N/A: No pude sacarme de la cabeza la posibilidad de este nuevo fanfic, uno donde estuviera el primer vasallaje de los Juegos del Hambre, donde se planteara (de forma muy personal) la idea de cómo se vivieron, profundizar un poquito más, claro que sigo pensando que la trilogía es excelente, pero me he quedado con ganas de sacar esa espinita.

Disclaimer:Los Juegos del Hambre pertenecen a Susanne Collins, excepto algunas ideas y algunos escenarios (y la mayoría de estos personajes que yo he introducido al fic). La trama original también le pertenecen, yo sólo la uso para divertirme un rato sin afán de lucro.

Argumento: El primer vasallaje, los 25° Juegos del Hambre.

El temor aplasta a los habitantes del distrito 11 el día de la cosecha, pero más aplastante es que en ese vasallaje todos tendrán que votar.

En un mundo que convulsiona por tendencias superficiales, dominado por la moda y por el bienestar propio, donde los distritos son controlados por una fuerza mayor.

Donde los hilos se mueven y no puedes arrancártelos de la espalda.

Donde el hambre cala hasta los huesos y la amistad es incondicional.

Violet Hamilton deberá luchar ferozmente para volver a casa con vida.


Capítulo I: El Prado

"Pero la libertad tiene un precio y cuando los traidores fueron derrotados juramos, como nación, que no olvidaríamos esa traición". Susanne Collins, Los Juegos del Hambre.

Sueño con un prado iluminado y lleno de flores. Hay prímulas adornándolo y raíces de árboles grandes y confortables saliendo de la tierra. La luz cae en una inclinación que me permite ver y sorprenderme de la belleza del lugar.

A lo lejos escucho cantar a los sinsajos, se transmiten la canción que alguien más les ha susurrado, es una melodía de cuatro notas que se mueve como viva en mis oídos.

Esta melodía solemos usarla para comunicar el final de la jornada en el Distrito 11, pero aquí es más deliciosa, sabe a rayos de sol y flores, sabe a pradera y aves.

Sabe a libertad.

El prado se ve acogedor y me invita a tumbarme en él y sentir las flores en mi cara, alrededor de mí. Más allá puedo ver que hay un río claro donde podría ir a nadar (si supiera hacerlo).

En mi sueño siento una mano que me toma del hombro y me vira hacia donde está su dueño. Pero he dejado de enfocar, de pronto toda la belleza se opaca y se oscurece.

Los rayos del sol se tiñen de rojo y mis pies se encharcan en algo húmedo y tibio. Temo mirar hacia abajo, pero lo hago.

Ya no hay flores, ni árboles. Han desaparecido.

Esa mano me aprieta. Pero no logro ver a la persona que lo hace, es una silueta sobre mí.

Luego, antes de poder seguir enfocando mi vista hacia abajo, siento que me asfixio, hay algo que me previene.

Pero sigo mi mirada al suelo a pesar de la falta de aire.

Todo es rojo escarlata, y caliente.

Siento mi rostro encenderse de miedo.

Y despierto.

Sé en el instante de enderezarme rápidamente en la cama que lo que vi era sangre. Lo cual no es nada raro (no aquí), pero sigue dando miedo.

Salgo del enredo que me han proporcionado las sábanas de mi cama y me calzo las botas que están a un lado de ella.

Son más como grandes zapatos ligeros que se han adaptado a mí después de años de uso, pero no puedo quejarme de ellos: por lo menos tengo un par. En el Distrito es raro el que cuenta con ellas puesto que el calzado tiende a ser más escueto. Y generalmente los niños van descalzos.

Me fueron heredadas por mi madre.

Mi cabello es un lío y siempre lo ha sido, así que sólo atino a mantenerlo en una coleta, bajo una gorra para que no me estorbe.

Camino a la cocina y me siento sobre una silla (que aún es funcional a pesar de estar en muy mal uso) y espero a qué se haga un poco más tarde, deben de faltar unas dos horas para que amanezca pero ya no puedo dormirme. Suelo tener esos sueños días antes de la Cosecha. A pesar de mostrar que no me interesa muero de miedo cada vez que esta fecha se acerca. Temo por mis hermanos, por uno de ellos en especial, por Alain porque es el segundo año que entra al sorteo por lo cual su nombre debería de aparecer dos veces por tener trece años sin embargo, sé que habrá por lo menos cinco papeletas con el nombre de mi hermano.

