Lo odiaba pero más se odiaba a él mismo por amarlo, hace un año que había aclarado sus sentimientos por el coronel, hace medio año había recuperado el cuerpo de su hermano y un mes después decidió que era momento de que pensara en el amor pero para su desgracia se había enamorado de la persona menos indicada.
Si bien en un principio le había costado trabajo aceptar sus sentimientos al final lo hizo pero junto con eso vienen los pros y contras, que por cierto eran más los contras, ya que había una larga lista de razones para que no pudiera estar con su amor platónico, la principal es que para amar a alguien necesitas amarte a ti mismo y el no había logrado perdonarse aun por lo ocurrido con su hermano a pesar de que este no le guardara rencor.
Para rematarla el único problema no era que los dos fueran hombres, si no que él era menor de edad y su subordinado, en la sociedad que vivían no era bien visto que dos militares hombres estuvieran juntos, no sabía si el coronel gustase de otros hombres, esos ya eran suficientes problemas pero como a él le encantaban las cosas complicadas pues se le sumaba uno más que había empezado hace cuatro meses el coronel lo había estado tratando cruelmente ya no era como antes cuando lo molestaba con su estatura, no claro que no y en verdad que deseaba que fuera eso pero no, ahora se dedicaba a hacerle sentir menos con sus palabras hirientes, su actitud era fría y lo peor es que lo veía coquetear con cualquier chica que se le pusiera enfrente estando el presente, odiaba admitirlo pero este no tenía la culpa de lo ultimo ya que no sabía sobre sus sentimientos.
Con el pasar del tiempo descubrió que era la sombra de lo que era antes, sus ojos eran opacos, sin brillo alguno, su ropa toda desalineada junto con su cabello rubio, su rostro algo pálido y tenia marcadas ojeras por no dormir bien además de que no se estaba alimentando correctamente, Al se lo había reprochado varias veces pero él no quería la preocupación de su hermano si no de Mustang, el cual ni caso le hacía, eso destrozaba su pobre corazón.
Alphonse cansado de su situación había ido a Resembool para visitar a Winry alegando que la traería para hacerlo entrar en razón o que tal vez le haría bien mantener una charla amena con una vieja amiga ya que Maes no había logrado nada. Sabía que estaba preocupando a todos con su actitud, es decir, no quería hablar de lo que pasaba apenas si hablaba, ya no tenía sus acostumbrados ataques cuando se metían con su estatura, solo vivía para sobrevivir y eso era alarmante para cualquiera que lo conociera, todos estaban al pendiente de él… pero no lograba la atención de la persona de la que necesitaba.
Soltó un suspiro cansado, toco la puerta suavemente, escucho a alguien decir pase y con eso entro, saludo a los presentes con un escueto hola y una pequeña sonrisa, se dirigió directamente en donde se encontraba el culpable de su estado.
—Edward... ¿el coronel te mando llamar?— Escucho que le decía Fuery, detuvo su paso pero no volteo a verlo.
—No… solo quería hablar de algo importante con él.
Dijo para seguir su camino, ya lo había decidido ayer en la noche, le diría al coronel que lo amaba y esperaba con eso liberarse de un gran peso. Detuvo su pasó un minuto para enseguida seguir. Claro que lo haría, no solo le diría sus sentimientos si no que se entregaría a él, en cuerpo y alma, pensaba decirle que quería que lo tomara aunque solo fuera por lastima de su parte porque si significaría mucho para él, mostro una pequeña sonrisa irónica, parecía una puta con las cuales se acostaba el azabache.
Las putas se vendían por dinero y él se iba a vender para sentir cariño, si que daba pena ajena. Entregarse en bandeja de oro a un hombre que no lo amaba. Pero para el significaría mucho, Roy seria con quien tuviera su primera vez en todo, su primer beso, su primer amor, su primera desilusión y… su primera relación sexual.
En verdad estaba bien lo que haría, le entregaría su virginidad a un bastardo como lo era Mustang, llego a su destino pensaba patear la puerta como acostumbraba hacerlo pero decidió tocar, sintió las miradas curiosas sobre él, no volteo solo se dedico a entrar, sentado frente a su escritorio estaba el pelinegro con un semblante serio y pudo divisar en sus ojos negros sorpresa pero lo descarto al ver que le dirigía una mirada llena de desprecio, no había vuelta atrás, cerró la puerta tras de él y se acerco lentamente al escritorio sin hacer algún alboroto.
Media hora después salía del lugar corriendo sin importarle los llamados de la teniente Riza o cualquier otra persona con la cual tuviera alguna amistad, solo quería estar solo, no quería la lastima de nadie. Quien lo hubiera pensado antes odiaba la soledad y ahora esta era su mejor amiga.
Había sido tonto el tan siquiera pensar en declararse era claro que Roy solo tenía un sentimiento para él y ese era odio.
Sus ojos empezaron a derramar lágrimas y en su mente resonaban las palabras dichas por el coronel.
En verdad que odiaba al pelinegro por tratarlo como lo hacía pero más se odiaba a él mismo porque a pesar de todo seguía amándolo.
¿Que importaba que fueran hombres?¿que importaba lo que dijera la sociedad?¿que importaba que fuera menor que él?… todo eso no importaba cuando había amor de por medio… pero que debía hacerse cuando la persona amada te estuviera destruyendo poco a poco. Y no hablamos de lo físico eso era lo de menos si no de lo emocional.
Las heridas del cuerpo curaran con el tiempo pero las heridas del alma esas no se curan tan fácilmente. Podría pasar un año y estas seguirían presentes.
Las lagrimas seguían corriendo por su rostro ya no quería sufrir más por un amor no correspondido, es que la vida tenía que ser tan cruel con él siempre, siguió corriendo hasta donde sus pies se lo permitieron, posó sus manos sobre sus rodillas intentando recuperar el aire perdido por la carrera realizada.
Una vez que se recupero un momento fijo su vista al frente intentando ubicarse y poder regresar a su apartamento para llorar todo lo que se le viniera en gana sin que nadie preguntara nada.
—Mira nada más lo que nos trajo la noche.
Escucho decir a un hombre atrás de él esa voz ya la había escuchado antes de eso estaba seguro.
