Nueva historia, la primera que va a tener más de un capítulo... De momento sólo tengo dos capítulos escritos, pero según cómo sea la acogida de la historia, seguiré actualizando o no... Así que ya sabéis, si os gusta, ¡dejad reviews!
Año nuevo, vida nueva... ¿y gente nueva?
PRÓLOGO
Oyó cómo las pesadas puertas de hierro se cerraban tras él. Pero no era como la última vez, cuando estaba esposado y llevaba a un guardia detrás de él. Cuando tenía frío, sueño y miedo. Cuando esa prisión le pareció más tenebrosa que nunca. Esta vez, no había esposas que valieran, ni guardias malhumorados. No tenía frío, ni sueño, ni miedo. La prisión, después de siete años, le parecía hasta familiar. Esta vez era libre.
Sintió cómo le llegaba una ráfaga de viento, ese viento típico de mar, con restos de salitre y humedad recién evaporada del mar. Ese mismo viento que le había llegado desde la ventana de su celda durante esos siete largos años. Entonces, le parecía siniestro y lúgubre, y le producía escalofríos y dolor en los huesos. Pero ahora no. Ahora era cálido y reconfortante, y le traía recuerdos de su niñez, de los veranos en el sur de Francia con su familia, de los viajes de negocios a Brasil, de las escapadas a España... Incluso le recordaba un poco a cuando paseaba por la orilla del lago en Hogwarts. Todos esos recuerdos le hicieron recordar que no tenía un lugar a donde ir. La mansión familiar, así como las propiedades pequeñas esparcidas por Europa, se las había quedado el Ministerio cuando encarcelaron a la familia al completo, y sus padres seguían en Azkabán. Ya tenía 24 años, y aunque había cursado los siete años de Hogwarts, su temprano encarcelamiento había impedido que se examinase de los EXTASIS, por lo que no tenía ninguna titulación mágica. De los estudios muggles, lo único que podría hacer con ellos sería falsificarlos. No tenía opción, tendría que encontrar un trabajo que no requiriese titulación y que fuese apto para sus necesidades. Había salido de la cárcel 3 años antes por buen comportamiento, ya que en teoría le habían condenado a 10 años por ser portador de la Marca Tenebrosa, aunque como no había matado a nadie para sellar su pacto con sangre, no se ensañaron mucho con él, teniendo a gente cono Rodolphus Lestrange o su mismo padre con muchos crímenes en su haber.
Decidió que debía salir del país, y que lo mejor sería irse al mundo muggle, muy a su pesar. Pensó en irse a Francia, a la zona donde veraneaba cuando era niño, pero era una zona principalmente de turismo, y podría encontrarse allí con algún mago de vacaciones no deseado. Entonces se acordó de que España no quedaba tan lejos, estaba cerca de Francia, por lo que mucha gente hablaría francés, lengua que sabía desde que era niño, y no le conocería nadie.
Ya estaba decidido, se iría al norte de España. Otra racha de viento le recordó que aún estaba de pie delante de la prisión, y, queriendo tomar algo caliente, se apareció en el Callejón Diagón. En cuanto le vieron aparecer, mucha gente se puso a abuchearle, y recordó que los mortífagos aún no estaban bien aceptados en la sociedad mágica. Entonces, recordó una zona de Londres a la que había ido alguna vez que quiso irse de fiesta sin que nadie se enterara, el Soho. Se apareció allí, y entró en la primera cafetería que vio con buen aspecto. Era un pequeño café bastante acogedor, con pequeñas mesas repartidas por aquí y por allá, y unos sofás para sentarse con apariencia muy cómoda. Se llamaba Harold's, y, no sabía bien por qué, le recordaba a alguien, pero no tenía ni idea de a quién. La cafetería estaba decorada en tonos caoba y verdes, y aunque no tenía mucha luz, era muy bonita.
En cuanto entró, notó el suave aroma a café tostado que flotaba en el ambiente. Se sentó en una mesita pequeña, y enseguida fue una camarera a atenderle. Era una chica muy mona, con el pelo castaño oscuro, la piel un poco morena de tomar el sol, la nariz un poco respingona y salpicada de pecas, y los ojos azules. Era una verdadera pena que fuese un ex-recluso y no le fuesen las chicas, porque si no habría coqueteado un poco con ella. Pidió un café con leche y chocolate que tenía muy buena pinta, y un croissant. El Ministerio le había dado a regañadientes un poco de dinero para poder empezar una nueva vida, pero no era demasiado. Lo suficiente para coger un traslador hacia Santander, la ciudad a la que había decidido ir, y buscar un trabajo. Pero, antes de nada, tendría que encontrar un hotel donde poder pasar la noche que se pudiese permitir con su escaso presupuesto, porque se sentía sucio y cansado. Siete años en Azkaban dejaban huella, y había adelgazado mucho. Mientras pensaba en eso, se acabó el café y el croissant y pidió la cuenta. Pero, la persona que la trajo no era la misma que la que le había atendido al principio. Era un chico alto, no muy fuerte, de pelo negro y ojos verdes, los más verdes, brillantes y llenos de vida que había visto en su vida... ¿o no? Tenía unas gafas rectangulares que los tapaban, pero no lograban ocultar del todo su belleza. Tenía la piel muy pálida, seguramente por pasarse muchas horas dentro de casa, quizás estudiando, y tenía la nariz perfecta, en su opinión: recta pero no muy grande. "Qué suerte ha tenido el dueño" Pensó. "Ha contratado a unos camareros muy guapos". Se acordó de que llevaba mucho tiempo sin salir con nadie, y eso le hizo sentirse un poco solo y melancólico. Pagó, y se fue a buscar un hotel, pensando en volver al día siguiente al café para desayunar antes de irse, esperando ver al chico otra vez.
Tuvo que andar un buen trecho hasta que encontró un hotel de instalaciones no muy malas. Era un edificio pequeño, blanco por fuera con la pintura un poco descascarillada, y por dentro tenía una pequeña recepción, que daba por un lado a las escaleras que subían a las habitaciones y por el otro al comedor. Se ajustaba bien a su presupuesto, así que alquiló una habitación para una noche. Las habitaciones tampoco eran muy grandes, pero había suficiente espacio como para que cupiese una cama medianamente grande, una mesilla de noche, y un pequeño cuarto de baño con una bañera de un tamaño nada despreciable, comparado con las duchas comunes que había en Azkabán. Pero lo importante era que por fin había llegado y que podría darse un larguísimo baño. Después, cenaría por primera vez en mucho tiempo una comida de verdad, y luego dormiría días enteros si hacía falta. Estaba realmente exhausto. Hizo todas esas cosas, hasta la parte de dormir, en la que no durmió tanto como esperaba, ya que a mitad de la noche se despertó con una pesadilla que no llegó a recordar, pero le vino a la mente un nombre: Harry Potter. Pensando que era una estupidez , se dio la vuelta y se volvió a dormir. Por la mañana, no se acrodaba de nada.
Bueno... Ya está, ¿Qué pensáis?¿Lo debo continuar, o es una aberración para el fandom de Harry Potter? Vosotros decidís.
