Disclaimer: Todo esto no me pertenece, sino a la genial J.K. Rowling.

Este fic participa en el reto "Navidades de Dickens" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.


¡Feliz Navidad!

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Le celebración era insípida, triste y aburrida para Neville, aunque el salón estaba lleno de toda la familia que tenía y podía tener. Hasta hace un año atrás solo cenaban su tío abuelo Algie, su abuela y él en la gigantesca mesa durante la navidad, luego lo enviaban a dormir temprano y al día siguiente abría sus regalos. Ese día sin embargo, ya con el conocimiento de que poseía magia y era capaz de usarla, su abuela había dado una gran fiesta y a diferencia de otras navidades, no le había dejado irse temprano.

Miró el gigantesco reloj que estaba contra la pared, marcaban las ocho y media de la noche, se sintió más desanimado que antes cuando se escondió detrás del sofá con un pedazo de pudin y algo de chocolate.

Se sentía abrumado también, conocía a uno que otro mago o bruja de su familia, pero en general había vivido casi en aislamiento de todos ellos gran parte de su vida. Al principio creyó que su abuela no había dejado que lo vieran por vergüenza ante su carente poder mágico, ahora que estaba comprobado que de uno u otro modo tenía al menos algo de magia, Neville se había visto en horrorosa necesidad de afrontar un montón de preguntas para las que no tenía respuesta. Entonces, cuando su abuela le dio un empujoncito con el bolso después de un escrutinio realmente agotador y deprimente acerca de las abismales diferencias entre él y sus padres por una bruja que era algo así como su tía en quinto grado, él había comprendido que no había sido vergüenza. Solo había querido protegerlo para variar de las habladurías.

Augusta Longbottom era una mujer muy severa y difícil de complacer, a menudo, o prácticamente siempre, hablaba de su hijo y lo comparaba con su nieto, pero era algo que prefería hacer ella a dejar a otros aunque fueran de la familia.

Ese pequeño detalle había arrancado una débil sonrisa de Neville, después de todo no era un completo incordio en la vida de su abuela.

Lo cual no significaba que todo aquello no lo deprimiera.

Aquella bruja había sido una de tantas de todos los invitados que le habían cogido del brazo, del codo, del cuello, de las mejillas o incluso le habían atraído con magia para verlo de cerca y comprobar cuanto se parecía al valeroso y talentoso Frank, o a la implacable y perseverante Alice. También habían añadido preguntas sobre el grado de magia que había demostrado o cuando lo había demostrado. Neville había dejado que su abuela respondiera por él, porque existía una respuesta a diferencia de los años pasados y por esa razón su abuela no había dejado que nadie se le acercara, para no abrumarlo más

Hundió la cuchara en el pudín pero no pudo comer nada, no tenía hambre, solo quería dormir y olvidar las preguntas que había escuchado una y otra vez.

¿Así era la navidad para todos los niños magos?

¿Preguntaban siempre sobre magia accidental? ¿Sobre el talento? ¿Los comparaban con sus padres? ¿No era un momento para celebrar en vez de chismear?

Si así era, no había tenido caso soñar con una navidad después de probar que tenía magia. Prefería las otras navidades. Eran más rápidas y menos dolorosas, después de todo ¿Quiénes eran esos extraños con quienes lo comparaban? ¿Quiénes eran Frank y Alice Longbottom? Neville solo conocía sus nombres, apenas había visto una foto, y solo una vez los había visto en el hospital, tan lejos de él que simplemente no había encontrado modo alguno de simpatizar con ellos. Escuchaba muchas historias sobre sus padres y había escuchado en silencio la terrible verdad tras su mutismo, pero…extrañamente no había sentido nada.

Solo quizá un destello de rencor hacia las personas que le habían impedido crecer con esos padres que no le conocían.

