Disclaimer: El Origen de los Guardianes no me pertenece y esta historia está hecha sin ningún fin de lucro.

"La caja de Pandora"

Capítulo 1: Oscuridad

La primera vez que despertó, el dolor que sentía era tan intenso y tan presente que apenas pudo recobrar la conciencia por unos breves minutos. Su vista era borrosa y sólo podía percibir el lacerante dolor en todo su cuerpo, especialmente en la cabeza; sentía como si le fuera a explotar en ese mismo momento. La oscuridad se apoderó de su mente con gran rapidez y volvió a hundirse en un delirante mundo de los sueños, donde la realidad y la ficción se mezclaban tan intrínsecamente que fue incapaz de discernir qué era recuerdo y qué era sueño.

La segunda vez que despertó, el dolor aún estaba presente, pero también un mareo que le pateaba el estómago y lo obligó a rodar sobre su espalda para no ahogarse con su propio vómito. El ardor en su garganta por el ácido de su estómago le impedía hablar y el asqueroso sabor le poblaba la boca. Intentó luchar contra los efectos de la droga que aún mantenían su cuerpo inútil y su mente confundida, pero era simplemente demasiado para su pobre cuerpo. Al cabo de cinco minutos sintió como todo se iba volviendo negro una vez más y aunque intentó aferrarse a la realidad, fue como si ésta fuera agua escurriéndose entre sus dedos. Mientras iba cayendo en la inconsciencia, algo tocó su mente de manera efímera, casi etérea, pero antes de poder racionalizar el más pequeño pensamiento, ya estaba nuevamente dormido.

No supo cuánto durmió entre las otras veces que despertó por breves minutos, delirando y luchando contra la fatiga, el mareo y el dolor. Sin embargo, esa vez cuando abrió los ojos sintió su cuerpo extraño, como si estuviera tullido, pero ya sintiéndose bastante mejor que antes. Dándose unos minutos para confirmar que no estaba en otro de sus extraños y confusos sueños, con esfuerzo logró sentarse en donde quiera que estuviera recostado y respiró lenta y profundamente, atento a su acompasada respiración y al tenue sonido de sus propios latidos. Se quedó largo tiempo así, calmándose e intentando ordenar los recuerdos que se esparcían alocadamente en su cabeza, aún sintiéndose débil y agotado. Por suerte los mareos ya no estaban y la jaqueca se había reducido a un zumbido casi invisible. No podía conectar bien las imágenes que en su mente se repartían aleatoriamente, pero tenía la fuerte sensación que era importante organizar su mente. Había algo que estaba olvidando.

¡Jack!

¡Jack!

¡JAAAACK!

— ¡PIPPA! —apenas el grito abandonó su garganta, llevó sus manos hasta su cabeza sintiendo un agudo dolor causado por su propia voz. Ugh. No debió haber gritado así. Pero apenas a su mente volvió a acudir aquel recuerdo, la desesperación volvió a crecer en su pecho de manera voraz—. ¡Pippa! ¡Dónde estás! ¡PIPPA! —no le importaba que con cada nuevo grito su cabeza retumbara y pareciera querer partirse en cualquier instante, la desesperación por saber dónde estaba su hermanita era mayor.

No obstante, nadie contestó. Sólo recibió el rebote del eco contra las paredes, aumentando más el miedo que había comenzado a crecer dentro de sí. Sintió como se le cerraba la garganta y comenzaba a hiperventilarse, notando por primera vez dónde se encontraba. Era una habitación pequeña y oscura, con una cama y un pequeño estante donde había lo que parecía ser ropa limpia. Se vio a sí mismo sobre la desconocida cama, que no tenía más que una almohada y una sábana delgada; todo blanco como si fuera un hospital.

Su miedo aumentó al no encontrar una puerta por ningún lado.

— ¡DÓNDE ESTOY! ¡SÁQUENME DE AQUÍ! —gritó preso del pánico, temblando como hoja y levantándose con pasos torpes hasta chocar contra una pared, propinándole puñetazos y gritando cada vez más fuerte—. ¡AYUDA! ¡PAPÁ, MAMÁ! ¡PIPPA! ¡ALGUIEN CONTESTE POR FAVOR! —no sabía si las lágrimas que caían como cascada por sus ojos, congelándose antes de poder caer al suelo, eran producto de su miedo o por el dolor de cabeza insoportable que le causaban sus propios alaridos.