Alain Hamilton me sabe a hiel. He cuidado demasiado para que él no tuviera que pedirlas pero este año ha sido especialmente duro. El Capitolio cada vez nos exige más y nos ha sido difícil mantener a la familia.

Pero igual me siento estúpida día con día, Alain vale muchísimo más un par de Teselas.

Temo por él ahora porque, afortunada (o desafortunadamente, según se vea) mi hermano mayor, Said, ya no es elegible, tiene veintidós años y sé que le molesta a sobremanera, yo también me sentiría impotente puesto que si eligieran a Alain él podría presentarse voluntario. Yo no porque soy mujer.

Alguien podría presentarse voluntaria por mí, si la papeleta con mi nombre saliera, pero de antemano sé que nadie lo hará. Las únicas que lo harían serían mi madre y abuela, pero no pueden hacerlo, los mayores de dieciocho años no pueden presentarse voluntarios.

Y si no lo fueran igualmente ya están muertas.

Los agentes de la paz se encargaron de asesinarlas junto a mi padre y abuelo.

Rebelión, agitadores de la paz, saboteadores.

Said y yo, que somos los que nos encargamos de que nada falte en casa, de que nada les falte a Alain y a Ainara ( mi hermana menor), sabemos perfectamente por qué fueron asesinados.

Mis abuelos, junto con otras personas ancianas, fueron colocados en la Plaza, fue un evento público y obligatorio, se transmitió sólo en nuestro Distrito, aunque sospechamos que lo mismo les sucedió a los demás distritos.

Alemena, nuestra alcaldesa, nos anunció que ese día sería recordado por todos nosotros.

-Este es un día ejemplar, en este día, las cosas se establecen desde cero, todo Panem resurge nuevamente, como antes de los Días Oscuros, El Capitolio brillará y los habitantes de Panem no olvidarán el pasado

El ambiente estaba tenso, yo tenía ocho años y estaba tomada fuertemente de la mano de mi padre, mi madre cargaba a Ainara quien estaba recién nacida.

Said se mantenía de pie, con los brazos a los costados

- Habitantes del distrito 11, es menester anunciarles que tiempos de paz requieren personas de paz, no vestigios de lo que fue el pasado y la semilla de lo que podría surgir de nuevo para envenenarnos y aplastarnos, no, este día todo vuelve a nacer.

Recuerdo que mi madre ahogó un grito cuando los ancianos fueron cayendo uno a uno al centro de la plaza, yo no sabía lo que pasaba.

Papá sostuvo a Ainara y se la pasó a Said para que él la cargara mientras mi padre intentaba detener a mi madre.

Yo tomé la mano de Alain y con mi mano libre me aferré a Said.

Pero no entendía por qué mis padres ya no estaban a mi lado y se acercaban al centro de la plaza.

No lo entendía antes.

Y no lo entiendo ahora, no del todo.

Comprendo que en dos días será la Cosecha, comprendo que Said debe de estar en el cuarto que solía ser de mis padres intentando no mirar por la ventana y querer escapar (yo lo haría, si pudiera).

Comprendo que estemos en la miseria y que estas botas estén desgastadas o que mis abuelos hayan muerto.

Pero no entiendo, y no llegaré a entender, por qué ninguno se quedó.

Por qué mis padres se fueron.

...

Escucho ruido en el cuarto donde duermen Ainara y Alain.

De seguro ya han despertado, no he pasado ni media hora en la cocina antes de que ellos se aparezcan con sus caritas somnolientas y bostezando.

Ambos tienen el cabello castaño, como Said y yo.

Somos pocas familias las que qudamos con estos rasgos, una a una han ido desapareciendo llevadas a otros Distritos a realizar otras tareas y a veces desearía que nos llegara el turno para probar suerte en otro lugar, pero eso no pasa.

Ainara está por cumplir los nueve años pero es demasiado bajita para su edad, al igual que Alain. Tiene el cabello rebelde, supongo que es un rasgo de familia, y siempre lo lleva suelto a pesar de mis intentos por trenzarlo o en todo caso hacerle una coleta. Suele trabajar en el Distrito cogiendo fruta de los árboles, es tan veloz que pareciera estar en su elemento, supongo que su nombre le ayuda demasiado golondrina. Es de las que repiten con más ahínco las cuatro notas del final del día y suele cantarle a los sinsajos con esa vocecita tan linda que dan ganas de aplaudir.

