Honey Smell
-Spoon-
La frase "nunca sabes lo que tienes, hasta que lo pierdes" en un principio no tenía significado alguno para mí, siempre la había oído mencionar por personas mayores, más sin embargo jamás me tome la delicadeza de filosofar tan certeras palabras como lo son estas… y es que como cualquier necio, me toco experimentar la desesperación de perder lo que siempre tuve,… pero que nunca quise.
¿Suena tonto verdad?, pero así fue, ni la más refinada escuela, o los más inteligente tutores me prepararon para mi primera crisis existencial.
¿Cómo se puede ser lo suficientemente idiota para perder algo que ya tenías?, pues mi intento de defensa es sencilla, simplemente no sabía lo preciado que era hasta que se fue.
Toda paradoja cae con el peso de sus propias palabras, y golpea tan duro como lo hizo un pequeño puño contra mi mejilla el día que decidí ser el idiota más grande del mundo con la persona que menos se lo merecía… y que para su desgracia, en todo momento no hizo más que mostrarme la blandura de su corazón, dejándose ser tal cual era frente a mí.
-suspiro-
Desde que le conocí siempre pensé en él como un chico molesto, sofocante e irritante, jamás tuve la voluntad de ver a Rivaille Arckerman con ojos de amistad, y menos cuando se pasó seis años de mi vida acosándome sin razón alguna. Esos fríos ojos grises apañados por unas fuertes ojeras, estuvieron vigilando cada uno de mis movimientos desde que llegue a la calle 2431 de la avenida Sant Sina de ciudad María.
Ya fuera porque estaba cuidando de nuestro jardín, o porque saliera a recibir a mi padre, siempre se encontraba frente de mi casa, metiendo sus narices donde no le llamaban, auto invitándose a la situación de la forma más desvergonzada posible sin perder la mínima oportunidad para dedicarme alguna palabra… que tal vez para su "retorcida mente" era agradable o amistosa.
Y como si de una comedia se tratara resulto ser que es mi "vecino de enfrente".
Rivaille no conversa con las personas, de hecho en la escuela nunca lo vi rodeado de amigos, siempre pasaba envuelto en peleas o solitario en las jardineras, en las clases era el último en tener grupo para trabajar, y su única interacción decente con los demás era cuando le tocaba recoger tareas tal como le había indicaba el titular.
Era el típico niño con el que no querías que te vieran acompañado, todo un nerd en las clases y marginado social en los pasillos, siempre supe por Petra Ral que a este chico le hacían Bullying, se burlaban de él porque toda la vida se había dedicado un pasatiempo poco usual, y es que este gustaba de la Apicultura, nada común como otros chicos que jugaban béisbol o iban al cine.
Incluso llego a tener serios problemas con el Profesor de Ciencias pues este se dio cuenta que estuvo cuidando de un panal de abejas en su laboratorio, objeto que lo deshabilito por una semana completa.
Tal incidente nunca lo alejo de su pasatiempo con la miel, al poco tiempo, empezó a regalarme botellas con este mismo néctar, mi madre y mi padre vieron su regalo con desaprobación, ya que siempre decían que no estaban seguros si esa miel era higiénica y limpia, y no los culpo, cualquier cosa hecha por un chiquillo ameritaba un poco de duda, pero mi abuelo amo sus detalles con tal desmesura que siempre se lo encontraba lo saludaba entusiasmado y le agradecía por aquel dulce obsequio.
Una razón más para desagradarme… desde entonces siempre eche por el escusado la miel que me regalaba.
Realmente lo odiaba, siempre llegaba con un seco "Hola Erwin, ¿cómo estás?", sin dejar de dirigir sus curiosos ojos a mi rostro y no despegarlos ni un poco, siempre con su aire de madurez y calma, su frescura innata, como le odiaba, aun no entiendo ¿Por qué de entre tantas personas tuve que ser yo?
Mi abuelo y el comenzaron a platicar juntos, incluso se juntaban para sentarse en el pórtico de nuestra casa a leer libros, y era ahí donde únicamente le veía sonreír, ¿cómo era posible que mi abuelo disfrutara más con el que conmigo mismo? Me parecía tan absurdo, cuando les encontraba juntos pasaba de un solo sin siquiera saludarles, Rivaille era tan indeseable.
