El líquido caliente entraba por su boca y viajaba por su esófago. Era estimulante y muy delicioso, siguió tomándolo mientras leía el libro de lo más relajado.
Cuando se lo termino, inmediatamente llamo a Mai y pidió más té. En el ínterin de su espera, siguió leyendo el libro hasta que sintió el golpeteo de la puerta y él le indico que entre.
Ella ingreso y apoyo la bandeja sobre el escritorio, apoyando la taza en el mismo, quien al realizar la labor, tomo la bandeja y se encamino hacia la puerta.
— Mai.
La llamo y ella giro su cuello, viendo que su jefe hizo un ademan para que se acerque y ya estando a su lado, Naru poso su mano detrás de su nuca atrayéndola mas cerca y también él aproximándose, unió sus labios con los de ella.
En el comienzo fue casto, solo pequeños roces, degustaciones, luego fue desesperado como si estuviera hambriento, devorándose esos labios, hinchándolos en el proceso.
Mientras que Mai estaba nerviosa con ese suceso tan inesperado, pegando la bandeja contra su pecho mientras intentaba corresponder el beso con los ojos cerrados y las mejillas sonrojadas.
Esta situación ya había pasado antes, pero aun así Mai no se acostumbraba y creía que nunca lo haría.
Al separarse por la obvia razón de respirar, Naru le aviso que puede irse. Ella lo hizo realizando traspiés por el camino hacia la puerta, colorada y sin poder pensar claramente como cada vez que sucedía cuando Naru la besaba.
Él la observo marcharse y levantando la taza del té del escritorio, se lo llevo a su boca, esbozando una sonrisa detrás de la taza, quien al dejarla de nuevo sobre la mesa, musito:
— Me gusta más sus labios.
Con eso dicho se los relamió y volvió a la lectura de su libro pensando en llamarla de nuevo.
Porque había algo que las papilas gustativas de Naru apreciaban más que el té. Y eso era los labios de Mai.