Alain ha madurado de golpe, recuerda retazos del día en que nuestros padres y abuelos murieron, pero no estoy segura de que comprenda todo el concepto. Y prefiero que siga así. Es un niño que ha tenido que tragarse su infancia como tantos otros del Distrito. Ahora, a esa edad, lo que hace es ser jardinero para la casa de los que pueden costearlo. Es muy querido al igual que mi hermanita. Supongo que por esa razón su nombre no ha tenido que aparecer más veces en las papeletas.

-Violet- me dice Ainara frotándose los ojos- no puedo dormir.

Y yo me levanto de la silla para abrazarlos y aliviar la ansiedad que hemos venido sintiendo en estos días, cada año desde que tengo memoria.

Pero sé que no siempre fue así.

No puedo creer y no me cabe en la cabeza, que el castigo por rebelarse en contra de un mal gobierno sea mandar a la arena a veinticuatro niños inocentes como carnada para una masacre cruel y sangrienta.

A veinticuatro tributos.

-Avecita, no te va a pasar nada- le vengo diciendo todos los días- tu nombre no aparecerá porque ni siquiera tienes la edad, aparte sería muy poco probable que eso pasara porque no te dejaré pedir teselas nunca.

Siento la mirada de Alain avergonzado porque fue él quien, a espaldas de Said y mía, se presentó para realizar el intercambio. Pero no lo culpo, en verdad, desearía que no hubiera pasado pero nos salvó una semana más.

En esa temporada yo no conseguía encontrar raíces comestibles entre la maleza, no era buena fecha y por lo mismo, los agentes de la paz estaban sobre nosotros porque es ilegal quedarse con alimento que "no nos pertenece".

Aparte ya había pedido mis teselas de manera muy reciente.

-Pero Alain y tú...¿qué pasará?- me suelta por fin. Los rodeos de hace días se aclaran.

Ya entiendo.

-A Alain no lo escogerán, ¿verdad, Alain?- volteo y le guiño un ojo a mi hermano que parece haberse quedado mudo- apenas son cinco papeletas, ¡hay quien tiene hasta noventa!- inventándome ese dato, aunque yo no estoy tan lejos, tengo cuarenta y dos papeletas con el nombre Violet Hamilton esperándome- ¿qué son cinco contra noventa? y si me escogieran a mí (que no va a pasar, por cierto), sé perfectamente qué hacer, porque soy lista

"Y porque he aprendido demasiado del abuelo y mi padre antes de su muerte, y de Said".

Al instante aparece mi hermano mayor Said que sabe perfectamente lo inundada de malas posibilidades en las que me encuentro y pone mala cara, pero no dice nada. Siempre trató de evitar que yo las pidiera. Pero se quebró. No hemos tenido muy buena vida que digamos,por lo menos estamos juntos.

Él es otro afectado por Los Juegos del Hambre. Como todo Panem.

-Hola florecita- me dice fraternalmente y palmea mi cabeza- niños, buenos días- les dice demasiado paternal y es comprensible ya que Ainara no conoce más padre que él.

Said es alto y de constitución fuerte. Ha pasado por todos los trabajos del Distrito, ahora se dedica, principalmente, legalmente, a labrar la tierra. Es bastante guapo y llama mucho la atención de las chicas del Distrito, pero sé que se niega a aceptarlas por nosotros, porque tiene una obligación que decidió adoptar cuando nos quedamos solos. Una circunstancia totalmente injusta porque estoy consciente de que él podría ya tener su propia familia pero se quedó aquí, atado de alguna forma.

Ninguno tenemos hambre pero me veo obligada a preparar algo para el desayuno.

Mis hermanos se sientan alrededor de la mesa y yo guiso los últimos huevos que nos quedan. Tendré que salir de rastreo hoy. Contacto la mirada de Said y sabe perfectamente que le estoy comunicando que él también debe hacerse cargo.

Tomo un pan, propio del Distrito 11, de la alacena y un trozo de queso que he intercambiado hace dos días en el Comercio por unas raíces que encontré (y escondí) en la irrigación.

Los pongo en la mesa y los corto con mi navaja, que suelo guardar en un bolsillo interno del pantalón, y los reparto entre ellos.

Sirvo los huevos en los platos y les preparo un poco de té hecho con hojas de abetox sustraídos en una recolección por Ainara.

El silencio con el que desayunamos es aplastante y yo intento aligerar la tensión.

-¿Cantarás hoy en clase, Ainara?- le digo con una sonrisa (más forzada en mi mente).

