Ni a un milímetro

Estaban a nada, ni a un milímetro el uno del otro, estaban tan cerca que sabían que les pasaría juntos y casi suspiraron aliviados sin decir nada.

Alrededor todo parecía desvanecerse, el escudo, los aliados, las fuerzas, las posibilidades de ganar... pero no la esperanza, eso era lo que si tenían.

Se miraron una vez más, ojos fijos en los otros ojos, muriendo de miedo, pero también tranquilos porque ahí estaban, a casi un milímetro del otro.

Ese silencio temeroso los hacía cómplices, incalculables cómplices de cómo el mundo se desmoronaba a unos metros; él fue el primero en romper el silencio.

-Deberías irte- dijo en susurros, aun conociendo la respuesta de antemano- estarás a salvo, es mejor, para ti, para Teddy-

-No- dijo ella segura, desafiante, en una voz asustada a la vez- correré el riesgo, también hago esto por Teddy, él entenderá-

El ruido de la batalla era atronador, los hechizos rebotaban en todos lados y ellos debían de ser cuidadosos, pero en el fondo sabían el desenlace.

La muerte rondaba alrededor, habían acabado con muchos, eso es verdad... pero también estaban solos, los mortifagos habían acabado con más.

De pronto están ellos dos, como si fueran ellos contra el mundo y esa batalla tal vez será imposible de ganar, se miraron a los ojos, y aun así pelearon.

-Remus...- susurró casi sin voz y tal vez es porque sabe que puede que sea lo último que vaya a pronunciar, su nombre.

-Dora... Juntos- y él no supo como logro recuperar la voz, pero si supo que era el momento, lo único que queda es esperanza y por eso están ahí.

Estiraron sus manos para tocar la del otro y ambos prepararon su varita para la última lucha, para el desenlace de todo aquello...

Es por ellos mismos y el mundo, es por Harry, por Teddy... es por el mundo que se desmorona a sus pies en ese mismo instante.

Y vieron a la vez las sombras del enemigo y vieron a su vez ese destello asesino a ambos lados de ellos, mortales, indestructible... Y se miraron una última vez.

Pelearon, fueron valientes y no tuvieron miedo, porque todavía había esperanza para el mundo, porque no estaban ni a un milímetro del otro.

FIN.