No se había dado cuenta, pero a medida que su desesperación crecía, su dolor aumentaba y su voz se quebraba por el desgarre que sufría su garganta, todo a su alrededor se congelaba. No quedó ningún resquicio de la habitación sin ser cubierto por una capa de escarcha que pronto se convertiría en hielo sólido, pero Jack no lograba darse cuenta de aquel detalle. Su mente, nublada por sus descontroladas emociones y temores, sólo podía enviar señales a sus cuerdas vocales para gritar y gritar, y a sus manos para seguir golpeando la pared hasta que se le pelaron los nudillos y la sangre carmín, pero con un tinte violáceo que tornasolaba en azul, comenzó a manchar la pared helada y sus mismos puños. Incluso cuando perdió completamente la voz sus labios siguieron moviéndose para verbalizar gritos mudos y aunque el agotamiento se iba apoderando con gran velocidad de su cuerpo, él seguía allí, de rodillas frente a la pared, golpeándola con debilidad y gritando sin voz.

Tan fuera de sí estaba que no se dio cuenta cuando, de un lugar desconocido, una fina arenilla brillante y dorada comenzó a inmiscuirse en su habitación y flotaba lentamente hacia él, rodeándolo con una amabilidad que sólo era comparable con la que una madre arropaba a su arena rápidamente se iba haciendo cada vez más numerosa y pronto lo rodeó completamente, bailando a su alrededor con gracia y formando al compás de una inaudible música la figura de varios pequeños delfines que nadaban y revoloteaban juguetonamente en torno al asustado adolescente. Cada vez que "chapoteaban", esparcían más la arena hasta Jack y él, sin darse cuenta, iba siendo guiado hasta la inconsciencia. Sus movimientos se hicieron lentos, deteniéndose a medida que los delfines le salpicaban la dorada arena y pronto estuvo completamente echado en el suelo, con los pequeños trozos de hielo en forma de lágrimas pegados en sus mejillas y con la brillante arena cubriendo su cuerpo como una fina y delgada manta. Sus sentidos entumecidos pronto dejaron de ser útiles y su consciencia se marchó de su cuerpo, siguiendo a los delfines hasta un apacible sueño, el primero en donde no había confusión, sino armonía y felicidad; sólo estaba él y su hermana, patinando sobre un lago congelado, riendo y jugando como si no hubiera un mañana.

Fuera de la habitación de Jack, en una muy similar, una voz aguda y delicada, ciertamente femenina, habló en apenas un susurro.

— ¿Ya está dormido? —preguntó. No hubo una respuesta verbal—. Gracias Sandy, creo que lo necesitaba mucho —había alegría, pero también congoja. Parecía como si estuviera luchando contras las lágrimas que se negaba a dejar caer.

— No puedo creer que Manny lo haya escogido a él, es un niño —la voz femenina fue reemplazada por una masculina, con un marcado acento australiano, que también hablaba en susurros como si temiera que alguien pudiera oírlo—, y estos malditos seguramente lo drogaron para traerlo acá… —un ahogado jadeo le hizo arrepentirse de sus palabras, pero no llevaban mentiras. Todos habían pasado por eso.

— Manny siempre tiene una buena razón para hacerlo, sea un niño o no —otra voz masculina resonó, con un hablar más cortado y con un acento ruso. Había seriedad, pero una inconfundible tristeza también—. Va a ser muy difícil para él esto.

— Si no lo hubieran encontrado… —la delicada voz se cortaba y los otros supieron que las lágrimas estaban venciendo.

Hubo un breve período de silencio, en donde sólo el roce de la arena contra las paredes era audible. Era un sonido calmo y relajante, apenas audible.

— Sandy tiene razón. Debemos ayudarlo —la voz masculina más profunda parecía tener un timbre de renovada fuerza, casi jovial pese a la sombra de pesar que los otros podían claramente distinguir—. Debemos protegerlo, es lo mínimo que podemos hacer.

Nuevamente el silencio sobrevino, pero esta vez había menos tensión. El silencio parecía traer consigo una resolución y la muda promesa hecha por aquellas cuatro "voces" resonó en el silencio, tocando sutilmente la consciencia lejana de Jack, la cual seguía en aquel lago congelado, disfrutando de un día de invierno con el recuerdo de su hermana mientras era rodeado por un grupo de delfines de arena dorada.

Continuará~