Realmente no quiera ser su amigo, ni su vecino, menos su compañero lo odiaba, no me agradaba, era tan enfermizo.
-suspiro-
Después de un año me di cuenta de que el azabache tenía otros pasatiempos, gustaba de los animales y sobre todo de los mapaches, era un loco obsesivo por la limpieza y no comía en la cafetería de la escuela, le daba asco pensar que las personas volvieran a usar el mismo plato, vaso o cubierto que otras ya hubiesen empleado, así que siempre traía su almuerzo hecho a mano y lo disfrutaba en el salón mientras escribía en una pequeña libreta, bueno, eso hacia si es que no era molestado.
A este le gusta la lectura y en las noches podía verlo por la ventanilla de su habitación sacando un viejo telescopio para observar las estrellas.
Fuera de eso, su mayor tiempo lo gastaba en mí, ya fuera invitándome a jugar, a subir a un árbol, a probar sus galletas, a ver su jardín, a estudiar en la biblioteca, a pasar tiempo con mi abuelo, a perseguir las estrellas, a salir en bicicleta o a cualquier cosa que pueda pasarles por la mente, más sin embargo siempre fui listo y tenía alguna excusa para librar la situación.
No desperdiciaría mí tiempo con él, era obvio que algo tenía mal.
En los días festivos como la Celebración del día de la madre o el día del padre, él nunca iba, ni su único familiar el Sr. Kaney Arckerman dueño de una armería, si es bien esa familia tenía gustos raros, su tío era todo lo contrario al ojigris, era alguien popular por su simpática actitud y que a pesar de tener un negocio dirigido a una población incierta, le iba muy bien con la clientela.
Pero que al igual que cualquier otra persona menor de quince años, no se llevaba muy bien con su sobrino, el pequeño chico le odiaba, pareciera que nunca quería estar con él y es que tras de toda esa buena actitud, había siempre una algo malo en ellos, pues Kaney desaprobaba totalmente los gustos del menor así que incitaba a los que lo visitaban, en su mayoría muchachos deseosos de un arma que presumir, a que lo molestaran y "le ayudaran a forjar su carácter".
Pobre Rivaille… era lo único que me hacía sentir un poco de pena por él, era común verle en los callejones camino a la biblioteca ocultándose de "los enviados especiales de su tío", mas nunca le vi pedir ayuda, siempre libraba sus conflictos el solo.
Y así fue por mucho tiempo. Finalmente terminamos el colegio y entramos en la misma preparatoria, esa ciudad era algo pequeña, y el primer día de escuela me encontré con la sorpresa que nuevamente éramos compañeros de aula, teníamos alrededor de seis meses siendo vecinos de pupitre, ¡que emoción!, él se sienta detrás mío junto a la ventana, y esto era aún más sofocante porque puedo sentirle percibiendo mi perfume, y sin desearlo yo puedo oler su aroma, una dulce e intensa fragancia a Miel.
Al parecer el madurar le hizo cambiar un poco, comenzó a entender lo penoso que era que el me hablara y yo le ignorara, así que se dedicó a observarme sin mencionar nada, pero aun así no dejo de darme aquellos frascos quincenales llenos de nectar dorado, finalmente le vi una amiga una Hanji Zoe, pensé que eso lo haría olvidarse de mi un poco, pero eso nunca paso, seguía igual de nervioso cada vez que le hablaba, casi siempre nos tocaba trabajar juntos por la ubicación de nuestros asientos, este titubeaba al pasar las cosas o comentar sobre los ejercicios, conmigo siempre mostraba ese lado débil y ridículo.
Al principio nunca pensaba sus palabras, solo saludaba y ya, y con la misma intensión se iba, pero poco a poco note algo diferente en él, algo que mis ojos aun infantes no lo veían, y que al percatarme me causo un sentimiento de asco y repulsión total.
Era evidente que ese niño no me veía como su amigo, sino que me veía como algo "más", sus miradas y palabras desconcertantes, se habían vuelto más penosas, y con el pasar de los días más dudosas, ese pequeño rubor en sus mejillas crecía, y ese desorden de pensamiento lo delataba totalmente, no podía creerlo estaba claro que yo le gustaba.
