Capítulo 1
¡Tengo carcajadas!
Estaba siendo un día tranquilo en el Reino Champiñón, había pasado ya un año desde que el poder de la Estrella Oscura había sido apaciguado y su respiraba calma por todas partes. Excepto en las profundidades del Bosque del Hoyuelo…
Una corriente de aire negro avanzaba entre los árboles, apenas flotaba, más bien se arrastraba por el suelo como si le flaquearan las fuerzas, o a lo mejor iba pensando la manera en que lo derrotaron y en cómo iba a hacérselo pagar. De repente un candado negro cayó de la nada cerca de él y un rayo negro salió de la cerradura impactándole de lleno, la masa de aire empezó a compactarse hasta adquirir una forma sólida, una capa roja y unos anteojos se dejaron ver de nuevo acompañados de una sonrisa siniestra
- -¡Ji ji ji ji ji! ¡Grácovitz ha vuelto!-reía él en voz alta-.
-Sí, ha vuelto.-corroboró una voz a sus espaldas-.
La criatura de piel verde giró perplejo y se encontró un encapuchado, a pesar de no poder verle la cara él notó como lo miraba de arriba abajo en silencio.
-Vaya, vaya, vayaaaaa… no sabía que fuera tan curioso.
-Lo eres, lo eres, amigo mío. Por ese motivo estás ahora aquí. Quisiera pedirte un favor.
-¿Un fa-fa-favor?-dijo el hombrecillo mientras se ponía a dar vueltas ondeando su capa alrededor del encapuchado-Grácovitz no hace favores a gente que no conoce.
El otro hombre se inclinó ligeramente como si le hiciera una reverencia.
- Mil perdones, ¿dónde habrán ido a parar mis modales? Soy el barón Candado y al igual que tú, yo también vengo de muy lejos.
- Interesanteeeeee, dime extranjero, ¿qué quieres?
El hombre sonrió debajo de su capucha.
- Solo quiero tu ayuda y que cooperes conmigo, nada más. Saldrás bien parado, te lo aseguro…
- Oooooooooh, interesante me gustan los chollos. ¿Qué tengo que hacer?
- Fácil. Mañana en el castillo de Peach se celebrará una fiesta por la alianza con un reino vecino. Hay una fuente en el patio hecha a imagen y semejanza de la princesa, solo quiero que coloques esto allí. Asegúrate de hacerlo mientras todos estén presentes.
El hombre chascó los dedos y un candado negro apareció en su mano.
- Un momento… ¿el Castillo de Peach?
- El mismo, tan solo limítate a dejarlo encima del rostro de la estatua y deja el resto al candado.
El Barón le lanzó el pequeño artilugio y Grácovitz lo cogió al vuelo, pesaba bastante según el hombrecillo.
- Ah y una última cosa, procura que ese par de hermanos entrometidos no nos agüen la fiesta, ¿entendido?
- Por supuesto-aseguró el hombrecillo-al fin y al cabo… ¡Tengo ira contra ellos!
Ambos se despidieron y se fueron cada uno por su lado, el encapuchado se adentró más en el bosque y Grácovitz se puso en camino al castillo de Peach candado en mano.
