No lo había planeado, claro que no. Jamás en su vida creyó siquiera que se encontraría en una situación como esa, por lo cual, lo que vivía en esos momentos no era en realidad lo más feliz del mundo.
Solamente quería deshacerse de todo eso, retroceder en el tiempo y evitar hacer esa estupidez que la llevó a ese final. Solo quería deshacerse realmente de lo que obtuvo como recompensa por ser una chica desobediente y poco crédula.
Ahora tenía un sirviente vampiro, y no sabía qué hacer con él. Lo único que sabía con claridad, era que tenía que deshacerse de él.
—¡Vamos! Será divertido y lo sabes. —Animó una vez más la pelinegra a su amiga de ojos mieles.
Esta sonrió con ironía y volvió a negar con la cabeza.
—No, Shini —negó como por sexta vez mientras se dedicaba únicamente a pulir su arma de doble filo—. No iré. No quiero meterme en más problemas y recibir un castigo por causa tuya.
—Pero si no haremos nada malo —declaró la joven aún insistente, y zarandeó ligeramente a la menor un par de veces en un intento de convencerla—. Solo iremos allá, nos separaremos un rato del aburrido grupo de niñas fresas, y visitaremos esa oscura iglesia para buscar fantasmas o algo divertido. —Explicó con soltura en un intento más de convencer a la castaña.
Karai la miró una vez más, casi seriamente de no ser por la sonrisa que decía '¿Enserio?'. Shinigami le sonrió cómplice, y la kunoichi de labios rojos no pudo sino soltar un suspiro de resignación y asentir.
—Bien —soltó afirmativamente, haciendo que su amiga hiciera una pose de victoria—. Pero conste que si nos descubren te echaré toda la culpa y yo no tendré que limpiar la clase cuando volvamos del campamento.
—¡Hecho! —Afirmó estirando la mano para que la ojimiel se la estrechara –lo cual hizo, con algo de duda–, y ambas sonrieron de manera cómplice—. Ahora, prepara tu traje debajo de la ropa. Nos llevaremos una gran adrenalina en esa iglesia del diablo.
Lastimosamente ninguna de las dos esperaba encontrar algo que realmente les cambiaría la vida.
