, ella obedeció. La cena transcurrió en el más absoluto silencio, al terminar Sesshomaru la miró para anunciarle.
— Mañana vendrán para peinarte y maquillarte, la boda será a las 2 de la tarde — Se levantó y caminó hacia las escaleras.
Rin solo alcanzó a decirle un está bien y un buenas noches, que el joven ignoró.
Luego de unos minutos tomó el mismo camino por donde él se había marchado, entró a su habitación, no sin antes dedicarle una mirada fugaz a la puerta del fondo del pasillo, que sabía era la de él, se dejó caer pesadamente en su cama y tardo más de lo pensado en conciliar el sueño.