Ella levanta la cabeza ilusionada y el parloteo comienza.

Todos nos sentimos más tranquilos.

Ella cantará, seguramente, la melodía de la abuela. La melodía que sí estaba permitida cantar.

Esa que habla de tiempos felices y, aunque la canción se refiere a los tiempos antes de Panem, parece que habla de los tiempos con el Capitolio dirigiéndonos.

Es una melodía muy hermosa, y seguramente en la voz de Ainara resultará aún más bella.

En la escuela aprendemos, especialmente, las labores que hemos de desempeñar (de forma principal) toda la vida, además nos explican la historia de Panem y sus días oscuros, nos dicen cómo debemos comportarnos en base a nuestro estatus de post rebeldía y nos dan datos de los demás Distritos.

Nos revientan la cabeza con sus palabras del Rebelde Distrito 13 y su desaparición de la faz de la Tierra, nos dicen que con nosotros han sido clementes y buenos, y que la mala hierba ha sido arrancada . En esas pláticas me dan ganas de escupir en la cara de mi profesora pero me detengo por Ainara y Alain pues me llevarían a mí también y entonces sí que sería muy, muy injusto para Said sólo porque a mí se me da por sublevarme.

Alain parece estar más relajado y comienza a imitar a Ainara en son de broma con su canto.

-Seguro los sinsajos explotan Nari- le dice- seguro se vuelven loquitos y creas otra especie de ave a la que llamen Ainarajo- todos reímos, inclusive Ainara.

Estos momentos son los que amo de mi familia, de mi pequeña familia, porque siempre estamos unidos.

Said es el primero en partir a la labor, no sin antes abrazarnos a todos y hacernos prometer que estaremos allí al anochecer.

Luego salimos Ainara, Alain y yo rumbo a la escuela.

-Mira, Violet- señala Alain hacia la Plaza del Distrito.

Año con año, desde hace veinticinco años, se instalan micrófonos y pancartas de los Juegos del Hambre. A mí sólo me han tocado dieciséis desde que nací, esta es la vez diecisiete aunque, claro, por obvias razones no recuerdo todas las veces y sólo he estado en cinco. Esta vez, es mi sexta Cosecha.

Pero este día pueden apreciarse más cámaras porque es un evento especial, se ha venido preparando desde hace bastante tiempo. Aunque no estoy plenamente enterada de por qué. Said y yo sólo especulamos y nos guardamos nuestros comentarios para cuando estamos solos y los niños no pueden asustarse con nuestras palabras.

-Sí, bueno, al parecer nos haremos famosos- le digo.

Y seguimos caminando por ese terreno fangoso que es el Gestrüpp, lo cual viene a ser algo como maleza en algún idioma antes de los días oscuros. Nuestra pequeña porción de aldeas, el Gestrüpp (como lo he llamado antes), está destinada a las personas descendientes de los rebeldes, la mala hierba, somos parte de uno de los territorios más pobres del Distrito 11, pero no por ellos el más desgraciado. Por lo menos este fango nos permite buscar plantas y raíces alrededor del camino. En cambio, en el Elend, que es la peor parte del Distrito, no crece nada. Allí la gente suele morir de hambre, literalmente, los casos son demasiado frecuentes y cotidianos.

Allí viven los que el Panem ha destinado a la muerte silenciosa.

Nuestros zapatos se llenan de barro porque estamos cerca de los plantíos, a mi izquierda se extiende miles de hectarias donde sembramos y cosechamos alimentos para el Capitolio. A pesar de que es suficiente para nuestro Distrito y muchos otros más, está penado con la muerte en la Plaza a quien robe una sola raíz.

Por suerte, el capitán de los agentes de la paz de mi distrito está más ocupado tratando de mantenerse de pie después de las botellas de alcohol que suele tomar cada mañana frente a nuestra cara.

Llegamos a la escuela que se encuentra al norte de la Plaza, en el territorio más rico del Distrito y suelto la mano de Ainara.

-Cantarás precioso, Avecita- me agacho y la abrazo- y tú, Don Juan, pon atención en clase- le digo a Alain porque ya sé que las niñas empiezan a echarle el ojo (y él a ellas)- necesitamos que aprendas cuántos trenes llegan y cuántos se van- le digo a modo de broma.

-Lo mismo deberías hacer tú, Violet- me guiña Alain- ya me enteré de que no dejas de ver a la ventana.

Volteo y trato de atraparlo pues él se ha echado a la carrerilla. Luego se detiene, pero se mantiene a la distancia.