Se pasó toda la noche y las primeras horas de la madrugada detrás del sofá, dormitando y escuchando en sus oídos aun las comparaciones, las bromas y las anécdotas. Su abuela hablaba con orgullo de su hijo y su nuera, pero nunca ahondaba en detalles mundanos como sus colores favoritos, la música que amaban, el día que se casaron, como formaron parte de una orden durante la primera guerra mágica, sus amigos…cosas que ese día estaba escuchando escondido y confundido.

¿Quiénes eran Frank y Alice Longbottom?

Frank era un hombre inteligente, talentoso y leal, un hijo ejemplar, un guerrero formidable, un padre cariñoso. Amaba la comida casera de su esposa, y amaba la peligrosa carrera escogida, su color favorito era el amarillo y deseaba un mundo en paz para criar a su hijo. Había demorado mucho tiempo en declararse a Alice, pues la timidez de la muchacha le había hecho huir en los momentos más inoportunos, y se habían casado en secreto una noche con unos amigos como únicos testigos.

Alice era una mujer lista, amable y bondadosa, una guerrera de armas tomar, una hija ejemplar, una madre amorosa. Amaba cocinar y experimentar con nuevas recetas, y aunque era cautelosa amaba la carrera que había escogido junto a su marido porque quería que la guerra acabase, quería un mundo tranquilo. Había destacado en Hogwarts por su torpeza y timidez, aunque tenía una gran bravura cuando la enfurecían, había sido querida por sus incontables amigos y amigas, había aceptado la propuesta de matrimonio de Frank una noche lluviosa después de haberse enfrentado por tercera y última vez al-que-no-debe-ser-nombrado.

Y ambos habían dado su salud física y mental por su único hijo.

—Neville, es tarde, ve a dormir —Augusta lo encontró tras el sofá y lo empujó hacia las escaleras. Estaba seria y pensativa.

Neville no lo pensó dos veces, corrió y tropezó en dirección a su cuarto. Se cambió, y se echó en su cama mirando al techo, el sueño había pasado.

Después de nueve años sin respuestas, al menos sin respuestas concisas, había escuchado en una noche más que en toda su vida. Seguía sin conocerlos realmente, pero esas palabras tan insignificantes para sus relatantes le habían sorprendido y por primera vez desde que sabía sobre sus padres añoró un cariño que necesitó pero no pidió. Añoró a esa madre tímida y amable, que cocinaba y experimentaba; añoró a ese padre leal y cariñoso. Añoró esos únicos recuerdos que su mente tenía preso en su inconsciente.

Se durmió con esos pensamientos y esa añoranza.

Esa noche soñó con ellos dos, felices y saludables, le tendían la mano para llevarlo hasta un gigantesco árbol de navidad lleno de regalos, bajo su sombra un picnic nocturno esperaba lleno de una generosa y deliciosa cena. Pero no eso no importaba, estaban ellos, esos padres que hablaban y contaban anécdotas, que se reían y le decían sus colores favoritos, o la música que escuchaban. Era su voz, y eran sus gestos y sus sonrisas, eran sus palabras y sus deseos, y era también su deseo.

Cuando se despertó estaba lleno de regalos pero no desenvolvió ninguno, sobre la pila de esas cajas envueltas en papeles brillantes había una foto. Era vieja pero cuidada.

Las lágrimas que no derramó el día que se enteró que había pasado con sus padres pugnaban por salir en ese momento mientras los veía abrazar a un bebé y sonreír a la cámara.

En la parte posterior había una nota:

Para nuestro amado Neville, en estas fechas eres como un rayo de luz en esta oscuridad. Así como esta primera navidad contigo, esperamos pasarla siempre a tu lado para verte crecer y madurar y formar tu propia familia. Guarda este recuerdo y nuestros deseos para que se lo enseñes a tus hijos y a tus nietos.

Con cariño, mamá y papá.

¡Feliz Navidad!

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Mi primera opción iba a ser Harry, una navidad con los Dursley, luego con Ron y Hermione y después con Ginny.

Pero no lo pude evitar, Neville es mi adoración :3.

Espero les guste.

Gracias por leer.

Bella.