Se encontraban donde siempre, hablando de lo divertido que sería salir de vez en cuando es una cita como todas las parejas normales. Pero ellos no eran como las demás parejas, su relación se sostenía de molestar al otro al punto de querer asesinarse entre ellos, pero se seguían amando.

-Por eso pienso que podríamos salir la otra semana, ¿qué opinas?-beato se encontraba sentada en la silla de siempre, mirando a battler, con un gran cono de helado en sus manos, el cual empezaba a derretirse.

-No lo sé beato…la última vez que salimos, golpeaste a una chica que estaba mirándome, y tuvieron que llevarte detenida por unas horas-el tono de battler no era para nada divertido, incluso lo decía con un poco de miedo.

-Pero ella se lo merecía, además no hare eso de nuevo, te lo prometo.

-Eh, bueno creo que está bien, solo no se te ocurra romper la promesa-se levanto se su asiento para acercarse a Beatrice, que lo miraba con una cara muy inocente -Deja de hacer esa cara, que me dan ganas de abrazarte, pequeña devoradora de helados.

-No estoy haciendo ninguna cara, estúpido, además ¿Cuál es el problema, que no me quieres abrazar?-su linda expresión cambio a la habitual, y tal parece que con su modo tsundere.

-El problema es que estas llena de helado-saco un pañuelo en el bolsillo, que tenía en caso de que la ardilla voraz llenara todo su rostro y pecho de helado, nuevamente.

-¡Mi helado!-se levanto alarmada al darse cuenta de que su amado helado se encontraba en su pecho, por unos momentos se sintió deprimida, hasta que battler se acercó con un pañuelo para limpiarla-Battler, me estas tocando los pechos.

-¿Ah, eh?- retrocedió torpemente chocando con el respaldo de la mesa-Lo siento beato, no me di cuenta-su rostro se encontraba completamente rojo, incluso su nariz sangro un poco.

-Pervertido…pero tú ya no me tocas como antes ¿Pasa algo?, si quieres podemos jugar kyajajaja-su voz era dulce y pervertida, una extraña pero muy buena mescla.

Beatrice se acerco a battler, lo abrazo tiernamente, apretando sus grandes y pálidos pechos contra el pecho de él. A él siempre le había gustado, lo pequeña y delicada que era comparada con él, era casi como una muñeca, la muñeca más hermosa de todas. Su linda cabeza se levanto para mirarlo, mostrando su cara muy sonrojada y unos pequeños pucheros.

-Dime, que me quieres más que a nada en el mundo-se puso cada vez más roja, llegando a tener un color parecido al pelo de battler.

-Beato, te amo más que a nadie en el mundo, soy el hombre más afortunado en el mundo por tenerte, y quiero hacerte feliz-en un principio se sorprendió por lo que Beatrice había dicho, pero él sabía lo que tenía que decir, simplemente lo que de verdad sentía.

-Estas sonando muy cursi-soltó una pequeña carcajada, pero no era una burlona, si no una llena de felicidad-yo igual te amo.

Permanecieron juntos, hasta que Beatrice se quedo dormida en los brazos de battler. Luego de que virgilia le hubiese repetido constantemente a beato que tenía que ir a dormir, y con claras desaprobaciones de la recién nombrada, este era el resultado de sus caprichos. Battler simplemente beso su cabeza, para luego llevarla a su cama.