Ainara se ríe.

Nos deben de quedar unos cuantos minutos antes de entrar.

-Ja, muy gracioso, pero yo sí pongo atención- le digo cruzándome de brazos, él me hace un mohín a broma.- ¿Cómo te enteraste?

-Me lo dijo Damián- lo cual me extraña porque Damián es el tipo más antipático que conozco, suele sentarse muy lejos de mí y no tenía idea de que se hablara con Alain pues muy apenas lo hace en clase).

Veo acercarse a los agentes de la paz, lo cual significa que hemos de entrar ya.

Me despido abrazando de nuevo a Anaira y a Alain.

Y entro.

...

Me he pasado gran parte de la mañana mirando a la ventana, escuchando a la profesora decirnos una vez más cómo se fundó Panem, cómo los rebeldes acabaron con la paz y el Capitolio, como buen salvador, volvió a instaurarla.

Después nos habla un poco del Distrito 12, nos menciona que son mineros, y demasiado tontos para pensar por su cuenta. Yo no me lo creo, mis abuelos solían contarme cómo se habían unido todos contra el Capitolio de la manera más heroica, pero que los habían vencido con las armas.

Sin embargo, nunca lo menciono porque está penado, porque podrían matarme también.

-Del Distrito 12 obtenemos el carbón con el que calentamos las estufas- escucho que dice y no puedo evitar tomar nota mental de que jamás hemos usado carbón- Nos proporcionan datos muy impresionantes acerca de este mineral, aunque ellos no sepan usar estos datos...

Pero ya no dice más porque una pantalla grande se materializa al frente del salón, y la voz alta y clara de nuestro comunicador oficial Derek Luguerti (un conductor de espectáculos pomposo del Capitolio, que esta vez tiene la piel teñida como serpiente) la interrumpe.

-Querido Panem, Distritos y Capitolio- dice, yo me siento a la espectativa porque no podría ser otra cosa que algo relacionado a los Juegos- me es grato ponerme en contacto con cada uno de us-te-des- Separa esta última palabra de tal forma que tengo la espalda tensa- para transmitirles un mensaje de nuestro presidente Maximus White.

La pantalla parpadea un segundo, mi clase está en completo silencio. Ese segundo es suficiente para que mi estómago se sienta tan plomizo que me den ganas de vomitar.

Nunca me ha gustado el presidente.

No me agrada saber que por él, bajo sus órdenes, mi familia se haya desintegrado.

Aparece en la pantalla. Es un hombre con carácter y ojos de maniático. Usa siempre un traje rojo, lo cual contrasta perfecto con su apellido. Debe de rondar los sesenta y pocos ya que es el único presidente que ha conocido la gente desde la rebelión.

Y el mensaje comienza.

-Habitantes de Panem,estos Juegos son especiales porque son los del veinticinco aniversario, un número muy especial, tomando en cuenta que es el primer Vasallaje que se celebra-Para este entonces, todos ya estamos informados de lo que es un vasallaje o por lo menos sabremos que no será mejor que unos Juegos cualquiera.

Son Los Juegos del Hambre más especiales hasta la fecha porque se celebran cada veinticinco años y es esta la primera vez que acontecerán en todo Panem. Ya han pasado veinticinco años desde la rebelión de los Distritos y esto promete ser demasiado sangriento y nauseabundo. A contra parte con el Capitolio, que espera este evento para apostar por la muerte de los Tributos.

-Como recordatorio- el presidente prosigue- de que fueron los Distritos aquellos cuya rebelión condujo a la violencia y a la introducción de los Juegos del Hambre, este primer vasallaje dicta que- saca una tarjetita de una caja y la pone ante sus ojos- los dos tributos que representen cada Distrito,...

Mi corazón late en mi garganta y mis dedos se ponen fríos cuando dice:

-¡Serán elegidos por su mismo Distrito!

Su voz retumba en mi cabeza.

_ FIN DEL CAPÍTULO_

Hola, espero que les haya gustado, en verdad, este fic me ha salido demasiado inspirado, a mi parecer.

Agradezco a quien se haya tomado el tiempo de leer este primer capítulo.

En verdad el siguiente está emocionante, pero, antes de ello, espero un review, ¿si?, díganme qué les ha parecido para poder saber si esto les va gustando o me voy por otro camino.

Saluuuudoooos.

"y que la suerte esté siempre, siempre de su lado".

ElisewinFelton