Mis padres jamás notaron esa peculiaridad porque no lo tenían tan cerca como yo, pero su mirada brillante y la sudoración en sus manos al darme los frascos de miel, no eran más que una reacción nerviosa de alguien enamorado.
¿Cómo es que llego eso a ser posible? En mi mente solo podía pensar, "necesito alejarme de él ahora mismo", ¿será que todo este tiempo me vio de esa manera? No soy gay ¿Por qué se fijó en mí? Esta más que claro que no puedo corresponderle. Necesitaba actuar y pronto.
No odio a los homosexuales, pero Rivaille Arckeman era la excepción, trate de tener algunas novias para espantarlo, conseguía la chica que me propusiera como prospecto, pero eso no ayudo mucho, ya que al final ninguna de ellas permanecía conmigo, era raro porque siempre pensaban que mi interés por Rivaille iba más allá de la atención que yo le dedicaba a ellas, se enojaban y decían que "me interesaba más mi amigo" que mi propia novia, talvez mi fijación por sus acciones no sea sana, pero toda esta situación me había acorralado a actuar de manera paranoica cuando de él se trataba.
-suspiro-
Definitivamente no podía seguir con esto, mi reputación en el colegio iba muy mal, así que entre en el equipo de Futbol americano, para distraerme un poco perdiéndome en los entrenamientos y dejando de lado el tiempo libre, obviando toda oportunidad de encontrarme con ese niño, ese loco acosador, dolor de cabeza incesante, y abusador de su buena suerte, en pocas palabras mi indeseable.
No supe que paso, o que broma absurda resulto ser esta pero era obvio que Rivaille carecía de sentido común, no percibía mi malestar seguía actuando como siempre, llegaba con sus putas botellas a mi casa e invadía mi pórtico para hablar con mi abuelo, siempre que este nos visitaba, no dejaba de saludarme, ¡carajo! Todo esto seguía porque aún no tenía el valor de decirle que dejara de venir… que dejara de joderla tanto.
Y todo esto sigio hasta que finalmente explote, y una tarde de un mal día se lo grite, "Odio tu presencia acaso no haz notado que siempre trato de evitarte, me aburres no pases solo aquí" aún recuerdo el espanto en su rostro y el enojo en el del anciano junto a él, este no hizo más que levantarse e irse tranquilamente a su hogar, se disculpó con mi abuelo y luego solo atinó a decirme "Lo siento mucho Erwin, no pensé que mis visitas te molestaran tanto" y se retiró.
Fue el respiro más desahogante que en años nunca tuve, trate de calmarme y respirar tranquilamente, aunque eso nada me duro, esa noche mi abuelo me sermoneo por mi "inmadura actitud hacia el" me reprocho por mi falta de educación, y vocifero lo buen muchacho que este era, y bueno talvez tenía razón, talvez si me pase con este y fui un cretino, así que mi determinación flaqueo y me disculpe con él.
-suspiro-
Error fatal, después de ello no se me despego para nada y me pedía opiniones de cosas que en lo más mínimo me importaban, no se que hice para que el pensara que deseaba ser su amigo, mi dolor de cabeza, mi estrés siempre estaba presente y no podía deshacerme de él…
Fue ahí cuando lo pensé, si no podía alejarlo con palabras sencillas y pequeños desprecios, le haría ver que el ideal de persona que tenía sobre mí no era el que él creía, lo haría odiarme tanto que desearía jamás haberme conocido, lo haría enamorarse aún más de para después romperle el corazón y ser libre de esa incesante presión que ocasionaba su presencia.
El plan perfecto.
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Buenos Chicos y Chicas, es un placer leerles y escribir para ustedes soy Angryraccoon, el autor/a de este pequeño fanfic a decir verdad, espero les haya gustado Honey Smell, me gusta mucho tratar de conservar las personalidades de los principales así que… por eso son así, si les gusto o no espero leerles un pequeño Review, son siempre bien recibidos y aunque no crean motivan al escritor.
CHAU CHAU se despide
ANGRYRACCOON
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