—No puedes hacer esto— Dijo Diez. —¡Va a morir mucha gente!
—¿Y crees que no lo sé?— Interrumpió Once. — Todas esas personas geniales, ¿crees que no he pensado en ello? ¿que en doscientos años no me ha sobrado tiempo suficiente como para meditarlo?— Se pasó la mano por la cara mientras apretaba botones. —Lo único que puedo hacer es pensar en algo para olvidar lo que haré dentro de unos segundos, y sinceramente no creo que tengas algo mejor.
Hubo una larga pausa.
—¿En esto es en lo que me convertiré? ¿En una persona que se rinde tan fácilmente? Porque creeme ahora mismo no estoy dispuesto a hacerlo. Porque siempre hay alternativa.
—¡Pues esta vez no!— Gritó. —Lo siento, pero esta vez no.
La cara encolerizada de su undécimo cuerpo casi le asusta al ver que estaba a punto de estallar.
—Porque si vives el tiempo suficiente—, prosiguió el Doctor. —te das cuenta de que a veces las cosas no son tan fáciles. No siempre vale con hablar a las personas. A veces es imposible hacerles entrar en razón.
Se detuvo a suspirar por un momento.
—Y no es justo.
